Economía/ ¿Rebote o caída? [Michel Husson]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Mayo 2 17:37:29 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

2 de mayo 2020

https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

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Economía

 

¿Rebote o caída? 

 

Michel Husson

A l’encontre, 29-4-2020

http://alencontre.org/

Traducción de Ruben Navarro - Correspondencia de Prensa

 

“Todo lo que era sólido y estable se desvanece en el aire; todo lo que era
sagrado es profanado y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar
serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas”. [1]

 

Esta crisis es la combinación de una crisis sanitaria y de una crisis
económica a escala mundial. Por lo tanto, es probable que la interacción
entre estas dos dimensiones de la crisis desencadene un ciclo específico que
alterne frenadas y nuevos arranques y que ambos formen parte de una
trayectoria recesiva. Esta es la hipótesis examinada en esta contribución.

 

El difícil ajuste de la salida del confinamiento

 

Las medidas de contención afectan ahora a casi 2.700 millones de
trabajadores, o sea alrededor del 81% de la fuerza de trabajo mundial [2]:
estamos ante una crisis sin precedentes. El efecto de cerrar una gran parte
de la actividad económica se multiplica a través de sus efectos indirectos,
poniendo en marcha un círculo vicioso. Sin embargo, el confinamiento no
puede, por supuesto, ser total, ni tampoco puede prolongarse de manera
indefinida, ya que de lo contrario se pondrían en peligro las condiciones
mismas de subsistencia de la población. Es una retroalimentación (feedback)
de gran envergadura que lleva a un necesario y difícil arbitraje. [3]

 

Frente a esta verdadera disyuntiva, podemos distinguir tres formas de
reacción de los Estados, basándonos en la clasificación propuesta por Jérôme
Baschet: “minimalismo sanitario liberal-darwinista; reducción aplicada por
Estados bien preparados y dotados de importantes medios materiales y
técnicos; medidas de confinamiento generalizadas, aplicadas de manera más o
menos autoritaria”. [4]

 

La primera opción minimalista fue inicialmente la de Boris Johnson o de
Donald Trump. En los Países Bajos también fue considerada y lo que es menos
conocido, en México, país por el que vamos a hacer un pequeño desvío
esclarecedor: Su presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), mostró en
su momento imágenes religiosas como el mejor baluarte contra el virus. [5]
Eso fue el 18 de marzo. Pero la deriva de AMLO también es política. Cuando
fue alcalde de la capital, entre 2000 y 2005, obtuvo un fuerte apoyo popular
gracias a sus programas sociales [6]. Pero ese mismo AMLO suprimió, a partir
del 1º de enero de este año, el programa de Seguro Popular, que hasta
entonces había brindado protección social a las personas sin cobertura
sanitaria, sustituyéndolo por un fantasmagórico “Instituto de salud para el
bienestar”. Contraste nítido con la posición de la dirección zapatista que,
dos días antes de esta famosa conferencia presidencial, había declarado la
alerta roja en los territorios rebeldes y había pedido “a los pueblos del
mundo que tomaran conciencia de la gravedad de la enfermedad y que adoptaran
medidas sanitarias excepcionales, sin abandonar por ello las luchas en
curso”. [7]

 

La línea “liberal-darwinista” ha ido siendo abandonada poco a poco frente a
la realidad y sólo la siguen realmente Trump (en el fondo) y Jair Bolsonaro,
que acaba de despedir, en total acuerdo con su propia lógica, a su ministro
de Salud, Luiz Henrique Mandetta. En ambos casos, la crisis crea un
conflicto entre el gobierno federal y algunos estados. Por consiguiente, en
la práctica, la política de contención se lleva a cabo en la mayoría de los
países.

 

En principio, se trata obviamente de la manera más eficaz de reducir las
posibilidades de transmisión, como se ilustra en este gráfico de un
epidemiólogo (muy) aficionado. A la izquierda, cada persona infectada
contamina a otras tres, en función de la evaluación de la tasa de
reproducción inicial (R0) del virus. A la derecha, el confinamiento bloquea
la propagación del virus. (Ver todos los cuadros y gráficos en la edición
web:
https://correspondenciadeprensa.com/2020/05/02/economia-rebote-o-caida-miche
l-husson/)
<https://correspondenciadeprensa.com/2020/05/02/economia-rebote-o-caida-mich
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Este mecanismo de disminución depende obviamente de la duración del
confinamiento, como lo explicó Angela Merkel en una intervención muy clara.
[8] Pero el confinamiento no puede mantenerse durante demasiado tiempo, por
razones no sólo económicas, sino también sociales, en todos los sentidos de
la palabra. Sin embargo, al mismo tiempo, sigue habiendo muchas
incertidumbres sobre el modo exacto de transmisión del virus, sobre la
proporción de personas infectadas pero asintomáticas, sobre la eficacia de
las pruebas, sobre la posibilidad de reinfección, etc. Un internauta hizo al
respecto un cuadro bastante divertido:

 

Las insolubles contradicciones del confinamiento  [9]

 

1.No puede salir de su casa, pero si tiene que hacerlo, puede.

 

2.Las máscaras son inútiles, pero tal vez debería usar una, puede salvarle
la vida. Pueden ser inútiles, pero también podrían ser obligatorias.

 

3.Los comercios están cerrados, excepto los que están abiertos.

 

4.Este virus es mortal, pero no tanto, excepto que se podría morir a causa
de él, o podría haberlo tenido ya sin saberlo siquiera.

 

5.Los guantes no son necesarios, pero pueden ser útiles.

 

6.Hay que quedarse en casa, pero se puede salir para hacer ejercicios
físicos, sepa que es riesgoso, a menos que usted sea el único que hace
ejercicios en ese lugar.

 

7.El supermercado está bien surtido, pero faltan muchos productos, excepto
por la mañana. A veces.

 

8.El virus no tiene ningún efecto en los niños, excepto en aquellos que
están afectados.

 

9.Tendrá muchos síntomas si se enferma, pero puede estar enfermo sin
presentar síntomas, o tener síntomas sin estar enfermo.

 

10.Puede comer inmediatamente la comida que el repartidor de un restaurante
le entrega en su casa, pero descontamine los alimentos afuera de su casa
durante tres horas.

 

11.Por su seguridad manténgase a un metro de distancia de los demás, si son
extraños. Está prohibido ver a sus amigos incluso a una distancia segura.

 

12.El virus se mantiene activo en diferentes superficies durante dos horas,
no, cuatro, no, seis, no, ¿tal vez unos días? Para que el virus se mantenga
activo, necesita un ambiente húmedo. Pero también un ambiente seco.

 

13.Estamos contando los muertos pero no sabemos cuántas personas están
infectadas porque sólo hacemos pruebas a los que estaban casi muertos para
saber de qué se van a morir.

 

14.No tenemos un tratamiento, pero puede haber un tratamiento que funcione,
a menos que no se tome la dosis correcta. No hay modo de saberlo.

 

15.Deberíamos quedarnos en casa hasta que el virus desaparezca, pero eso
sólo retrasará la inmunidad colectiva, el efecto manada, lo que significa
que tiene que salir de su casa. Así que salga con moderación.

 

Vistas estas incertidumbres, se puede prever una sucesión de fases de
re/des/confinamiento, como aparece ilustrado en el siguiente esquema del
Imperial College. [10]2

 

Esta posibilidad provocaría una trayectoria de reactivación y luego un
enlentecimiento de la actividad económica, lo que llevaría a una
recuperación titubeante de la economía, en forma de una sucesión de W. Los
economistas utilizan toda la imaginación que les va quedando para distinguir
los diferentes perfiles posibles: algunos hablan de la sigla de una famosa
marca de calzado deportivo e incluso la letra Baa en el alfabeto árabe. 

 

Podemos suponer una flexibilización del confinamiento con, por ejemplo, la
reanudación gradual de las actividades (pero con al menos el 50% de las
actividades no esenciales detenidas), con las escuelas cerradas y los
ancianos aislados. Este es el escenario previsto en un meticuloso estudio
del Inserm (Instituto Nacional de Investigaciones Médicas, por sus siglas en
francés) [11] que brinda información complementaria. La primera información
es que el nivel actual de inmunidad sería bajo -del 1 al 6% de las personas
ya infectadas- [12] mientras que el umbral de por lo menos 60% es necesario
para garantizar la inmunidad colectiva y la erradicación del virus.

 

Por otra parte, ese modelo sólo puede funcionar si va acompañado de una
campaña masiva de tests con máscaras disponibles para todo el mundo. Sin
embargo, los recursos materiales y logísticos no están disponibles de
inmediato, al menos en Francia. En resumen, podemos, en el mejor de los
casos, ahorrar tiempo y “aplanar” las curvas, pero es imposible evitar una
recaída; a lo sumo, podría  posponerse y disminuir su impacto. Como dice
Vittoria Colizza, una de las personas a cargo del estudio: “el confinamiento
durará mucho tiempo porque no podemos vivir normalmente con esta epidemia.”
[13]

 

El análisis comparativo de las políticas aplicadas en diversos países no
permite eliminar la incertidumbre. Algunos logros no pueden transponerse tan
fácilmente: incluso si admitimos la veracidad de las estadísticas oficiales,
China utilizó medidas ultra autoritarias o incluso totalitarias. Es probable
que el éxito de Alemania se base (como en Corea del Sur), al menos en parte,
en una política de tests sistemáticos, imposible de aplicar en otros países.
Suecia es citada como ejemplo de un país que puso en práctica un
confinamiento muy moderado, pero resulta menos claro cuando si se la compara
con países vecinos como Dinamarca, Noruega o Finlandia. [14]

 

Según Annie Thébaud-Mony, especialista en enfermedades profesionales, la
escasez de análisis no basta para explicarlo: “nuestros gobernantes alegan
una razón técnica, cuando en realidad hicieron una elección estratégica: la
de no hacer análisis”. [15] Habría que introducir algunos matices en la
fórmula: el gobierno francés mostró por cierto una profunda desorganización,
como en el caso de las máscaras, pero también mintió descaradamente. [16]
Pero esta debacle tiene que ver también con la elección del método, es
decir, el rechazo -o la incapacidad- de asumir las responsabilidades,
mediante el inventario de las capacidades de producción, la requisición, en
resumen, la planificación.

