Chile/ Territorio y poder. Asambleas y movimientos de la revuelta popular [Raúl Zibechi]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Feb 3 12:35:34 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

3 de febrero 2020

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Chile

 

Territorio y poder

 

Raúl Zibechi

Uninómada Sur, 31-2-2020

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Los movimientos antisistémicos y las relaciones sociales no capitalistas,
cobran fuerza y se potencian cuando echan raíces en territorios recuperados
y bajo control de sujetos colectivos. Una de las claves de esta potenciación
de los movimientos consiste en que los territorios nos brindan la
posibilidad de construir poderes propios, fuera del control de las
instituciones estatales.

 

Si las mujeres zapatistas pueden decir que en el año pasado no hubo
feminicidios en sus tierras, es porque se han hecho fuertes («empoderadas»,
diría la academia), capaces de defenderse, activando las nuevas relaciones
sociales que están construyendo. Algo similar puede decirse de otros pueblos
en movimiento, en particular en América Latina.

 

De algún modo, podemos calibrar la fuerza de un movimiento por su grado de
territorialización; ya que los otros modos de evaluar las potencias
colectivas, como la cantidad de personas que se movilizan, siendo barómetro,
no resulta suficiente para construir algo nuevo, diferente y duradero. El
territorio puede ser la casa común donde nacen y crecen otros mundos.

 

Las asambleas territoriales que se han creado en Chile al calor de la
rebelión popular que estalló el 18 de octubre, son la creación más
importante del pueblo chileno, porque encarnan la autoorganización colectiva
para resistir y crear nuevas relaciones, por fuera del mercado y el Estado.
En noviembre pasado, en Santiago había 120 asambleas territoriales enlazadas
en dos coordinadoras, según la zona de la ciudad, con fuerte arraigo entre
los vecinos movilizados  <https://bit.ly/2RwOzSu> (https://bit.ly/2RwOzSu).

 

El 18 de enero en el encuentro de la Coordinadora de Asambleas Territoriales
eran casi 200 (se registraron 164, siendo 24 asambleas de fuera de
Santiago). Al encuentro asistieron más de mil delegados, que se organizaron
en 20 grupos de trabajo para debatir sobre cuatro temas: la coyuntura
constituyente, el pliego de demandas (salud, educación, seguridad social,
vivienda, etcétera), derechos humanos y construcción de poder territorial.

 

El colectivo de educación popular Caracol fue el encargado de promover
dinámicas para que circulara la palabra y no quedara monopolizada por los
varones militantes. En su análisis, las asambleas territoriales son el
aspecto organizativo «más relevante» de la revuelta en curso, que generó «un
clima de ingobernabilidad nunca visto en la posdictadura», sólo comparable
con las jornadas de protesta contra Pinochet entre 1983 y 1986 (
<https://bit.ly/37OfIGp> https://bit.ly/37OfIGp).

 

Define a las asambleas como «poder popular local» en las ciudades, ya que
resuelven sus problemas más urgentes «por mano propia y colectiva», sin
perder el horizonte nacional. El colectivo Caracol nos recuerda que la
asamblea y la educación popular son las formas organizativas legitimadas por
el Chile de abajo, formas de democracia directa que están en la base de los
movimientos estudiantil, feminista, medioambiental y en las protestas
territoriales. Por eso actualizan las viejas consignas de «todo el poder a
las asambleas» y “levantar dos, tres… mil asambleas territoriales”.

 

En la apertura del encuentro, realizado en la Escuela de Artes y Oficios de
la Universidad de Santiago, se leyó un comunicado de la Coordinadora de
Asambleas Territoriales (CAT) que rechaza la convocatoria desde arriba de la
asamblea constituyente, mientras defiende un proceso para una nueva
Constitución desde las asambleas, los cabildos y los movimientos populares (
<https://bit.ly/315VNAb> https://bit.ly/315VNAb).

 

Apuesta a fortalecer el sujeto popular con base en el trabajo solidario y
colectivo en los barrios, la autoeducación y autoformación popular, y
defiende «una democracia directa sin jerarquías». Llama a destituir a la
clase política, al poder y a las militancias tradicionales, mientras
defiende la idea de vivir en comunidad y tejer lazos de confianza en los
territorios.

 

Este es el núcleo de la rebelión y la herencia político-cultural más
importante para las próximas generaciones de rebeldes. Así como el
levantamiento ecuatoriano parió un Parlamento Indígena y Popular donde se
coordinan ya 200 movimientos, el estallido chileno se condensa y adquiere
densidad política en la red de asambleas territoriales.

 

La experiencia nos enseña que la acción multitudinaria intensa, que suele
denominarse «ciclo de protesta», se desgrana con el paso del tiempo. Para
que las prácticas colectivas no se diluyan, para que «la dignidad se haga
costumbre», como señala la Coordinadora, lo vivido por miles de personas
debe cristalizarse en estas organizaciones territoriales, que seguirán
horadando el sistema, en silencio, cuando los focos mediáticos se apaguen.

 

Hay mucho para debatir y para seguir aprendiendo. Como crear nuestra propia
agenda y no depender de la agenda de arriba; como rehuir la lógica de llevar
a las instituciones o al escenario macro, lo que vamos construyendo abajo y
a la izquierda. Estas asambleas son el mundo nuevo posible, que debemos
cuidar para que otros y otras lo multipliquen, cuando puedan y quieran.

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