Bolivia/ "Yo no creía en la necesidad de generar nuevos liderazgos" [Evo Morales - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Ene 31 12:01:03 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

31 de enero 2020

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Bolivia

 

Con Evo Morales

 

“Yo no creía en la necesidad de generar nuevos liderazgos” 

 

El expresidente de Bolivia duda de que el nuevo gobierno reconozca un
eventual triunfo del Mas en las elecciones de mayo. Insiste en la
legitimidad de su intento de reelección y cree que la solución al problema
de los liderazgos en la izquierda regional pasa por un cambio de mentalidad
en los latinoamericanos. En diálogo con Brecha, arremetió contra quienes
cuestionan el modelo extractivo en su país y habló sobre su vínculo con el
feminismo.

 

Fabián Kovacic, desde Buenos Aires

Brecha, 31-1-2020

https://brecha.com.uy/

 

Camisa blanca de manga corta, pantalón negro y zapatos al tono, Evo Morales
circula por las oficinas de su búnker porteño en la calle Chile, barrio de
San Telmo, pegado a su teléfono celular. Es miércoles de mañana y el cierre
de candidaturas en Bolivia apremia, por los plazos: el último día es el 3 de
febrero. Desde temprano estuvo reunido con más de 20 representantes de
diferentes departamentos de Bolivia. En una sala grande definen los
candidatos de modo asambleario, todos en ronda. Tras la puerta cerrada se
escuchan las diferentes voces. Morales observa, escucha, opina. Sale de la
oficina y ante la expectativa de los cronistas saluda sonriente, camina,
entra en otra oficina, habla con un interlocutor en Bolivia. El equipo de
Brecha había sido citado para la entrevista con el expresidente a las 8.30.
La espera termina a las 12.45, cuando Evo Morales finalmente ingresa al
salón y se dispone a sentarse para responder a las preguntas. “Pido
disculpas por la demora”, dice.

 

Un día antes, Luis Arce, el candidato presidencial del Movimiento al
Socialismo (Mas) y ex ministro de Economía de Morales, aterrizó en suelo
boliviano para iniciar la campaña electoral. Lo esperaba el gobierno de
Jeanine Áñez con la amenaza de detenerlo bajo acusaciones de corrupción, el
lawfare de moda: por no controlar el uso del Fondo Indígena en diferentes
proyectos aprobados para su ejecución. La propia fiscal de la causa se
encargó de desmentir la existencia de una orden de detención contra Arce y
sólo le tomó declaración, a la espera de que sus abogados accedan al
voluminoso expediente de veinte cuerpos que forman la causa. Eso fue motivo
de debate en las oficinas de la calle Chile, donde ya manejan cifras de las
primeras encuestas: 35 por ciento de intención de voto para Arce y algo más
del 15 por ciento para Carlos Mesa. La mandataria Áñez aparece un poco más
abajo. El dirigente cívico Fernando Camacho y Jorge “Tuto” Quiroga ni
siquiera figuran con guarismos significativos, al menos según los sondeos en
manos del equipo de prensa de Morales. “Van a buscar perseguirnos”, dice el
expresidente, y los asambleístas asienten.

 

Cuando Brecha le pregunta por su posible candidatura prefiere esquivar el
tema. “Estoy para apoyar a los compañeros”, suelta al pasar. Al atardecer
del miércoles se conocerá el comunicado del Mas donde se informa que Evo
aceptó inscribirse como candidato a la Asamblea Legislativa Plurinacional.
Sin embargo, el documento aclara que la inscripción es sólo para habilitar,
legalmente y en los plazos establecidos por el cronograma electoral, una
eventual candidatura en caso de que las asambleas decidan elegirlo como
representante. “El debate de las candidaturas finales aún se está
desarrollando”, aclara el comunicado de prensa.

 

—Después de 14 años en el poder y tras el golpe de Estado ya consumado, ¿qué
enseñanzas saca en limpio y qué autocrítica hace hoy sobre su gestión?

 

—Primero, siempre con el pueblo, todo para el pueblo. Esa es la lucha
histórica de la gente marginada. La lucha viene desde la colonia, pasando
por la república. Y para estar con el pueblo nos pareció importante tener en
cuenta tres cosas: en lo político, la refundación de Bolivia; en lo
económico, la nacionalización; y en lo social, la redistribución de la
riqueza. Lo más difícil para mi gestión fue la refundación, dejar el Estado
colonial y contar con un Estado plurinacional en Bolivia, donde todos tengan
los mismos derechos. Se acabó el Estado impostor, las autoridades aparentes,
el Estado fallido, las amenazas de hacer desaparecer Bolivia. A partir del
Estado plurinacional [se impulsaron] las mejores oportunidades para los más
excluidos, que están dentro del movimiento indígena, y para las mujeres. Y
todo incluido en la Constitución. En lo económico, para estar con el pueblo,
han sido importantes las nacionalizaciones de los recursos naturales y de
las empresas estratégicas.