 

En este contexto de incertidumbre, la posibilidad de un nuevo – también es
motivo de preocupación para los bancos, como el Morgan Stanley, que prevé
una segunda ola a principios de 2021. [17] Es lo que aparece en el gráfico
siguiente, que se muestra aquí sólo como un ejemplo de la complejidad y del
riesgo que presentan los modelos aplicados.

 

Idas y vueltas del virus a escala mundial

 

El modo en que la producción mundial está organizada, bajo la forma de
cadenas de valor, está siendo brutalmente impactado por la crisis de varias
maneras. Dentro de un territorio o país, la caída de la demanda lleva
inevitablemente a la quiebra a corto y mediano plazo de aquellos productores
que no tienen suficiente respaldo financiero. Este fenómeno, que se extiende
a las empresas de transporte, puede incluso provocar la pérdida de alimentos
ya producidos al no poder ser entregados a los compradores.

 

En los Estados Unidos, el fenómeno ya es una realidad. Por un lado, algunos
agricultores se ven obligados a destruir sus cosechas y por otro lado, hay
habitantes pobres de las ciudades que hacen cola en los bancos de alimentos
para conseguir qué comer. La imagen siguiente, que pone frente a frente dos
artículos del New York Times, simboliza lo absurdo de tal situación. [18]

 

O también, una variante francesa reveladora: para algunas cosechas falta
mano de obra porque anteriormente, estaba compuesta por trabajadores
temporeros extranjeros que ya no pueden ingresar al país para garantizar
esta producción. [19] Lo mismo ocurre en el Reino Unido, que intenta
“reimportar” trabajadores extranjeros expulsados por el Brexit.

 

El comercio internacional ya se ha reducido considerablemente, pero es
probable que se reduzca aún más debido a las perturbaciones en las cadenas
de suministro. En cuanto a los alimentos básicos, la OCDE (Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económicos) teme que “algunas cadenas de
suministro de alimentos puedan verse seriamente perturbadas, en particular
por la falta de trabajadores para la siembra o la cosecha de cultivos
esenciales, debido a las exigencias logísticas y a las medidas sanitarias.”
[20]

 

Estas perturbaciones ya son una realidad, como lo demuestra un informe del
Banco Mundial sobre el África subsahariana. [21] La propagación del virus
comenzó más tarde y sigue siendo relativamente limitada (5425 casos en 45 de
los 48 países). Pero sus efectos económicos ya son efectivos y el Banco
Mundial pinta un panorama muy sombrío, con un crecimiento negativo para 2020
de entre -2,1 y -5,1%. Más allá de las cifras estimadas, el informe detalla
los principales canales de transmisión de la crisis.

 

El primer canal es la interrupción del comercio y de las cadenas de valor.
Éste afecta tanto a los exportadores de productos básicos de la región, con
la caída de los precios internacionales de las materias primas, como a
países que están muy integrados en las cadenas de valor, como por ejemplo
Etiopía o Kenia. El segundo choque se debe a la retirada brutal de capitales
y en general, a la reducción de todos los flujos de financiamiento externo
(inversiones directas, ayudas, remesas de dinero, ingresos por turismo). En
suma, esos países se van a ver enfrentados a graves crisis de la balanza de
pagos, con aumento de los déficits comerciales y caída de los tipos de
cambio. Luego están las consecuencias sobre la salud, que tendrán un efecto
multiplicador, dada la dificultad de organizar un confinamiento. [22]

 

Para completar este cuadro que ya es de por sí sombrío, hay que añadir la
fuerte dependencia de varios países africanos de las importaciones
agrícolas. Efectivamente, se puede observar que algunos países productores
están adoptando medidas de autoprotección que consisten en restringir sus
exportaciones de productos agrícolas. Esto podría desencadenar una crisis
alimentaria en países como Argelia, Egipto, Marruecos o Níger, muy
dependientes de los suministros externos. [23]

 

Por razones similares, muchos países de América Latina están expuestos a los
mismos peligros. Como apunta Pierre Salama, “se producirán bajas
considerables en sus ingresos fiscales debido a la disminución de las
exportaciones de materias primas combinada con la caída de los precios
mundiales de las mismas”. Esto podría conducir a una crisis fiscal, lo que
reduciría aún más su capacidad presupuestaria para responder a la crisis
económica y social”. [24]

 

Como podemos ver, todos los países en vías de desarrollo se ven afectados:
encuentran las mismas dificultades y tienen que pedir prestado al mismo
tiempo. Las salidas de capitales ya han comenzado, en proporciones sin
precedentes, ya que los mercados financieros prefieren reducir los riesgos y
financiar a los Estados Unidos, la China o los países europeos. Es por eso
que la pandemia es una “bomba de tiempo de los defaults soberanos.” [25] No
es de extrañar, por lo tanto, que muchos países ya hayan solicitado ayuda
financiera de emergencia al FMI, que se las otorgó a pesar de la oposición
de Trump. Pero esta ayuda es suministrada con cuentagotas, y la suspensión
de la deuda acordada a algunos países es provisoria.

 

Podríamos decir que la pandemia presenta, al igual que la economía mundial,
un “desarrollo desigual y combinado” y en los hechos es el revelador del
mismo. Los intercambios internacionales van a estar sujetos a los mismos
zigzags que las circunstancias nacionales, porque es imposible adaptar las
cadenas de valor mundiales en tiempo real. Si un país de la “periferia” ya
no puede abastecer a un país del “centro” porque a su vez está afectado por
la pandemia, esa interrupción repentina de la producción en el primer país
repercutirá en la actividad económica del segundo.

 

El efecto rebote

 

Las observaciones anteriores no son compartidas por quienes hablan de una
recuperación en forma de “V”, la que permitiría, ya en 2021, cerrar la
brecha de 2020. La versión más radical de esta tesis es sin duda la del
Office for Budget Responsability, el equivalente británico de la Cour des
Comptes (Tribunal de Cuentas) en Francia. El organismo británico pronostica
una caída del -12,8% del PIB en 2020, seguida de una recuperación del +17,9%
en 2021, lo que se puede ver en el gráfico siguiente. [26]

 

En el mismo registro cómico, podemos citar la entrevista “trumpoide” de
Larry Summers, ex Secretario de Estado de Clinton, ex asesor de Obama, etc.
Su intuición, “sin duda optimista”, dice, es que “la recuperación puede ser
más rápida de lo esperado, porque es similar a lo que sucede después de la
depresión total que golpea la economía de Cape Cod cada invierno (Cape Cod
es el lugar turístico –caro- preferido de las élites de Boston y Nueva York)
o la recuperación del PIB estadounidense cada día lunes”. Después de su
“humorada”, Summers añade: “Yo creo que si podemos controlar la situación
sanitaria, la vuelta a la normalidad será más rápida que después de las
crisis financieras o de las recesiones habituales”, y añade con un dejo de
prudencia: “pero no estoy seguro”. [27]

 

No todas las previsiones cuantificadas alcanzan ese grado de ridículo, si
bien es cierto que hace falta mucho valor para practicar ese tipo de
ejercicios. En todo caso, podemos ver que la mayoría de estas proyecciones
se esfuerzan en presentar trayectorias optimistas. Es difícil saber si esto
se debe a un método que subestima el alcance de la crisis actual, o si es
para tranquilizar (¿a los inversores?) minimizando la mplitud del impacto.
En cualquier caso, los gráficos que siguen se acercan más a una ilusión que
a la realidad, wishful thinking, como se dice en inglés. A la izquierda
vemos el pronóstico de Xerfi para Francia, a la derecha aparece el
pronóstico del FMI, más bien en forma de “swoosh.” [28] Según el FMI, los
países emergentes y en desarrollo deberían, salir rápidamente de la
depresión con un crecimiento del 10% para finales de 2021, algo que resulta
totalmente incomprensible.7

 

Para completar el muestrario, podemos citar un artículo muy esclarecedor,
[29] en el que el autor establece un paralelismo (de gusto dudoso) con el
juego del topo (whack a mole), en el que hay que deshacerse, golpeándolos
con un martillo, del mayor número posible de topos que sacan constantemente
la cabeza por los agujeros.

 

La fábula del ahorro forzado

 

Uno de los efectos del confinamiento es que el gasto de los consumidores cae
más que los ingresos. En el caso de Francia, la tasa de ahorro, que oscilaba
en torno al 15%, debería subir al 35% en el segundo trimestre de 2020. [30]
Este “ahorro forzado” representaría unos 55.000 millones de euros por ocho
semanas de encierro. [31] Si la tasa de ahorro volviera a su nivel anterior
a la crisis, el consumo que no fue posible durante el confinamiento
recuperaría el atraso ocasionando una rápida recuperación “en forma de V”.
El siguiente gráfico, que fue tomado del mencionado estudio de Xerfi,
ilustra con claridad este escenario ultra optimista cuya probabilidad es
cercana a cero (nos gustaría ver la “ecuación” que produce ese resultado).

 

Hay que saber que este optimismo fue inmediatamente matizado por el propio
autor del estudio: “en teoría”, explica, se podría contar con “el famoso
ahorro para fin de mes, bajo el colchón” pero “pese a eso, no veremos un
final feliz. No habrá un mañana feliz, ni tampoco un impacto atenuado.” [32]

 

El problema de estas tres hipótesis es que suponen implícitamente el fin
completo del confinamiento y un reinicio inmediato de la producción. En esto
subestiman el circuito pandemia/economía y el de demanda/oferta. Además, se
enfrentan a una dificultad clásica en cuanto a la tasa de ahorro. Incluso
antes de la crisis, ésta era una de las variables determinantes en todo
ejercicio de previsión económica, y probablemente una de las más difíciles
de modelizar. La razón es que no existe una tasa de ahorro que pueda ser
determinada por el comportamiento de un “agente representativo”, es decir,
un consumidor medio. Desde Keynes, se sabe que son los ricos los que más
ahorran. El gráfico siguiente lo ilustra perfectamente: el 20% de los
hogares con ingresos más bajos (quintil Q1) tienen incluso una tasa de
ahorro negativa (se endeudan), el 20% siguiente tiene una tasa de ahorro
nula, y la mayor parte del ahorro proviene de los ingresos más altos. [33]
Algunos estudios puntuales muestran que el comportamiento de ahorro depende
de la estructura de ingresos: en general, los asalariados ahorran menos.
[34]

 

Contar con la liberación de esos “ahorros forzados” para impulsar la
economía es, por tanto, un indicio de una forma de distanciación social, que
equivale a ignorar la suerte de los más desfavorecidos, los que están
pasando apuros porque perdieron el trabajo y los ingresos, los que hacen
cola para conseguir algo para comer. Basándose en la encuesta sobre la
vivienda del INSEE (Instituto Nacional de Estadísticas y Estudios
Económicos, por sus siglas en francés) y en una encuesta del Ifop (Instituto
Francés de Opinión Pública), [35] Pierre Concialdi muestra que la
disminución de la actividad ha tenido “un impacto en los ingresos de más de
un tercio de la población activa”, sumiéndola en graves dificultades
financieras. Aunque hayan sido adoptadas algunas medidas con respecto al
seguro de paro parcial, esos dispositivos “están lejos de compensar la
totalidad de la pérdida de ingresos. En promedio, para los trabajadores
afectados, se puede estimar que la pérdida es de 400 euros por mes, o sea
800 euros al cabo de dos meses de confinamiento”. Concialdi estima que
“alrededor de 2,5 a 2,8 millones de hogares (6 a 7 millones de personas) se
ven muy afectados por la recesión” y recomienda “una intervención más
enérgica de los poderes públicos a nivel nacional, ya sea mediante una
moratoria de los alquileres y/o la creación de un fondo de solidaridad.”
[36]

 

Es cierto que diversas medidas evitaron una caída brutal de los salarios,
pero son sobre todo los ricos los que podrán impulsar el consumo y el empleo
de los demás. Pero como van a soportar pérdidas en su patrimonio, va a ser
poco probable, en esas condiciones, que vuelvan a consumir en exceso en lo
inmediato.

 

Los estudios mencionados (OFCE y Xerfi) proporcionan una calibración
minuciosa, pero señalan otra dificultad. El OFCE (Observatorio Francés de
las Coyunturas Económicas) indica que “las ocho semanas de confinamiento
llevarían a una reducción de la tasa de margen de las empresas de 2,9 puntos
de valor agregado a lo largo del año, lo que equivale a una pérdida de
35.000 millones de euros”. Uno de los efectos inmediatos de la crisis es, en
efecto, la reducción de la rentabilidad de las empresas, de su tasa de
margen (para las que no hayan dado quiebra). La recuperación en forma de “V”
no sólo implica un repunte del consumo, sino también, a mediano plazo, de la
inversión. Excepto que “no se puede obligar a beber a un burro que no tiene
sed”. La inversión estará limitada de forma duradera por el endeudamiento de
las empresas y por la falta de visibilidad en la demanda. Después de la
crisis de 2008, las empresas se habían visto enfrentadas a la misma
necesidad de reducir su deuda y lo hicieron frenando la inversión, los
salarios o el empleo. Estas evoluciones “corren el riesgo de reproducirse
después de la crisis del coronavirus” como advierte Patrick Artus. [37]

 

Rebote, ¿qué rebote?

 

Podríamos imaginar un efecto de rebote, en principio favorable a la
recuperación económica: aliviados por haber salido al fin de la crisis, los
consumidores decidirían compensar los pesares vividos gastando sus “ahorros
forzados” y consumiendo más para ponerse al día, por así decirlo. La
confianza volvería y la actividad económica podría empezar de nuevo,
enérgicamente. Ya expusimos las razones por las que tal hipótesis, que
supone implícitamente un desconfinamiento total e inmediato, no tiene en
cuenta las ruinas sobre las que tendría lugar esta recuperación.

 

Este escenario pasa por alto otro factor: el miedo a la enfermedad. Es lo
que destaca el análisis del epidemiólogo Johsua Epstein que propone el
concepto de “contagio acoplado”, que combina la enfermedad en sí y el miedo
a la enfermedad. [38] Según este modelo, el temor a la enfermedad lleva en
un primer momento a tomar medidas que limiten la propagación de la epidemia.
Cuando las cosas parecen mejorar, el miedo se desvanece y las medidas de
protección son flexibilizadas gradualmente o se abandonan. Es entonces
“cuando aparecen los estragos del retroceso del miedo. Aunque sean pocos los
casos infectados que siguen circulando, la reanudación de las actividades
tiene el efecto de echar combustible sobre las brasas de la infección (bajo
la forma de personas expuestas), lo que provoca una segunda ola de casos”.

 

Hay que prever un tipo de rebote completamente diferente, el de un
restablecimiento de las políticas de reequilibrio presupuestario. Vamos a
abrir, con suma prudencia, un breve paréntesis para evaluar las medidas
tomadas o anunciadas hoy. Puede decirse, al menos en lo que respecta a
Europa, que los gobiernos han aceptado, o al menos se han resignado, a hacer
un esfuerzo presupuestario importante. El alcance de esto puede medirse
comparando la tasa de desempleo, que se está multiplicando en los Estados
Unidos mientras que se mantiene relativamente contenida en Europa. Las
medidas adoptadas son evidentemente insuficientes, con una orientación que
no es la adecuada y no están suficientemente coordinadas. Pero, a pesar de
estas limitaciones, implican en todo caso un aumento significativo de la
deuda pública.

 

Las evaluaciones del FMI [39] representadas en el cuadro dan una idea del
orden de magnitud: para el conjunto de la zona euro, la deuda pública
pasaría del 84,1% al 97,4% del PIB, es decir, un aumento de 13 puntos. Pero
este impacto sería aún más fuerte – y dramático – para Grecia, seguida por
los países “del sur”, Italia, España, Portugal y… Francia. Para otros
países, como Alemania y los Países Bajos, el impacto sería más leve.11

 

Nuestra hipótesis es que los gobiernos aprovecharán la más mínima tregua
para justificar las medidas de “saneamiento” con formas que pueden diferir
de un país a otro. La experiencia de la crisis anterior respalda esta
hipótesis: las políticas de austeridad llevadas a cabo a partir de 2010 y
2011 ocasionaron un retorno de la recesión. Es probable que los gobiernos
hayan aprendido y que traten de no hacer los ajustes demasiado pronto. Pero
el debate se centrará más bien sobre el momento adecuado y no en la
necesidad o no de tales ajustes. La oposición entre países “frugales” y
“dispendiosos” será seguramente exagerada, a pesar de las intervenciones del
BCE (Banco Central Europeo), y a pesar de las diversas propuestas que ya
están floreciendo (y que tendrán que ser estudiadas). El vaivén de las
políticas presupuestarias no sincronizadas, combinado con los flujos y
reflujos de la epidemia, puede contribuir a una recuperación vacilante y en
forma de dientes de sierra.

 

Por otra parte, no se puede decir que no hayamos sido advertidos, como lo
muestra esta pequeña antología [40]: “Habrá que esforzarse para reducir la
deuda” (el ministro francés de Economía); “trabajar más que antes” (su
secretario de Estado); “el tratamiento de las deudas heredadas de la crisis
supondrá necesariamente un esfuerzo presupuestario riguroso con un gasto
público que tendrá que ser por fin más selectivo” (el gobernador del Banco
de Francia); “tarde o temprano habrá que plantearse la cuestión de la
jornada laboral, de los días feriados y de las licencias pagadas para
acompañar la recuperación y facilitar, trabajando un poco más, la creación
de un crecimiento suplementario” (El presidente de la patronal francesa,
MEDEF, Movimiento de Empresas de Francia).

 

Pero sin duda alguna, Philippe Aghion encontró la clave esencial. (P.
Anghion, economista reconocido. Apoyó al socialista -PS- Hollande en 2012 y
a Macron en 2017). En una entrevista radial, repitió varias veces la idea de
que, cuando se trata de la deuda pública, “lo importante es la confianza que
se inspira en los mercados.” [41] Puso el dedo en un aspecto fundamental:
más allá de los debates técnicos, la realidad es que las deudas públicas que
deberían financiar las necesidades sociales (y medioambientales) deben
someterse a la evaluación de los mercados financieros, es decir que, al fin
de cuentas, deben ajustarse a los intereses privados de los que los famosos
mercados no son más que los portavoces.

 

Nuestros dirigentes nos están preparando el siguiente paso. Y con ellos el
coro de las exhortaciones de editorialistas como Eric Le Boucher, quien
afirma que “la preservación de la vida es un principio sagrado, pero la
vuelta al trabajo y la defensa de las libertades individuales también
representan un valor humano.” [42] Para otro, presidente de un instituto
ultraliberal, “la vida es un riesgo y éste es su precio. [43] El premio se
lo lleva el periodista de Libération, Jean Quatremer, con su tweet del 9 de
abril, en el que dijo: “Si lo pensamos un instante, es una locura: sumir al
mundo en la recesión más grave desde la Segunda Guerra Mundial por una
pandemia que ha matado a menos de 100.000 personas (y ni hablemos de la
avanzada edad de las víctimas) en un mundo de 7.000 millones de personas”.
Dos minutos después, reiteró su indignación: “Me pregunto cuándo volveremos
a la razón… ¿Cuando la recesión haya llegado a -20%?” [44]

 

Los buitres también acechan. En los Estados Unidos, el Wall Street Journal
[45] constata que “un número creciente de inversores se están preparando
para lo que creen que es una oportunidad única de comprar bienes inmuebles
en dificultades a bajo precio”. Empresas de inversión como Blackstone Group
Inc, Brookfield Asset Management y Starwood Capital Group tienen miles de
millones de dólares (y) están buscando hoteles y comercios bajo hipotecas y
otros activos que hayan sufrido tensiones en las últimas semanas. La crisis
podría ser entonces un regalo del cielo, una “bonanza”, como explica David
Schechtman del Meridian Capital Group. Antes que nada, expresa su profunda
compasión: “Nuestros pensamientos y oraciones van a todos nuestros
conciudadanos americanos y sabemos que nadie trata de aprovecharse de la
desgracia ajena”, y luego “deja de lado la emoción” para expresar sus
propias ideas: “Pero le diré que muchos inversores inmobiliarios han estado
esperando esto desde hace una década”. Este ejemplo, entre otros, muestra
que la salida de la crisis será un desafío político y social.

 

El capitalismo ha sido sacudido

 

El capitalismo ha recibido un golpe serio, y no le será fácil recuperarse.
Este rápido panorama revela al menos cinco mecanismos que van a representar
un freno para una eventual recuperación:

 

1.Las empresas, por estar endeudadas y debido a las oportunidades de mercado
inciertas, se mostrarán reacias a invertir y tratarán de reducir los puestos
de trabajo y los salarios;

 

2.Los hogares, empobrecidos o preocupados, reducirán el consumo,
privilegiando el ahorro preventivo o posponiendo la compra de bienes
duraderos;

 

3.Los gobiernos acabarán tratando de “sanear” las finanzas públicas;

 

4.Las cadenas de valor están desorganizadas y el comercio internacional va a
resultar frenado;

 

5.Los países emergentes, afectados por las salidas de capitales y la caída
de los precios de las materias primas, van a contribuir a la contracción de
la economía mundial.

 

Como vemos, la crisis está exacerbando las tendencias o tensiones que
existían antes de que estallara. Pero ahora, se combina con la crisis
sanitaria, que tiene el efecto de introducir un clima general de
incertidumbre y un perfil incierto en la recuperación.

 

El siguiente gráfico ilustra el pronóstico que se puede hacer al día de hoy:
obviamente, es una conjetura más que una predicción imposible. La curva
verde corresponde a la tendencia anterior a la crisis. La curva azul es una
representación estilizada de la posible trayectoria de la actividad
económica. Durante un primer período, observamos fluctuaciones (podríamos
hablar de oscilaciones) causadas por la alternancia de confinamiento y
desconfinamiento. Estas fluctuaciones contribuyen a generar (en combinación
con las contradicciones económicas) una tendencia recesiva. La magnitud de
estas oscilaciones se reduce gradualmente permitiendo a la economía que
pueda volver aproximadamente a la tendencia anterior a la crisis, pero a un
nivel inferior.

 

Notas

 

[1] Karl Marx, Friedrich Engels, Le manifeste du parti communiste
(Manifiesto del Partido Comunista), 1848. Traduction de Laura Lafargue revue
par Friedrich Engels.

[2] ILO, « COVID-19 and the world of work. Updated estimates and analysis »,
7 April 2020.

[3] Véase Michel Husson, “Sobre la vacuidad de la ciencia económica oficial:
la diferencia entre la actividad económica y los riesgos para la salud.”,
Correspondencia de Prensa, 25 de abril de 2020.

[4] Jérôme Baschet, « Qu’est-ce qu’il nous arrive? », LundiMatin, 13 avril
2020.

[5] “AMLO usa imágenes religiosas como ‘escudo protector’ contra el
Covid-19”, Diario de México, 18 de marzo de 2020. Ver fragmento (alucinante
de la conferencia de prensa): aquí.

[6] En particular, había instaurado una pensión para los adultos de más de
70 años (Pensión Universal Alimenticia para Adultos Mayores), las madres
solteras y los minusválidos ; y había abierto los derechos a la atención
médica gratuita a 750 000 familias pobres sin protección social.

[7] EZLN, “POR CORONAVIRUS EL EZLN CIERRA CARACOLES Y LLAMA A NO ABANDONAR
LAS LUCHAS ACTUALES”, 16 de marzo de 2020.

[8] Angela Merkel, « Conférence de presse du 15 avril 2020 », extraits
transmis par @BenjAlvarez1 (subtítulos en inglés).

[9] Rapporté par Jane Maher, une oncologiste, sur twitter.

[10] Imperial College, « Impact of non-pharmaceutical interventions (NPIs)
to reduce COVID-19 mortality and healthcare demand », March 16, 2020.

[11] Laura Di Domenico et al., « Expected impact of lockdown in
Île-de-France and possible exit strategies », Inserm, 12 avril 2020.

[12] Cette proportion serait « très vraisemblablement inférieure à 15%, y
compris dans les zones les plus touchées par la première vague de l’épidémie
» estime le Conseil scientifique COVID-19 dans son avis du 2 avril 2020 : «
Etat des lieux du confinement et critères de sortie ».

[13] cCtée par Paul Benkimoun, « Une levée du confinement sans mesures
strictes de tests et d’isolement serait inefficace », Le Monde, 12 avril
2020.

[14] Hans Bergstrom, « The Grim Truth About the Swedish Model »,  Project
Syndicate, 17 avril 2020.

