Bélgica/ Sindicalistas condenados por hacer huelga. No hay "derecho" sin "ejercicio del derecho". [Mateo Alaluf]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Dic 31 01:37:50 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

31 de diciembre 2020

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Bélgica



Diecisiete sindicalistas condenados por hacer huelga. No hay “derecho” sin
“ejercicio del derecho”



Mateo Alaluf

A l’encontre, 29-12-2020

http://alencontre.org/

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa



El gobierno de Charles Michel, anterior a la crisis sanitaria en Bélgica,
estaba dominado por los liberales (Mouvement réformateur-MR francophones y
el Flemish Open Vlaamse Liberalen-Open VLD) y los nacionalistas flamencos de
derecha (New Flemish Alliance NVA). Desde octubre de 2014 hasta su caída en
diciembre de 2018, cuando la NVA se negó a firmar el pacto sobre migraciones
de las Naciones Unidas, fue el gobierno más derechista de la posguerra. Las
medidas dirigidas contra las jubilaciones, la atención de la salud, el
aumento del desempleo y el ataque contra los servicios públicos provocaron,
en un país con una tasa muy elevada de sindicalización, un número importante
de manifestaciones, huelgas y conflictos sociales. [1]



Bajo el prisma de los medios de comunicación, en los que las informaciones
prioritarias son los atentados y sus juicios, la crisis del coronavirus y su
sucesión de confinamientos y desconfinamientos, las luchas sindicales
encuentran aún menos visibilidad que en tiempos normales. Cuando el 19 de
octubre de 2015 la Federación General del Trabajo de Bélgica (FGTB), uno de
los dos principales sindicatos, convocó un paro general, tras una huelga de
los servicios públicos y una gran manifestación a la que asistieron más de
100.000 personas, el editorialista en jefe del principal diario de la
capital escribió: "la palma de oro de la indigencia le corresponde a (...)
los sindicatos, que anoche mantuvieron su llamado a la huelga en algunas
localidades de Valonia. Dadas las circunstancias (es decir, el alto nivel de
la amenaza terrorista) no vale la pena dedicarles una sola línea". (Le Soir,
23-11-2015).



Batalla sobre el derecho de huelga



Durante esa huelga general de 2015, los manifestantes habían bloqueado el
tráfico en la autopista del Pont de Cheratte, en Lieja, un lugar donde el
tráfico era ya difícil a causa de las obras que se estaban realizando. El
diario regional La Meuse (22-10-2015) denunció "la escandalosa acción
sindical" y le atribuyó la muerte de un paciente hospitalizado al hecho de
que un cirujano había quedado atrapado por los huelguistas en la autopista.
[2]



Diecisiete sindicalistas acusados, reconocidos por los medios de
comunicación y gracias a las fotos de las redes sociales entre cientos de
manifestantes, incluido el presidente de la FGTB, fueron llevados ante la
justicia y acaban de ser juzgados. El tribunal retiró rápidamente los cargos
relacionados con la muerte de la persona hospitalizada y absolvió a los
sindicalistas sobre esas acusaciones infundadas. Sin embargo, el 23 de
noviembre de 2020, el tribunal penal de Lieja condenó a los 17 sindicalistas
"por haber impedido gravemente el tráfico" a multas y a penas de cárcel sin
prisión de 15 días para los militantes y de un mes para los delegados y el
presidente de la FGTB.



La única causa conservada contra los huelguistas y la diferencia de las
sentencias dictadas arrojan una sombra sobre la sentencia. El tribunal
reconoció que los acusados habían llegado a la escena cuando la autopista ya
estaba cortada. Sin embargo, el artículo 406 del Código Penal, en el que se
basa la condena de los sindicalistas, estipula que para ser acusados de
tráfico obstruido, la obstrucción debe ser real y constatada. La presencia
en el lugar, cuando la autopista ya estaba paralizada, no puede justificar
la decisión del tribunal. En segundo lugar, dado que los actos denunciados
eran los mismos, ¿la pena más severa contra los delegados y el presidente
del sindicato, no tendrá como objetivo condenar al propio sindicato? Como
escribe Daniel Richard, secretario regional de la FGTB de Verviers [ciudad
industrial de la provincia de Lieja], "el tribunal manipuló el código penal
para restringir el derecho de huelga".



Por supuesto, detrás de este fallo hay una batalla de jurisprudencia sobre
el derecho de huelga. Se trata de una sentencia que había sido precedida por
la condena tras la apelación en 2019 de Bruno Verlaeckt, presidente de la
FGTB de Amberes, por haber organizado el 24 de junio de 2016 un piquete de
huelga interprofesional que impedía el acceso al puerto de Amberes. En ambos
casos, se trata de justificar el uso del artículo 406 del código penal que
sanciona la "obstrucción malintencionada del tráfico" para limitar el
ejercicio del derecho de huelga.



La huelga en las carreteras, en las autopistas, plazas y rotondas



Se puede decir que no hay nada nuevo en la criminalización de los
huelguistas por decisiones judiciales. Por otra parte, los patrones no
impugnan el "derecho de huelga", sino las condiciones de su "ejercicio". Sin
embargo, no hay "derecho" sin "ejercicio del derecho". Contrariamente a las
querellas verbales habituales entre los patrones que defienden el "derecho
al trabajo" y los sindicalistas que defienden la instalación de piquetes en
la entrada de las empresas, tanto en Lieja como en Amberes, y para
estigmatizar el derecho de huelga, sólo se hizo referencia a la "obstrucción
malintencionada del tráfico", sin mencionar las empresas.



