Venezuela/ Saltar la verja. El sorpresivo contragolpe de Guaidó [Humberto Márquez - Ociel Alí López,]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Ene 10 11:04:54 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

10 de enero 2020

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Venezuela

 

Año nuevo de crisis 

 

Saltar la verja

 

La imagen del presidente del parlamento, el opositor Juan Guaidó, saltando
la verja del capitolio local para superar a los militares que bloqueaban su
acceso a una sesión crucial insufló nuevos bríos a una oposición que
aparecía dividida y debilitada. Al mismo tiempo, dejó en evidencia otra vez
la fuerza con que se impone el gobierno de Nicolás Maduro.

 

Humberto Márquez, desde Caracas

Brecha, 10-1-2020

https://brecha.com.uy/saltar-la-verja/

 

La elección de la directiva de la Asamblea Nacional, ritual de cada 5 de
enero en ese parlamento unicameral de Venezuela, se convirtió esta vez en el
pistoletazo de salida para una nueva ronda en la áspera poder que fractura
al Estado mientras se ahonda la crisis económica, social y de migración que
postra al país y afecta a sus vecinos. Cada vez son más esquivos los
acuerdos, los entendimientos y las reglas de juego compartidas para el
discurrir de la vida política.

 

Se han elegido dos directivas de la Asamblea. Una presidida por Juan Guaidó,
líder de la oposición firme al presidente, Nicolás Maduro, y otra por Luis
Parra, de un grupo que ha desertado de la oposición tradicional y fue
impulsado por la bancada oficialista. Un escenario posible es que ahora
Venezuela tenga tres parlamentos, los que encabezan Parra y Guaidó, y la
Asamblea Nacional Constituyente, integrada sólo por oficialistas y que se ha
atribuido funciones legislativas.

 

La Asamblea Nacional fue elegida en 2015 y su período termina en enero de
2021. La oposición ganó aquellas elecciones ampliamente, dos tercios, 112 de
los 167 diputados, y el oficialismo, sólo 55. Esa mayoría calificada fue
inmediatamente truncada por el Tribunal Supremo de Justicia, que suspendió a
cuatro diputados y luego, progresivamente, anuló las leyes y resoluciones
que fue aprobando el parlamento, declarando que el cuerpo legislativo estaba
“en desacato” a sus mandatos judiciales.

 

En 2017 Maduro convocó la elección de una asamblea constituyente –rechazada
por la oposición– de tipo corporativista, que aún no ha presentado un nuevo
texto constitucional, pero que asume funciones atribuidas al parlamento por
la Constitución de 1999. El Supremo y la Constituyente abrieron procesos
judiciales contra unos treinta parlamentarios opositores, entre principales
y suplentes, y varios están exiliados, presos o en la clandestinidad.

 

Maduro además ha gobernado desde 2015 bajo decretos de emergencia económica,
con lo que evade el control parlamentario de sus actos, y como comandante en
jefe prohibió a las fuerzas armadas que atiendan las solicitudes que se le
hagan desde la Asamblea.

 

El parlamento, despojado de poder en la práctica, ha mantenido dos bazas:
una es que su voto es necesario para los contratos de interés nacional, y
que los gobiernos y corporaciones extranjeras se arriesgan a que en un
futuro se desconozcan los tratos con el Estado, dueño en Venezuela de las
palancas económicas esenciales, como petróleo, minas, industria pesada y
servicios básicos.

 

La otra es que, tras la reelección de Maduro en 2018 en unos comicios
boicoteados por la mayor parte de la oposición, Guaidó se proclamó
“presidente encargado de la República” en su condición de titular del
parlamento (quien sucede al presidente si este falta) desde enero de 2019.
Aquello motivó grandes manifestaciones de apoyo en los primeros meses del
año pasado.

 

Más aun, inmediatamente Estados Unidos lo reconoció como “presidente
legítimo” y rompió relaciones con Maduro. Más de cincuenta gobiernos, de
cuatro continentes, consideran a Guaidó presidente, y a la Asamblea que
dirige, como único poder legítimo en el país. Los otros poderes, Ejecutivo,
Judicial, Electoral, Ciudadano (Fiscalía, Contraloría, Defensoría del
Pueblo), más la fuerza armada, están alineados con Maduro.

