Estados Unidos/ La lógica perversa del sistema judicial: de Guantánamo a Washington [Amy Goodman/Denis Moynihan]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Ene 31 00:12:24 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

31 de enero 2020

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Estados Unidos

 

La lógica perversa del sistema judicial estadounidense: de Guantánamo a
Washington

 

Amy Goodman/Denis Moynihan

Democracy Now!, 24-1-2020

https://www.democracynow.org/es/

 

En Estados Unidos, todas las miradas están puestas esta semana en el Senado,
donde se desarrolla el juicio político contra el Presidente Donald J. Trump.
Trump es el tercer presidente que es sometido a un juicio de destitución en
la historia del país. Mientras tanto, lejos de la mirada pública, en la base
naval de Estados Unidos en la Bahía de Guantánamo, Cuba, se está
desarrollando otro juicio importante. Tras el alambre de púa del denominado
“Campamento Justicia”, cinco de los 41 prisioneros que siguen detenidos en
Guantánamo –acusados de haber cometido los atentados del 11 de septiembre de
2001– asisten a las audiencias preliminares al juicio a casi 20 años de los
atentados.

 

Uno de los testigos del juicio es el Dr. James E. Mitchell, un psicólogo
retirado de la Fuerza Aérea que, junto con su socio, el psicólogo John
“Bruce” Jessen, elaboró y llevó a cabo el programa de tortura de la CIA
después de los atentados del 11 de septiembre. Los doctores Mitchell y
Jessen participaron activamente en las sesiones de tortura en los centros de
detención clandestinos de la CIA. Ambos han sostenido durante mucho tiempo
que eran tan solo contratistas que recibían órdenes de la CIA. A pesar de no
que no contaban con experiencia previa en técnicas de interrogatorio, el
gobierno de Estados Unidos les pagó la generosa suma de al menos 81 millones
de dólares con dinero de los contribuyentes por la elaboración del programa
de tortura. La tortura es un crimen de guerra y quienes torturan deberían
ser enjuiciados. Sin embargo, el Dr. Mitchell no es quien está siendo
juzgado esta semana. De hecho, dijo en forma desafiante ante el tribunal
“Volvería a hacerlo”. Mitchell estaba sentado en la sala del tribunal a unos
pasos de las víctimas de sus sesiones de tortura.

 

La audiencia preliminar llevada a cabo esta semana en Guantánamo es un
intento de los abogados defensores de los cinco prisioneros —que podrían ser
condenados a la pena de muerte— de eliminar las declaraciones realizadas por
los acusados ante el FBI mientras eran torturados por la CIA o
inmediatamente después. Uno de los prisioneros es el supuesto autor
intelectual de los atentados del 11 de septiembre, Khalid Sheikh Mohammed,
que fue sometido a ahogamiento simulado 183 veces. En algunas o todas las
ocasiones, Mitchell estuvo a cargo de la tortura. El ahogamiento simulado es
una técnica de tortura que consiste en colocar agua y una toalla mojada en
la boca y la nariz de la víctima para llevarla al borde de la sofocación,
simulando el ahogamiento.

 

Mitchell y Jessen evitaron utilizar la palabra “tortura” y prefirieron, en
cambio, el eufemismo “técnicas intensivas de interrogatorio”. La Unión
Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés)
demandó a Mitchell y Jensen en nombre de dos prisioneros de la CIA y de los
familiares de otra víctima de tortura de la CIA, Gul Rahman, que falleció
tras haber sido sometido a un brutal interrogatorio y tortura en un centro
de detención secreto de la CIA en Afganistán. En la demanda, la ACLU resumió
algunas de las “técnicas intensivas de interrogatorio”: “Los métodos de
tortura diseñados por Mitchell y Jensen, que fueron utilizados contra los
tres hombres, incluyen golpearlos contra las paredes, colocarlos dentro de
cajas similares a ataúdes, exponerlos a temperaturas extremas y a música
estridente, hacerlos pasar hambre, infligirles diferentes tipos de tortura
mediante el uso de agua, privarlos del sueño durante días y encadenarlos en
posiciones sumamente incómodas a fin de provocarles dolor y mantenerlos
despiertos durante varios días”.

 

Mitchell y Jessen dijeron que analizaron y tomaron como modelo las técnicas
impartidas a las fuerzas armadas de Estados Unidos para evitar la captura o
para resistir la tortura y el interrogatorio en caso de ser capturados. Ese
programa de entrenamiento militar se denomina “SERE”, sigla que significa
“supervivencia, evasión, resistencia y escape”. En teoría, el programa SERE
fue elaborado para ayudar a las personas a sobrevivir. Mitchell y Jessen
elaboraron técnicas para dañar a las personas, no para ayudarlas. Esta
distinción fundamental planteó preocupaciones éticas entre los miembros de
la Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés).
Las preocupaciones fueron desestimadas por la dirección de la organización,
que quería complacer al gobierno del entonces Presidente George W. Bush.
Durante años, psicólogos opuestos a la tortura llevaron a cabo una campaña
para cuestionar la complicidad de la APA, la mayor asociación de psicólogos
profesionales del mundo, con el Pentágono y la CIA. Finalmente se destituyó
a los directores de la APA y la asociación prohibió a sus miembros
participar en interrogatorios de ese tipo.

 

Durante su campaña para ganar la candidatura a la presidencia por el Partido
Republicano en 2015 y 2016, Donald Trump habló muchas veces a favor de la
tortura, a pesar de que universalmente se reconoce que genera información
falsa y poco fiable. En uno de los debates antes de las elecciones
primarias, Trump se jactó: “Reinstauraría el ahogamiento simulado y volvería
a utilizar muchas técnicas peores que esa”.

 

En una entrevista con Democracy Now!, Baher Azmy, director de asuntos
jurídicos del Centro por los Derechos Constitucionales, una organización de
defensa legal sin fines de lucro que ha representado a muchos prisioneros de
Guantánamo, reflexionó sobre el juicio político a Donald Trump y los
tribunales militares de Guantánamo: “Ambos juicios son, de algún modo, una
farsa. En lugar de llevar a cabo un juicio penal tradicional de acuerdo al
Artículo III, se creó el proceso de los tribunales militares, a fin de
evitar la rendición de cuentas por los crímenes de guerra y, en el juicio en
el Senado, el objetivo es evitar la rendición de cuentas por abuso de
poder”.

 

Desde Washington, D.C. hasta la Bahía de Guantánamo esta semana ha quedado
en evidencia la lógica perversa del sistema de justicia estadounidense.

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