Nicaragua/ El juego de poder. La crisis de un sistema político y económico [Oscar René Vargas]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Feb 13 19:00:50 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

13 de febrero 2020

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Nicaragua

 

El juego de poder

 

Oscar René Vargas

San José/ Costa Rica, 10-2- 2020

 

Vivimos una crisis sistémica, es decir, una alteración de un sistema
socioeconómico que se creyó permanente. La crisis no es solamente del
régimen, aunque esté inmerso en ella. La crisis es nacional. Nos abarca y
pone en riesgo a todos. Es la crisis de un sistema político y económico que
no podía resistir más y de ahí que se produjera la rebelión de abril 2018.

 

Actualmente, en la sociedad nicaragüense coexisten dos tendencias:
conservación/restauración o “status quo” con o sin Ortega en el poder, y
renovación/innovación o cambio sin Ortega en el poder. Las elites económicas
y políticas, también, están divididas, los partidos políticos tradicionales
fueron desplazados y las fuerzas/movimientos sociales están controlados,
aunque en efervescencia.

 

En ese contexto surge entonces un movimiento multiforme que aglutina
agravios y personal político proveniente de todos los agrupamientos
desarticulados para conformar la Coalición Nacional. La Coalición Nacional
no es partido ni movimiento. En ciernes podría ser un partido.

 

Estamos frente a un movimiento pendular y contradictorio cuya actualidad
política ha sido consecuencia de dos constataciones. Por un lado, el
creciente desprestigio de los partidos tradicionales ante los ciudadanos que
frecuentemente los conciben como zancudos y que no representan los intereses
de los ciudadanos. Por otro lado, el partido de gobierno que ha perdido
legitimidad y base social.

 

Todo conflicto sociopolítico termina siempre en una negociación. Hay
negociaciones abiertas, otras se producen tras bastidores. La historia
política de Nicaragua nos enseña que el método preferido por la clase
dominante ha sido el de negociar tras bambalinas. Tenemos que estar claro
que la rebelión de abril 2018 es estratégicamente acéfala, no hay una
dirección política unificada lo que permite negociaciones debajo de la mesa
sin tomar en cuenta las demandas de la gran mayoría de la población.

 

Todas las declaraciones de los representantes políticos del gran capital
(COSEP, AMCHAM, FUNIDES), algunos estudiantes, dirigentes campesinos y de
ciudadanos autoconvocados, nos indican que nos dirigimos hacia un proceso
electoral como método para salir de la crisis actual. Pero no se puede
perder de vista que una cosa es que se vaya Ortega y otra cosa es que se
vaya el “orteguismo” del poder. También, se tiene que tener la conciencia
que entre 2007 y 2018, el gran capital y el régimen Ortega-Murillo han
actuado como las dos caras de una misma moneda.

 

¿Puede sobrevivir el "orteguismo sin Ortega"? El mayor deseo de la población
es, sin duda, un deseo de cambio. No hay la menor duda de que Nicaragua se
encamina hacia un cambio político, ¿irreversible?, no lo sabemos. El
"orteguismo" sabe que no puede repetir, de la misma forma, su alianza con el
gran capital, para perpetuarse en el poder, pero quiere un nuevo pacto con
los grandes empresarios.

 

El gran capital jura que no pactarán con Ortega-Murillo, eso está por verse,
no hay ninguna garantía que no suceda. Hay que tener en cuenta que los
grandes empresarios tienen mucho dinero, pero poco conocimiento político
estratégico de mediano o largo plazo. Por tal motivo, Ortega-Murillo piensan
que pueden tener una recuperación o "rebound".

 

Sin embargo, el gran capital reconoce que vivimos en una "jaula"
geopolítica, económica y política, donde el margen de maniobra es muy
reducido, nos guste o no nos guste. Más del 50 por ciento de nuestro
comercio exterior es con Norteamérica, de las inversiones extranjeras y las
remesas familiares vienen de Estados Unidos. El mundo se ha regionalizado y
nosotros estamos en la región donde la influencia estadounidense es
determinante. A nivel mundial, cada día se profundiza la regionalización,
por lo tanto, hay un reforzamiento de la "jaula". Por todo lo anterior, el
comportamiento del gran capital será determinado, en gran parte, por la
política estadounidense en relación al régimen Ortega-Murillo.

 

El problema principal es si Ortega va a permitir un proceso electoral
transparente, con garantías nacionales e internacionales. 

 

Visualizamos dos escenarios posibles: 

 

a) Ortega por la presión internacional y nacional tenga que aceptar un
proceso electoral transparente, lo que implica hacer verdaderas reformas a
la ley electoral. Que el grueso de la oposición vaya unificado, aunque
persistan los partidos comparsas. En este escenario las posibilidades de ser
derrotado son muy altas.

 

b) Ortega acepte ir a las elecciones, pero por el temor de ser derrota
implemente las siguientes acciones: dividir a la oposición, haga reformas
cosméticas a ley electoral, por lo tanto, tenga la posibilidad de hacer
fraude.

 

La clave para ver cuál de los dos escenarios se puede dar está en el
comportamiento de los poderes fácticos internos y externos.

