Memoria/ Emma Goldman, una voz anarquista en la revolución rusa [Jesús Jaén]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Ene 31 12:04:14 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

31 de enero 2020

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Memoria

 

En el 80 aniversario de la muerte de Emma Goldman

 

Una voz anarquista en la revolución rusa 

 

Jesús Jaén *

Viento Sur, 30-1-2020

https://www.vientosur.info/

 

“Ninguna revolución podrá resultar exitosa como factor de liberación, a no
ser que los medios usados para impulsarla sean idénticos en espíritu y
tendencia a los propósitos pretendidos” (Emma Goldman (Mi desilusión en
Rusia, agosto de 1925)

 

Hace ochenta años que murió en Toronto Emma Goldman, una de las figuras
revolucionarias más importantes del movimiento libertario de finales del
siglo XIX y primer tercio del siglo XX. Sus últimos años estuvieron
vinculados a España a través de la CNT-FAI, apoyando a sus compañeros
anarcosindicalistas en plena guerra civil. Emma nació en 1869 en el seno de
una familia lituana y a los 16 años emigró a los Estados Unidos, donde se
vinculó a las luchas obreras a través del fuerte movimiento anarquista de
aquellos años. Trabajó como obrera en talleres de costura y como enfermera.
Pero donde destacó es como una gran agitadora.

 

Después de ser encarcelada y declarada “enemigo público número uno”; fue
deportada a Rusia a bordo de un barco el 21 de diciembre de 1919, (junto con
otros doscientos cuarenta y ocho prisioneros (entre los que también se
encontraba su pareja, el anarquista Alexander Berkman). En enero de 1920
llegaron a Finlandia y desde allí a Petrogrado. En Rusia se encontraron un
país asolado y devastado por el hambre, la guerra y una revolución agotada.

 

Emma Goldman llegó a la revolución rusa con los brazos y el corazón
abiertos, pero poco a poco, fue tomando conciencia de que la política de los
bolcheviques no era la que ella había defendido en América, ni en la se
podía confiar para alcanzar la emancipación de las clases trabajadoras que
ella con tanta pasión y ardor, había estado defendiendo junto a los
sindicatos obreros en los Estados Unidos. Allí fue reconocida como una de
las mejores agitadoras del movimiento anarquista, una feminista defensora de
los derechos de las mujeres y una impulsora de las primeras organizaciones
obreras.

 

Este artículo no pretende ser un resumen de toda su vida ni de toda su obra,
solo nos centraremos en dos años que pasó en Rusia. He decidido realizar
este pequeño homenaje porque considero que Emma Goldman (como me dijo un
amigo); es una de las grandes mujeres olvidadas. Como Louise Michel o André
Léo. Ahora que el movimiento feminista lucha por sus derechos es bueno
recordar la figura de Emma Goldman ochenta años de su muerte.

 

Emociones encontradas

 

Escribe Emma en su libro Mi desilusión en Rusia:

 

“El Petrogrado que yo encontré en 1920 era un lugar bastante distinto.
Estaba casi en ruinas, como si un huracán lo hubiera barrido por completo.
Las casas parecían viejas tumbas rotas de descuidados y olvidados
cementerios. Las calles estaban sucias y desiertas. Toda forma de vida se
había apartado de ellas. La población de Petrogrado antes de la guerra era
de dos millones, en 1920 era de quinientos mil.”

 

Una de las cuestiones más controvertidas para ella fue comprobar que en
muchos lugares, los anarquistas eran perseguidos por el gobierno soviético.
Los trabajadores de las fábricas del Báltico y los marineros de Kronstadt le
expresaron su amargura por el retorno a una situación que ellos calificaban
de esclavitud. Cuando Emma se lo comentaba a los compañeros bolcheviques con
los que convivía, estos le decían: “la libertad de expresión está muy bien,
pero durante un período revolucionario no nos la podemos permitir
plenamente”. El mismo Lenin lo había dicho en numerosas ocasiones, al
referirse a una situación en la que no tenían a favor a la inmensa mayoría
del campesinado y los peligros de la revolución eran numerosos. Los enemigos
brotaban por todas las esquinas, fueran antiguos aristócratas o burgueses, o
incluso miembros de los partidos socialistas revolucionarios o mencheviques.
Era evidente que se vivía una situación excepcionalmente dramática, los
bolcheviques seguían confiando en la revolución después de haber ganado la
guerra civil contra los ejércitos blancos.