 

Acá hay una profunda diferencia con la derecha boliviana y con el sistema
capitalista, que consideran la salud y la vivienda como servicios. Para
nuestro movimiento son derechos. Los servicios básicos son un negocio
privado para el capitalismo. Mientras que para nosotros, en el socialismo
comunitario, son derechos humanos. Por lo tanto, nuestra defensa va no sólo
por los derechos individuales y personales, sino también por los derechos
colectivos y de la comunidad. En la cuestión del comercio, para estar con el
pueblo, es importante un programa de solidaridad, complementariedad y
competitividad.

 

—¿Y la autocrítica de su gestión?

 

—[Duda antes de contestar.] En el tema de autocrítica y debilidades… Cuando
tu hermano es presidente, algunos sectores tienen mucha y exagerada
ambición. Algunos reclaman incluso cosas indeseables para otros sectores
sociales. Entonces no están pensando en Bolivia, sino solamente para su
sector o para una legión de ciudadanos. Pero cuando se maneja con
transparencia el gobierno, con datos económicos, esos sectores lo entienden,
aunque les cuesta aceptarlo. Y quiero decir que en la lucha de clases,
ideológica, programática, es necesario discutir y trabajar. Los mismos
movimientos sociales nos decían en las reuniones que ellos no venían a
discutir y evaluar políticas sino a distribuir proyectos y obras. No querían
debate ideológico. Y eso hay que trabajarlo durante el proceso de
transformación. La realidad es que hay casi tres millones de bolivianos y
bolivianas que subieron de la clase humilde o pobre a la clase media y se
olvidaron de donde vienen, prefieren no tener compromisos con la sociedad, y
ya traen nuevas expectativas. No toman en cuenta que todavía hay muchas
familias en la situación en la que ellos estaban antes. 

 

—Eso es un desafío para todos los gobiernos progresistas de la región. Cómo
reaccionar ante las nuevas expectativas generadas tras las mejoras logradas
por las gestiones gubernamentales.

 

—Fue todo un desafío para nuestro gobierno, y falta mucho para saber cómo
reaccionar y seguir avanzando. En el caso de la administración, nosotros
trabajamos los datos y llegamos a la conclusión de que las exageradas
subvenciones estatales son una sangría para la economía nacional. No
garantizan el futuro económico del país. Hay que combinar la inversión
pública hecha para ampliar el aparato productivo con el aspecto laboral y
social. De ahí viene la redistribución de la riqueza que permite terminar
con la pobreza.

 

—Esos sectores que según usted reclaman demasiado al gobernante de turno,
¿son aquellos que en noviembre pedían su renuncia? Me refiero a la Central
Obrera Boliviana (Cob) y a algunos sindicatos mineros.

 

—No diría eso… Creo que el pedido de renuncia que ellos hicieron hacia mí
fue por una cuestión de miedo. Yo mismo no podía entender cómo la Cob podía
pedir mi renuncia para dar oportunidad a la derecha. Ese fue un error
político de la Cob, pero no por las reivindicaciones sectoriales de las que
hablé antes. Porque ellos mismos me han propuesto que sea candidato a
presidente, defendieron mi candidatura y se movilizaron por ella. Hubo un
momento en que los tomó el temor y se lanzaron a pedir mi renuncia. Eso lo
van a llevar como un error histórico.

 

—La postulación de Andrónico Rodríguez y de Orlando Gutiérrez, dirigente de
la Cob, ¿marca diferencias entre el Mas, la Cob y los mineros?

 

—No. Estamos unidos. Nunca antes hubo cuatro candidatos. Estamos todos
convencidos de que es importante la unidad, porque quien tiene la
responsabilidad de conducir el nuevo proceso cuenta con el apoyo de todos.

 

El modelo extractivista 

 

—Una de las cuestiones comunes a los gobiernos progresistas o de izquierda
de los últimos años es la generación de riqueza a través de una matriz
similar a la del neoliberalismo: el extractivismo. ¿Cómo se enfrenta este
problema?

