Colombia/ Nueve masacres en dos semanas. A cuatro años de un acuerdo si paz [Guido Miguel Vassallo]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Ago 31 13:22:14 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

31 de agosto 2020

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Colombia



A cuatro años de la firma del Acuerdo de Paz



Nueve masacres en las últimas dos semanas: la violencia sacude a Colombia



Frente al incumplimiento del Estado, grupos armados ligados al narcotráfico
recurren al asesinato de campesinos e indígenas para amedrentar y ocupar
territorios estratégicos.



Guido Miguel Vassallo

Página/12. 31-8-2020

https://www.pagina12.com.ar/



Colombia vive una de sus etapas más violentas y oscuras desde la firma del
acuerdo de paz en 2016 entre el Estado y las FARC. Las masacres resurgieron
con fuerza en el país, y sólo en las últimas dos semanas dejaron un saldo de
45 muertos. Grupos armados que buscan controlar el negocio del narcotráfico
y otras actividades ilegales recurren a las matanzas de campesinos e
indígenas para amedrentar y obligar a las poblaciones, a punta de fusil, a
un desplazamiento forzado. "Los sitios donde están ocurriendo las masacres
son, paradójicamente, aquellos donde se registra mayor presencia de fuerzas
públicas", asegura Yesid Zapata de la Fundación Sumapaz.



El gobierno de Iván Duque se encierra en debates retóricos (el presidente
elige hablar de "homicidios colectivos" en lugar de masacres), critica
gestiones anteriores e insiste en la respuesta militar como única salida. En
2017, según la ONU, se registraron 11 matanzas. En 2018 fueron 29 y el año
pasado, 36. Los primeros ocho meses de 2020 revelan que el aumento es aún
más pronunciado: las masacres ascienden a 46. La novena matanza en dos
semanas tuvo lugar el jueves por la noche en una finca de Bajo Cañaveral, en
el departamento de Antioquia, donde fueron acribilladas tres personas, entre
ellas un niño de 14 años. No es casualidad, ya que entre las víctimas de
esta nueva oleada de violencia hay varios jóvenes y menores de edad.



Las masacres habían caído considerablemente en Colombia con la
desmovilización de las FARC y los paramilitares. "Pero a partir de la firma
de los acuerdos de paz, otros grupos se interesaron en puntos estratégicos
del país para adueñarse de esos territorios. En la medida en que hay varios
grupos con el mismo interés y no existe la posibilidad de alianzas sino de
disputa territorial, se generan estas formas de violencia", advierte Yesid
Zapata en diálogo con Página/12. Hoy operan en Colombia el Ejército de
Liberación Nacional (ELN), el Clan del Golfo, formado a partir de un
remanente de paramilitares, y disidencias de las FARC. Entre los tres grupos
suman unos 7.600 miembros que actúan en 240 de los 1.100 municipios del
país.



"El avance de la expansión paramilitar refleja no sólo el fracaso de los
procesos de justicia y paz, sino la falta de voluntad del actual gobierno
por desmontar las estructuras paramilitares, quienes tienen connivencia con
agentes del Estado en diferentes regiones del país", sostiene Camila
Galindo, abogada asistente del Observatorio de Derechos Humanos de la
Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos. "El partido del gobierno y su
grupo político han evidenciado estar comprometidos con la reactivación de la
guerra", agrega Galindo.



Las víctimas de las recientes matanzas son en su mayoría jóvenes,
campesinos, indígenas o afrodescendientes. La primera masacre sacudió al
país en las últimas semanas fue la de cinco menores de entre 14 y 15 años
cuyos cadáveres fueron encontrados en el barrio del Llano Verde, en el
departamento del Valle del Cauca. Según el fiscal general, Francisco
Barbosa, las víctimas iban con frecuencia a comer caña de azúcar de una
plantación y el día de la tragedia, "los tres adultos que trabajaban como
vigilantes de los alrededores del cañaduzal observaron a los cinco menores
acercarse y sin mediar palabra, en un acto de total barbarie, los
asesinaron".