 

Emma cuenta que la pregunta que se repetía en los círculos bolcheviques era
“¿para cuándo será la revolución en América?; dejando ver que toda la
esperanza de la Rusia revolucionaria estaba puesta en la inminencia de una
revolución en los países más avanzados. Sin embargo, ésta no se iba a
producir; los espartaquistas liderados por Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht
habían sido vencidos y sus dos principales dirigentes asesinados. El resto
de Europa y América salió de la primera guerra mundial en medio de una grave
crisis social y económica pero sin revoluciones socialistas. La Rusia
revolucionaria se estaba quedando aislada.

 

Emma veía lógico que, en una situación tan grave, el pueblo y las clases
trabajadoras pasaran penurias; pero lo que no le resultaba lógico -desde un
punto de vista anarquista-, era la falta de libertad para los partidos, la
prensa o los sindicatos comprometidos con otra idea de la revolución social
opuesta al partido bolchevique. Tampoco le parecía normal que los
principales miembros del partido bolchevique o del Estado socialista
tuvieran privilegios sobre el resto de la población. Emma estaba
particularmente sensibilizada con la actitud de los dirigentes de las
Checas.

 

Emma Goldman y Alexander Berkman sintieron enormes simpatías por la
revolución rusa y no poca admiración por los bolcheviques, pero las primeras
impresiones se fueron disipando poco a poco. Es cierto que habían conocido
muchos militantes bolcheviques abnegados, también era histórico el hecho de
que pudiera existir la primera República de los trabajadores en el mundo…
pero no era esa la sociedad que ellos tenían en mente cuando, desde América,
habían publicado la “enorme hazaña de los bolcheviques”.

 

1920: la militarización de la industria y el debate sobre los sindicatos

 

En diciembre de 1919 Trotsky lanza un debate al comité central tratando de
trasladar los éxitos militares del ejército rojo, al terreno de la economía.
Trotsky propone un debate que no trascienda a la sociedad pero Bujarin lo
filtra a Pravda. La idea de Trotsky consiste básicamente en militarizar el
trabajo hasta alcanzar una mayor productividad y, para eso, propone un
estado de excepción en el mundo laboral suprimiendo todas las libertades
sindicales y empleando si fuera necesario al ejército. Lenin no concuerda
plenamente con Trotsky pero sostiene la forma de nombramientos de jefes y
gerentes en las empresas, la supresión del control obrero, y defiende que el
papel del sindicato en la transición al socialismo es de educadores al
servicio del Estado socialista.

 

Por supuesto que estos planteamientos y otros similares no fueron bien
acogidos por los trabajadores ni por los sindicatos. Crearon un malestar
profundo, pero la falta de recursos, el hambre, las enfermedades, el gélido
invierno, la desmoralización y el agotamiento, no dejaban mucho margen para
las protestas y las huelgas. Como producto de esa situación en el seno del
partido se creó la Oposición Obrera liderada por Kollontai y el dirigente
metalúrgico A. Shiliapnikov.

 

Emma Goldman pasó todo ese tiempo visitando fábricas, ocupándose de mejorar
las condiciones de las familias y de los trabajadores, pero chocaba una y
otra vez con el muro de la administración socialista, la burocracia y la
desidia. Ya en 1920 relata la lucha de sectores de trabajadores en contra de
las medidas del gobierno. Un ejemplo es el sindicato de impresores que fue
intervenido por el gobierno y su junta directiva enviada a prisión. También
el sindicato de panaderos había sido suprimido y reemplazados por
comunistas: “me habían dicho que los panaderos eran unos pancistas, unos
shkurniks, porque andaban promoviendo huelgas, y solo los
contrarrevolucionarios pueden desear hacer huelgas a la república de los
trabajadores.”

