Uruguay/ Ollas populares y merenderos: en cinco meses sirvieron casi 6 millones de platos de comida [Estudio]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Dic 18 13:27:35 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

18 de diciembre 2020

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Uruguay



Desde que empezó la pandemia hasta julio se sirvieron casi seis millones de
platos de comida en ollas populares y merenderos



Según un estudio, el costo económico del trabajo no remunerado destinado a
sostener las iniciativas solidarias fue de aproximadamente 188 millones de
pesos.



La Diaria, 17-12-2020

https://ladiaria.com.uy/



Luego del 13 de marzo, cuando se hicieron oficiales los primeros casos de
coronavirus en Uruguay, resurgieron las ollas populares, llevadas adelante
por vecinos, organizaciones sociales, etcétera, para abastecer de alimentos
a quienes el cierre de actividades iba dejando por el camino. Ante esto, un
equipo conformado por docentes de la Universidad de la República (Udelar),
estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales de esa institución y
técnicos de la Asociación de Bancarios del Uruguay (AEBU) realizaron una
investigación para abordar el tema, cuyo informe final se acaba de publicar.




En la introducción del estudio se subraya que con la pandemia “un nuevo
ordenamiento mundial parece estar estableciéndose”, y que la crisis
sanitaria dejó al desnudo “problemas sociales ya existentes, pero que se
radicalizan en el nuevo contexto, como ser las relaciones de desigualdad,
injusticia, opresión y la necro política económica sobre la cual se sostiene
un sistema ecológicamente insustentable”.



En el “reacomodo mundial” se vacila, por un lado, entre un tipo de gestión
política de la crisis “que radicaliza las técnicas desplegadas en la
sociedad disciplinaria intensificando formas de dominación”, y por otro,
entre manifestaciones y luchas que intentan instalar un “nuevo sentido
común”, generando “un punto de inflexión, que ante la indignación, rechace
la anterior normalidad para crear nuevos horizontes civilizatorios”.



El estudio sostiene que las medidas desplegadas por el gobierno “fueron
sistematizadas tanto a nivel nacional como internacional, incluso con
particular atención de distintos organismos ante la curiosidad que generó el
relativo control de la pandemia en Uruguay”. “Sin embargo, no tuvieron la
misma visibilidad y sistematicidad las formas de solidaridad que emergieron
desde la sociedad civil para hacer frente a la crisis”, se agrega.



En cuanto a la metodología de la investigación, se explica que para
“caracterizar cuantitativamente y poder construir distintos perfiles
cualitativos de los entramados solidarios alimentarios, se realizó una
encuesta con 50 preguntas que llevó promedialmente 30 minutos por iniciativa
cuando se realizaba telefónicamente y una hora en los casos presenciales, y
que en muchos casos se realizó en el Call Center de la Facultad de Ciencias
Sociales, que prestó sus instalaciones”. Así las cosas, se identificaron
cerca de 700 experiencias, de las cuales aproximadamente 40% pertenece a
Montevideo “y el resto se encuentran distribuidas en el resto del país”.



Números



El estudio abarcó 433 de esas 700 experiencias. El 60% de estas “funcionan
solamente como olla, el 33% llevan adelante una olla y un merendero y el 7%
solamente merendero”. A su vez, en promedio de todo el país, “cada olla
funciona tres días a la semana, sirviendo 180 porciones de comida por día”.
En cuanto a los merenderos, “cada uno funciona también en promedio tres días
a la semana, sirviendo 124 porciones por día”.



La investigación consigna que al distinguir entre Montevideo y el interior
se percibe una diferencia en el tamaño de las experiencias: “En promedio las
ollas de Montevideo sirven 212 porciones diarias, mientras que en el
interior se sirven 161. En sintonía con esto, los merenderos de Montevideo
sirven 167 porciones promedio por día, mientras que los merenderos del
interior sirven 101”.



“En relación a la evolución temporal, a partir del análisis realizado se
constató que la cantidad de ollas populares aumentó en forma exponencial
desde el momento en que se decretó la pandemia y las medidas preventivas de
aislamiento, a mediados de marzo, hasta la primera semana de abril. Luego
continuó aumentando pero a un ritmo menor, alcanzando el máximo registro la
primera semana de mayo, con 574 ollas en funcionamiento en simultáneo. De
estas, 322 se encontraban en el interior y 252 en Montevideo”, se agrega.



