Brasil/ Queremos respirar: la condición negra en tiempos de Bolsonaro y la pandemia [Esquerda Online - Editorial]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Jun 29 22:45:09 UYT 2020


  _____

Correspondencia de Prensa

29 de junio 2020

 <https://correspondenciadeprensa.com/> https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

  _____



Brasil



Queremos respirar: la condición negra en tiempos de Bolsonaro y la pandemia



Esquerda Online, editorial, 29-6-2020

https://esquerdaonline.com.br/

Traducción de Correspondencia de Prensa



Desde que asumió el cargo, Jair Bolsonaro ha tratado de poner en práctica un
proyecto neofascista basado en un discurso de muerte, la adopción de medidas
autoritarias destinadas a retirar las limitadas libertades democráticas
existentes y el cierre dictatorial del régimen político. Además, el gobierno
actúa para eliminar los derechos sociales, destruir y privatizar los
servicios públicos y el medio ambiente, y proteger los privilegios y
beneficios de los grandes capitalistas.



En condiciones económicas y sanitarias normales, este proyecto ya daría
lugar a la profundización del genocidio de la juventud negra, la degradación
de las condiciones de vida y la generación de pérdidas, dolor y sufrimiento
para la gran mayoría de los trabajadores. En tanto, la crisis sanitaria
resultante de la pandemia y, además del impacto en la salud de las personas,
lanza la economía brasileña, que ya estaba estancada, a lo que será la mayor
caída anual de su historia.



En este contexto, y potenciado por el discurso de la muerte del presidente y
algunos gobernadores, la policía está amplificando el número de asesinatos
de jóvenes negros y pobres en las periferias y las favelas. En 2019, 5.804
personas murieron por la acción policial en todo el país. Y, para tener una
idea, los registros de 2020 indican, para el estado de Río de Janeiro, un
crecimiento del 43% de las personas muertas por la policía en servicio. Esto
lleva a la alarmante marca de una muerte cada cuatro horas, entre las que se
encuentra el asesinato del niño João Pedro, con un disparo de rifle en la
espalda, mientras jugaba con sus amigos dentro de su casa.



Tan terrible es la situación que el 5 de junio, el Ministro del STF (Supremo
Tribunal Federal), Edson Fachin, se vio obligado a emitir un mandato
judicial que prohibía, por razones humanitarias, las operaciones policiales
en las favelas de Río de Janeiro mientras dure la pandemia. El estado de São
Paulo, a su vez, se enfrenta a la mayor serie de asesinatos en la historia
de la policía desde 2001. Y en el estado de Ceará, gobernado por Camilo
Santana del PT (Partido de los Trabajadores), la letalidad policial se
duplicó después del comienzo de la pandemia.



Por otro lado, sólo en el mes de mayo, la reducción de la actividad
económica eliminó millones de puestos de trabajo. Y, desde su inicio, la
crisis ha tenido un profundo impacto en los ingresos de las familias más
pobres, especialmente las que viven del trabajo informal. La mayoría de
estas familias han sido apoyadas por el beneficio social de la ayuda de
emergencia, en la cantidad de 600 reales (algo más de 100 dólares)
conquistado después de una intensa lucha de la oposición contra la propuesta
inicial del gobierno de un beneficio de sólo 200 reales. Aun así, la
prestación pagada a 63,4 millones de personas no ha llegado a la mayoría de
los que la necesitan y no es suficiente para garantizar el mantenimiento de
las familias en cuarentena y el desempleo.



El racismo estructural y la pandemia



A la profundización de la violencia policial contra la población negra y la
degradación de las condiciones económicas que experimenta la clase obrera se
añade, como tercera dimensión de la política de muerte del gobierno

de Bolsonaro, la falta de control intencional sobre la expansión de las
contaminaciones y las muertes por el nuevo coronavirus.



Mientras escribimos estas líneas, hay 1,4 millones de casos confirmados y
casi 58.000 muertes por Covid-19. Pero algunos expertos calculan que el
número de infectados puede ser de cinco a diez veces mayor que el número de
casos confirmados.



El virus, que llegó al país a través de los miembros de las elites y las
clases medias, afecta ahora especialmente a los moradores de las periferia.
En la ciudad de São Paulo, por ejemplo, el contagio en los barrios de
trabajadores pobres y negros es hasta cinco veces mayor que en los barrios
de clase media. El contagio continúa su marcha expansiva y se extiende hacia
el interior del país.



