Estados Unidos/ "Para terminar con el poder de la policía, necesitamos movilizar el poder de los trabajadores" [Paul Heideman]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Jun 7 18:23:13 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

7 de junio 2020

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Estados Unidos



“Para terminar con el poder de la policía, necesitamos movilizar el poder de
los trabajadores”



Paul Heideman *

A l’encontre, 6-6-2020

http://alencontre.org/ameriques/

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa



Entre los muchos edificios quemados la semana pasada, uno de ellos resulta
ser un objetivo extraño: la sede de la AFL-CIO en Washington, DC. Algunos
atribuyeron las degradaciones que los manifestantes provocaron en el
vestíbulo del edificio, el domingo por la noche (31 de mayo), al fracaso de
la federación sindical en la búsqueda firme y decidida de la justicia
racial, pero la explicación más probable es que los manifestantes vieron
simplemente en la sede de la federación sindical un edificio de lujo más.



Es una tragedia. La sede de la mayor federación de sindicatos de los Estados
Unidos debería ser considerada como un símbolo de justicia racial y
económica. El hecho de que el hall de entrada de la sede sindical careciera
de significado especial para los que provocaron las degradaciones es, de
hecho, una denuncia de la AFL-CIO. Como declaró ayer el Sindicato Unido del
Transporte (ATU, por sus siglas en inglés) local de Washington DC en un
comunicado de prensa: "¿Por qué los jóvenes trabajadores negros y mestizos,
frustrados por la continua injusticia, no vieron a la AFL-CIO como su aliado
natural con más de un siglo de trayectoria en la lucha por la igualdad? ¿Por
qué no reconocieron que este acto era un incendio en su propia casa?"



Algunos sindicatos, entre los cuales la ATU -uno de los primeros en luchar
contra todas las formas de opresión- han dado muestras del potencial de la
clase trabajadora estadonuidense. En Brooklyn, cuando la policía trató de
usar un autobús urbano la semana pasada para transportar a los manifestantes
arrestados, el conductor del autobús se bajó y se negó a conducirlo. Su
sindicato lo apoyó. En Minneapolis, después de que un conductor de autobús
se negara a transportar a la policía, el sindicato local de la ATU emitió
una declaración en la que reafirmaba el derecho de los miembros a negarse a
colaborar con las operaciones policiales. El Sindicato de Trabajadores del
Transporte (TWU, por sus siglas en inglés), que representa a los
trabajadores de San Francisco en Nueva York, emitió un comunicado en el que
se afirma que sus conductores no están obligados a actuar como conductores
de la policía.



***



Todos estos trabajadores y sindicatos han tenido su lugar en la larga
historia de la acción antirracista de los sindicatos en los Estados Unidos.
Mientras que muchos, demasiados, ignoraron la injusticia racial, algunos
sindicatos, especialmente los vinculados a la izquierda socialista o
comunista, se comprometieron siempre en la lucha de una manera que es hoy un
modelo.



En 1946, inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, los
sindicalistas de Nueva York se movilizaron en apoyo a los hermanos Ferguson,
cuatro hombres negros (incluidos tres veteranos de guerra) que volvían a
verse después de la guerra en Freeport, Long Island. Después de que se les
negara la entrada a una cafetería blanca, los hombres fueron atacados por un
oficial de policía que disparó y mató a dos de ellos (el policía fue
inmediatamente felicitado por un juez y un fiscal). Junto con la NAACP
(Asociación Nacional para la Promoción de la Gente de Color) local, el
Partido Comunista (PC) y otras fuerzas, los sindicatos progresistas
desempeñaron un papel central en el movimiento por la justicia en Freeport.
El TWU, que cercano del PC en ese momento, abrió el camino. En un mitin, un
dirigente del TWU vinculó la lucha contra la brutalidad policial con los
movimientos anticoloniales, gritando: "Freeport, el TWU y las luchas en la
India son la misma lucha".



En aquellos años, el Sindicato de Maestros de Nueva York (TU-Teachers
Union), dirigido por el PC, denunció también a la policía. Una investigación
previa había revelado que más de cuatrocientos policías de la ciudad de
Nueva York eran miembros del Frente Cristiano, una organización fascista
fundada por el Padre Charles Coughlin (1891-1979, tele evangelista
católico). Vinculando el antisemitismo y el racismo anti-negro, el TU, que
contaba en a muchos judíos entre sus afiliados, hizo campaña para que el
alcalde despidiera a los policías vinculados a la organización.



En Los Ángeles, durante la posguerra los sindicatos también se movilizaron
contra la violencia policial. En 1948, un agente del Departamento de Policía
de Los Ángeles (LAPD) disparó y mató a Augustín Salcido, de diecisiete años,
mientras lo detenía por vender presuntamente relojes robados. El consejo del
CIO (Congreso de Organizaciones Industriales) de la ciudad, a la vanguardia
en la lucha por la justicia para Salcido, emitió inmediatamente una
declaración: "Miles de miembros mexicano-americanos de nuestro sindicato
pueden testificar sobre las palizas, intimidaciones, redadas policiales,
arrestos injustificados y terrorismo contra la comunidad mexicano-americana
en Los Ángeles".



