Estados Unidos/ La reapertura económica nos mandará al infierno [Mike Davis]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Jun 29 22:43:07 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

29 de junio 2020

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Estados Unidos



La reapertura económica nos mandará al infierno



Mike Davis *

A l’encontre, 27-6-2020

http://alencontre.org/ameriques/

Traducción de Correspondencia de Prensa



En la tarde del 26 de junio de 2020, el Washington Post publicó un artículo
sobre la situación de la pandemia del Covid-19 en los Estados Unidos. A
continuación, lo esencial del artículo: "El jueves 25 de junio se registró
un número récord de infecciones por segundo día consecutivo: más de 39.000
nuevos casos de Covid-19 en el territorio de los Estados Unidos, y varios
estados están restableciendo rápidamente la cuarentena. La voluntad de
reactivar la actividad económica en el país se ha revelado
contraproducente."



• El viernes 26 de junio, los estados de Texas y de Florida ordenaron el
cierre de los bares, unas semanas después de la reapertura, y este último
estado registró casi 9.000 nuevos casos. Nuevo México suspendió la etapa
siguiente de su plan de reapertura. "Me preocupa el hecho de que podamos
saturar el sistema de salud, los hospitales, las unidades de cuidados
intensivos", dijo el responsable  de la salud del estado de Mississippi al
periódico Clarion-Ledger: "No estoy hablando del otoño, sino de esta
semana".



• Y en Arizona, cuyo mantra para la reapertura fue "Vuelvan más fuertes",
cientos de habitantes de Phoenix hicieron fila durante horas el sábado
delante de un laboratorio de análisis concebido de manera tal que los
pacientes pudieran quedarse dentro del coche. El Washington Post, a través
de su departamento especializado, analizó el estado para entender cómo se
convirtió rápidamente en un epicentro de la crisis. "En momentos críticos,
los errores cometidos por algunos altos funcionarios han reducido la
confianza en los datos", dice el informe. "Y cuando más se necesitaba
paciencia, ya que el estado comenzó a reabrir, pese a la persistente
transmisión de la enfermedad en las distintas colectividades, un enfoque
abrupto y uniforme -sin puntos de referencia transparentes ni margen de
maniobra para que las zonas afectadas permanecieran confinadas- hizo creer a
gran parte del público que la pandemia se había terminado".



• El asalto asimétrico del virus a las comunidades negras puede contribuir a
explicar por qué el público subestimó tanto la crisis. Una nueva encuesta
del Washington Post-Ipsos reveló que casi uno de cada tres estadounidenses
negros conoce a alguien que murió de Covid-19, comparado con sólo el 9% de
los estadounidenses blancos".



A la luz de este informe de finales de junio de 2020, estimamos útil la
publicación del siguiente artículo de Mike Davis, escrito a finales de abril
de 2020. (Redacción A l’encontre)



***



Al llegar, casi, al quinto mes de la pandemia, millones de familias
trabajadoras sienten que han sido secuestradas y enviadas al infierno.



Según fuentes oficiales, el desempleo se acerca al 30% o más. Otros 20
millones de personas caerán inevitablemente por debajo del umbral de
pobreza. Una encuesta reciente de Pew reveló que el 60% de los latinos
declaran haber perdido su empleo o su salario, al igual que más de la mitad
de los trabajadores menores de 30 años.



Además del trabajo, millones de personas perderán todo aquello por lo que
han trabajado toda su vida: sus casas, sus pensiones, su cobertura médica y
sus cuentas de ahorro.



La mayoría de nosotros ya hemos vivido esa brutal sensación de derrumbe
económico: la "gran recesión" de 2008-2009. En un lapso de 18 meses, la
mayoría de las familias negras y latinoamericanas perdieron toda su riqueza
neta, y los egresados universitarios de medios no privilegiados cayeron,
aparentemente para el resto de sus vidas, en la economía de servicios con
bajos salarios.



Por eso tantos millones de personas se han unido para el New Deal detrás de
la bandera de Bernie Sanders. Pero la amenaza que se avecina es el
empobrecimiento y el hambre en una escala nunca vista desde 1933.



La gente necesita desesperadamente volver al trabajo para salvar lo que
puedan de sus vidas. Pero no por eso hay que escuchar el llamado de los
manifestantes de "MAGA" (Make America Great Again, el eslogan de las tropas
de Trump), esas marionetas manipuladas por los fondos de especulación y los
multimillonarios dueños de los casinos. Su canto de sirena para "reabrir la
economía" sólo puede acarrear una tragedia.



¿Dónde estamos ahora?



