Estados Unidos/ Miedo blanco en los Estados Unidos [Richard Keiser]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Ago 28 14:17:23 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

28 de agosto 2020

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Estados Unidos



Miedo blanco en los Estados Unidos



Richard Keiser *

Le Monde Diplomatique, setiembre 2020

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Traducción de Correspondencia de Prensa



A partir de la Segunda Guerra Mundial, la "gran migración" de afroamericanos
del Sur a las ciudades industriales del Norte y del Medio Oeste había
provocado una "fuga de blancos". Prefirieron renunciar rápidamente a sus
propiedades inmobiliarias, para poder quedarse entre ellos y por temor a que
un vecindario negro hiciera su barrio menos seguro, menos atractivo y que
los estándares de las escuelas se deterioraran (1). Hoy en día, se está
produciendo una nueva "fuga de blancos" entre las clases media y alta, esta
vez como reacción al asentamiento de familias de origen asiático en sus
lujosas zonas residenciales. Desde un punto de vista estrictamente
financiero, dejar un barrio tan codiciado por su seguridad, por su prestigio
y por sus escuelas de renombre no tiene mucho sentido. Pero los blancos
quieren que sus hijos sigan ocupando el lugar más alto en la jerarquía
ligada al mérito personal.



El fenómeno fue identificado por primera vez en 2005, en un artículo del
Wall Street Journal dedicado a la ciudad de Cupertino, donde está la sede de
Apple y de varias otras empresas de la Silicon Valley (2). En otros barrios
con una alta proporción de hogares asiático-americanos, en California,
Maryland, Nueva Jersey y Nueva York se observaron dinámicas similares. Todos
estos barrios tienen en común el hecho de estar poblados por blancos de
clase media y alta, con propiedades de alto valor y escuelas de buena
reputación. La cantidad de residentes asiático-americanos de segunda
generación (en su mayoría de ascendencia china e india) se ha duplicado en
la última década y representa entre el 15 y el 40% de la población. En 1984,
los estudiantes blancos constituían el 84% de los alumnos de la Mission High
School de Silicon Valley, considerado como el mejor centro secundario de
California; en 2010, la proporción se había reducido al 10%, mientras que la
de los asiático-americanos había aumentado al 83% (3). Los blancos se fueron
de sus santuarios, en la mayoría de los casos para instalarse en barrios
cercanos, pero con menos estudiantes asiáticos en las escuelas públicas.



Muchos de ellos manifiestan un sentimiento paradójico: dicen estar
preocupados por el futuro de sus hijos pero se quejan de que las escuelas
primarias, que son un supuesto trampolín para llegar a las escuelas
secundarias más prestigiosas, se hayan vuelto demasiado competitivas bajo la
influencia de los asiáticos recién llegados y su obsesión por el rendimiento
y los resultados. También han sacado a sus hijos de las mejores escuelas
secundarias de California, a las que les reprochan el haber acordado
demasiada importancia a las evaluaciones de los estudiantes y a las tasas de
admisión en las universidades de élite, criterios en los que sobresalen los
hijos de familias nacidas en China e India.



Aquellos que creían que eran la élite de la nación se sienten ahora
discriminados por el hecho de que sus hijos juegan al fútbol o van a la
playa mientras que sus compañeros asiático-americanos dedican el tiempo
libre a programas de estudio extracurriculares. En 2013, dos profesores de
escuelas del norte de California llegaron a la conclusión de que el origen
asático está íntimamente ligado a los valores de perfeccionismo, trabajo
duro y éxito académico y profesional. Por el contrario, el hecho de ser
blanco se refiere a las nociones de imperfección, pereza y mediocridad
académica (4). "De ahí la mayor propensión de los padres blancos a inscribir
a sus hijos en escuelas públicas menos competitivas.



Esta reorientación estratégica de las clases medias y altas blancas responde
al temor de que los privilegios adquiridos al nacer, asociados durante
siglos con el color de su piel, estén en peligro. En la Mission High School,
la mayoría de los estudiantes inscriptos en cursos de "programa avanzado"
-un programa de introducción al ciclo universitario- pertenecen a la minoría
de origen asiático, mientras que los que aquellos que no asisten a ese tipo
de cursos son predominantemente blancos. Sin embargo, este sistema altamente
selectivo y garantiza el acceso a las mejores universidades del país.



Es obvio que los blancos, en particular los hombres, siguen dominando las
cúpulas del capitalismo americano. En Google, por ejemplo, todavía ocupan
dos de cada tres puestos de dirección. Sin embargo, en 2019, el gigante de
la "tech" reclutó a más mujeres asiático-americanas que a mujeres blancas, y
esto mismo está ocurriendo este año con los hombres (5). El camino hacia el
éxito ya no es sólo de color blanco; la jerarquía de los diplomas está
siendo remodelada.



Las familias blancas tratan de recuperar el terreno perdido presentando sus
puntos débiles como ventajas. Para ellas, la definición de excelencia ya no
se limita solamente a los resultados, sino que también incluye la diversidad
de intereses, la apertura de espíritu y la búsqueda de una cierta
"normalidad" frente a los excesos de la ambición y de la trayectoria
profesional a toda costa.