El dirigente del sindicato United Office and Professional Workers of America
escribió una carta al alcalde en nombre de sus miembros, en la que le pedía
que fuera procesado: "Si (el oficial de policía) no es llevado ante la
justicia, este último ataque armado será una clara señal de la aprobación
oficial del terror contra los pueblos minoritarios". Cuando el oficial fue
absuelto, el CIO local condujo una delegación a una reunión con el jefe de
policía, instándolo a que lo despidiera.



***



Los ejemplos más recientes también muestran cómo los sindicatos participan
en la lucha contra la violencia policial. En 2014-2015, varios sindicatos
apoyaron las reivindicaciones de los activistas de Black Lives Matter (BLM).
El National Nurses United estableció un vínculo entre la violencia policial
y las disparidades raciales en materia de salud. En California, el Sindicato
de Trabajadores de la Industria Automotriz (United Auto Workers, UAW) local
presionó a la AFL-CIO para que eliminara de sus filas a los sindicatos de la
policía. El sindicato Communication Workers of America hizo pública una
declaración de apoyo al BLM (aunque es cierto que las evasivas denotan la
reticencia de muchos dirigentes sindicales a enfrentarse con los sindicatos
de la policía).



***



La participación de los sindicatos en las luchas contra el racismo no es
sólo un imperativo ético. Es crucial para el éxito de la lucha contra la
violencia policial y el racismo por, al menos, dos razones.



• En primer lugar, los sindicatos de la policía son un enemigo central de
los que manifiestan en las calles. Son partidarios de una legislación más
reaccionaria; se movilizan para defender a los miembros culpables de los
crímenes más atroces y, en general, muestran su desprecio hacia el gobierno
civil. Sin embargo, en la mayoría de las ciudades y estados, los sindicatos
de policía son tratados como miembros respetables de los consejos y
federaciones de sindicatos locales. A menudo trabajan en estrecha
colaboración con otros sindicatos municipales, desde los bomberos hasta los
maestros, para proteger los derechos de los trabajadores y los presupuestos
municipales. Debido a su tamaño y poder, la mayoría de los otros sindicatos
municipales no quieren distanciarse de ellos.



Y ese es un gran problema político. Si se quiere que la policía sea
financiada y a la vez controlada, esos sindicatos deben estar separados y
aislados del resto de los trabajadores organizados. Si los sindicatos de
policía son capaces de mantener un frente común con los demás sindicatos de
la ciudad, podrán seguramente resistir ante las eventuales tentativas de
recortar el presupuesto de la policía.



Para que se produzca una escisión, los propios miembros del sindicato
tendrían que tomar medidas. En los sindicatos del sector público en
particular, sus miembros tendrán que presionar a las direcciones para que se
pronuncien públicamente a favor de la lucha contra la brutalidad policial.
Los sindicatos tendrán que ir más allá de las declaraciones, dedicando
verdaderos recursos al antirracismo. Ese tipo de acciones ampliaría la
brecha entre los policías y otros trabajadores de la ciudad, permitiendo que
los sindicatos policiales se queden políticamente aislados y que la
institución policial sea más vulnerable a las reformas progresistas.



• En segundo lugar, todavía no está claro de dónde vendrá en última
instancia la fuerza para llevar a cabo la reforma de la policía. Si bien la
enorme energía empleada en contener a la policía en los últimos setenta años
ha hecho que la opinión pública se sensibilice a menudo sobre la opresión
racial, el éxito ha sido más que relativo en cuanto a la eliminación del
poder institucional de la policía. Es cierto que ha habido victorias contra
algunos oficiales de policía en particular, pero pocas victorias contra el
sistema en sí mismo.



El debilitamiento significativo de la policía exigirá un enorme poder
social, que deberá no sólo superar el poder institucional de los sindicatos
policiales, sino también el de los responsables capitalistas que defienden
la expansión de la policía. Para hacer frente a estos intereses, el
movimiento tendrá que movilizar fuerzas mucho mayores que las que actúan en
la actualidad. El movimiento tiene que ser capaz de ejercer su fuerza no
sólo a través de actos necesariamente breves, sino también a través de la
coerción organizada y no violenta contra el capital y el Estado.



No será ni simple ni fácil construir una alianza entre las luchas obreras y
antirracistas. Muchos sindicatos están contentos con el hecho de poder
alinearse con los sindicatos policiales, mientras que otros sindicatos va a
adoptar múltiples resoluciones, pero sin ninguna acción efectiva que las
acompañe. Pero los sindicalistas de base pueden hacer que esas instituciones
avancen, aunque sus dirigentes prefieran la inmovilidad. Cuando los
incendios empiecen a enfriarse y que surja la pregunta de adónde debe ir el
movimiento, esos trabajadores y trabajadoras son una fuerza capaz de aportar
una respuesta a esas interrogantes.



* Paul Heideman es titular de un doctorado en estudios estadounidenses de la
universidad Rutgers de Newark. Artículo publicado en Jacobin, 3-6-2020
https://www.jacobinmag.com/

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