Estados Unidos/ La política de la dirección del Partido Demócrata y el proceso de destitución de Trump [Barry Sheppard]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Ene 14 16:22:06 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

14 de enero 2020

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Estados Unidos

 

La política de la dirección del Partido Demócrata y el proceso de
destitución de Trump

 

Barry Sheppard 

Europe Solidaire Sans Frontiéres, 8-1-2020

http://www.europe-solidaire.org/

Traducción de Viento Sur 

https://www.vientosur.info/

 

Son dos las acusaciones contra Donald Trump que han formulado los Demócratas
de la Cámara de Representantes en el procedimiento de destitución del
presidente. Una es que ha obstruido la investigación que ha dado pie a la
incoación del procedimiento. La otra es que ha actuado en contra de los
intereses de EE UU al retener la ayuda militar a Ucrania en un intento de
que este país trate de ensuciar la imagen de Joe Biden, quien concurre a las
primarias del Partido Demócrata para ser elegido candidato a la elección
presidencial de este año.

 

Siempre que los políticos evocan los intereses nacionales de EE UU en
materia de política exterior, se refieren a los intereses del imperialismo
estadounidense, no a los de la mayoría de la población, es decir, la clase
trabajadora y las clases medias. Al centrarse en los intereses del
imperialismo estadounidense, la dirección del Partido Demócrata ha dejado de
lado los principales crímenes contra la humanidad que ha cometido Trump en
todo el mundo y contra la gran mayoría de la población de EE UU.

 

La lista de acusaciones formuladas en la Cámara de Representantes para
incoar el procedimiento de destitución la ha controlado la presidenta Nancy
Pelosi, dirigente del Partido Demócrata en este órgano. En el Senado, que
juzgará a Trump a la luz de estas acusaciones, está personificado por Chuck
Schumer, el líder de la minoría Demócrata. Refiriéndose a la propuesta de
destitución de Pelosi, el defensor de los consumidores Ralph Nader ha
declarado en una entrevista publicada en Democracy Now que “se queda
demasiado corta y es arriesgada”. Acto seguido ha hablado de algunos de los
delitos cometidos por Trump que pueden aducirse para pedir su destitución:

 

Ha destruido, triturado e inhabilitado los vitales programas federales
encaminados a prevenir los perjuicios [para la clase trabajadora] y las
enfermedades de la Agencia de Protección Ambiental, de la Administración de
Salud y Seguridad en el Trabajo y de la Comisión de Seguridad de los
Productos. Ha cerrado la Oficina de Protección del Consumo, destinada a
proteger a la población de los delitos de Wall Street y otras entidades
financieras contra la gente común… Este es un delito crucial para la
destitución… la insolente negativa a cumplir exactamente la ley.

 

Nader siguió enumerando otros delitos, incluido el de que Trump es un
depredador sexual. Recordemos el vídeo en que exclama con toda su vulgaridad
que tiene derecho a “meter mano a las mujeres” porque es rico y poderoso.

 

Está implicado en toda clase de demandas presentadas por mujeres que han
declarado bajo juramento que él ha abusado de ellas y las ha acosado.
También está su fanatismo y su racismo. Sus políticas suponen un duro golpe
para las minorías y la gente pobre. Además está la incitación a la
violencia. [Un ejemplo es su declaración] de que si le destituyen habrá
disturbios en las calles. Así que Pelosi ha perdido una gran oportunidad
para destituir a Trump. ¿Qué sentido tiene iniciar un procedimiento de
destitución si no se utiliza todo el arsenal de delitos de los que se le
puede acusar?

 

Amy Goodman, quien estaba entrevistando a Nader, mencionó el hecho de que
Trump sacara a EE UU de los acuerdos de París sobre el clima. Nader recalcó:

 

Bueno, ha hecho cosas mucho peores. Ha dado rienda suelta a la industria de
los combustibles fósiles, permitiendo las perforaciones en el Ártico y en
los océanos. Ha permitido que se generen grandes cantidades de gases de
invernadero… Es un presidente que no defiende a nuestro país contra una
industria de los combustibles fósiles que devasta la naturaleza, con graves
sequías y graves inundaciones, el cambio incipiente de las corrientes
oceánicas, la fusión de los glaciares y toda clase de agresiones críticas…
¿Y esto no es un delito por el que deba ser destituido? Quiero decir, ¿a qué
juega el Congreso?

 

En el mismo programa de televisión también entrevistaron a Al Green, un
diputado afroamericano de Texas, que poco después de constituirse el
gobierno de Trump presentó una serie de acusaciones en la Cámara de
Representantes para impulsar su destitución y que incluían toda una gama de
delitos. Pocos compañeros Demócratas le apoyaron. Green enumeró algunas
manifestaciones de Trump que incitaban a la violencia contra la población
latina, musulmana, LGBTQ y otras minorías.

 

También mencionó el proceso de destitución del presidente Andrew Johnson en
1868. Johnson formaba parte del tándem, como vicepresidente, de la
candidatura de Abraham Lincoln en las elecciones presidenciales de 1864.
Pese a ser esclavista, no apoyaba la guerra del Sur para separarse de la
Unión. Cuando Lincoln fue asesinado en 1865, Johnson, que era
vicepresidente, asumió la presidencia. Desde este cargo, apoyó a los
antiguos propietarios de esclavos de la Confederación derrotada en su
campaña racista por oprimir a los esclavos liberados. Respaldó el infame
Código Negro para privarles de los derechos civiles en los Estados del Sur y
se opuso a la 14ª enmienda constitucional, que garantizaba la ciudadanía a
los antiguos esclavos. Su política racista le enfrentó a los Republicanos
Radicales que querían aplastar el Viejo Sur, y esto provocó el proceso de
destitución. Sin embargo, en el juicio ante el Senado fue absuelto con un
voto de diferencia.

 

Green dijo que “entender que en 1868 Andrew Johnson fue procesado por
motivos relacionados con el fanatismo, el odio, el racismo, me lleva a la
conclusión… de que si Andrew Johnson pudo ser procesado… por estos motivos,
este presidente [Trump] también puede ser procesado por los mismos motivos”.

 

Antes del ascenso del movimiento de la minoría negra que combatió en las
décadas de 1950 y 1960 las leyes de Jim Crow de segregación (apartheid en
afrikáans) en el Sur, el Partido Demócrata apoyaba firmemente a Jim Crow. En
las vicisitudes de la política estadounidense, el Partido Demócrata rompió
con su sector sureño y, bajo fuertes presiones del movimiento de liberación
de la minoría negra, tanto en el Sur como en el resto del país, a mediados
de la década de 1960 hizo aprobar leyes favorables a la abolición de las
leyes de Jim Crow. Los Republicanos aprovecharon para tratar de capturar el
grueso del voto blanco en el Sur. Los Dixiecrats, como se llamaba a los
Demócratas sureños, se integraron en el nuevo Partido Republicano. En todas
las elecciones presidenciales que han tenido lugar desde entonces, ningún
candidato Demócrata ha obtenido la mayoría del voto blanco.

 

En 2016, los sondeos a pie de urna revelaron que Trump había obtenido el 58
% del voto blanco, que ascendió al 63 % entre los hombres blancos y se quedó
en un 53 % entre las mujeres blancas (aproximadamente, pues los sondeos son
imprecisos). El racismo declarado y virulento de Trump hace de él un
supremacista blanco. Esto no significa que sea miembro de uno de los
pequeños grupos nacionalistas blancos de mentalidad fascista, pero sí quiere
decir que les da cobertura. El resultado han sido asesinatos masivos
cometidos por nacionalistas blancos contra personas negras, latinas,
musulmanas, judías y otras. La ideología de estos grupos también incluye la
misoginia y los ataques a mujeres.

 

La negativa de la dirección Demócrata a instar la destitución de Trump por
su racismo refleja la posición política de aquella, y lo mismo ocurre con su
negativa a acusarle de las otras cuestiones que plantea Nader. A medida que
los Republicanos se han desplazado a la extrema derecha, el aparato del
Partido Demócrata también se ha movido en esa dirección, solo que no tan
lejos. Esto explica su negativa a combatir las políticas de Trump con
voluntad y firmeza.

 

Otra indicación de su política es el hecho de que, mientras se desarrollaba
el procedimiento de destitución, se reunieron en secreto con los
Republicanos para acordar un presupuesto común, que fue aprobado con el
apoyo mayoritario de los dos partidos. Sin entrar en todos los detalles en
que este presupuesto comporta concesiones a Trump, que están saliendo a la
luz ahora, sabemos que ha habido una mayoría aplastante de ambos partidos a
favor del presupuesto militar. El gasto militar presupuestado asciende este
año a 738.000 millones de dólares, 22.000 millones más que el año pasado.
Crea una nueva rama de las fuerzas armadas, la Fuerza Espacial. También
prevé aumentar el gasto en armas nucleares con vistas a perfeccionarlas,
poniendo en marcha una nueva carrera de armamentos nucleares.

 

Asimismo, el aparato del Partido Demócrata rechazó, en las negociaciones
secretas, algunas propuestas de congresistas del ala izquierda del partido.
Una de estas propuestas era la de prohibir a Trump el uso de fondos para
lanzar una guerra no autorizada contra Irán, lo cual adquiere un nuevo
significado con el asesinato ordenado por Trump del general iraní Qussim
Suleiman, hecho que amenaza con desencadenar una nueva guerra. Otra
propuesta que rechazó la dirección Demócrata estaba encaminada a prohibir el
apoyo militar de EE UU a Arabia Saudí en su guerra en Yemen. Otra más habría
prohibido la venta de municiones tierra-aire a Arabia Saudí y los Emiratos
Árabes Unidos.

 

La aceptación por parte de la dirección Demócrata de este atroz regalo de
738.000 millones de dólares a los militares pone de relieve que el Partido
Demócrata es un partido igual de imperialista que el Republicano y revela
sus prioridades ante el deterioro de la situación económica para la mitad
(por lo menos) más desfavorecida de la población.

 

Para completar el cuadro, portavoces del aparato del Partido Demócrata, al
tiempo que expresaban su nerviosismo con respecto a la guerra con Irán,
aprobaron el asesinato de Suleiman, a pesar de que suponía una violación de
las leyes de guerra internacionales, de la soberanía de Irak y de la
constitución de EE UU en la medida en que no ha habido ninguna declaración
de guerra a Irán. Todos estos son delitos suficientes para destituir al
presidente. Los tuits de Trump van todavía más lejos, al amenazar a Irán con
la destrucción total del país y el asesinato masivo de su población sin la
aprobación del Congreso, y con la destrucción de su patrimonio cultural
(otra violación del derecho internacional).

 

Veremos qué hacen los Demócratas a medida que se desarrolla esta nueva
crisis, pero no esperéis nada bueno.

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