Argentina/ Cárceles y "liberación" de presos: la pandemia del endurecimiento estatal [Myriam Bregman / Octavio Crivaro]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Lun Mayo 11 23:27:17 UYT 2020
_____
Correspondencia de Prensa
11 de mayo 2020
<https://correspondenciadeprensa.com/> https://correspondenciadeprensa.com/
redacción y suscripciones
<mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net
_____
Argentina
Cárceles, fake news y la pandemia del endurecimiento estatal
Myriam Bregman / Octavio Crivaro *
Ideas de Izquierda,10-5-2020
https://www.laizquierdadiario.com/
De repente se instala una idea: circula la noticia de que habrá una
liberación masiva de presos, que implica una amenaza para la población. Los
grandes medios de comunicación, particularmente aquellos que se encuentran
“engrietados” con el gobierno, levantan la versión, mandan al freezer
cualquier chequeo propio del profesionalismo periodístico, y ayudan a que se
instale. Funcionarios claves del elenco gobernante nacional y de la
Provincia de Buenos Aires, aportan lo suyo. El efecto es inmediato: miedo. Y
luego el hermano mayor de ese sentimiento: el odio.
El Estado, habilitado por la irrupción de lo desconocido, se blinda.
Sectores de la sociedad que piden un Estado “mínimo” en la intervención
económica, paradójicamente se muestran como una minoría intensa que aboga
por un Estado fuerte en el terreno de la represión. Pero hay más, con esta
muletilla: sectores que ven sus condiciones de vida empeorar día a día, son
buscados para dar cuerpo social a una campaña así. Buscan desviar de ese la
bronca por una situación social que tiene responsabilidades más grandes que
el invisible Covid-19: los grandes empresarios y los bancos, con complicidad
estatal. La discusión sobre “los presos”, en este sentido, tiene una
funcionalidad concreta y peligrosa que hay que discutir y combatir.
Las cárceles
La discusión sobre los presos se suscitó a partir de una resolución de la
Cámara Federal de Casación Penal (acompañada luego de otras de tribunales y
cortes provinciales), que instaba a habilitar prisiones domiciliarias
monitoreadas a detenidos por delitos no violentos, a las mujeres embarazadas
o con hijos, a los que estén a punto de tener salidas transitorias y a los
mayores de 60 años con riesgos de salud, fundamentalmente.
La resolución partió originalmente de recomendaciones internacionales de la
Comisión Interamericada de los DD. HH., de la Alta Comisionada de las
Naciones Unidas y de la Organización Mundial de la Salud, a partir de la
grave crisis sanitaria que abrió el coronavirus en las unidades carcelarias.
Fue, de hecho, la misma directiva que se aplicó en numerosos países, con
gobiernos de signos políticos disímiles como Estados Unidos, China, Italia,
España o Francia. Esa crucial información fue oportunamente silenciada en
buena parte de los medios de comunicación.
La situación de riesgo de los presos, que están naturalmente imposibilitados
de cumplir con el aislamiento recomendado, no la describe solo la izquierda,
ni siquiera el progresismo. El diario The New York Times, que a todas luces
no es trotskista, planteó que “las cárceles de todo el mundo se han
convertido en potentes zonas de transmisión del coronavirus, lo que ha
obligado a que algunos gobiernos tengan que liberar a cientos de miles de
presos en una lucha por frenar la propagación del contagio tras las rejas”.
Como veremos, acá hablamos de un número muy, pero muy menor.
Lo que no se dice (y lo que se dice mal) sobre la supuesta “liberación” de
presos
Las fake news fueron, como suele suceder, la artillería para esa batalla de
una “multipartidaria y multisectorial” punitivista. Se mintió sobre
absolutamente todo. Se dijo que estaba en discusión una liberación masiva.
Pero no se discutió la liberación. Solamente fueron beneficiados por la
prisión domiciliaria 320 presos de los 12.600 alojados en el Servicio
Penitenciario Federal, según cifras oficiales. ¿Pero a quién le importan los
números al momento de instalar una mentira?
En su intervención en una sesión de la Legislatura porteña, por ello mismo,
hicimos algo que no suelen hacer los portavoces de campañas envenenadas:
arrojar cifras. Así, dejamos en claro que “un 40 % presos que ocupan las
cárceles federales están detenidos por violación a la legislación que tiene
que ver con las drogas”, la mayoría de ellos por narcomenudeo, es decir, no
jefes narcos. Presos por homicidios hay 6 %, una cifra similar a la de
detenidos por delitos contra la integridad física. Y lo más importante: más
de la mitad de los detenidos no tienen condena, por lo que según la propia
legislación penal, se trata de personas inocentes “hasta que se demuestre lo
contario”.
