Capitalismo/ Sombras en Davos y Davos en sombras [Manuel Gari]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Feb 5 00:28:12 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

5 de febrero 2020

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Capitalismo

 

Sombras en Davos y Davos en sombras

 

Manuel Gari *

ctxt, 3-2-2020

https://ctxt.es/es/

 

El filósofo José María Ripalda afirma que “nos cuesta muchísimo pensar
contra el capital”. Y ello no es un asunto menor. Es uno de los problemas
que lastran políticamente a quienes, conscientes de las lacras del
capitalismo, no logran (logramos) formular ni un diagnóstico acabado de la
evolución del sistema ni una alternativa ecosocialista consistente. Esa
dificultad también explica que la mayor parte de la izquierda social y
política, pese a la evidencia de la gravedad de la crisis civilizatoria
formada por la argamasa desigualdad, pobreza y deterioro de la biosfera,
haya tirado la toalla y busque desesperadamente medidas meramente
reguladoras del sistema para embridarlo, humanizarlo y, sin cambiarlo de
raíz, hacerlo ambientalmente sostenible.

 

Mientras tanto, desde el lado de los partidarios del lucro privado como
motor de la economía, existen formulaciones descarnadas como las de Donald
Trump que, sin ambages, no solo niegan la mayor respecto al cambio
climático, sino que ven en la desigualdad un acicate para la mejora social,
en la defensa tribal de sus intereses nacionales el principio rector de las
relaciones entre pueblos (a saquear) y en el autoritarismo la mejor forma de
gobernar. Pero, a la vez, y con el fin de preservar el futuro del
capitalismo, hay sectores empresariales como el representado por Georges
Soros que, ante la evidencia de los problemas señalados y del creciente
deterioro de la democracia, buscan soluciones que atemperen los efectos más
sangrantes en el marco del mercado bajo la premisa dogmática de la
prevalencia del mantenimiento de la tasa de ganancia como criterio rector de
las políticas a seguir. El financiero encabeza un sector que no niega las
evidencias, pero solo es capaz de imaginar soluciones manteniendo, mediante
correcciones, el sistema que ha generado los problemas. Y no está sólo.

 

Periódicamente aparecen voces críticas y dudas de empresarios, políticos,
banqueros, académicos y analistas sobre el futuro del capitalismo.
Particularmente, después de la crisis financiera de 2007 y su consecuencia:
la económica de 2008, se puso en boga la palabra refundación. Basta ir a la
hemeroteca: el presidente francés Nicolas Sarkozy afirmó solemnemente:
“Debemos reconstruir, partiendo de cero, el sistema financiero
internacional. La crisis financiera por la que pasamos no es la crisis del
capitalismo, es la crisis de un sistema que se ha alejado de los valores del
capitalismo, que en cierto modo los ha traicionado”. Décadas después de la
ocupación del puente de mando por las finanzas y de la implantación de la
desregulación salvaje, vía autorregulación de las empresas, que han
posibilitado el saqueo de los pueblos empobrecidos por las transnacionales y
las potencias industriales, y tras doce años de aplicación de las medidas
austeritarias de la Troika en la Unión Europea (UE), con recortes del gasto
público y descensos de los salarios con la consecuencia del aumento de las
diferencias de ingresos, rentas y patrimonio entre propietarios y las clases
asalariadas, Kristalina Georgieva, presidenta del Fondo Monetario
Internacional (FMI) –ese organismo que viene recetando durante décadas urbi
et orbi las bajadas de impuestos y salarios como solución mágica para la
recuperación económica– afirmó recientemente que “el inicio de esta década
trae recuerdos inevitables de los años veinte del siglo XX: elevada
desigualdad, rápido desarrollo tecnológico y grandes retornos en el ámbito
financiero”, y, se atrevió a redescubrir la bondad de la fiscalidad como
estabilizadora del sistema. Incluso hay sectores del mainstream reformador
que diseñan soluciones progres para el sistema desde el sistema, tal es el
caso de economistas como Joseph Stiglitz (2020) con la propuesta que da
nombre a su libro sobre un supuesto capitalismo progresista. La recién
nombrada ministra de Asuntos Exteriores del Gobierno español, Arancha
González Laya, se suma a la corriente autorreformadora e insiste en el
mantra de “reinventar el capitalismo en el siglo XX para la gente, el
planeta y la prosperidad”.