Históricamente, la blancura masculina ha sido siempre  definida como
normativa. Cada vez que los grupos dominados desafiaron su poder, fueron
empujados al limbo de la anormalidad. Cuando las mujeres exigieron la
igualdad de derechos, fueron catalogadas como irracionales o emocionalmente
inestables. Del mismo modo, la lucha por la igualdad racial o por los
derechos de los inmigrantes se enfrenta sistemáticamente a una retórica de
inferioridad intelectual ("son menos inteligentes") o psicológica ("no son
aptos para la democracia").



Por lo tanto, resulta bastante lógico que el éxito excepcional de los
estudiantes de origen asiático sea percibido no como la coronación del
"sueño americano", sino como el producto de una educación rígida que prohíbe
a sus víctimas disfrutar de una vida normal basada en el ocio, los deportes
y los batidos de frutas entre amigos. En lugar de reconocer que han perdido
su influencia, los padres blancos prefieren quemar las naves ayer alabadas y
buscar refugio en instituciones en las que el mérito se mide tanto en
términos de realización personal como de logros académicos.



Esta evolución puede parecernos paradójica, si recordamos que en la segunda
mitad del siglo XX los asiático-americanos fueron considerados como una
"minoría modelo", que debía supuestamente servir de ejemplo para los negros
y los latinos. Bajo ese elogio aparente de las virtudes de una minoría,
otros eran considerados culpables de la discriminación estructural que
sufrían. Dado que todo parecía funcionar para los asiático-americanos, ¿no
era esto una prueba de que las personas de color, contrariamente a lo que
ellas mismas afirmaban, disfrutaban de plena igualdad de oportunidades,
siempre y cuando estuvieran motivadas? La América racista podía describirse
así como una "tierra de oportunidades" y culpar a los negros y a los latinos
de falta de voluntad para subir la escalera social. Pero ahora, las
características hasta ayer admiradas -el culto al trabajo, el sentido de la
disciplina, los valores familiares- se pierden repentinamente valor. El
brillante alumno que solía ser premiado se ha convertido en una persona
antisocial del que conviene alejarse.



Esta táctica de preservar la supremacía blanca en el orden social y
económico no es nueva: es una continuación del tratamiento dado a los judíos
por la élite WASP (White Anglo-Saxon Protestant - Blanco, Anglosajón
Protestante), como lo demostró el sociólogo Jerome Karabel. Sus
investigaciones a partir de los documentos de admisión a Harvard, Yale y
Princeton demostraron un plan concertado para limitar la inscripción de
estudiantes judíos a través de criterios tan difusos como "masculinidad",
"personalidad" o "liderazgo". Una política basada en la mezcla de méritos
académicos con juicios morales, a partir de entrevistas, "reduciría
inevitablemente el número de judíos con personalidades o hábitos
controvertidos (6)", señalaba uno de estos documentos. Según el comité de
admisiones de Harvard en los años 50, la lista de indeseables incluía a
"neuróticos mal insertados en su comunidad", "personas inestables" y
personas sospechosas de "tendencias homosexuales o problemas psiquiátricos
graves". Sin mencionar, por supuesto, el requisito de "lealtad" patriótica
que, durante el período del macartismo, permitió eliminar a los elementos
sospechosos de simpatía por el (entonces prohibido) Partido comunista. Como
señala Karabel, "la definición de mérito es fluida y tiende a reflejar los
valores e intereses de quienes tienen el poder de imponer sus puntos de
vista culturales particulares". La actual "fuga de blancos" de las escuelas
asiático-americanas forma parte de esta redefinición del mérito cuyo
objetivo es preservar el poder de quienes lo ejercen.



* Richard Keiser, profesor de estudios americanos y de ciencias políticas en
el Carleton College (Northfield, Minnesota).



Notas



(1) Ver Serge Halimi, « L’université de Chicago, un petit coin de paradis
bien protégé », et Douglas Massey, « Regards sur l’apartheid américain », Le
Monde diplomatique, respectivemente abril de 1994 y febrero de 1995.

(2) Suein Hwang, « The New White Flight », The Wall Street Journal, New
York, 19-11- 2005.

(3) Willow S. Lung-Amam, Trespassers ? Asian Americans and the Battle for
Suburbia, University of California Press, Berkeley, 2017.

(4) Tomás R. Jiménez y Adam L. Horowitz, « When white is just alright : how
immigrants redefine achievement and reconfigure the ethnoracial hierarchy »,
American Sociological Review, Washington, DC, 30-8- 2013.

(5) Cf. Allison Levitsky, « For the first time, white men weren’t the
largest group of U.S. hires at Google this year », Silicon Valley Business
Journal, San Jose, 5-5-2020.

(6) Esta cita y las siguientes son sacadas de Jerome Karabel, The Chosen:
The Hidden History of Admission and Exclusion at Harvard, Yale, and
Princeton, Houghton Mifflin Harcourt, Boston, 2005.

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