Estados Unidos/ ¿Y si el partido demócrata rechaza nominar a Sanders incluso si gana? [William Rivers Pitt]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Mar 1 17:31:04 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

1° de marzo 2020

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Estados Unidos



Primarias Partido Demócrata



¿Y si el partido rechaza nominar a Sanders?



William Rivers Pitt

A l´encontre, 28-2-2020

http://alencontre.org/

Traducción de Viento Sur

https://www.vientosur.info/



Casi todo los partidarios de Barnie Sanders con los que hablo estos días
manifiestan el mismo sentimiento ambivalente a nivel político. Se sienten,
al mismo tiempo, optimistas y aterrorizados, inquietos y contentos. ¿Por
qué? Su candidato es el claro favorito para lograr ser nominado candidato a
la presidencia por parte de un Partido demócrata cuyo núcleo duro central
[muy vinculado al establishment] no desea otra cosa que impedirlo.



El hecho de que el partido pueda abortar su nominación en la convención
nacional [que se celebrará el 16 de julio en Milwaukee, Wisconsin] alimenta
los temores en el campo de Sanders y mitiga su alegría. El aparato del
partido cuenta con los medios necesarios para hacerlo si se presenta la
oportunidad. Si lo hiciera, desconcertaría a mucha gente.



He aquí un ejemplo de las razones que alimentan esta ambivalencia en la
gente. Quienes desde el establishment demócrata han intentado convencer a la
gente que el éxito de Sanders en Iowa y New Hampshire no tiene ningún
sentido son los mismos en pretender que dichos éxitos equivalen a una
derrota segura y total ante Donald Trump el próximo 3 de noviembre.



"Si quieres tener un pastel, no lo puedes comer, porque si lo comes, ya no
lo tendrás". Los niños comprender mejor la dirección del Partido demócrata
este proverbio. El establishment del partido difunde profusamente este
sinsentido gracias a su enorme presencia en los media.



Sanders y el techo de cristal del establishment demócrata



La última línea de ataque contra Sanders ha sido que tiene un techo, que no
puede ampliar su base electoral más allá de los enojados estudiantes que
quieren la gratuidad y de los hiperactivos de Twiter que pueden estar, vaya
usted a saber, infiltrados al servicio de los rusos. "Sanders ha sembrado el
pánico en el establishment demócrata", se pudo leer en la portada de
Político el 24 de febrero. "Los moderados creen firmemente que una victoria
de Sanders en las primarias garantizaría la reelección de Donald Trump",
explica el artículo.



Sin embargo, en el mismo artículo se puede leer lo siguiente: "No se trata
solo de la victoria de Sanders, sino de la ventaja que está obteniendo, lo
que da miedo a los demócratas moderados. En un solo día, Sanders ha
demostrado que era capaz de ampliar su coalición más allá de su estrecha
base, que muchos suponían que limitaría su atractivo". En 2016, Sanders tuvo
problemas con el electorado afro-americano, pero en estas elecciones, ha
logrado reducir la diferencia entre él y Joe Biden [al que se le considera
que cuenta con una base electoral en ese sector] en Carolina del Sur. La
idea de que Sanders pudiera ser un candidato nacional realmente formidable
comienza a inquietar a los demócratas moderados.



Los resultados en Nevada confirman el empuje de Sanders, que sobresale a
través de detalles explícitos. Sanders ha logrado imponerse en prácticamente
todas las categorías que permitirían romper ese techo del que hablan los
demócratas moderados y que limitaría sus opciones nacionales: el electorado
latino, el electorado blanco, las mujeres, los hombres, el electorado
sindicalizado y no sindicalizado, y todas las franjas de edad salvo la de 65
y más años. Si bien Biden superó a Sanders entre el electorado negro de
Nevada, lo fue por un estrecho margen. Y Sanders avanza de forma regular en
ese sector. La prueba de fuego en relación al electorado negro será en
Carolina del Sur el 29 de febrero.