 

Ensayos de reinvención capitalista

 

Este año Davos ha centrado su atención en la ya vieja y marchita canción de
la responsabilidad social (y ambiental añadida posteriormente) de las
empresas y sus diferentes variantes de la responsabilidad corporativa. El
Manifiesto de Davos 2020, titulado El propósito universal de las empresas en
la Cuarta Revolución Industrial, es una retahíla de consejos morales y de
buenas prácticas empresariales sin reflexión sobre las causas de los
problemas sociales y ambientales que señala. Su propósito es impulsar la
regeneración moral del capitalismo para que reasuma una ética que idealmente
formaba parte de la quintaesencia del sistema y que en algún momento perdió.
En definitiva, el cambio vendrá de la mano de un desvío hacia la ética (y la
estética) sin cuestionar la materialidad y las relaciones sociales que
sustentan el modelo.

 

Parece que estos teóricos olvidan que el capitalismo decente de los
gloriosos treinta años que imperó en algunos países industrializados (una
minoría) duró un periodo breve y excepcional, que comenzó en 1945 y nació
ante la amenaza de la extensión de la revolución, con el petróleo barato y
gracias al saqueo de otros pueblos. Experiencia que Reagan y Thatcher
finiquitaron ante su crisis, impulsando la fuga hacia adelante del
neoliberalismo en un intento (de momento vano) de conjurar una onda larga
recesiva, y que ha llevado hasta la actual financiarización de la economía
globalizada. Davos propone un nuevo e idílico modelo empresarial capitalista
basado en la cooperación entre los stakeholders (partes interesadas:
accionistas, ejecutivos, clientes, proveedores, asalariados…) como pieza
básica de una “economía circular, compartida y regenerativa”. Podemos
concluir que, para Davos, la solución a los problemas generados por el
capitalismo no se encuentra en una nueva política y un nuevo modelo
productivo y de relaciones de producción y de intercambio que reorganicen la
apropiación del plusvalor y la riqueza entre clases y a nivel mundial
respetando los límites de suministro y carga de la biosfera, sino
simplemente en una nueva forma de hacer negocio. Forma que no cuestiona la
propiedad y, por tanto, quién tiene el botón rojo de la economía.

 

El mentor del Foro de Davos, Klaus Schwab, marca la línea a seguir en la
reinvención criticando los bajos tipos de interés, la nocividad de la carga
de la deuda (pública y privada) generada, la codicia de las empresas y la
necesidad de una nueva ética para las grandes corporaciones que rigen y
determinan el destino económico, para lo cual apoya la creación de un grupo
de trabajo para configurar una biblia de la buena empresa. ¿Quién dirige ese
grupo de sabios? El presidente del Bank of America, cosa que recuerda la
fábula de la zorra y las gallinas. El Foro Económico Mundial en su 50
edición de enero de 2020 sigue fiel al papel de intelectual orgánico
colectivo del capital y, como cada año, de forma recurrente y reiterativa en
el tiempo, como la cuaresma penitente de los católicos, hace mea culpa y
propósito de enmienda públicos, a la par que, de forma discreta, los grandes
decisores empresariales y políticos configuran sus planes y alianzas para
impulsar sus negocios globales. Una de sus preocupaciones es evitar un
recrudecimiento de la competencia internacional sin reglas, auspiciada por
los twitt de Trump y, a la vez, no renunciar al sacrosanto (y ficticio)
principio de la competencia en los mercados. El Foro apuesta por el
capitalismo productivo (en torno a la digitalización y la robótica) frente
al especulativo sin tener en cuenta la realidad: la imbricación de la
producción con la especulación, que ha convertido el dinero en la principal
mercancía mundial y la creación de este por el complejo entramado de las
finanzas (viejas y nuevas) en la forma mayoritaria de acuñación, al margen
del control de los Estados. Hoy la economía financiera mundial representa un
monto casi 10 veces superior al PIB mundial. Economía real y financiera son
las dos caras del mismo modelo. Y los presentes en el Foro lo saben.
Podríamos decir que en Davos se dicen cosas a medias y se deciden cosas
enteras. Por un lado, se detectan los efectos del funcionamiento del sistema
y, por otro, se ocultan las causas de fondo. Este doble juego es el que
lleva a la conclusión de que sobre los discursos de Davos planean y
condicionan las finanzas en la sombra, empleando la expresión de Francisco
Louça y Michael Ash (2019), y que bajo Davos se emboscan y parapetan esas
finanzas en la sombra.