- Enviar a millones de personas a trabajar sin protección ni análisis sería,
para miles de ellas, una sentencia de muerte. Treinta y cuatro millones de
trabajadores tienen más de 55 años de edad; diez millones de ellos tienen
más de 65 años. Millones de trabajadores sufren de diabetes, problemas
respiratorios crónicos, etc., y muchos millones más tienen más de sesenta y
cinco años. ¿De casa al trabajo o a la unidad de cuidados intensivos y
después a la morgue.



- Se cuentan por millones nuestros "trabajadores esenciales" que se ven
enfrentados a peligros intolerables debido a la falta de equipo de
protección. Tendrán que pasar varias semanas antes de que los propios
trabajadores de la salud tengan el equipo que necesitan. Los trabajadores de
los depósitos de mercaderías, supermercados y comida rápida no tienen
ninguna garantía de recibir máscaras, a menos que lo exija la ley. ¿Es una
guerra? Entonces, el rechazo de Trump a utilizar las leyes existentes para
conseguir que el Estado federal organice la fabricación de máscaras y
respiradores es un crimen de guerra.



- En la situación actual, resulta increíble que se le proponga a la gente
hacerse análisis de sangre para un certificado de regreso al trabajo si sus
anticuerpos son buenos. Washington autorizó a más de cien compañías
diferentes a vender kits serológicos que no habían sido probados en humanos
y que no tenían el certificado de la FDA (Food and Drug Administration,
Administración de Alimentos y Medicamentos). Sus resultados son un desastre
y resulta imposible interpretarlos. Pueden pasar semanas antes de que los
funcionarios de salud pública tengan diagnósticos fiables que puedan ser
utilizados. Cuando los tengan, todavía llevará meses hacer pruebas a los
empleados/as y probablemente, no haya una cantidad suficiente con presencia
de anticuerpos para que las empresas cerradas puedan volver a funcionar con
seguridad.



- La hipótesis más optimista prevé una vacuna para la primavera de 2021, sin
que nadie tenga idea de cuánto tiempo durará la inmunidad. En la actualidad,
cientos de equipos de investigadores y pequeñas empresas de biotecnología
están trabajando en medicamentos para reducir el riesgo de insuficiencia
respiratoria y de graves lesiones cardíacas y renales. Pero ese esfuerzo de
investigación, aún siendo muy amplio, carece de coordinación y financiación
por parte de Washington.



Un lockout indefinido



En esencia, estamos ante un lock-out indefinido, confrontados a una
administración para la cual la destrucción del Servicio Postal de los EE.UU.
(su privatización) es una prioridad mayor que la urgencia de un programa
para producir test, equipos de seguridad y antivirales que permitan a los
Estados Unidos volver al trabajo.



Los cómplices de Trump son monstruos como Amazon, con la que Jeff Bezos ganó
25.000 millones de dólares en dos semanas, y United Health Group, la mayor
compañía de seguros de salud del mundo, cuyas ganancias crecieron en 4.100
millones de dólares en los primeros tres meses de la pandemia. Las
aseguradoras médicas obtuvieron ganancias inesperadas, ya que la mayoría de
sus miembros ya no pueden reservar operaciones y tampoco reciben ninguna
atención vital.



Como una erupción volcánica, la bronca crece rápidamente y se asoma a la
superficie en este país y necesitamos estructurarla para defender y
construir nuestros sindicatos, conseguir un seguro médico para todos y
expulsar a estos sinvergüenzas de sus tronos dorados.



Como hemos llegado a este punto



Para el año nuevo, brindábamos, les dábamos un beso a nuestros amigos,
cantábamos una canción de un revolucionario escocés, escrita hace siglos. Y
los médicos chinos informaron a sus colegas del mundo entero que el rápido
aumento de casos de neumonía aguda cerca de la ciudad de Wuhan se debía a
infecciones causadas por un virus anteriormente desconocido.



Una vez secuenciado, fue identificado como un "coronavirus". Hasta 2003, las
investigaciones sobre esta familia de virus se habían centrado en las graves
enfermedades a las que están expuestos diversos animales, como el ganado y
las aves de corral. Sólo se sabía que dos de ellos podían infectar a los
humanos, y como sólo habían provocado resfríos leves, los investigadores los
consideraron insignificantes.



En 2003, en un hotel de un aeropuerto chino, un viajero contagió a todas las
personas con las que se encontró en el hotel; una nueva epidemia viral había
comenzado. En 24 horas, el virus se había extendido a otros cinco países. El
Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) mató a uno de cada 10 pacientes.