Y justo en el momento más grave de la expansión de la pandemia, y cuando en
diferentes estados el sistema de salud está a punto de colapsar, los
gobernadores y alcaldes de todo el país se lanzan a reabrir negocios,
centros comerciales, gimnasios, iglesias, empeorando aún más el hacinamiento
del transporte público y generando condiciones favorables para la
propagación del virus y la expansión del contagio.



De esto se desprende que, desgraciadamente, a pesar de estar debilitado,
Bolsonaro ha conseguido imponer su política de muerte en el país. Se impone
la dura y cruda realidad del capitalismo brasileño de naturalizar la
rentabilidad de los grandes empresarios y especuladores, lo que contrasta
con la dramática situación que vive la gran mayoría de los trabajadores,
especialmente la población negra. En esta naturalización de muertes por
covid-19, la matriz racista del capitalismo brasileño y del Estado vuelve a
funcionar, y con toda su fuerza, es decir: las vidas de los negros tienen
poco o ningún valor.



Los registros oficiales muestran que un joven negro es asesinado cada
veintitrés minutos en Brasil. Esto corresponde a una masa de 22.850 jóvenes
negros de las periferias y favelas brasileñas asesinados cada año. Un
verdadero genocidio, que ha sido denunciado durante décadas por los
movimientos negros. Un genocidio que resiste al tiempo y a los ciclos
políticos e impregna el mandato de los diferentes gobiernos, que no dio
tregua ni siquiera durante los trece años de gobiernos petistas - cuando se
combinó, contradictoriamente, con la aplicación de políticas de promoción de
la igualdad racial, como la política de cupos raciales para el acceso a las
universidades públicas.



Mientras haya racismo no habrá democracia



El levantamiento negro iniciado tras el asesinato racista de George Floyd
por el policía Derek Chauvin se apoderó de todos los Estados Unidos y puso
en marcha, bajo la dirección del pueblo negro, y especialmente de las
mujeres negras, una inmensa masa de explotados y oprimidos.



En términos programáticos, el levantamiento antirracista masificó la demanda
del derecho de los negros y las mujeres negras a una vida libre de violencia
y brutalidad policial, la demanda de la reducción de los recursos destinados
a las corporaciones policiales y la reorientación de estos recursos hacia la
educación y los servicios de salud pública y para garantizar una vivienda
digna, especialmente para los afroamericanos. El levantamiento también puso
en la agenda la noción del carácter sistémico del racismo y, por lo tanto,
la comprensión de que sólo puede superarse mediante cambios estructurales en
el capitalismo estadounidense.



Bajo la influencia de lo que ocurría en los Estados Unidos, una ola de
protestas antirracistas se apoderó de Europa y llegó a Israel y Palestina.
El lema "la vida de los negros importa" se ha globalizado y la comprensión
de que la violencia policial contra los negros y otros grupos humanos
racializados en diferentes partes del mundo es un problema sistémico ha
adquirido la conciencia de sectores más amplios que sólo pequeños nichos en
la vanguardia de los activistas antirracistas, socialistas, antifascistas y
del movimiento social. Los actos de derribo de estatuas de antiguos
comerciantes de esclavos y colonizadores han puesto de relieve la expansión
de una difusa conciencia anticolonial y antiimperialista en amplios sectores
de la juventud.



En Brasil, el choque de conciencia provocado por el levantamiento de los
negros americanos no demostró la fuerza que se expresaba en Europa, sino que
ayudó a impulsar las acciones de calle que habían iniciado los partidarios
organizados, en São Paulo, Porto Alegre y Brasilia, contra el fascismo, en
defensa de la democracia y de Fuera Bolsonaro, dándoles un tono más negro y
añadiendo, con cierto énfasis, las banderas de la lucha antirracista. Esta
combinación de cosas hizo posible ampliar el debate y dio más visibilidad a
la cuestión racial en Brasil. Y cada vez más iniciativas nuevas de los
movimientos negros están surgiendo.



Es importante destacar que ya antes del levantamiento en los Estados Unidos,
una serie de colectivos que actuaban en las periferias desde antes de la
pandemia, formados principalmente por moradores de la comunidad, venían
realizando acciones solidarias, recolectando dinero, provisiones, productos
de limpieza, máscaras, e incluso organizando el cuidado de los infectados
por el covid-19 en las favelas. Estas iniciativas dirigen sus esfuerzos
hacia el mantenimiento de la vida de los negros, suministrando a través de
la auto-organización del pueblo negro y la clase obrera los medios de
reproducción social negados por el Estado.

}

También fue importante el giro que dieron las organizaciones tradicionales
de los movimientos sociales del país para apoyar estas acciones. El MST
(Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra) por ejemplo, distribuye
bajo su coordinación toneladas de alimentos producidos en asentamientos
rurales. El MTST (Movimiento de los Trabajadores Sin Techo) actuó en la
organización del registro de las familias más necesitadas para que pudieran
recibir la ayuda e incluso registrarse para recibir el ingreso de
emergencia. Y muchos sindicatos de todo el Brasil también están organizando
campañas de solidaridad.



Avanzando en la lucha antirracista



El Manifiesto "Mientras haya racismo no habrá democracia", lanzado por la
Coalición Negra por Derechos, ya reúne alrededor de 60 mil firmas, y puede
desempeñar un papel importante en la organización de acciones antirracistas
en el país. Más que eso, el manifiesto saca a la superficie un debate que
nunca ha sido tomado con la centralidad que merece la mayoría de las
organizaciones y dirigentes que luchan por los derechos y la democracia en
el país acerca de la combinación entre el carácter estructural del racismo y
la forma "normal" de funcionamiento de la democracia brasileña. Y avanza
programáticamente con respecto a la noción de que, además de la defensa de
una democracia que dialoga con el racismo estructural, es necesario llevar a
cabo un conjunto de transformaciones estructurales, de orden político,
económico y social, que permitan la formación de una verdadera y sustantiva
democracia sin racismo.



En la disputa política y programática sobre la comprensión del racismo
brasileño y sobre los medios para su erradicación, merece mucha atención. La
Red Globo, las ONG financiadas por grandes empresas y los influenciadores
digitales sin ningún compromiso con las luchas sociales se lanzan
abiertamente a esta disputa. Defienden que es posible luchar contra el
racismo a través de pequeñas acciones individuales, o luchar contra la
desigualdad a través de donaciones de grandes empresas - irrisorias en
comparación con su capital - manteniendo la misma estructura social desigual
y racista que nos trajo aquí. El Manifiesto "Mientras haya racismo no habrá
democracia", afortunadamente, apunta en otra dirección, que merece ser
desarrollada y estimulada. Y cuanto más lo sea, más organización colectiva y
acciones prácticas se generarán a su alrededor.



En el contexto de esta disputa programática, merece destacarse la histórica
participación de Silvio de Almeida en el programa Roda Viva, de la Red
Cultura, el pasado lunes (22 de junio). Silvio subrayó el carácter
estructural del racismo, sin dejar margen para soluciones individualistas. Y
cuando dice que "Ser antirracista es, por lo tanto, incompatible con la
defensa de las políticas de austeridad" y que "Ser antirracista es
incompatible con todo lo que no sea la defensa del SUS (Sistema Único de
Salud)", por la autoridad intelectual que conquistó, contribuye a la
popularización de un programa de lucha y transformación antirracista que
apunta a la imposibilidad de superar el racismo sin superar la desigualdad
social y el sistema de explotación y opresión capitalista que genera esa
desigualdad. Esta lucha política programática que se desarrolla hoy en las
periferias, en la academia, en las organizaciones políticas y en los
movimientos sociales, tendrá un alto perfil en las elecciones municipales de
este año. Para ayudar a movilizar y organizar a los negros, que constituyen
la mayoría de los trabajadores de nuestro país, y para señalar un camino
político para superar el racismo, es fundamental que la agenda antirracista
esté a la cabeza de los programas de los partidos de izquierda, pero también
es vital que se amplíen los espacios para las candidaturas de negros.



En este sentido, una gran noticia viene de Belo Horizonte/Minas Gerais,
donde el PSOL (Partido Socialismo y Libertad) ya se definió por la
pre-candidatura de Áurea Carolina, mujer negra, madre y militante
antirracista, actualmente diputada federal por el partido, o también la
noticia de que Renata Souza, diputada del PSOL en Río de Janeiro, ha
anunciado su pre-candidatura para la alcaldía de Río de Janeiro. Al igual
que en el movimiento Vidas Negras Importan, una vez más las mujeres negras
se sitúan a la vanguardia de la transformación social y la reorganización
política de nuestro país y del mundo

  _____





--
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20200629/28e9967b/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa