Grecia/ La crisis de refugiados en la frontera entre Grecia y Turquía [Antonis Ntavanellos]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Mar 19 13:01:44 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

19 de marzo 2020

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Grecia



La crisis de refugiados en la frontera entre Grecia y Turquía



Antonis Ntavanellos

A l´encontre, 15-3-2020

http://alencontre.org/

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

https://www.vientosur.info/



La situación en las fronteras terrestres entre Grecia y Turquía, en la
región (ubicada en el extremo noreste de Grecia) alrededor del río Evros, se
ha vuelto trágica.



El gobierno de Kyriákos Mitsotakis (Nueva Democracia), establecido desde
principios de julio de 2019, cerró la frontera y desplegó una fuerza
impresionante en Evros. Está formado por batallones militares, fuerzas
policiales, patrullas de la guardia fronteriza y ciertas fuerzas navales
especializadas en la devolución de inmigrantes tanto en el mar como en los
ríos.



Al mismo tiempo, el gobierno no solo ha tolerado sino que ha alentado
política y organizativamente la movilización de grupos espontáneos de
ciudadanos indignados que complementan a las fuerzas represivas del Estado,
saliendo a la caza de las y los refugiados e inmigrantes durante las noches
heladas.



Todo esto es una nueva oportunidad para los destacamentos de asalto
neonazis, que estaban en declive después de la crisis paralizante de
Amanecer Dorado (tras el asesinato del cantante Pavlos Fyssas en septiembre
de 2013, se abrió un juicio que terminó por una absolución en diciembre de
2019), para tratar de reorganizarse. Grupos neonazis de Europa se han
presentado a su lado, organizando viajes a Grecia para ayudar a repeler la
invasión y la amenaza de islamización ("gran reemplazo") del Viejo
Continente.



Es literalmente impactante que el vocabulario de estos grupos neonazis esté
ahora presente en la forma y el contenido de las declaraciones del gobierno.
El portavoz del gobierno habló de una "amenaza asimétrica" (término militar
renovado para calificar un peligro semi-terrorista) a la que se enfrenta el
país. El gobierno ha declarado que está actuando contra una "invasión".
Durante un discurso en el pueblo de Kastanies en la región de Evros, el
primer ministro declaró que "es mi deber proteger las fronteras de mi país
(...). Estamos listos para hacer frente a cualquier escenario". Es evidente
que la parte crucial de esta declaración es la voluntad declarada de
enfrentar "cualquier escenario". Esto va más allá de la posición tradicional
con respecto a "cualquier escenario en tiempos de paz", dejando la puerta
abierta a políticas que (como veremos en este artículo) se están preparando
de forma práctica.



“Cero tolerancia” hacia los refugiados, decisiones con un impacto simbólico
reaccionario



Por supuesto, no es solo la retórica lo que se ha endurecido. Desde el 1 de
marzo, el estado griego se ha negado a recibir solicitudes de asilo, en
violación flagrante de todos los tratados internacionales. Cualquier persona
de Afganistán, si es arrestada, corre el riesgo de ser expulsada, ya que el
gobierno griego considera que hay un tratado de paz firmado en ese país
(negociaciones concluidas en Doha entre los Estados Unidos y los Talibanes).
Según el gobierno griego, sus vidas ya no están en peligro si se ven
obligados a regresar a su país. Se ha ordenado a los aparatos estatales que
ejerzan "tolerancia cero" hacia todas las personas refugiadas e inmigrantes.
Esto se traduce en una miseria indescriptible para miles de personas.



En las difíciles aguas invernales del mar Egeo, la guardia costera despliega
una táctica generalizada (y aceptada públicamente) de rechazar las
embarcaciones de refugiados. En términos simples, esto significa expulsiones
violentas que no dudan en arriesgarse a causar naufragios fatales, en
violación flagrante del derecho internacional del mar y las tradiciones de
los pueblos que viven junto al mar.



La mayoría de las y los refugiados están atrapados en las islas del este del
mar Egeo, de conformidad con el tratado racista firmado entre Grecia, la
Unión Europea y Turquía. Están amontonados en campamentos como el sórdido
campamento de Moria, en la isla de Lesbos. A medida que la amenaza del
coronavirus se cierne sobre el país, todos aguantamos la respiración por la
tragedia que puede ocurrir si (o cuando) se anuncie que una persona entre
ellas esté infectada.



Antes de las elecciones, Mitsotakis prometió cerrar los campamentos de la
vergüenza como el de Moria. En ese momento, eligió criticar al gobierno de
SYRIZA y susurró un moderado antirracismo, que se suponía que correspondía a
las ideas neoliberales cosmopolitas de los líderes del partido. Por
supuesto, después, no solo mantuvo los campos, sino que también ha
gestionado un aumento enorme del número de personas detenidas en esos
campos.



El gobierno perdió el control de las movilizaciones de las y los isleños que
exigieron el cierre de los campamentos y la salida de las y los refugiados
(estas movilizaciones fueron organizadas por la extrema derecha y se
beneficiaron de la protección política de una gran capa de cuadros medios de
Nueva Democracia). Así que ahora está buscando soluciones alternativas. Está
considerando públicamente la posibilidad de amontonar a las y los refugiados
en nuevos campamentos que se construirán en islas deshabitadas y áridas del
Mar Egeo. Es una provocación grosera, que conlleva un poderoso simbolismo
histórico: las islas deshabitadas del Mar Egeo fueron utilizadas como
lugares de encarcelamiento y exilio para militantes de izquierda después de
la guerra civil (1949). Las islas secas y áridas de Gyaros y Makronisos
fueron lugares de martirio para los presos políticos durante la dictadura
militar de 1967-1974. Esto sirve como una advertencia sobre los posibles
resultados de una sinergia entre el racismo y el nacionalismo, si no se
responde.



El pretexto para este endurecimiento general de las políticas racistas del
estado griego fue la decisión del gobierno de Erdogan de autorizar a cierto
número de refugiados a llegar a la frontera terrestre entre Grecia y Turquía
e intentar huir al norte y oeste de Europa a través de Grecia. Fue un
movimiento de distracción de Erdogan, ante la escalada de los disturbios
económicos y políticos que enfrenta su gobierno. La idea era presionar a la
UE (Unión Europea) para que renegocie la implementación del acuerdo
UE-Turquía de marzo de 2016. La UE está reteniendo los pagos financieros a
Turquía; por lo tanto, debe liberar fondos y pagarlos directamente en las
cuentas del Estado turco, no sobre la base de proyectos a instituciones
internacionales y ONG internacionales. Era también y sobre todo, un medio de
presión para obtener medidas susceptibles de romper el aislamiento
geopolítico del régimen turco, frente a las dificultades que encuentra en
Siria.



Algunas cifras…



En tal clima de tensiones crecientes, es importante mantener la calma y no
olvidar los números reales.



El número de refugiados al que el gobierno turco autorizó a llegar a la
frontera es de alrededor de entre 12.000 y 15.000 personas. Este número
difícilmente puede validar la histeria de una invasión y de una amenaza
asimétrica. Además, el número de refugiados que permanecen en Grecia nunca
ha superado las 65.000 personas.



Los flujos que entran en el país (controlados por el acuerdo UE-Turquía, las
fuerzas del Estado griego, Frontex y la OTAN que patrullan el Mar Egeo ...)
son compensados por los flujos que salen del país hacia el norte y oeste de
Europa. Una gran mayoría de estas personas desean unirse con sus familias
(reunificación familiar) o con las comunidades de sus conciudadanos ya
establecidas en el país. Ninguna fuerza puede detener esta aspiración.



La negativa de los gobiernos, bajo SYRIZA antes y ahora bajo Nueva
Democracia, a legalizar a las y los refugiados, proporcionarles documentos
de viaje y permitirles moverse legalmente no significa que su viaje se
anule. Significa que el viaje continúa ilegalmente: las personas refugiadas
pagan un fuerte impuesto de sangre por ello, con muertes horribles dentro de
contenedores, bodegas de barcos y camiones de doble fondo. Por lo tanto, no
hay una base objetiva para la ola de racismo que está aumentando hoy. Grecia
es un país que recibe más de 35 millones de turistas cada verano. Tiene una
gran infraestructura para esto. Una pequeña parte de esta infraestructura
podría acomodar a las y los refugiados de manera humana, sin causar
problemas a las llamadas comunidades locales. Y de todos modos el número de
65.000 personas refugiadas que sobreviven en Grecia no puede ser comparado a
los 3,5 millones de refugiados y refugiadas sirias que viven en Turquía o a
los centenares de miles de personas refugiadas que viven en Líbano o en la
pobre Jordania, países en crisis.



Reforzar el deslizamiento hacia la derecha



El elemento fundamental para interpretar el histérico cambio racista de
Mitsotakis es diferente.



Por un lado, está la conjunción de la cuestión de las y los refugiados con
la competencia geopolítica entre Grecia y Turquía. El uso por parte de las y
los políticos de términos como “invasión” y "preparación para cualquier
escenario" tiene como objetivo acostumbrar a la población a la locura de una
potencial guerra. En el punto álgido de la tensión, el estado griego anunció
ejercicios militares, con munición real, en Evros, mientras que la marina
aseguró los mares alrededor de las islas de Samos-Chios-Mitilini,
prohibiendo la libre navegación bajo el pretexto de prevenir la entrada
ilegal de personas refugiadas e inmigrantes. Turquía respondió desplegando
sus submarinos en el Mar Egeo. Una vez más, el peligro de confrontación es
obvio...



Por otro lado, como sabemos, el refuerzo de los prejuicios racistas facilita
un giro hacia la derecha en la sociedad. El gobierno de Mitsotakis, que está
desarrollando un programa económico y social neoliberal extremo, tiene todos
los motivos para alentar esta tendencia.



Durante la crisis, la mayoría de la clase trabajadora en Grecia mostró una
resistencia política impresionante. En las llamadas encuestas cualitativas
realizadas por las empresas encuestadoras, es decir, encuestas que intentan
medir los cambios ideológicos en la población, hasta ahora, las preguntas
relacionadas con las y los asalariados (desempleo, salarios, pensiones)
seguían siendo la máxima prioridad en la lista de preocupaciones.



En una encuesta reciente realizada por una compañía llamada Pulse for Sky,
un canal de televisión neoliberal, la preocupación por la amenaza planteada
por las y los refugiados e inmigrantes estaba entre las principales
prioridades, con un índice del 83%. Por supuesto, las ideas son siempre
contradictorias. En el mismo estudio, el 84% de los encuestados dijeron que
hacían frente con ansiedad a la amenaza de una guerra griego-turca.



Además, las ideas nunca surgen espontáneamente. En los peores momentos de
tensión, los miembros y simpatizantes de SYRIZA tuvieron una desagradable
sorpresa. Después de cuatro días de silencio, Alexis Tsipras dio una
entrevista a la estación de televisión Mega (propiedad del oligarca Vagelis
Marinakis, un enemigo tradicional de la izquierda, que actualmente está
organizando misiones de apoyo material a la guardia fronteriza). Tsipras
dijo que estuvo de acuerdo con el cierre de la frontera y que estaba listo
para "apoyar" una confrontación vigorosa con la amenaza turca. Pidió a
Kyriákos Mitsotakis que organice mejor el apoyo europeo a las posiciones
griegas. Cuando se le preguntó sobre la posición de las juventudes de SYRIZA
a favor de abrir las fronteras, respondió cínicamente: son jóvenes, es
normal que sean un poco más sensibles. Como escribió un columnista del
periódico Vima (perteneciente al mismo oligarca), Tsipras se da cuenta de
que tiene 20-25 años de carrera política activa por delante y no está
dispuesto a comprometer esta perspectiva defendiendo los principios de
izquierdas en un asunto tan delicado.



Las responsabilidades de los dirigentes europeos ante estos peligrosos
acontecimientos son enormes: la UE ha anunciado ayuda financiera adicional
para el gobierno griego (700 millones de euros) para que pueda controlar las
fronteras europeas. La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der
Leyen, el Presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y otros
acompañaron a Mitsotakis a Evros y le dieron su total apoyo. El primer
ministro croata, Andrej Plenkovic (que actualmente ocupa la presidencia de
la UE y es miembro del partido conservador de derecha nacionalista HDZ),
agradeció a Mitsotakis "el cambio en la política griega con respecto a la
protección de las fronteras europeas...".



Los líderes de la UE ceden ante la agenda de extrema derecha, adoptan
políticas islamófobas y de cierre de fronteras, alientan y apoyan a
gobiernos como el de Mitsotakis, que actualmente se están moviendo en
direcciones claramente reaccionarias.



Una vieja ilusión, compartida incluso por ciertos sectores de una supuesta
izquierda, minimiza la resistencia necesaria a los tratados neoliberales que
definen la política de la UE, a fin de preservar una supuesta tradición
democrática de Europa. Esta ilusión ahora está muerta, frente a lo que los
líderes europeos apoyan y promueven en las lejanas fronteras de la UE, en
Evros y en el Mar Egeo.



El 5 de marzo, la izquierda radical anticapitalista convocó manifestaciones
en Atenas y Salónica, en solidaridad con los refugiados. A pesar de la
fuerte presión política y las amenazas y las calumnias en la prensa, el
número de personas que salieron a las calles fue mucho mayor que nuestra
capacidad de movilización habitual durante este último período. El día
después de la manifestación, pudimos ver la diferencia de clima, incluso en
la cobertura de los medios burgueses. Esta diferencia se manifestó
nuevamente el 8 de marzo, con la gran participación de las mujeres en las
marchas feministas. Durante la manifestación, las consignas y los cantos
establecieron un vínculo claro entre el antisexismo y el antirracismo, así
como con la lucha de las y los trabajadores contra la austeridad.



La solidaridad con las y los refugiados e inmigrantes, la lucha por una
acogida libre y humana, por su legalización y la garantía de sus derechos
promete ser larga y difícil. Mitsotakis ha ganado algunas batallas, pero no
la guerra. Es posible para una parte activa del proletariado trazar una
línea entre varias necesidades y demandas, darse cuenta de que el
antirracismo es un componente necesario de la lucha unificada contra el
sexismo, contra la guerra y el nacionalismo, contra la amenaza al clima y el
medio ambiente, contra el neoliberalismo y la avaricia capitalista. Cuando
esto suceda, las cartas se repartirán de nuevo.

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