 

1921: Kronstadt

 

Los sucesos de Kronstadt van a suponer un punto de inflexión en el proceso
que se había abierto en febrero de 1917 con la caída del zarismo. Para Emma
Goldman, el aplastamiento de la rebelión de Kronstadt será el final de su
relación con los bolcheviques. Los hechos que se produjeron son muy
conocidos; la situación en Petrogrado era insostenible para miles de obreros
y sus familias. En febrero de 1921 numerosas fábricas fueron a la huelga,
los marineros de Kronstadt que habían sido decisivos en octubre de 1917 para
la llegada al poder de los bolcheviques, se solidarizaron con el movimiento
y comenzó una rebelión. Los puntos que pedían eran casi los mismos que el
programa de los soviets cuatro años antes: elecciones libres para los
soviets, libertad de expresión y prensa para los partidos socialistas,
anarquistas o campesinos; libertad de reunión para los sindicatos obreros,
liberación de los presos políticos; abolición de los politotdel  (comisarios
políticos dentro del ejército), etc, etc. Se creó un comité formado
exclusivamente por obreros y marineros de Kronstad, en él estaban
representadas diferentes tendencias políticas.

 

El 4 de marzo se realizó una asamblea entre los máximos representantes
bolcheviques, entre ellos Zinoviev, con obreros en huelga y marineros, pero
lejos de llegarse a un acuerdo, las posturas se fueron radicalizando. Por su
parte Emma Goldman y Alexander Berkman fueron propuestos por los
trabajadores para mediar en el conflicto, pero el 7 de marzo de 1921, el
ejército rojo empezó a bombardear Kronstadt. Diez días más tarde y después
de rendirse a las tropas de asalto, comenzó una matanza injustificada.
Victor Serge y muchos miembros del partido quedaron horrorizados. En 1937,
veinte años después del triunfo de la revolución, escribió estas líneas:

 

“Hubiera sido fácil evitar la revuelta escuchando las quejas de Kronstadt,
discutiéndolas, dando así satisfacción a los marinos. El comité central
cometió el error enorme de nombrar como portavoz a Kalinin que se comportó
como un burócrata incapaz y duro, solo supo amenazar, se hizo abuchear.
Hubiera sido fácil, incluso cuando la batalla ya estaba empezada, evitar lo
peor: era suficiente aceptar la mediación ofrecida por los anarquistas
Goldman y Berkman, que tenían un contacto seguro con los insurgentes. Por
razones de prestigio, por exceso de autoritarismo, el comité central se
negó. En todo esto fue grande la responsabilidad de Zinoviev, presidente del
soviet de Petrogrado, que acababa de engañar a la organización del partido,
a todo el proletariado de la ciudad, a toda la población anunciando que el
general Kozlovski se había apoderado de Kronstadt a traición. Hubiese sido
fácil, humano, más político y más socialista, después de la victoria militar
conseguida sobre Kronstadt por Vorochilov, Dybenko y Tukhatchevski, no
recurrir a la masacre... La masacre que siguió fue abominable”.

 

Sofocada la rebelión de Kronstadt, los bolcheviques celebran su X congreso
que supondrá una vuelta más de tuerca. La Oposición Obrera es acallada, se
prohíben todas las tendencias dentro del partido, y se otorgan plenos
poderes al comité central. Además se aprueba una nueva política económica
(NEP), que supone un retorno a la iniciativa privada y al mercado.

 

Ante toda esta nueva situación, Emma Goldman, dice:

 

“Kronstadt rompió el lazo que me unía a los bolcheviques... En adelante no
podía seguir teniendo nada que ver con ellos”.

 

Emma reflexiona sobre el fin y los medios

 

Emma tenía la opinión de que Lenin y los principales dirigentes de la
revolución de octubre compartían con los jesuitas el famoso lema que
Maquiavelo había hecho famoso: “El fin justifica los medios”. Tenía
demasiados datos como para pensar que todo lo que había ido sucediendo esos
años no era producto de la casualidad o de errores puntuales. Había llegado
a la conclusión de que se trataba de un pensamiento coherente que ponía por
delante de la libertad y de los derechos sindicales el papel director del
partido y del Estado.

