Bolivia/ El Estado plurinacional en disputa [Sofía Cordero Ponce]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Feb 5 15:19:13 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

5 de febrero 2020

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Bolivia

 

El Estado plurinacional en disputa 

 

El final de 14 años del Movimiento al Socialismo (MAS) en el poder abre un
periodo de reconfiguración de la comunidad política. Además, pone en tensión
los avances hacia un Estado plurinacional que reconozca la diversidad del
país.

 

Sofía Cordero Ponce *

Nueva Sociedad, enero 2020 

https://nuso.org/

 

El Estado plurinacional fue consagrado por la Constitución de 2009 y desde
entonces se celebra cada 22 de enero, hasta noviembre pasado en coincidencia
con la asunción de Evo Morales en 2006, tras ganar las elecciones con más
del 54% de los votos. El 22 de enero de esta año, la celebración adquirió un
carácter distinto luego del golpe cívico-militar-policial y la renuncia de
Morales.

 

Este año, sectores sociales afines al MAS se prepararon para movilizarse ese
día, en el que hubiera terminado el mandato de Morales, hoy exiliado en
Argentina, y del resto de las autoridades electas en 2014, incluidos los
parlamentarios. El gobierno preparó un escenario hostil desde el jueves 16
de enero, cuando desplegó un plan de patrullaje conjunto entre policías y
militares que tuvo como objetivo atemorizar a los sectores sociales que
anunciaban movilizaciones. El discurso oficialista justificó la
militarización como una estrategia de prevención frente a la amenaza de
actos de violencia desde sectores «masistas». En ciudades como La Paz y
Cochabamba el despliegue militar y policial tuvo apoyo de sectores de clase
media y alta, mientras que en el Chapare, zona poblada por campesinos
cultivadores de coca, donde la policía no tiene presencia desde el 10 de
noviembre, la población rechazó el ingreso de militares. En respuesta, el
ministro de defensa, Luis Fernando López, afirmó: «No necesitamos permiso de
nadie para entrar al Chapare», y calificó de «atrevimiento» que los
pobladores del pidan explicaciones al respecto.

 

Finalmente, el 22 de enero fue escenario de diversas concentraciones
pacíficas que dejaron ver discursos reivindicativos y de defensa de los
elementos constitutivos de un Estado plurinacional actualmente «asediado».
En Argentina también se celebró este día, con la presencia de Evo Morales,
Álvaro García Linera, Luis Arce Catacora, representantes de distintas
organizaciones y sindicatos, y sobre todo residentes bolivianos en esa
ciudad. El encuentro fue en el Estadio de Deportivo Español. Antes del acto,
Morales dio su habitual informe de gestión y afirmó que «Antes de enero de
2006, Bolivia era una República en la que poca gente lo tenía todo y la
mayoría vivía en la miseria. Con la nueva Constitución, nos reconocemos en
la dignidad de un Estado plurinacional. Construimos la estabilidad política,
el crecimiento económico y la justicia social».

 

En este contexto, ¿qué efectos pueden tener los recientes cambios
políticos?. El Estado plurinacional sentó las bases de una nueva comunidad
política al ampliar los derechos de ciudadanía con el reconocimiento de las
«naciones y pueblos indígena originario campesinos». Más allá de los efectos
de la coyuntura política, lo que está en juego es la permanencia del
reconocimiento de la diversidad como factor de cohesión de la sociedad.

 

El Estado plurinacional se inauguró en Bolivia en enero de 2009, cuando fue
ratificada en referéndum la nueva Constitución Política del Estado. Sus
pilares normativos se completaron con la promulgación y aprobación de las
cinco leyes orgánicas (Ley del Órgano Judicial, Ley del Órgano Electoral
Plurinacional, Ley de Régimen Electoral, Ley del Tribunal Constitucional
Plurinacional y Ley Marco de Autonomías y Descentralización) en 2010. Sin
embargo, el Estado no consiste solamente en normas y reglas que rigen las
instituciones, también le dan vida las relaciones de pertenencia atravesadas
por vínculos de identidad que forman la comunidad política. 

 

En el Estado nación que se desplegó como modelo en América Latina a partir
de las luchas por la independencia del siglo XIX, la homogeneización
cultural fue la base sobre la que se construyó la comunidad política. En
Bolivia, el nacionalismo revolucionario que lideró la Revolución Nacional de
1952 consagró el mestizaje como el «pegamento» de una nación cuyo carácter
integrador se asentó además en la extensión del voto universal y la reforma
agraria.