También se señala que abril y mayo fueron los meses con mayor cantidad de
personas alimentándose en ollas populares, con unos 2.959.000 platos de
comida. Además, si se considera el período que va desde la segunda mitad de
marzo hasta finales de julio, el dato asciende a 5.919.000 porciones
servidas.



A comienzos de junio la cantidad de ollas populares “fue decreciendo
paulatinamente, debido principalmente a la escasez de recursos, a la
imposibilidad de las personas organizadoras de sostener la iniciativa o a la
menor demanda de alimento”. “No obstante, un número muy importante de ollas
continuaron y continúan hoy brindando alimento a quienes lo necesitan”, se
añade. En cuanto a quienes organizan las ollas y merenderos, se señala que
“las experiencias de tipo vecinal son las principales en todo el país”, y
representan 43% del total.



En el estudio se destaca que en 51,5% de las experiencias se infiere “que
existía un grupo, colectivo, institución o movimiento organizado previo a
empezar la olla o merendero; como ser comisiones de fomento vecinales,
clubes deportivos, sindicatos, colectivos militantes, centros culturales o
grupos artísticos”. “De la otra mitad de las experiencias inferimos que en
su mayoría surgieron como colectivos organizados a partir de la pandemia
para hacer frente solidariamente al hambre. Esto relativiza la idea
instalada en el sentido común sobre la ‘espontaneidad’ del surgimiento de
las ollas y merenderos frente a la emergencia social y sanitaria”, se
subraya.



También se destaca que “aproximadamente la mitad de las experiencias que
expresan querer trascender la olla y/o merendero tienen interés en sostener
la elaboración de alimento de manera solidaria y estable, a través de un
merendero fijo o comedor”. Para los investigadores esto puede evidenciar “la
visualización de una realidad crítica estructural de hambre, además de un
proceso colectivo fortalecido que quiere profundizar su tarea”.



Perfiles



En cuanto a los organizadores, en el estudio se señala que el total de
personas vinculadas a la organización semanal de las ollas y merenderos
encuestados es 3.774, y si se expande este dato “al total de las
experiencias registradas, se puede decir que 6.100 personas han estado
sosteniendo semanalmente las ollas y merenderos en el período estudiado”.



“En promedio cada experiencia tiene nueve personas organizando semanalmente.
En Montevideo el promedio es de 11 personas, mientras que en el interior es
de ocho. Vale recordar que existen importantes diferencias en el promedio de
personas organizadoras según el tipo de experiencia, siendo las cooperativas
de vivienda y trabajo los colectivos más grandes, con 20 organizadores,
mientras que las de tipo familiar tienen en promedio cuatro personas
organizando”, se agrega.



Sobre el perfil de los organizadores de las experiencias encuestadas, se
indica que 57% son mujeres, 42% varones y 1% “otras
identidades/sexualidades”. Esa diferencia se acentúa al analizar sólo los
merenderos, ya que allí 68% de las personas organizadoras son mujeres. En
cambio, en las ollas las mujeres representan 54,4%.



“Además, resalta el perfil mayoritario de jóvenes entre los organizadores,
siendo las personas entre 18 y 39 años el 55% del total a nivel país,
seguido por las personas de entre 40 y 59 años con el 35%, las mayores de 60
con el 6% y, por último, los menores de 18 años tan sólo el 4% del total”,
se subraya. Del total de personas organizadoras encuestadas, “38% estaba
desocupada al momento de ser encuestada la o el referente de cada olla”.



Por último, sobre los principales donantes de recursos y alimentos, se
destaca “la generalizada presencia de lo vecinal, siendo donante en el 80%
de las ollas, lo que refuerza la relevancia de las tramas comunitarias,
además de ser el principal tipo de grupo organizador”, como se mencionó
antes. También se resalta que “los primeros tres actores donantes más
mencionados no son actores institucionales u organizaciones, sino vínculos
cercanos, directos y territoriales que componen el entramado cotidiano de
las ollas: vecinos (80%), comercios locales (54%) y donantes particulares
(47%)”.



Entre las reflexiones finales del estudio, se señala: “Uruguay viene de una
década y media de crecimiento económico inédito (producción de riqueza).
Pese a ello, en apenas dos semanas de inactividad miles de personas no
tuvieron para comer. Muy poca de esa riqueza acumulada estuvo disponible
para cuando se la necesitaba, y frente a ello, un esfuerzo colectivo, masivo
y potente da respuesta”. Por último, se calcula que el costo económico del
trabajo no remunerado destinado a sostener las iniciativas solidarias
desplegadas es de “aproximadamente” 188 millones de pesos (aproximadamente 4
millones y medio de dólares).

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