El agente patógeno del SRAS fue identificado como un coronavirus, que los
murciélagos transmiten a pequeños y ágiles carnívoros llamados civetas
(Paradoxurus hermaphroditus, NdT), muy apreciados en la cocina del sur de
China. El SRAS llegó a 30 países y causó pánico a nivel internacional. Pero
tenía un talón de Aquiles: sólo era contagioso en la etapa en que las
personas infectadas mostraban síntomas como tos seca, fiebre y dolores
musculares. Debido a que era tan fácil de reconocer, el virus del SRAS fue
finalmente controlado.



Un virus similar apareció en 2012, pero esta vez, los camellos infectaron a
los murciélagos. Mató a 1.000 personas, principalmente en la Península
Arábiga. Sin embargo, como su propagación se debió principalmente al
contacto directo con los camellos, no fue considerado como causa de una
posible pandemia.



El virus furtivo



Los investigadores tenían la esperanza de que el virus mortal que hoy nos
ataca, un virus llamado SRAS-C0V-2, compartiera la mayor parte de sus genes
con el primer SRAS y, por lo tanto, también fuera fácil de detectar debido a
su correlación con los síntomas de los pacientes. Se equivocaron
trágicamente.



Cuatro meses después de que comenzara a circular en la raza humana, sabemos
que, a diferencia de sus predecesores, este virus vuela con las mismas alas
que la gripe: las personas que lo propagan no muestran signos visibles de
enfermedad. El agente patógeno actual está demostrando ser "furtivo" en
proporciones que superan con creces las de la gripe y que tal vez no tienen
precedentes en los anales de la microbiología. La tripulación del
portaaviones Theodore Roosevelt fue contaminada. La Marina lo analizó en su
casi totalidad y los doctores encontraron que el 60% de los infectados nunca
habían presentado ningún síntoma visible.



Un gran número de casos no detectados sería considerado como una buena
noticia siempre y cuando las infecciones produzcan una inmunidad duradera.
Pero no parece ser así.



Actualmente se están utilizando decenas de análisis de sangre para detectar
anticuerpos, ninguno de los cuales está certificado por la FDA, los
resultados son confusos y contradictorios y por ahora es imposible
establecer una autorización que garantice la presencia de anticuerpos para
volver al trabajo.



La investigación más reciente - se puede encontrar en LitCovid, el sitio web
del "National Institutes of Health"- sugiere que el coronavirus confiere una
inmunidad muy limitada y que el virus podría llegar a ser tan perenne como
la gripe. En ausencia de mutaciones significativas, es probable que la
segunda y la tercera infección sean menos peligrosas para los
supervivientes, pero hasta la fecha no hay pruebas de que sean menos
peligrosas para las personas no infectadas en los grupos de alto riesgo. El
monstruo Covid-19 nos perseguirá aún durante mucho tiempo.



Sabían que vendría



Sin embargo, la enfermedad no es la irrupción de algo completamente
desconocido, un asteroide biológico. Aunque su poder de contagio no estaba
previsto para un coronavirus, la pandemia es muy parecida al escenario
descrito anteriormente para una epidemia de gripe aviar.



Durante casi una generación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y
todos los principales gobiernos han estado planificando la forma de detectar
y de reaccionar ante una pandemia de ese tipo. Desde entonces, la
comprensión internacional de la necesidad de una detección a tiempo, de
grandes reservas de suministros médicos de emergencia y de la disponibilidad
de camas de cuidados intensivos ha sido muy clara. Lo más importante es que
los miembros de la OMS han estado de acuerdo sobre la necesidad de coordinar
la respuesta en conformidad con las directrices votadas por todos. Desde el
principio, la contención de la pandemia tan pronto como surgió fue crucial:
mediante la detección a través de pruebas generalizadas, el aislamiento de
los casos sospechosos y el rastreo de los contactos. Las cuarentenas en gran
escala, el cierre de ciudades, el cierre de grandes sectores de la economía,
deberían haber sido medidas de último recurso, y la planificación
generalizada de medidas preventivas podría haberlas hecho innecesarias.



Teniendo en cuenta estas perspectivas, después del brote de gripe aviar de
2005, el gobierno de los Estados Unidos publicó una ambiciosa "Estrategia
Nacional contra la Gripe Pandémica" basada en la constatación de que el
sistema de salud pública de los Estados Unidos, a todos los niveles, no
estaba en absoluto preparado para una epidemia a gran escala.