La otra cifra que no se menciona la arroja la periodista Irina Hauser: la
discusión, que ganó todos los medios de comunicación durante días se refiere
exclusivamente a 480 personas. Entre el 17 de marzo y el 17 de abril hubo
2.200 egresos del servicio penitenciario bonaerense: 1.601 tenían la pena
cumplida, o les correspondía la libertad condicional o asistida; 599 fueron
prisiones domiciliarias ligadas a factores de riesgo de contraer
coronavirus. En el mismo período el año pasado salieron de las cárceles
1.720 personas. La diferencia interanual es de 480 presos. Menos de 500
personas sobre una población nacional de 45 millones. Y sin embargo se
habilita esta campaña ponzoñosa. ¿Por qué será?
De lo que tampoco se habló es que el motivo por el que en varios países se
liberaron presos, no fue por humanitarismo, sino por las consecuencias que
puede tener a nivel estatal la crisis sanitaria en las prisiones. Las
poblaciones carcelarias son focos de cultivo por estar forzosamente
confinadas en condiciones de hacinamiento y con nulas medidas de higiene,
por lo que vienen siendo a nivel mundial uno de los sectores con mayores
índices de propagación del virus, infecciones y muertes. Eso implica no
solamente que se infecten los propios reclusos, tema que muchos desdeñan,
sino también que el coronavirus se expanda veloz y ferozmente al conjunto
del tejido social. Los portavoces contra la campaña de la “liberación de los
presos” no se detienen en estos detalles.
Luego, claro, llegan los burdos contornos que asume la utilización política
del tema. El propio jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta,
presentaba la afable fábula sobre presos paseando por las calles mientras
“la gente” está encerrada. Una ex Jugate Conmigo en funciones de diputada
nacional macrista, Felicitas Beccar Varela, lo elevó a distopía de Ray
Bradbury y habló de “brigadas de presos que salen a apretar jueces”.
La lógica es clara: se exagera y se tuerce una realidad que es convertida en
amenazante ficción, mientras se ignora la resolución de problemas
verdaderamente acuciantes, como la crisis habitacional y sanitaria en los
barrios de emergencia, como la Villa 31, donde crecen contagios y muertes,
pero sí se cuestionan los presuntos beneficios de los detenidos que son
considerados un despojo social, que no merecen derechos de ninguna índole.
No se habla de poblaciones que a veces duplican la capacidad, no se menciona
la comida podrida, se omite hablar de las plagas que asolan los penales.
Nada.
Así, la psicosis fue dada a luz. Sin embargo el bloque ideológico
antiliberación de presos, padre de dos cacerolazos, es muy plural. Va desde
el macrismo, a los grandes medios. Desde Patricia Bullrich, a Sergio Berni y
Sergio Massa. La mano dura tiende puentes por encima de la grieta. Tan
considerable fue el impacto de la campaña, que el propio gobierno evitó
quedar avalando el planteo de las prisiones domiciliarias, haciéndose eco
del tañer de las cacerolas y quitando sustento, al mismo tiempo, a los
cacerolazos, que se fueron pinchando.
Fake news, miedo social y unidad nacional
Campañas políticas como esta contra “la liberación de presos” son siempre
acompañadas por medios de comunicación que se ubican a un lado y otro de la
“grieta”. La operación es sencilla. Se parte de una media verdad para
torcerla, exagerarla, inflarla, opacarla y, finalmente, convertirla en una
flagrante mentira. Pero una mentira que reviste forma de verdad y que se
convierte en un acto político. Y un acto político que tiene un objetivo
movilizador: dar cuerpo y alma a una base social para políticas
reaccionarias. El lado B de la “unidad nacional” contra la pandemia, es la
búsqueda de una “unidad” contra enemigos que, esta vez, no son invisibles.
Para ese fin la verdad no interesa. Un diario publicó la brutal noticia de
un femicidio, contando que el preso salió de su detención y salió a matar a
su ex pareja. La noticia no tenía nada que ver con esta discusión: era de
octubre. ¿Pero esos detalles qué importan? Así arranca un lavarropas de
mentiras y medias verdades. Se dice que “se liberan presos” cuando se
discute prisión domiciliaria. Se mezcla a ladrones de celulares con
asesinos. A personas condenadas por delitos contra la propiedad con “los
corruptos”, entre ellos personas condenadas por sus responsabilidades
políticas en horrendos crímenes sociales, como Ricardo Jaime en la Masacre
de Once. Se oculta, de paso, que esas personas tienen condiciones de
detención muy diferentes a los reos comunes, que son los más afectados por
detenciones penosas. Y se silencia, no casualmente, que detenidos por
crímenes de lesa humanidad también se vieron beneficiados, sin que se echen
ríos de tinta o golpes a las cacerolas como contra “los chorros” o los
violadores (que no debieron ser beneficiados por esta medida). Las cacerolas
son inmunes a esas noticias.