Quizá más importante aún, Sanders está en vías de lograr el apoyo de las y
los electores que no votan a menudo o que jamás han participado hasta ahora
en las primarías. En 2016 casi la mitad del electorado se quedó en casa. Si
Sanders logra llevarlos a las urnas, ello le permitiría poner en pie una
coalición amplia y potente. Dicho de otro modo, Sanders construye una
coalición que se asemeja a cómo el Partido demócrata se presenta en la
publicidad: el partido de la diversidad gracias a una amplia gama de
sectores de la población y de edad.



La estatua que no merece Sanders



Si Joe Biden, Mikel Bloomberg, Pete Buttigieg, Ay Klobuchar o Tom Steyer
estuvieran en vías de obtener los mismos resultados que Sanders, el partido
levantaría estatuas en su honor ante la sede del Comité nacional demócrata.
Sin embargo, con todas las bazas con las que cuenta Sanders, con todo el
impulso que disfruta y la ventaja que le otorgan los sondeos, el eslogan que
se impone es "Berni no puede ganar", lanzado por el establishment demócrata
casi en todas partes. El New Jork Times, la tv por cable MSNBC, el
Wahsington Post y otras publicaciones y canales difusión se hacen eco de
ello.



Si Elizabeth Warren o Tulsi Gabbard [diputada del 2º distrito de Hawái desde
2013) ocuparan el lugar que ocupa actualmente Sanders en las primarias,
ocurriría lo mismo. Esta es la realidad a la que se enfrenta todo candidato
progresista que se presente a la investidura demócrata. El partido es
violentamente alérgico a ese tipo de candidatos y candidatas desde la
debacle electoral de McGovern en 1972; más aún tras la revolución de Reagan
en 1980. Después que los Clinton se hicieron cargo del partido, su poción
mágica ha sido la de girar a la derecha con el objetivo de atraer al
electorado republicano moderado.



Ahora bien, a medida que el GOP (Great Old Party-Partido Republicano) se
desplaza más a la derecha, los demócratas continúan acercándose a ellos con
el fin de calmar al electorado que hoy en día encontraría intolerablemente
liberal a un republicado como Richard Nixon. Un fórmula condenada al
fracaso, cuyos resultados son evidentes. El relativo débil resultado de
Hilary Clinton no fue una excepción imprevisible, sino una señal de alarma
que el establishment demócrata se niega a tener en cuenta.



La capacidad del establishment para controlar la Convención



Cuando la mayoría del país no va a votar –a pesar de que el nivel de los
océanos aumenta, que el coste de la atención sanitaria sube por los cielos y
que la ficción de una economía sana se hace cada vez más evidente–, eso
significa que van por el mal camino.



Algunos media afirman que el Partido demócrata cambiará de opinión, que la
victoria será su nuevo elixir si Sanders es capaz de seguir ampliando su
éxito, porque los temores a perder estarán compensados por las ganancias en
regiones en las que los demócratas no osan poner los pies, como en Georgia,
Texas o Nevada. La energía de los resultados de las elecciones a medio
mandato [elecciones que se realizan en mitad de la legislatura para renovar
el conjunto de la cámara de representantes y 35 escaños, sobre 100, del
Senado] de 2018 no se ha apagado, y la palabra socialista ya no asusta tanto
como lo hacía antes, sobre todo entre el electorado joven que puede ser
determinante en estas primarias.



Sin embargo, hay una razón por la que Biden, Bloomberg, Klobuchard y
Buttigieg no abandonarán pronto la campaña: la convención de julio. Si
Sanders no obtiene suficientes delegados como para alcanzar la cifra de 1991
necesarios (sobre 3979), las reglas de la investidura del partido permiten
que los super-delegados [770, provenientes de electos y personalidades del
partido que tienen libertad para votar a favor del candidato que quieran]
puedan inclinar la balanza a favor de un determinado candidato, diferente al
candidato que tenga una mayoría neta de delegados. Esos cuatro delegados del
establishment citados arriba continuarán hasta el final, porque piensan que
pueden tener la posibilidad de ser nombrados si el partido decide no apoyar
a Sanders. Si, de una u otra manera, Warren supera a Sanders durante las
próximas primarias, ella se encontrará con el mismo problema frente a los
delegados de la convención: el dinero de Wall Street que nutre al
establishment demócrata teme a Warren tanto como a Sanders, si no más.



