Cuba/ Salud sin negocio. Las vacunas cubanas contra el covid-19 [Amaury Valdivia]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Dic 24 00:33:05 UYT 2020


  _____

Correspondencia de Prensa

24 de diciembre 2020

 <https://correspondenciadeprensa.com/> https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

 <mailto:germain en montevideo.com.uy> germain en montevideo.com.uy

  _____



Cuba



Las vacunas cubanas contra el covid-19



Salud sin negocio



Cuba ha priorizado a lo largo de su historia reciente el desarrollo de su
sistema médico y de su industria biofarmacéutica, con resultados reconocidos
a nivel internacional. A pesar de la actual crisis económica, que también
afecta a sus científicos, la isla vuelve a apostar sus escasos recursos en
ese frente, con la promesa de compartir sus resultados.



Amaury Valdivia, desde La Habana

Brecha, 23-1-2020

https://brecha.com.uy/



El Instituto Finlay de Vacunas, en Cuba, anunció la semana pasada el
comienzo de la segunda fase de pruebas para Soberana-02, una de las vacunas
que prepara contra el covid-19. Soberana-01, la otra propuesta en la que
trabajan los investigadores del Finlay, puede pasar a la etapa de estudios
avanzados a principios de enero. Al oeste de La Habana, en otra de las
instituciones del polo científico que 40 años atrás fundó Fidel Castro, el
Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, se llevan adelante los
proyectos de Abdala y Mambisa, que, junto con los del Instituto Finlay,
pretenden asegurar para la isla una vacuna propia contra el nuevo
coronavirus.



«Nuestro objetivo es no depender de las grandes farmacéuticas», acotó
recientemente el vice primer ministro y exministro de Salud Pública Roberto
Morales, al saludar los avances de los estudios, certificados por la
Organización Mundial de la Salud (OMS). En la misma cuerda, la directora de
Investigaciones del Instituto Finlay, Dagmar García, resaltó que esos
esfuerzos, «para los que trabajamos sin descanso desde hace meses», tienen
por meta que «nuestro pueblo no sufra las limitaciones de acceso a las
vacunas que se verán en el mundo durante 2021».



Autarquía necesaria



Lo que en cualquier otro sitio pudiera considerarse paranoia, en Cuba no es
más que sentido común. Sin ir muy lejos, en el comienzo de la pandemia, la
isla consiguió aplanar la primera ola de contagios, echando mano a sus
reservas de medicinas y a las materias primas genéricas que había acopiado
para mantener funcionando su industria biofarmacéutica (véase «Nadie
abandonado», Brecha, 20-III-20). En cuestión de días, las líneas de
producción fueron reconvertidas para elaborar una veintena de los cerca de
30 medicamentos que la experiencia asiática recomendaba como fundamentales
para combatir la infección. De no haber existido esa posibilidad, cientos o
tal vez miles de personas hubieran muerto además de las 137 que fallecieron
a causa de la enfermedad desde el inicio de la pandemia.



A la escasez de insumos que por entonces enfrentaron la mayoría de los
gobiernos, el de Cuba debió sumar la persecución reforzada de la
administración de Donald Trump, incluso contra donaciones enviadas desde
terceros países. El caso más mediático fue el del multimillonario chino Jack
Ma, propietario de la compañía Alibaba, quien a finales de marzo pretendió
hacer llegar a la isla un cargamento de mascarillas y pruebas PCR, como
parte de un programa de asistencia coordinado por la OMS, que ya había
beneficiado a Estados Unidos y a varios Estados miembros de la Unión
Europea. Ninguna aerolínea se atrevió a transportar aquella carga hasta La
Habana, luego de que funcionarios de la Casa Blanca iniciaran una campaña de
amenazas que, en las semanas siguientes, se extendió a empresas proveedoras
de equipamiento sanitario y materias primas.



Para el 19 de agosto, cuando el Instituto Finlay notificó a la OMS sobre el
comienzo de los ensayos clínicos de Soberana-01, ya la industria
electromédica local trabajaba en la fabricación de dos modelos de
respiradores artificiales con los que renovar la envejecida planta
tecnológica de muchos hospitales de provincia. Lo hacía, además, con la
urgencia de reemplazar a proveedores históricos, como las suizas IMT Medical
y Acutronic Medical Systems, que, en el momento más grave de la pandemia y
tras ser compradas por Vyaire Medical Inc., una empresa estadounidense,
habían recibido la orden de «suspender toda relación comercial con
Medicuba», la corporación estatal cubana encargada de importar equipamientos
médicos.