 

La creencia de que los bolcheviques se sentían los únicos capaces de llevar
adelante el socialismo, y que todos los demás estaban profundamente
equivocados o incluso eran cómplices de la burguesía, se iba haciendo cada
vez mayor. Emma, como otros militantes anarquistas y libertarios, encontraba
cada vez mayor relación entre el jacobinismo y el bolchevismo. Entre el
papel de Lenin y Trotsky en la revolución rusa y el de Robespierre y Marat
en la revolución francesa a partir de 1793. El mismo Lenin se lo había
comentado en una entrevista personal en el Kremlin cuando la dijo que las
libertades formales eran un prejuicio burgués.

 

Trotsky también lo había escrito en un folleto titulado Su moral y la
nuestra. En ese folleto decía que hay dos tipos de moral, una la burguesa y
otra la moral revolucionaria. Decía que los actos llevados a cabo por el
gobierno revolucionario de los soviets, como la toma de rehenes, la pena de
muerte, los interrogatorios de las checas, la represión de Kronstadt, etc,
etc.; eran absolutamente necesarios para sacar la revolución adelante. La
moral y la libertad son conceptos relativos dependiendo quién los defienda y
al servicio de quienes estén.

 

Para Emma Goldman ésta era una divergencia básica. No se podía prescindir de
la libertad y mucho menos a costa de la libertad de las clases trabajadoras
o campesinas. No se podía aceptar una doble moral (una burguesa y otra
revolucionaria) aplicada a conveniencia. No se podían poner los intereses de
un partido y de un Estado por encima de la lucha de clases y menos aún, del
proletariado. Por eso escribía con rabia:

 

“Esta perversión de los valores éticos pronto cristalizó en la consigna del
Partido Comunista que todo lo dominaba: el fin justifica los medios. No hay
mayor falacia que la creencia de que los objetivos y los propósitos son una
cosa y que los métodos y las tácticas son otra diferente...Toda experiencia
humana nos enseña que los métodos y los medios no pueden ser separados del
objetivo último. Los medios empleados se convierten, a través del hábito
individual y de la práctica social, en parte integrante del propósito
final...”

 

“El hoy es el padre del mañana. El presente proyecta su sombra sobre gran
parte del futuro...Los valores éticos que la revolución va a implantar en la
nueva sociedad deben venir generados por las actividades revolucionarias del
así denominado período de transición.”

 

Emma abandonó Rusia con su pareja A. Berkman, vivió y siguió manteniendo sus
convicciones anarquistas y colaboró con distintos movimientos obreros. En
1936 cuando estalló la guerra civil española, se unió a la causa de la
revolución social. Viajó varias veces a España para colaborar con la
CNT-FAI. Durante ese período pareció recobrar su antigua energía como
anarquista social pese a que se encontraba enferma y abatida por la muerte
de Berkman. Escribió artículos y asistió a numerosas reuniones tratando de
difundir la lucha del anarcosindicalismo español mediante una revolución
desde abajo, impulsando las colectivizaciones en la industria y en el campo;
y denunciando el papel del estalinismo. Murió en Toronto en 1940 y está
enterrada en Chicago junto a los anarquistas de Haymarket ahorcados el 11 de
noviembre de 1887.

 

Creo que hay personas que transcienden a su propia ideología, este es el
caso de Emma Goldman. Su vida y sus ideas estuvieron siempre en consonancia,
vivió como pensó y pensó como vivió. Creo que Emma Goldman sentía un
profundo amor por la libertad y la igualdad, pero ella no entendía esos dos
conceptos como algo separados. Para Emma no podía haber igualdad sin
libertad ni libertad sin igualdad. Estos son los dos grandes legados de una
mujer y una anarquista de otra época. 

 

* Jesús Jaén es miembro del Movimiento Asambleario de Trabajadores de la
Sanidad.

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