 

¿Qué les preocupa a los señores del dinero en Davos? En eso han sido claros:
la extensión de la desafección social, el riesgo de la pérdida de
legitimidad de las instituciones políticas y del propio sistema económico y,
con ello, que el crecimiento de la economía se vea comprometido. El FMI
afirma textualmente en su Informe sobre perspectivas de la economía mundial
presentado en Davos que “la agudización del malestar social en muchos países
–debido en algunos casos al deterioro de la confianza en las instituciones
tradicionales y la falta de representación en las estructuras de gobierno–
podría trastornar la actividad [económica], complicar las iniciativas de
reforma y hacer mella en la actitud, lo cual haría disminuir el crecimiento
por debajo de lo proyectado”. Es de agradecer la sinceridad. No nos engañan,
el problema no es la situación de las personas, del trabajo o de la
naturaleza, el problema es la ingobernabilidad y el business.

 

La visión alternativa

 

Romper el conjuro paralizante, mirar de cara al capital, es un reto de suma
importancia para poder formular las hipótesis y un proyecto estratégico
antagónico al neoliberal no hay alternativa o al de antemano derrotado no
hay futuro. Y para ello hay que intentar en primer lugar entender qué hay
bajo la alfombra del capitalismo del siglo XXI. A primera vista aparece un
modelo extractivista que agota vorazmente materiales y fuentes fósiles de
energía, y es causa del calentamiento global; que pone en peligro la
reproducción social y que, para evitar el descenso de la tasa de ganancia,
no tiene más mecanismo que la explotación del trabajo y la naturaleza; que
pone sus esperanzas frente a su crisis en la digitalización de la economía
(y de la vida social); y para el que una economía altamente financiarizada
es perfectamente funcional y necesaria. Es más, una economía en la que la
financiarización es hegemónica. Realidad que dista del discurso de Davos
sobre la economía desmaterializada, colaborativa y democratizada.

 

Hace veintidós años Thomas Coutrot (1998, pp. 223-224) ya advertía que la
brutalidad y duración de la crisis se debe a que, en el momento en que sus
efectos irracionales son cada vez más patentes, “por primera vez en la
historia del capitalismo, la vieja ley del valor de Marx, a través de los
movimientos de capitales de una rama o de una empresa a otra, actúa no ya
sólo a medio y largo plazo, sino a corto plazo. (...) La mundialización de
los mercados financieros, a la par que los decisivos progresos en las
técnicas de información, significa en concreto que, por primera vez en la
historia del capitalismo, las rentabilidades de las grandes empresas de la
mayor parte de los países del planeta son comparados a diario, al menos
potencialmente, por una multitud de operadores financieros que pueden
decidir sancionar las diferencias demasiado flagrantes”.

 

Para comprender y actualizar la dimensión de esta afirmación, conviene leer
Sombras. El desorden financiero en la era de la globalización. Boaventura
Dos Santos escribe en el prólogo que las finanzas en la sombra son el lugar
donde se decide todo lo que tiene impacto decisivo en nuestras vidas. Para
Louça, sus dictámenes no son técnicos, son políticos, y no los adoptan
misteriosos mercados sino un puñado de oligarcas mediante una tupida
telaraña de poder asentado en un modelo de organización social. Esta obra
ayuda a vislumbrar un futuro inestable, presidido por un largo estancamiento
de un capitalismo, más frágil de lo que parece, que necesita un continuo
crecimiento para sobrevivir pero que, a su vez, no logra sus propósitos,
pero nos lega sus desmanes.

 

A partir de ahí se pueden formular propuestas realistas, aunque difíciles de
alcanzar: propiedad social y pública de los medios de producción, las
finanzas, el crédito y el dinero; planificación democrática como forma de
generar la voluntad de la mayoría social y de satisfacer sus necesidades
respetando los límites de la biosfera; y poner la vida en el centro de la
economía y la política. Solucionar los problemas implica desmantelar, no
simplemente regular, el actual régimen social. 

 

* Manuel Garí es economista, forma parte del Consejo Asesor de Viento Sur.

 

Referencias

 

Coutrot, T. (1998) L’entreprise néo-libérale, nouvelle utopie capitaliste.
La Découverte

Louça, F. y Ash, M. (2019). Sombras. El desorden financiero en la era de la
globalización. –Sylone-viento sur

Stiglitz, J. (2020). El capitalismo progresista. La respuesta en la era del
malestar. Taurus.

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