"Además del disciplinamiento, estos grupos quieren imponer una cultura, una
estrategia política, incluso estrategias de desarrollo y lo van a hacer a
cualquier costo. Quieren imponer la ley a través de la fuerza de las armas",
afirma Zapata. Así como las masacres aumentan de manera vertiginosa, el
desplazamiento forzado, que es otro de los indicadores de las disputas por
el control territorial, está creciendo en el país y constituye otra señal de
alerta.



Acuerdo sin paz



Los organismos de derechos humanos coinciden en que se ha avanzado muy poco
tras el acuerdo firmado en 2016 durante la presidencia de Juan Manuel
Santos. "Esa lentitud se evidencia en el tema de las tierras, que es el
punto principal del acuerdo: devolverle tierras y brindarle posibilidades a
campesinos, campesinas e incluso excombatientes para que accedan a la
tenencia", sostiene Zapata desde la Fundación Sumapaz.



Con base en el Censo Nacional Agropecuario, la organización internacional
Oxfam realizó el informe "Radiografía de la Desigualdad". Del análisis se
desprende que Colombia es el país de Latinoamérica con mayor concentración
en la tenencia de tierra. El uno por ciento de las fincas de mayor tamaño
tienen en su poder el 81 por ciento de la tierra colombiana. Otra de las
conclusiones es aún más potente: un millón de hogares campesinos en Colombia
tienen menos tierra que una vaca.



En cuanto a la prometida participación política, el gobierno de Iván Duque
le está cerrando las puertas a la presencia de sectores distintos al
oficialismo. "Aquí lamentablemente pensar distinto sigue siendo un delito y
esto evidencia que no se ha avanzado en este punto", dice Zapata y agrega
que "las defensoras y defensores de derechos humanos que queremos elevar un
grito y denunciar lo que está sucediendo en nuestro territorio, no solo
estamos siendo estigmatizados sino que estamos siendo amenazados, agredidos,
y asesinados".



Tampoco se está cumpliendo con la salida política a la siembra de cultivos
de uso ilícito. Muchos campesinos que apostaron a dejar los cultivos tienen
que volver a la siembra de coca como medio de subsistencia, ante la inacción
del gobierno. "Colombia tenía una oportunidad a través del proceso de paz,
había unos leños prendidos que son el ELN y el Clan del Golfo, y este
gobierno tenía dos opciones: echarle agua a través de la implementación del
acuerdo de paz o echarle combustible, que es lo que ha venido haciendo,
desconociendo los puntos neurálgicos del acuerdo", resume Alejandro
Restrepo, coordinador del área de investigación de la Fundación Paz y
Reconciliación.



El relato del presidente



Iván Duque prometió justicia frente a las masacres. Pero ya casi nadie le
cree a un presidente que ante las dificultades siempre elige excusarse en la
herencia del gobierno anterior. En una reciente visita a la localidad de
Samaniego, escenario de una de las últimas matanzas, el mandatario sostuvo
que, en lugar de masacres, había que hablar de homicidios colectivos. "A
través de una narrativa propia, el gobierno intenta reducir el impacto de la
violencia ante la opinión pública. Masacre no es una figura que esté
contemplada en el derecho internacional humanitario o en la legislación
colombiana, pero se ha utilizado desde la academia, la ONU y distintas
organizaciones sociales para tener una lectura de la intensidad de la
violencia y la degradación de la guerra y las disputas", explica Restrepo.



Pero además, la policía y algunos funcionarios del gobierno buscan señalar a
las victimas de estas masacres de pertenecer o tener relaciones con el
narcotráfico y grupos armados sin ninguna prueba. "Esto nos recuerda a algo
que ya hemos vivido en Colombia, y es una frase del expresidente Álvaro
Uribe sobre el escándalo de los 'falsos positivos', eufemismo con el que se
denominó a las ejecuciones extrajudiciales  que eran presentadas como bajas
en combate por el Ejército. En aquel entonces dijo: 'No estarían recogiendo
café'. Bueno, esta idea se traslada al contexto actual. Se intenta
revictimizar a las víctimas de estas masacres", afirma el investigador de la
Fundación Paz y Reconciliación.

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