Es una guerra en muchos frentes, explicó ante la Asamblea Nacional, a
mediados de este mes, Eduardo Martínez, presidente de Biocubafarma, el
holding corporativo que agrupa a la industria científica cubana. «Al
principio, se concentraban en cortarnos las cadenas de proveedores y en
entorpecer los intercambios con investigadores de otros países, ni siquiera
de Estados Unidos. En los últimos meses, también han apostado por impedir
que podamos pagar las importaciones que necesitamos, con amenazas a los
bancos y otras acciones por el estilo. Incluso los cuatro proyectos de
vacunas se han visto afectados por esa persecución.»



Máxima prioridad



A mediados de los años sesenta del siglo pasado, el Instituto Finlay abrió
sus puertas bajo la premisa de defender un modelo de ciencia contrapuesto al
de Estados Unidos; incluso desde su nombre. Carlos J. Finlay fue un
prestigioso médico cubano de la segunda mitad del siglo XIX que por décadas
luchó contra la fiebre amarilla y otras enfermedades tropicales que
diezmaban a la población del Caribe. Luego de una vida de investigaciones,
logró determinar la importancia de vectores como el mosquito Aedes aegypti y
plantear el modelo de control epidemiológico en la materia que todavía se
aplica en el mundo. La contracara de Finlay fue el estadounidense Walter
Reed, un médico militar llegado a Cuba durante la llamada Primera
Intervención (1899), que continuó los estudios del cubano, pero terminó
llevándose el crédito por sus descubrimientos. Hoy, su nombre es el del
hospital militar central de los Estados Unidos, precisamente donde Donald
Trump fue internado para recibir tratamiento por su supuesto contagio de
covid-19.



La quijotesca pretensión de Fidel Castro al fundar el Instituto Finlay sigue
siendo la del discurso oficial cubano, a pesar de la difícil situación
económica por la que atraviesa la isla, a la que no escapan siquiera sus
científicos. En 2018, una serie de la televisión nacional que insistió en
mostrarlos como personas de carne y hueso suscitó impresiones encontradas.
Pero Adrián, un bioquímico, asegura a Brecha que la mayoría de aquellas
historias eran ciertas. «Yo soy de una provincia, y, para poder quedarme a
trabajar en la capital, tuve que pasar años viviendo en alquileres pagados
con los quesos que traía para revender en La Habana. Hasta que a mi esposa y
a mí nos dieron un apartamento, no pudimos pensar en tener hijos, y con los
salarios tenemos que hacer los mismos malabares que todo el mundo. Pero como
mismo te digo eso, también te aseguro que en mi laboratorio la gente está
dejándose la vida para que la vacuna salga, sin pensar en beneficios
materiales.»



Una vez por semana, el presidente Miguel Díaz-Canel suele reunirse con
líderes de la comunidad científica o visitar la zona oeste de la capital,
jalonada por centros biofarmacéuticos. Una fuente cercana al Palacio de la
Revolución reveló a este reportero que las solicitudes que llegan de esos
centros tienen prioridad a la hora de repartir los pocos recursos de que
dispone el Estado. «Queremos y pensamos que podremos contar con nuestra
propia vacuna antes de que termine el primer semestre de 2021», anticipó el
vice primer ministro Morales en un recorrido reciente por policlínicas de la
ciudad de La Habana.



«Y deberá ser asequible para todos los países que la necesiten y distribuida
a través de mecanismos de cooperación como el que pretendemos establecer con
la Organización Panamericana de la Salud», señaló Díaz-Canel durante su
participación en la cumbre de la Unión Económica Euroasiática, a la que Cuba
ingresó en calidad de observadora a mediados de este mes. Idealismo
irresponsable ante la circunstancia de su país acosado por la escasez o
espíritu solidario a toda prueba, la interpretación de tal postura queda a
cargo de quien la analice. Lo cierto es que, desde la impensable estatura de
su subdesarrollo, la isla pugna –codo a codo con las grandes potencias– en
la batalla científica contra el coronavirus.

  _____





--
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20201224/e5856241/attachment.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa