India/ En todo el país. Un movimiento de protesta encabezado por mujeres [Sangbida Lahiri]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Ene 22 16:49:01 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

22 de enero 2020

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India

 

Vemos, por primera vez, un movimiento sostenido en todo el país encabezado
por mujeres

 

Sangbida Lahiri *

The Wire, 13-1-2020

https://thewire.in/women/

Traducción de Viento Sur

https://www.vientosur.info/

 

En este invierno de descontento, en cada marcha, en cada manifestación, en
cada protesta –desde la Universidad Jawaharlal Nehru hasta la de Jamia o
desde la de Aligarh hasta la de Jadavpur–, la primera fila siempre está
ocupada por mujeres jóvenes. El país no conocía desde la independencia una
agitación política tan duradera, encabezada por mujeres jóvenes,
ruidosamente, indefectiblemente y con determinación. ¿Quiénes son estas
mujeres jóvenes que protestan, gritan y se rebelan? ¿Son simplemente
estudiantes de los campus progresistas de India? ¿O están siendo instigadas
por partidos de la oposición? ¿Es su participación meramente accidental o
existe un método en esta revuelta?

 

Ni casualidad, ni instigación: se trata de una opción clara y unánime. Las
estudiantes de los campus universitarios de toda India salen a la calle para
mostrar que la política del futuro está cambiando rápidamente; que la
política del siglo XXI ya no obedecerá más a la retórica de la masculinidad;
que ha llegado la hora de hacer política teniendo en cuenta las cuestiones
de género y ocupándose de ellas en vez de esos llamamientos ocasionales a
condenar a los violadores. El número creciente de mujeres jóvenes que se
manifiestan indica que la justicia de género no es una limosna, sino que
supone una intervención sistémica en la naturaleza y la lógica de la
política propiamente dicha.

 

Este es el cuadro general, pero hay motivos más matizados que explican por
qué las mujeres están dispuestas a sacrificarse en el altar de la agitación
política y de los enfrentamientos callejeros. En primer lugar, la ley de
modificación de la ciudadanía (Citizenship Amendment Act, CAA) supone una
amenaza mayor para las mujeres que para los hombres. Imágenes e informes de
los campos de detención en el Estado de Assam lo demuestran. Y las mujeres,
no solo de las minorías, sino de todas las procedencias, han empezado a
temer la privación de sus derechos civiles. Es un temor fundado, porque el
sufragio es una cuestión crucial en un país con un pasado colonial.

 

En un país como India, donde el proceso de descolonización apenas ha
concluido, la identidad nacional de las mujeres es fruto de la construcción
de la historia de sus luchas contra el Estado colonial (y también
poscolonial). Por consiguiente, la amenaza de perder el derecho al voto o de
verse privadas de la ciudadanía les afecta profundamente. Es una cuestión de
supervivencia para las mujeres universitarias, que saben cuánto les ha
costado contar finalmente con una voz. Por eso son mucho más propensas a
resistirse a la ley, pues consideran que afecta a un aspecto fundamental de
la justicia de género.

 

En segundo lugar, el temor a quedarse sin documentación. En India, las
mujeres de varias condiciones socioeconómicas se ven a menudo privadas de
documentos oficiales. Desde la década de 1990, la preocupación del Estado
por los cuidados pre y posnatales en las zonas rurales hizo que muchos
partos fueran asistidos por comadronas, lo que complicaba las posibilidades
de certificar los nacimientos; el porcentaje de registro de matrimonios
sigue siendo arbitrario; muchas mujeres no poseen bienes inmuebles a su
nombre; y están sometidas al cuidado del padre o del marido después del
matrimonio. Así, la implementación de la CAA y del registro nacional de
ciudadanía (National Register of Citizenship, NRC) establece un nuevo orden,
una nueva definición del margen y una nueva hegemonía, lo que supone una
grave amenaza para las mujeres de todas las comunidades, castas y clases.

 

La creciente alfabetización del mundo rural y la movilidad urbana de las
mujeres ya no permiten ocultarles estos peligros. Estas mujeres jóvenes
representan en muchos casos la primera generación de su familia en cursar
estudios universitarios. Para ellas, verse postergadas a un estado de falta
de libertad, que han podido ver en sus madres o abuelas, ya no es aceptable.
De ahí que todo lo que ponga en peligro la realización de sus aspiraciones y
obstaculice su movilidad le lleve a participar decididamente en las
protestas contra la ley discriminatoria.

 

La alfabetización es, de hecho, otra razón en sí misma de la mayor
participación de las mujeres. El aumento sustancial del número de
estudiantes femeninas en la educación superior implica que ahora las jóvenes
viajan más, se alojan en residencias o pisos compartidos, con lo cual se
vuelven independientes y controlan sus propias vidas. Esta emancipación de
la familia y el mayor sentido de la propiedad de su persona las animan a
expresarse, a rebelarse y a levantar la voz, incluso contra el Estado. Esta
capacidad se ve reforzada gracias a la tecnología: un mundo digital más
rápido está cambiando la manera en que las generaciones más jóvenes de
mujeres se relacionan con el mundo, en muchos casos adaptando la tecnología
a un ritmo más rápido que los hombres.

 

El uso de teléfonos inteligentes y la participación en colectivos a través
de las redes sociales son factores cruciales que contribuyen a adquirir un
mayor sentido de la libertad y desempeñar un papel más activo en la opinión
pública y el espacio público. La digitalización del espacio es por tanto un
instrumento formidable en la movilización política de las estudiantes. Las
mujeres no están dispuestas a renunciar a todo ello en nombre de simples
documentos y decretos perversos sobre la ciudadanía. Asimismo, entre las
usuarias más jóvenes se denota un apetito de información y datos que este
gobierno deniega insistentemente, con lo que la juventud se muestra temerosa
de su futuro y su bienestar.

 

Finalmente, podemos concluir con un motivo retrospectivo para explicar el
aumento de la presencia de mujeres en las manifestaciones. Este motivo puede
parecer inocuo desde la distancia temporal, pero no lo es. Si miramos atrás
con esmero, observaremos que la generalización del almuerzo en las escuelas
en el segundo ciclo de primaria comenzó durante el primer mandato del
gobierno de la Alianza Progresista Unida en 2004. La idea entonces consistía
en atraer a niños y niñas a ir a la escuela con el fin de reducir la tasa de
abandono escolar y proveer a las chicas de suplementos nutritivos. En los
años subsiguientes, la comida de mediodía fue un éxito arrollador,
reduciendo tanto el absentismo como el desequilibrio de género en las
escuelas. Las niñas de familias pobres, que de este modo se veían
incentivadas a asistir a clase, se hallan ahora en el grupo de edad de 18 a
25 años.

 

Son las que se han beneficiado de la expansión de la enseñanza y conocen los
imperativos éticos de la educación pública libre y del aprendizaje sin
trabas al margen de los orígenes de cada una. Así, en estas circunstancias,
si saben que una ley como la CAA va a privarles a ellas o a sus madres de
sus derechos de ciudadanía, o a ambas, o si saben que debido a su origen
familiar van a ser enviadas a campos de detención, que se les denegarán sus
derechos como ciudadanas o temen perder sus títulos y sus derechos por
simples decisiones arbitrarias, ¿qué van a hacer? Harán lo que tienen que
hacer: encabezar valerosamente las manifestaciones de protesta en todo el
país. 

 

* Sangbida Lahiri es profesora del Departamento de Estudios Asiáticos y
Sudasiáticos de la Universidad de Calcuta, Kolkata.

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