Ya ocurrió antes. La dirección del Partido demócrata rechazó apoyar a
McGovern en 1972 [senador de Dakota del Sur desde enero de 1963 a enero de
1981), incluso tras haber obtenido la investidura, en base a un cálculo
bastante cínico: pensaban que era preferible un segundo mandato de Nixon que
la pérdida del control del partido.



¿Harán lo mismo en la convención de Wisconsin este verano? Es posible. Lo
pueden hacer si Sanders no logra obtener la mayoría de delegados a lo largo
de las primarias y los caucus. Son las reglas.



Hay una escena en el film Major League [sobre el equipo de béisbol Cleveland
Indians], en la que el equipo descubre que la propietaria hace todo lo
posible para que pierdan y de ese nmodo aprovecharse financieramente de
ello. En la escena, el receptor (interpretado por Tom Berenger) dice "Pues
vale, supongo que no nos queda otra cosa que hacer que ganar este maldito
partido".



Para Bernie Sanders, para su campaña y para la gente que le sigue, es la
mejor y la única respuesta. Si Sanders llega a la convención con una mayoría
neta de delegados y delegadas, será difícil impedir que sea investido. Una
traición semejante a la luz del día rompería el Partido demócrata de tal
forma que incluso los más cínicos partidarios del establishment temerían
planteárselo.



Para el senador de Vermont no todo es de color rosa y reluciente. Su torpe
respuesta en la emisión 60 minutos de la CBS News a la pregunta de cómo
pensaba financiar su ambicioso programa abrió una vía de ataque a sus
rivales. Su rechazo a caer en el absolutismo de la guerra fría en relación a
Fidel Castro ha dado carburante al campo conservador. Y todo ello platea
interrogantes en cuanto a su capacidad para ganar en Florida [donde el 1,6
millones de cubanos americanos cuentan con una gran influencia] el próximo
noviembre. Mike Bloomberg se apoya en su inagotable fortuna para pagar una
publicidad masiva que ataque Sanders en todos los frentes.



Es así como se desarrolla la campaña por las presidenciales en el siglo XXI.
La campaña de Sanders deberá responder a todos estos desafíos y a otros que
llegarán, sin duda, si quiere mantener el impulso que ha logrado hasta
ahora.



A pesar de estas dificultades, las tendencias generales de la campaña juegan
a favor de Sanders. Según el último sondeo de CBS News, tiene bastantes
posibilidades de ganar a Joe Biden en Carolina del Sur el sábado 29. Y está
bien situado para lograr un buen resultado en el Supermartes [3 de marzo].
Su coalición es amplia y se expande. Es el candidato favorito de una gran
parte del electorado que no ha participado en las elecciones hasta ahora
porque las opciones entre los demócratas se ceñían a candidatos que se
situaban en el mismo espacio centrista, el que llevó al fracaso de Biden y
de Hilary Cinton. Según los dos últimos sondeos nacionales, está a la cabeza
de la lista de candidatos



No obstante, lo fundamental para Sanders ahora es el Partido demócrata donde
intenta ser investido. La expresión "Vote Blue No matter Who" [vota
demócrata sea quien sea candidato], era muy popular en el seno del partido
demócrata cuando Joe Biden aparecía a la cabeza en las encuestas. Si el
establishment no es capaz –o no quiere- garantizar que el eslogan también se
aplique a Sanders, el partido podría enfrentarse una conflagración de la que
puede no logre salir nunca.

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