Se pone el eje en la falsa liberación masiva de presos para no discutir que
hay sistemas carcelarios degradantes, una situación social que se vuelve
cada día más acuciante y, más en general, un sistema social que no tiene
ninguna salida de fondo para ofrecer, ni cambios estructurales favorables a
las masas.
Bonapartismo: “moda” mundial y producto nacional
La discusión en torno a las cárceles en nuestro país es un capítulo, uno
nuevo, en el que se discute un endurecimiento del Estado. Hay que decir que
este no es solo un producto regional “autóctono” de Argentina. En todo el
mundo, los mismos gobiernos que actuaron con absoluta desidia al comienzo de
la crisis del coronavirus, aprovechan la conmoción para “administrar sus
propias crisis políticas”, colocar a las Fuerzas Armadas en las calles,
relegitimar a sus aparatos represivos, cerrar los parlamentos, declarar
toques de queda, entre otras medidas autoritarias y centralistas. Se
restringen las libertades democráticas, se empodera a un Estado con sus
fierros represivos al frente, y se busca una base social para ello. Lo que
algunos llamaron “la tentación autoritaria ”.
En nuestro país, en un contexto de crisis económica que golpea con
brutalidad creciente sobre trabajadores, monotributistas y desocupados pero
también sobre comerciantes y sectores medios, el mismo Estado que no
presenta un plan sanitario acabado frente a la gravedad de un escenario de
pandemia mundial, y que menos ofrece medidas para enfrentar el hundimiento
económico de grandes mayorías sociales, también dio curso a medidas de este
tipo. El plan parece ser cuarentena, tibias medidas sociales, despliegue de
la policía y el ejército, y una hipertrofia de la figura presidencial.
La virtual clausura del Congreso como lugar central donde se expresen las
posturas y se presenten alternativas a la salida de la crisis en curso,
coronada con un curioso ensayo fallido de reunión virtual, luego de casi de
50 días de cuarentena (!); la búsqueda de relegitimar a las Fuerzas Armadas,
poniéndolas en el rol de reparto de alimentos en lugar de apelar a
sindicatos y movimientos sociales; la saturación policial en los barrios
populares (con el consiguiente salto en denuncias de brutalidad); el
discurso donde el presidente en persona “reta” a la población, instando a
“los vecinos” a que pongan en caja a todos los que no se “queden en casa”,
no son hechos caóticos que meramente ocurren, sino que son parte de un plan
para remachar un aparato estatal que, en última instancia, sigue relamiendo
las heridas abiertas en el 2001. Hay crisis social y sanitaria, pero en
lugar de invertir en subsidios de 30 mil pesos para los desocupados, o
realizar testeos masivos, se hace un costoso despliegue de policías y
militares.
Frente a la crisis, frente a lo excepcional, se fortalecen los aspectos
bonapartistas, autoritarios del Estado: se concentra poder en pocas
personas. Y se apela a la población como base de sustento de este blindaje
estatal.
Nuevas excusas para eternas causas
Hace un tiempo dijimos que un brutal crimen ocurrido en el ámbito privado,
el de los rugbiers contra Fernando Baéz Sosa fue usado por algunos sectores
para contrabandear un discurso punitivista apuntado hacia la juventud como
responsable de la violencia social y reivindicando, como corolario, la
brutalidad carcelaria como salida “correctiva”. Antes fue la “amenaza
mapuche”, eufemismo para llamar a la defensa de las tierras de
latifundistas, que sirvió para encubrir los asesinatos de Santiago Maldonado
y Rafael Nahuel e inflamar a la Gendarmería.
Ahora “un revoltijo de carne con madera” sirvió para que, en dos
cacerolazos, se cuele un discurso punitivista. Parafraseando al jurista
alemán Günther Jakobs y su derecho penal del enemigo, se busca
incesantemente la creación de un enemigo interno cambiante, mutante, ante el
cual, la fórmula secreta es siempre, indefectiblemente, fortalecer al
aparato represivo del Estado, en cada una de sus subdivisiones. De paso, en
este contexto de crisis social naciente, se perfila la estrategia verdadera:
mejorar los dispositivos de control social frente a un escenario de eventual
levantamiento del enemigo real, los trabajadores y los sectores populares.
El fantasma de la lucha de clases.