La estrategia se actualizó después del temor a la gripe porcina en 2009. En
2017, una semana antes de la investidura de Trump, el equipo saliente de
Obama y la nueva administración realizaron conjuntamente una simulación a
gran escala para evaluar la respuesta de las agencias federales y los
hospitales a tres posibles pandemias: la gripe porcina, el Ébola y el Zika.



La simulación, por supuesto, mostró la incapacidad del sistema para prevenir
epidemias y por la misma razón, para aplanar las curvas a tiempo. Parte de
los problemas revelados por la simulación fueron la detección y la
coordinación. Otra era la insuficiencia de reservas y por último, las
cadenas de suministro y los evidentes cuellos de botella, como la
dependencia de unas pocas fábricas en el extranjero para la producción de
equipo de protección esencial. Y por último, la incapacidad fundamental de
incorporar los avances revolucionarios de la biología en la última década
para construir un arsenal de nuevos antivirales y vacunas.



En otras palabras, los Estados Unidos no estaban preparados, y el gobierno
lo sabía.



La catástrofe y las fichas de dominó que caen



A finales de enero de 2020, se produjeron tres acontecimientos.



- En primer lugar, aunque la OMS había distribuido rápidamente cientos de
miles de equipos de prueba diseñados por científicos alemanes, el organismo
internacional se vio rápidamente marginado, ya que cada nación cerró sus
puertas, ignorando sus anteriores compromisos de ayuda mutua.



- En segundo lugar, tres países del este asiático, por contar con buenos
arsenales médicos y sistemas de salud con financiamiento único -Corea del
Sur, Singapur y Taiwán- contenían la epidemia con una mortalidad mínima y
períodos moderados de distanciamiento social. Después de los desastres
iniciales que permitieron que el virus lograse escapar gracias al tráfico
aéreo y que forzaron el cierre de Wuhan, China se movilizó a una escala sin
precedentes para sofocar rápidamente todos los brotes de Covid-19 en las
afueras de Wuhan.



- En tercer lugar, nuestros Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades (CDC: Centers for Disease Control and Prevention) decidieron
crear su propio kit de diagnóstico en lugar de utilizar el distribuido por
la OMS. El Covid-19 contaminó las líneas de producción del CDC y los kits de
prueba resultaron inutilizables.



Todo el mes de febrero fue desperdiciado, cuando todavía habría sido posible
hacer pruebas y rastrear los contactos para evitar el crecimiento
exponencial de la enfermedad. Esa fue la primera catástrofe.



La segunda tuvo lugar en marzo de 2020, cuando la gran cantidad de casos
graves y críticos comenzó a hacerse sentir en los hospitales. Cuando
empezaron a quedarse sin respiradores, sin máscaras N-95 y sin ventiladores,
los hospitales recurrieron a sus estados respectivos y luego a la Reserva
Estratégica Nacional (National Strategic Stockpile) del gobierno federal,
que había sido concebido específicamente para una epidemia como la de
Covid-19.



Pero los armarios estaban prácticamente vacíos. Las reservas se habían
agotado en 2009 durante el pánico provocado por la gripe porcina y a otras
crisis posteriores. La administración Trump había sido advertida
regularmente y en repetidas ocasiones de su obligación legal de reponer
estas existencias. Pero sus prioridades eran diferentes. La reducción del
presupuesto del CDC. La liquidación del Obama Care, (Affordable Care Act).



El resultado fue que millones de trabajadores en los Estados Unidos tuvieron
que enfrentar la enfermedad en hospitales, en residencias de ancianos, en el
transporte público y en los depósitos de Amazon sin la protección necesaria
cuya fabricación cuesta apenas unos centavos. Un hecho más que emblemático
del incumplimiento absoluto del deber de protección de la administración
Trump: El mismo día en que el Presidente encomiaba la "incomparable
superioridad científica y tecnológica" de los Estados Unidos, el New York
Times le dedicaba una página a instrucciones sobre "Cómo coser una máscara
en casa".



* Mike Davis, historiador, teórico urbanista y activista político de la
izquierda estadounidense. Es autor de Ciudad de cuarzo. Arqueología del
futuro en Los Ángeles (2003), Los holocaustos de la era victoriana tardía.
El Niño, las hambrunas y la formación del Tercer Mundo (2006), El coche de
Buda. Breve historia del coche bomba (2007), Ciudades muertas: ecología,
catástrofe y revuelta (2007), Después del neoliberalismo: ciudades y caos
sistémico (2009), Urbanismo mágico. Los latinos reinventan la ciudad
norteamericana (2012). Artículo publicado en Jacobin, 27-4-2020:
https://www.jacobinmag.com/ <https://www.jacobinmag.com/>

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