Sin embargo, por lo general, los tribunales eran más exigentes con los
piquetes que con las "malintencionadas obstrucciones del tráfico". Aún se
mantiene fresco en las memorias el bloqueo de la autopista París-Bruselas
con bulldozers en marzo de 1998,  por los obreros de las Fundiciones de
Clabecq [3]. Todos los trabajadores fueron eximidos de los cargos que se les
imputaban y los bloqueos posteriores de las carreteras por parte de los
huelguistas no dieron lugar a ningún juicio.



La patronal de ayer se ha incorporado a la nebulosa jerárquica e implacable
del accionariado. Con la financiarización, la globalización y la
digitalización de la economía, las empresas no son ya el lugar en el que se
toman las decisiones que las afectan a ellas mismas. Su destino ya no se
decide en sus propias sedes o en el país en el que están establecidas.
Además, para aumentar su valor, gracias a la gestión a distancia, el capital
puede incluso ahorrarse hasta el costo de la empresa. Cientos de miles de
empleados, trabajadores, repartidores, traductores, consultores, ayudantes
de hogar, asistentes, etc. trabajan por fuera del marco de la empresa. La
actividad económica se organiza ahora en cadenas de captación de valor que
van más allá y que sustituyen a las empresas.



Por lo tanto, no es sorprendente en este "nuevo mundo" que la protesta
social no quede ceñida a los límites de la empresa. Cuando la situación lo
permite, las reivindicaciones profesionales pueden seguir expresándose
dentro de las empresas y los conflictos se reflejan en las huelgas, sobre
todo. El control que ejercen los trabajadores a través de sus delegados
sigue siendo importante y la falta de representación sindical en las
pequeñas empresas sigue siendo crucial. Pero, aún más que antes, para hacer
efectivo el ejercicio del derecho de huelga, la acción de los huelguistas se
lleva a cabo en las calles a través de manifestaciones y bloqueos.



Además, ¿no es la calle el lugar donde se expresan todos los movimientos
sociales? Los Indignados habían ocupado las plazas públicas, los chalecos
amarillos las rotondas y los manifestantes por el clima ocupan las calles. A
través de la utilización de esas "malintecionadas obstrucciones del
tráfico", también podrán ser reprimidos.



La movilidad, talón de Aquiles del capital



En un mundo en el que la producción está organizada en cadenas de captación
de valor, la fluidez de los mercados, la circulación "justo a tiempo" de
piezas y materiales, la velocidad de la información y la flexibilidad del
empleo son las leyes de la economía. Como resultado de ello, la protesta
social se desplaza allí donde puede atacar la lógica del beneficio. Durante
las huelgas, el centro de gravedad se ha desplazado del trabajador
industrial al trabajador ferroviario. Por eso es intolerable el bloqueo de
una carretera o de una zona portuaria y por eso las acciones en los
ferrocarriles y en el transporte público se ven frenadas por el uso de
normas de "servicio mínimo". Dado que el capital necesita moverse y cambiar
constantemente para reproducirse, la movilidad se ha convertido en su talón
de Aquiles.



Los efectos del bloqueo del puente de Cheratte, en Lieja, seguirán
ampliándose. Cinco años después de los hechos y de la constatación por parte
de la justicia de la ausencia de todo tipo de relación entre la muerte de un
paciente en el hospital y el bloqueo de la autopista, el Presidente del
Partido Liberal, Georges-Louis Bouchez, sigue atribuyendo la responsabilidad
de esta muerte a los sindicalistas. Pero el caso no se va a quedar ahí:
Thierry Bodson, presidente de la FGTB, decidió demandarlo por calumnias e
insultos. Los 17 sindicalistas, por su parte, decidieron también apelar la
sentencia.



En 2015, los atentados yihadistas habían creado un clima propicio para el
recorte de los derechos democráticos y la represión de los huelguistas.
Ahora la crisis sanitaria justifica nuevas y más restricciones a las
libertades. Las leyes antiterroristas y las leyes de emergencia sanitaria
corren el riesgo de convertirse en etapas para la reducción de las
libertades públicas y de los derechos individuales. Razón de más para
prestar una atención especial a las restricciones del derecho de huelga y de
manifestación.



Notas



[1] El “Centre de Recherches Socio-politiques, CRISP”, publica anualmente un
análisis de las huelgas y de los conflictos sociales en Bélgica, establecido
por el Grupo de Análisis de los Conflictos Sociales, GRACOS.

[2] Sobre esto, véase Daniel Richard, “Tordre le Code pénal pour réduire le
droit de grève? ” dans Revue Politique.be, 4-12-2020.

[3] La historia de esta lucha contra el cierre de las Fundiciones de
Clabecq, una siderúrgica belga situada a 20 kilómetros de Bruselas, fue
relatada recientemente por uno de sus principales protagonistas en:
Françoise Thirionet et Silvio Marat, Moi, Silvio de Clabecq, militant
ouvrier, Agone, París, 2020.

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