[15] Annie Thébaud-Mony, « Le gouvernement affaiblit notre capacité
collective à lutter contre le virus », Bastamag, 10 avril 2020.

[16] Yann Philippin, Antton Rouget, Marine Turchi, « Masques: les preuves
d’un mensonge d’Etat », Mediapart, 2 avril 2020; Ismaël Halissat et Pauline
Moullot, « Masques : un fiasco et des mensonges », Libération, 28 avril
2020.

[17] Morgan Stanley, « COVID-19: A Prescription To Get The US Back To Work
», April 3, 2020.

[18] Merci à Gilles Raveaud d’avoir signalé ce montage réalisé par Matt
Huber.

[19] C’est le cas des fraises et des asperges rendues célèbres par
l’inénarrable porte-parole de notre gouvernement qui évoquait au passage les
enseignants confinés « qui ne travaillent pas». Voir: Sibeth Ndiaye, «
Fraises et asperges », BFMTV, 25 mars 2020.

[20] OCDE, « Covid-19 and International Trade: Issues and Actions », April
2020.

[21] The World Bank, « Assessing the Economic Impact of Covid-19 and Policy
Responses in Sub-Saharan Africa », April 2020.

[22] Sarah Diffalah, « Comment gérer l’impossible confinement en Afrique »,
L’Obs, 13 avril 2020.

[23] Antoine Bouët, « Coronavirus et sécurité alimentaire en Afrique »,
Telos, 9 avril 2020.

[24] Pierre Salama, « En Amérique latine, la pandémie s’ajoute à d’autres
crises », Libération, 8 avril 2020.

[25] Pierre-Olivier Gourinchas, Chang-Tai Hsieh, « COVID-19 : Une bombe à
retardement de défauts souverains », Project Syndicate, 9 avril 2020.

[26] Office for Budget Responsibility, « OBR coronavirus reference scenario
», April 14, 2020.

[27] Larry Summers, « Recovery Could Be Faster Than Anticipated » , Vanity
Fair, April 2, 2020.

[28] Olivier Passet, « Covid-19 : la contagion sectorielle de l’économie
réelle L’ampleur du choc, les limites du rebond », Xerfi, 20 avril 2020 ;
FMI, « The Great Lockdown », World Economic Outlook, April 2020.

[29] Ed Yong, « How the Pandemic Will End », The Atlantic, March 25, 2020.

[30] Olivier Passet, « Covid-19 : la contagion sectorielle de l’économie
réelle L’ampleur du choc, les limites du rebond », Xerfi, 20 avril 2020.

[31] OFCE, « Évaluation de l’impact économique de la pandémie », 20 avril
2020.

[32] Olivier Passet, « Le rattrapage après-crise : les illusions perdues »
Xerfi, 24 avril 2020.

[33] Mikael Beatriz, Thomas Laboureau, Sylvain Billot, « Quel lien entre
pouvoir d’achat et consommation des ménages?, Note de conjoncture, Insee,
juin 2019.

[34] Jean-François Ouvrard et Camille Thubin, « La composition du revenu
aide à comprendre l’évolution du taux d’épargne des ménages en France »,
Bulletin de la Banque de France, février 2020.

[35] Ifop/Fondation Jean Jaurès, « Les actifs et le télétravail à l’heure du
confinement », mars 2020.

[36] Pierre Concialdi, « Confinement, récession et baisse des revenus? »,
Ires, avril 2020.

[37] Patrick Artus, « Comment les entreprises se désendettent-elles? », 21
avril 2020.

[38] Joshua M. Epstein, Jon Parker, Derek Cummings, Ross A. Hammond, «
Coupled Contagion Dynamics of Fear and Disease: Mathematical and
Computational Explorations », PLoS ONE, Volume 3, Issue 12, 1st December
2008.

[39] FMI, « Policies to Support People During the COVID-19 Pandemic »,
Fiscal Monitor, April 2020.

[40] Dans l’ordre d’apparition : Bruno Le Maire, « Il faudra faire des
efforts pour réduire la dette », Reuters, 10 avril 2020 ; Agnès
Pannier-Runacher, « Travailler plus que nous ne l’avons fait avant », AFP,
11 avril 2020 ; François Villeroy de Galhau, « Il n’y a pas de miracle :
nous devrons porter plus longtemps des dettes publiques plus élevées », Le
Monde, 8 avril 2020 ; Geoffroy Roux de Bézieux, « La reprise, c’est
maintenant ! » Le Figaro, 10 avril 2020.

[41] Philippe Aghion, « Penser l’économie de demain », France Culture, 24
avril 2020.

[42] Éric Le Boucher, « Il faut sortir la France du confinement », Les
Echos, 10 avril 2020.

[43] Jean-Philippe Delsol, « Confinement : jusqu’où peut-on aller? », Les
Echos, 10 avril 2020.

[44] Jean Quatremer, « Une sélection de tweets » tweet, avril 2020.

[45] Konrad Putzier and Peter Grant, « Real-Estate Investors Eye Potential
Bonanza in Distressed Sales », The Wall Street Journal, April 7, 2020.

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