 

Cambiar la Asamblea

 

El oficialismo se trazó como objetivo cambiar la cúpula de la Asamblea, para
suprimir el molesto aspecto de poder dual. Mientras tanto, en los meses
finales de 2019 se fueron alejando de los partidos opositores algunos
parlamentarios que criticaron la gestión de Guaidó, y los diputados del
oficialista Partido Socialista Unido (Psuv), que se ausentaron del
parlamento desde 2017, regresaron a las sesiones.

 

Fue entonces cuando varios grupos pequeños se apartaron de la línea de las
cuatro principales formaciones de la oposición y acudieron a una mesa de
diálogo con el gobierno. Otro pequeño grupo, de derecha, se deslindó de la
línea de Guaidó juzgándola demasiado débil. Esas jugadas, más algunas
medidas del Supremo y de la Constituyente que ahuyentaron a parlamentarios,
así como una merma en la popularidad de todos los políticos, conformaron el
pasado diciembre un cuadro que hacía dudosa la reelección de Guaidó.

 

Algunos opositores declararon que el gobierno compraba diputados, sin
mayores pruebas. Pero entonces el portal de periodismo de investigación
Armando.infopublicó algunos documentos reveladores. Según estos, diputados
opositores, incluido Parra, habían gestionado en el exterior la exculpación
de un empresario vinculado al gobierno, Alex Saab, para que se desestimasen
acusaciones en su contra por corrupción en la compraventa de alimentos
subsidiados que se entregan a familias pobres, el mayor programa social del
gobierno.

 

Los partidos políticos concernidos expulsaron a estos militantes y pidieron
que se les investigase, pero los señalados, además de reivindicar su
inocencia, declararon que se les cobraba su posición crítica respecto de
Guaidó y los grupos políticos que lo respaldan abiertamente. El resultado es
que, tras el asueto de fin de año, Parra, otros varios sancionados por
partidos opositores, más algunos discrepantes con Guaidó, sumados a los
diputados efectivos del Psuv, hicieron una tumultuaria sesión el 5 de enero
y a mano alzada eligieron una nueva directiva para la Asamblea Nacional.

 

Tanto Parra como sus vicepresidentes, Franklyn Duarte y José Noguera, son
políticos de provincia con una gris figuración en la escena política
nacional. El oficialismo, por boca de Maduro, y su número dos en el Psuv,
Diosdado Cabello, han reconocido a Parra como nuevo presidente de la
Asamblea Nacional, pero presentan su enfrentamiento con Guaidó como una
pugna interopositora. “Parecen borrachos peleando por una botella vacía”,
comentó el siempre polémico Cabello.

 

Verja simbólica 

 

Durante esa jornada, un hecho anecdótico se convirtió en un gesto de valor
político. Un dispositivo policial-militar restringió el acceso al área del
capitolio de los diputados de oposición y de los medios de prensa privados.
Hay diputados que el gobierno no reconoce, aunque sí lo hace la directiva
saliente del parlamento que encabezó Guaidó. El líder parlamentario reclamó
a los militares que “o pasamos todos o ninguno”, mientras dentro del recinto
los oficialistas y los opositores disidentes apuraban su sesión. Hubo
forcejeo, asedio y agresiones de grupos irregulares oficialistas frente al
capitolio, y, en el intento de superar el cerco, Guaidó probó a saltar sobre
la verja que rodea el edificio. Los militares lo impidieron. Esa imagen no
sólo fue recogida por la prensa nacional e internacional en el sitio, sino
que a través de las redes sociales enfervorizó a sus partidarios. Más aun,
opositores extremos que no pensaban sufragar por su candidatura le
ofrecieron sus votos. Los países que desconocen a Maduro y apoyan a Guaidó
protestaron por las trabas a los parlamentarios para que pudieran reunirse
para sesionar. Y se sumaron a la protesta tres nuevos países: Argentina,
México y Uruguay.

 

Mientras la imagen de Guaidó subido a la verja atraía nuevamente la atención
internacional sobre Venezuela –bajo un timing adverso por la atención
mundial al conflicto entre Estados Unidos e Irán, recordó a Brecha el
analista argentino Andrés Serbin–, los diputados opositores realizaban en la
sede del periódico opositor El Nacional una sesión con la compañía de
diplomáticos europeos, y reeligieron a Guaidó con los votos nominales de 100
diputados. Parra reivindica 81 votos. La Asamblea no puede contar más de
167, pero unos y otros utilizaron suplentes, y la disparidad de números es
parte del caos propio de toda la situación.