 

La nación se traduce a su vez en un esquema de derechos que es la ciudadanía
y que depende de vínculos de identidad para mantenerse cohesionada. A partir
de la nueva Constitución de 2009, el Estado plurinacional de Bolivia
trastocó las bases de la comunidad política y amplió los derechos de
ciudadanía con el reconocimiento de la diversidad identitaria y cultural. La
noción de «naciones y pueblos indígena originario campesinos» apela a una
serie de sujetos que sin negar sus derechos individuales heredados del
liberalismo político, reclaman sus derechos colectivos. La comunidad
plurinacional boliviana encuentra en el reconocimiento de la diversidad el
vínculo que la cohesiona evitando que los clivajes étnicos y regionales
primen por sobre la unidad (pluri)nacional. 

 

Lo anterior no solo se traduce en un nuevo esquema de derechos sino que
tiene efectos en las prácticas políticas y en la transformación de las
instituciones. Así, el Estado plurinacional boliviano, se asienta en dos
pilares: democracia intercultural y autonomías indígena originario
campesinas. La democracia intercultural es un dispositivo jurídico e
ideológico que define el carácter plural de la democracia boliviana: «la
democracia intercultural… se sustenta en el ejercicio complementario y en
igualdad de condiciones de tres formas de democracia: directa y
participativa, representativa y comunitaria» (Art.7. Ley de Régimen
Electoral).

 

La democracia intercultural vincula la democracia en su acepción liberal y
minimalista –entendida como el mecanismo para la elección de autoridades a
través de procedimientos como el voto secreto y universal– con los usos,
costumbres y procedimientos propios de las naciones y pueblos indígena
originario campesinos. Las autonomías indígenas se constituyen como espacios
territoriales donde es posible generar instituciones que se adaptan a la
diversidad de la sociedad boliviana y que a su vez exigen que el Estado se
ajuste a la pluralidad de sujetos y experiencias históricas de su gente. 

 

Las autonomías indígenas forman parte de la Constitución y de la Ley Marco
de Autonomías y Descentralización. El 2 de agosto de 2009, el presidente
Morales convocó conjuntamente a elecciones generales y a referendos para la
conversión de municipios en autonomías indígenas. La convocatoria establecía
una serie de requisitos para comprobar la «ancestralidad» de la ocupación de
los territorios, la existencia precolonial de los pueblos que habitan esos
territorios, y la existencia de una identidad cultural compartida (artículo
5, Decreto Supremo 231/2009). A pesar de los desacuerdos y el rechazo de los
pueblos indígenas a los requisitos impuestos, los referendos levantaron
grandes expectativas sobre el futuro de las autonomías en el Estado
plurinacional. Sin embargo, el MAS, que tiene una visión centralista del
poder, mostró escaso entusiasmo y solamente en 12 municipios se realizaron
las consultas y en 11 de ellos ganó el «sí» a la «autonomía indígena». Hasta
la fecha, solo se han conformado estas formas de autogobierno en Charagua,
Uru Chipaya y Raqaypampa; además existen 16 casos en proceso de conversión,
aunque en diferentes niveles de avance y 20 municipios se encuentran con sus
procesos de conversión paralizados.

 

Durante el proceso electoral que culminó el 20 de octubre de 2019 estos
hechos no fueron discutidos, y en su lugar, el MAS, en su lucha por
legitimar la candidatura de Morales, rescató los logros del crecimiento
económico y la estabilidad. Por su lado, los candidatos opositores al MAS
desplegaron una campaña electoral en la que no solo se ignoró el Estado
plurinacional, sino que este fue cuestionado y reducido a uno más de los
proyectos del MAS que debían ser desmantelados.

 

Si bien las posturas que rechazan el Estado plurinacional no son nuevas y ya
se expresaron durante la redacción de la nueva Constitución y en el
referéndum constitucional del 2009, en esta ocasión los discursos de los
candidatos opositores al MAS tuvieron como uno de sus ejes el rechazo al
Estado plurinacional o, más tarde, dejarlo como algo declarativo (lo que
ocurrió también en parte con el MAS) o diluirlo en la vieja República.

 

Si bien eran unánimes las posturas de rechazo al Estado plurinacional como
modelo, la oposición nunca debatió sobre las reformas necesarias para salir
de aquel modelo o sobre las consecuencias respecto a los pilares del Estado
Plurinacional: los derechos colectivos de las naciones y pueblos indígena
originario campesinos, la democracia intercultural y las autonomías
indígenas. Para el ex presidente y referente de Comunidad Ciudadana Carlos
Mesa, «El denominativo de Estado plurinacional representa una visión, sin
duda, pero no abandona las premisas republicanas y democráticas incluidas en
el texto que define la naturaleza de nuestra nación». Víctor Hugo Cárdenas,
primer vicepresidente de origen aymara (1993-1997), se refirió a la
reconstrucción de la república y la combinación de valores democráticos con
valores cristianos y el ex senador cruceño Oscar Ortiz, del Movimiento
Demócrata Social, habló de federalismo y profundización de las autonomías
departamentales.

 

El 10 de noviembre tras la renuncia de Morales a la presidencia, los actores
que lideraron las movilizaciones que culminaron en golpe de Estado (los
dirigentes cívicos Luis Fernando Camacho y Marco Pumari) con el apoyo y
protección de la policía y las Fuerzas Armadas, entraron al palacio de
gobierno, extendieron la bandera de Bolivia en el suelo, y sobre ella, una
Biblia. Como si se tratase de un mismo ritual, el 13 de noviembre, la
senadora Jeanine Áñez fue proclamada presidenta interina e investida por un
militar, para luego dirigirse al palacio de gobierno con una enorme Biblia
en las manos, diciendo «Gracias a Dios que ha permitido que la biblia vuelva
a entrar a Palacio, que él nos bendiga e ilumine». Durante los siguientes
días, la quema de la wiphala, bandera multicolor símbolo de las naciones y
pueblos indígenas por parte de opositores a Evo Morales e incluso de policía
boliviana activó una reacción popular que generó un alerta en las nuevas
autoridades. 

 

Pobladores de las ciudades de El Alto y Cochabamba, y de otras poblaciones y
áreas rurales, sin ser parte orgánica del MAS se sintieron interpelados por
la y se movilizaron masivamente en señal de protesta. La policía pidió
disculpas por la quema de la wiphala y Camacho declaró en una entrevista
realizada en Washington el 12 de diciembre: «asumo la ignorancia de creer
que la wiphala reflejaba al MAS cuando la wiphala reflejaba a los indígenas,
y soy consciente, lo desconocía». 

 

Como parte de una puesta en escena, el gobierno de transición, nombró como
director del Fondo de Desarrollo Indígena a Rafael Quispe, ex diputado de
origen indígena y ferviente opositor de Morales. Quispe asumió en medio de
una ceremonia a la que asistieron varios dirigentes y, como festejo, la
presidenta se vistió con poncho y sombrero y bailó una pinquillada.

 

Más allá de los actos simbólicos, existe un nuevo escenario que pone en
riesgo y amenaza los logros y conquistas de las naciones y pueblos indígena
originario campesinos. Las masacres de Sacaba en Cochabamba el 16 de
noviembre y Senkata, en El Alto, el 19 de noviembre, así como el
hostigamiento a la población del Trópico de Cochabamba a través del
Ministerio de Gobierno, la policía y las Fueras Armadas fueron el punto
inicial de un proceso de criminalización de sectores sociales afines al MAS,
que se extiende en un discurso que va de la mano con la «defensa de la
democracia». 

 

El derrotero de la política boliviana se encuentra en la incertidumbre, a
pocos días de cumplirse el plazo para la definición de los binomios que
competirán por la presidencia y vicepresidencia el 3 de mayo. En este marco
el MAS ratificó su binomio, compuesto por el ex ministro de Economía Luis
Arce Catacora y el ex canciller David Choquehuanca. Su definición se dio en
una reunión mantenida en Buenos Aires, para más tarde confirmarse, no sin
tensiones, tras complejas discusiones en el ampliado del Pacto de Unidad
celebrado el 23 de enero en la ciudad de El Alto. Mientras tanto, la
oposición no ha logrado articular una candidatura de unidad: de este modo,
el 3 de mayo competirán el binomio Camacho -Pumari, el ex presidente Mesa y
la actual presidenta de facto Jeanine Añez, que movió las placas tectónicas
del espacio anti-MAS al anunciar su candidatura.

 

Lo que estará en juego de cara a las nuevas elecciones –además de la disputa
del poder gubernamental– no es sólo la estructura legal y normativa del
Estado plurinacional sino el esquema de ciudadanía y los vínculos que
sostienen la comunidad política. Las reformas que se puedan hacer al modelo
de Estado definirán ese esquema y, sobre todo, el futuro de las
posibilidades de experimentación democrática (como la democracia
intercultural y las autonomías indígenas) que permitan garantizar el vínculo
entre democracia e interculturalidad en igualdad de condiciones. Se trata de
pensar más allá de la coyuntura política. 

 

* Es politóloga. Se desempeña como profesora en el Instituto de Altos
Estudios Nacionales (IAEN), Ecuador. Es autora de La plurinacionalidad desde
abajo. Autogobierno indígena en Bolivia y Ecuador (Flacso, Quito, 2018).

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