 

A nivel interno, hasta la fecha tiene a su favor el ejército, la policía y
los paramilitares (que se han transformado en un poder fáctico) que se han
transformado en la columna vertebral del régimen, lo cual ha permitido una
cierta militarización de la sociedad. No cuenta con la iglesia, la gran
mayoría de la población y la indecisión del gran capital. Lo que da como
resultado un “equilibrio inestable”, el país no avanza.

 

Los poderes fácticos externos que están en contra de Ortega y a favor de
elecciones transparentes son: Estados Unidos, Unión Europea, Canadá, la
mayoría de los países latinoamericanos y la OEA. Pero el factor determinante
es los Estados Unidos.

 

A nivel interno, lo que puede romper el “equilibrio inestable” hacia un lado
o hacia el otro es que el gran capital pase de una actitud “neutral” hacia
una posición más beligerante a favor de salir de la dictadura. El cambio de
actitud se puede dar ya sea por la presión interna (los autoconvocados
vuelvan a tomarse las calles) o por la presión externa (principalmente por
los Estados Unidos). Tenemos que tener en cuenta que el gran capital depende
mucho de la economía estadounidense.

 

A nivel externo, el factor principal que romper el “equilibrio inestable”
sería una mayor presión de parte de los Estados Unidos. Esa mayor presión
dependerá del desarrollo del proceso electoral norteamericano y de la
necesidad de Trump de asegurar su reelección. Si a Trump le conviene botar a
Ortega para asegurarse su triunfo electoral en Texas (senador Ted Cruz) y
Florida (senador Marcos Rubio), lo va hacer. Por lo tanto, los senadores
Cruz y Rubio tendrán una influencia importante en la toma de decisiones en
relación al régimen Ortega-Murillo. Ese es el miedo de Ortega, por esa razón
lo puede llevar a aceptar una elección transparente.

 

Sabiendo Ortega-Murillo factor importante es el comportamiento del gran
capital, incluso para adormecer las sanciones externas norteamericanas, el
régimen y el capital ya están dando los pasos para tratar de remendar la
situación socioeconómica y política del país con el objetivo de parar más
sanciones norteamericanas, de la comunidad europea y acciones que se pueden
dar en la OEA.

 

Ellos saben, Ortega-Murillo y el gran capital, que la situación económica es
muy frágil. También, saben que es muy posible, en el segundo semestre de
2020, el tránsito de la recesión a la depresión económica si se prolonga la
crisis sociopolítica con consecuencias nefastas para ambos, con el peligro
que la situación se les escape de su control. Por eso su apuro de negociar a
escondidas, separando de las negociones el tema de los presos, los muertos,
los exiliados, etcétera. Solamente les interesa las elecciones con o sin
reformas.

 

La influencia del dinero en la política nacional ha sido el secreto del que
todos sabían y del que nadie hablaba. Muchos ciudadanos no lo ven, porque no
ven el dinero fluyendo de un lado para otro. La estrategia del régimen
Ortega-Murillo es conservar el poder eliminando a una parte de los
empresarios para obligar a los otros a negociar una “salida en frío” y
establecer una nueva correlación de fuerzas.

 

Existe una enorme complicidad entre el poder económico y el poder político
la consecuencia es que una minoría, el gran capital, tenga tanta influencia
política se traduce en el hecho que sea la “salida al suave” de la dictadura
se haya transformado en la opción principal en detrimento de la caída
inmediata de la dictadura y, por lo tanto, el peligro es que nos enrumbemos
hacia un “orteguismo sin Ortega”, con una democracia restringida y sin
justicia.

 

Las evidencias de la influencia del gran capital en la vida política son
abrumadoras. De ahí que “el orteguismo sin Ortega” sea la alternativa
predominante en los círculos exclusivos de los poderes fácticos. La “salida
en frío”, o sea, el “orteguismo sin Ortega” impulsadas por los
representantes del gran capital sería beneficiosa para las clases pudientes,
ya que mantendría el “status quo” económico y social con algunas reformas
cosméticas en la política nacional.

 

Los autoconvocados del movimiento de abril 2018, propugnan un cambio notable
en el bienestar de las clases populares, para revertir el descenso de la
calidad de vida, lo cual necesariamente requiere reducir y eliminar los
beneficios y la antidemocrática influencia del gran capital que tienen hoy
en el país.

 

Los representantes políticos del gran capital siguen movilizando su poder
para, a través de todos los medios que disponen, neutralizar las propuestas
originales de la rebelión de abril. Presenciamos una campaña de juego sucio,
a fin de impedir los cambios necesarios y urgentes que necesita el país; la
salida inmediata de la dictadura y la democracia plena para que Nicaragua
alcance a ser república.

 

Los mismos millonarios y sus voceros políticos que han hecho tanto daño al
bienestar de la nación por su alianza y sostenimiento al régimen
Ortega-Murillo; se presentan ahora, como siempre lo han hecho, como los
defensores de los sectores populares, de la democracia y de la lucha contra
la corrupción. El peligro es que “Síndrome de Pedrarias” pueda seguir
determinando el accionar de los políticos e influir en la política nacional.

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