 

Guaidó luego –el martes 7– acudió con sus diputados al capitolio, de nuevo
subió sobre la verja, sus compañeros forzaron el acceso y en el hemiciclo de
sesiones aprobaron el acta de la nueva directiva. Guaidó juró además como
presidente encargado de la República. Por otra parte, anunció que se
independiza de su partido, el centrista Voluntad Popular, que dirige
Leopoldo López –refugiado como “huésped” en la embajada de España–, para
asumirse como conductor de todos los esfuerzos para que se desplace al
actual gobierno y se elija uno nuevo. De modo que si bien el oficialismo
puede expulsar del capitolio al sector del parlamento pro-Guaidó y otorgar
reconocimiento y tareas al sector de Parra, Guaidó y los suyos logran
galvanizar a la oposición e inyectarle nuevos bríos.

 

Semejante panorama presagia una renovada confrontación, lejos de las
posibilidades de negociación y acuerdos para zanjar la crisis, mientras se
ahondan los problemas sociales, marcados por el desplome de los servicios
públicos como educación, salud, transporte, suministro de electricidad, gas
para cocinar o agua potable. El sustrato es el hundimiento de la economía:
el producto bruto interno es la cuarta parte de los 300.000 millones de
dólares anuales que registró en 2012, la hiperinflación se mide en varios
miles por ciento desde hace dos años, el dólar, que se cotizaba en 700
bolívares a finales de 2018, alcanzó los 78 mil bolívares 12 meses después.
Los precios de los alimentos suben casi cada día y el salario mínimo ya ha
perdido hasta su condición de referente, pues equivale a ¡menos de tres
dólares al mes!

 

Los países vecinos tienen razones para preocuparse: son los principales
receptores de 4,6 millones de personas que han migrado desde Venezuela (cuya
población oficialmente es de 32 millones) desde 2015, según agencias de las
Naciones Unidas. Esa cifra puede elevarse hasta 6 millones este mismo año. 

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No contaban con mi astucia

 

El sorpresivo contragolpe de Guaidó

 

Ociel Alí López, desde Caracas

Brecha, 10-1-2020

 

La recuperación de Juan Guaidó del control del Legislativo este martes 7 de
enero, tras haber sido sustituido dos días antes en circunstancias
extraordinarias como presidente de la Asamblea Nacional, implica un
reavivamiento de la política venezolana y genera nuevas expectativas en el
campo opositor. Es que, desde que a comienzos de 2019 se intensificaron las
presiones mundiales sobre Nicolás Maduro para que cediera su cargo como
presidente de la república al presidente del Legislativo, por primera vez el
oficialismo da un paso en falso al intentar suplantar a Guaidó y al grueso
opositor a punta de tácticas y trabas que buscaban cambiar la correlación de
las fuerzas en el parlamento.

 

La iniciativa de sacar a Guaidó del camino o, sobre todo, la forma en que se
intentó hacerlo (el uso de la fuerza militar para limitar el acceso de
algunos diputados al parlamento, el incumplimiento de las reglas mínimas
para que la Asamblea sesione y la censura de la información de medios
públicos y privados) es, hasta ahora, un fracaso del chavismo. Guaidó, cuyo
liderazgo venía desfigurándose, logró dar un vuelco a la situación y
revertir su desplazamiento, al menos temporalmente.

 

Cuando el domingo 5 un cordón de la Guardia Nacional Bolivariana permitió la
entrada de todos los diputados menos de Guaidó y se dio con el apoyo del
gobierno la votación y la juramentación relámpago –en medio de empujones y
desorden– de un nuevo presidente de la Asamblea Nacional proveniente de un
ala disidente de la oposición, todo era previsible. El gobierno de Maduro
contaba con un nuevo panorama nacional e internacional que le permitía
sacarle la silla a Guaidó, quien cuenta con el aval de Estados Unidos y ha
sido reconocido por más de 50 países desde enero de 2019. Claro, ya en 2020,
Estados Unidos privilegia el conflicto con Irán y muchos países de América
Latina que impulsaron en su momento a Guaidó tienen crisis internas que les
impiden generar acciones internacionales importantes. Además, las cartas que
han puesto sobre la mesa la coalición opositora y Washington vienen
fracasando estruendosamente en su objetivo de sacar a Maduro del poder. Así,
todo parecía muy fácil para el oficialismo.

 

Pero la situación se complicó cuando dos días después Guaidó y los diputados
opositores se presentaron en la Asamblea Nacional y, tras empujones con la
Guardia Nacional y sorprendiendo a los diputados disidentes que sesionaban
junto con los oficialistas, juramentaron otra vez a la junta directiva
presidida por Guaidó. A pesar de que lo que sobresalió es la incapacidad de
ambos bandos de generar solidez a la institucionalidad parlamentaria, esta
toma intempestiva revirtió el momento de máxima debilidad de la oposición, y
especialmente de la figura de Guaidó, y pasó a generar consecuencias
adversas para el chavismo en varias esferas de interés.

 

Consecuencias de la pugna entre poderes. Por primera vez el chavismo acusa
recibo de un contragolpe efectivo. De una manera inexplicable han quebrado
sus defensas. ¿O ha habido negociación para permitir nuevamente la entrada
de Guaidó? Se deja colar en el ambiente opositor la idea de que el gobierno
puede ceder y es derrotable, algo que nadie creía desde hace algunos meses.
Y que la misma toma que ocurrió en el Palacio Legislativo podría pasar, a
pocas cuadras, en el Palacio de Miraflores, sede del Ejecutivo. La oposición
siempre peca de sobredimensionar sus triunfos parciales, aunque esta vez,
ciertamente logró volcar la situación.

 

A lo interno de la oposición, el contragolpe de Guaidó ha generado
entusiasmo y ha unido sectores que, hasta hace horas, se enfrentaban
agónicamente. Mientras se sucedían estos acontecimientos, Guaidó alcanzó a
pedir a Voluntad Popular, su partido, que lo liberara de la militancia como
forma de responder a la presión de los sectores que confrontan a su líder
Leopoldo López. El partido accedió, y esto permitió, en parte, recomponer la
mayoría parlamentaria.

 

Guaidó es hasta el momento el gran triunfador de estas jornadas. Condujo la
toma del palacio y agregó una performance agresiva que le permitió cautivar
nuevamente a los más radicales. Sin duda, ha tomado un nuevo aire con esta
acción.

 

En el plano internacional, la acción del 5 de enero, llamada 5E, ha
producido una ruptura profunda entre el gobierno de Maduro y los nuevos
gobiernos progresistas de América Latina. Especialmente agresivo fue el
intercambio entre el canciller argentino Felipe Solá y sectores del gobierno
venezolano. México y España también condenaron la acción chavista. El 5E
está produciendo un mayor aislamiento político de Caracas, que había
expresado su deseo de establecer alianzas con el nuevo ciclo de gobiernos
progresistas que apenas comienza.

 

La tardanza del gobierno en calificar y explicar el hecho de la toma de la
Asamblea por parte de Guaidó aumentó la incertidumbre. No hay claridad de
cómo va a reaccionar ante el hecho y si va a seguir reconociendo a la
directiva parlamentaria escogida el 5 de enero.

 

Toda esta confusión puede tener un final feliz. Este año deben convocarse,
por mandato constitucional, las nuevas elecciones legislativas. Al
oficialismo podría interesarle, incluso, que ocurrieran en el primer
trimestre del año para fomentar la división opositora entre los
abstencionistas y los que llaman a participar. Antes de terminar el año
pasado, la oposición amagó con asistir a los comicios cuando formó, junto
con el oficialismo, un comité para preparar la nueva designación del Consejo
Nacional Electoral. Los acontecimiento del 5 y 7 de enero tenderán a
acrecentar la tendencia radical y abstencionista de la oposición y, en
consecuencia y paradójicamente, a dejar el Poder Legislativo en manos del
chavismo. En todo caso, el intento de desplazar a Guaidó parece haber sido
un error de cálculo del gobierno, una iniciativa a todas luces innecesaria
dada la proximidad de las elecciones legislativas.

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