 

—El sistema capitalista, además de destrozar el planeta, quiere que los
llamados países subdesarrollados se lo cuidemos para su beneficio. Eso no lo
comparto. Por supuesto que tenemos que cuidar el ambiente, y en eso soy un
convencido. El ser humano no va a poder vivir sin la madre tierra. Y ella va
a existir mejor sin el ser humano. Nosotros le planteamos a la Onu como
prioridad los derechos de la madre tierra. Recién hace 70 años que en el
mundo se dieron cuenta de que los seres humanos tenemos derechos y
aparecieron los derechos humanos, los derechos políticos, sociales y
económicos. Y recién en 2007 se declararon los derechos de los pueblos
indígenas. Pero lo más importante aquí es que los derechos de la madre
tierra no existen. Sin la madre tierra no hay vida, y por lo tanto, no hay
humanidad.

 

Cuando se trata de aprovechar nuestros recursos naturales con una
planificación a corto, mediano y largo plazo que respete los derechos de la
tierra, aquí eso no se vivencia. Cuando el neoliberalismo explotaba el
petróleo en reservas forestales, no había nadie que reclamara, ni las Ong ni
las fundaciones. Cuando nosotros llegamos al gobierno y empezamos a hacer
exploraciones respetando las zonas de reserva natural, empezaron las
protestas financiadas desde Estados Unidos o por multinacionales.

 

—Hay sectores de la izquierda no financiados por Estados Unidos que reclaman
contra el modelo extractivista…

 

—¿Quiénes son esos sectores en Bolivia? Son los troskos que se convierten en
la extrema derecha. Ahora se escucha en Bolivia la frase “Otra izquierda es
posible”. Y eso lo plantean los troskos. Durante el golpe [no hicieron] ni
una manifestación contra la dictadura, y se dicen de izquierda. No puedo
hablar de lo que ocurre en otros países con este tema de la explotación de
los recursos naturales. Pero te diré lo que hicimos en Bolivia. Dimos valor
agregado a nuestros recursos naturales para no tener dependencia en ciencia
y tecnología. Eso fue una prioridad.

 

¿Cuál es el problema que tenemos no sólo los sudamericanos, sino los
latinoamericanos en general? Algunos países plantean la liberación política,
social y cultural. Y mi experiencia me dice que hay que acompañarla con
liberación económica. La liberación política o ideológica sin liberación
económica no tiene mucho futuro. Nosotros con las nacionalizaciones hemos
garantizado esta liberación, económica y política. Pero el gran problema
latinoamericano es que después tenemos que pasar de la nacionalización a la
industrialización, con ciencia y tecnología. 

 

—¿Y eso no se logra con las llamadas tecnologías limpias?

 

—Eso tenemos que lograrlo, por supuesto, con la defensa de la madre tierra y
buscando y discutiendo nuevos caminos. Pero para eso los latinoamericanos
necesitamos avanzar en ciencia y tecnología.

 

El golpe y la OEA 

 

—Hablando del golpe: ya en 2015 y 2016, tanto Nicolás Maduro desde Venezuela
como “Pepe” Mujica en Uruguay habían desautorizado y criticado el rol del
secretario general de la Oea, Luis Almagro. ¿Por qué usted, incluso con el
golpe en ciernes, demoró tanto en darse cuenta del papel que ahora le
atribuye a Almagro, que va en esa misma dirección?

 

—Fue un error de parte del gobierno nacional [se refiere a su gobierno].
Almagro tiene doble discurso. Alababa nuestra economía, el proceso de
cambio. Entiendo que es un gran agente del imperio estadounidense y opera
con planes contra los pueblos, incluso sin respetar los estatutos de
fundación de la Oea. Debo reconocer como boliviano y como expresidente que
fue un error creer que Luis Almagro podría garantizar un proceso democrático
en nuestro país.

 

Pero pese al informe final de la auditoría electoral hemos ganado en la
primera vuelta. El informe observa 226 mesas con irregularidades. Si es así,
se piden nuevas elecciones en esas mesas y no en toda Bolivia. Si nosotros
tenemos en cuenta las 36 mil mesas del país, 226 son mucho menos del 1 por
ciento. Incluso si todos esos votos se hubieran contado para la oposición,
igual hubiéramos ganado en primera vuelta. Es un golpe de la Oea.

 

Reelección y Referéndum 

 

—Muchos de los gobiernos de izquierda o progresistas latinoamericanos no han
sabido generar una descendencia política de sus liderazgos. ¿Cómo se
soluciona esta carencia?

 

—[Duda, recorre la mesa con la mirada y juega con el grabador.] Yo no creía
mucho en eso… Pero ahora me convencí de que es un tema importante. No sé si
se trata de trabajar liderazgos de manera conjunta o cuál es la solución.
Nunca creí que fuera tan importante el líder que gestó transformaciones
profundas en cada uno de sus países. Hay que repensar esta situación.

 

De todos modos, sigo pensando que siempre está primero el proyecto político
de liberación, el programa del pueblo, y luego vienen los cargos
correspondientes. Así debe ser. Pero al parecer será una característica
latinoamericana que el pueblo dependa siempre de un líder. Hay que cambiar
la mentalidad de los latinoamericanos.

 

—Se lo pregunto porque usted perdió un plebiscito popular en 2016, cuando
quería volver a presentarse como candidato presidencial, y de todos modos
decidió insistir con el argumento de que “el pueblo lo pidió”. Y finalmente
todo terminó en un golpe de Estado. ¿Cómo se entiende esa argumentación?

 

—En ese referéndum ganó la mentira. 

 

—Pero usted mismo había admitido que estaba preparado para una eventual
derrota…

 

—Pero, por eso, distintos sectores sociales y políticos reaccionaron y
buscaron otra vía constitucional para habilitarme como candidato. Mi
candidatura no ha sido ilegal ni anticonstitucional. Se buscó jurisprudencia
en América Latina con casos ejemplares en Honduras, Nicaragua, Costa Rica…
No ha sido un invento de nosotros, los bolivianos.

 

Los dos feminismos 

 

—Hace algunos meses el exvicepresidente de Nicaragua durante la revolución
sandinista, Sergio Ramírez, declaró que la nueva izquierda debe concentrarse
en redistribuir la riqueza, pero no discutir la supremacía del capital.
¿Comparte esa visión sobre el rol de la nueva izquierda?

 

—La redistribución es importante, pero al margen de eso es importante de
manera paulatina cerrar las enormes brechas de desigualdad entre familias.
Es la única forma de garantizar el socialismo comunitario, del siglo xxi,
como usted quiera llamarle. La salud y la educación tienen que ser derechos
básicos entre los derechos humanos. Y además de eso tener una economía sin
profundas asimetrías, y para eso es importante la redistribución de la
riqueza.

 

—¿Cómo observa al movimiento feminista que va creciendo en América latina?

 

—Soy feminista. He peleado desde mis años de lucha sindical hasta la lucha
electoral para que las hermanas tengan los mismos derechos. Pero dentro del
feminismo hay dos líneas. Para un grupo de feministas el primer enemigo es
el varón y para otro grupo somos una familia, todos, respetando los derechos
de igualdad y equidad. En Bolivia, hasta 1952 las mujeres estaban totalmente
marginadas, igual que el movimiento indígena. No tenían participación. Y
tanto en la política electoral como en la sindical, la mujer siempre es más
honesta que el varón.

 

—¿Considera que su gobierno logró mejorar el estado de derechos de la mujer?

 

—Totalmente. Ahora más mujeres acceden a ser bachilleres [liceo y educación
secundaria] y a la universidad, y más mujeres salen profesionales. Hay más
esperanza de vida y, sobre todo, hay más mujeres en la Asamblea Legislativa
Plurinacional. En el mundo somos el segundo o tercer país en participación
legislativa de las mujeres.

 

—Usted ha tenido algunas frases machistas que la prensa se encargó de
recopilar, como aquella en la que dice “después de mis años de gestión me
voy con mi cato de coca, mi quinceañera y mi charango”…

 

—[Se ríe.] Yo soy bromista, me gustan las coplas populares. Y en Carnaval
las coplas populares tienen algo de machistas. Pero en mi gestión, como
nunca antes, se ha garantizado la equidad de género. Repito, las bromas
tienen algo de picante y son machistas, tanto en las coplas como en los
versos. Pero todas las bolivianas saben que soy feminista.

 

Elecciones y plan B 

 

—¿Qué datos manejan en las encuestas para las elecciones del 3 de mayo?

 

—Antes de definir los candidatos ya el Mas iba primero en todas las
encuestas. 

 

—¿Usted será candidato?

 

—Por ahora no tengo candidatura desde aquí.

 

—¿Qué pasa si el Mas gana las elecciones y el gobierno de Áñez no reconoce
su triunfo?

 

—Eso reclama un plan B. Yo también pienso que eso pasará. Pero falta mucho
todavía, habrá veedores internacionales, y el proceso electoral está en
pleno desarrollo.

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