Un historial de endurecimiento estatal: de la bonanza a los períodos de
sequía
Esta campaña es hija legítima de la lucha “contra la inseguridad” que es la
ignífuga insignia de las derechas en Argentina y en todo el mundo. Juntos
por el Cambio, con el emblema de Patricia Bullrich a la cabeza, ha usado esa
política como estandarte identitario. Pero sería injusto achacarle solo a
ese colectivo de la derecha esta línea. Eso puede verse, en primer lugar,
con las llamadas Leyes Blumberg. En abril del año 2004, Juan Carlos Blumberg
encabezó una movilización multitudinaria exigiendo un endurecimiento de las
penas, luego del secuestro y brutal asesinato de su hijo.
A pesar de que en el asesinato de Axel Blumberg se probó la participación de
policías, como en la enorme mayoría de casos de secuestros, el gobierno de
Néstor Kirchner impulsó una serie de medidas para endurecer el Código Penal
y darle más atributos a las policías. El perro se mordía la cola.
¿Sirvió el blindaje de la normativa para “combatir el delito”?
Investigaciones relevantes para el caso demuestran que no, más bien a lo que
dio aumento es únicamente al encarcelamiento preventivo mientras que las
condenas se mantuvieron en estadísitcas similares [1]. En criollo, las leyes
Blumberg solo llevaron a detenciones por portación de cara.
Durante los gobiernos kirchneristas no solo se modificaron leyes penales
sino que también se aumentó como nunca antes los presupuestos en seguridad.
En el 2016, ya bajo el macrismo, se modificó el procedimiento judicial para
los casos de flagrancia, con militancia y votos del peronismo. Esta ley
permite a las fuerzas de seguridad determinar si pueden detener o no a
alguien que interprete que estaba cometiendo un delito, aplicarle un juicio
express y detenerlo de manera sumaria. De más está decir que esa medida no
afecta a los sectores pudientes, sino a pobres y jóvenes de los barrios
populares. No por nada fue el respaldo normativo para irrumpir en la Pu Lof
de Cushamen para reprimir y asesinar a Santiago Maldonado.
Una amenaza que el pueblo trabajador debe enfrentar
La inseguridad, la juventud presuntamente descarriada, la insubordinación
mapuche y, ahora, la farsa de la liberación masiva de presos va dragando el
camino para que pase el barco del endurecimiento estatal. Si en momentos de
bonanza económica y baja lucha de clases esto ya funciona, cuando los
nubarrones espesos de la crisis social amenazan el firmamento, esta realidad
se refuerza.
Y esta no es una definición especulativa. La represión que sufrieron los
trabajadores del frigorífico Penta, la dispersión policial contra
repartidores de Pedidos YA en las calles de Rosario, y el operativo de
Gendarmería contra los mineros de Andacollo en Neuquén, además de las
detenciones a miembros del Polo Obrero, muestran que siempre la “hipótesis
de conflicto” para el Estado, son los trabajadores y el pueblo pobre. En una
situación en la que los empresarios han decidido (¡oh novedad!) resolver la
crisis con despidos, suspensiones, rebajas de sueldo y represión, el
gobierno y sus mecanismos de control social son imprescindibles para que se
imponga con la suprema voluntad de “los dueños de la pelota”.
Del “quedate en casa” al “morite en cana”, las notas de esta canción no se
refieren, en realidad, ni a los que violan la cuarentena, ni a los presos,
ni a la amenaza de la suelta de delincuentes, como nos recitan las campañas
securitistas. La hipótesis es el eventual levantamiento de los sectores
populares y de trabajadores, y del “mundo precario” frente a una crisis
social que, más temprano que tarde, va a dar bronca, hartazgo, hastío. Esa
música también empezó. Por eso los trabajadores deben tener voz y voto en
esta discusión sobre la tentación autoritaria que, a no dudarlo, será usada
contra ellos. Contra nosotros.
* Es abogada del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH)
y dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Fue diputada
nacional del PTS-Frente de Izquierda. Octavio Crivaro, es sociólogo,
dirigente del PTS y candidato nacional por el Frente de Izquierda-Unidad en
Santa Fe.
Nota
1] Así lo graficaba Mariano Gutiérrez, investigador del Instituto Gino
Germani, en una nota en el 2014: “En cifras, el sistema penal condena de un
2 a un 4 por ciento de los delitos que detecta. Ese número habitual no
cambia con las leyes Blumberg, que lo que favorecen es una mayor tasa de
encarcelamiento preventivo capaz de llevar un empeoramiento, porque lo que
se expande es la cultura carcelaria, que es violenta. Es un efecto
criminógeno pero no de control del delito. El endurecimiento no tiene efecto
sobre las conductas sociales”.
_____
--
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus
------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20200511/62b54953/attachment-0001.htm
Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa