Brasil/ Viento en contra. La izquierda frente a la catástrofe sanitaria y el "posible" Impeachment [Marcelo Aguilar]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Mayo 22 15:19:01 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

22 de mayo 2020

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Brasil



La oposición política a Bolsonaro frente a la catástrofe sanitaria



En la ventana



Mientras el presidente brasileño apela a las mañas de la vieja política para
asegurarse apoyos en el Congreso, la oposición navega con el viento en
contra. Con una capacidad de movilización menguada y el balance de su
derrota todavía en él debe, la izquierda se ilusiona con un posible proceso
de impeachment que, de concretarse, no la tendría como actor protagónico.



Marcelo Aguilar, desde San Pablo

Brecha, 22-5-2020

https://brecha.com.uy/



Brasil perdió su segundo ministro de Salud desde que comenzó la pandemia.
Sin completar un mes de trabajo, Nelson Teich renunció el pasado viernes 15.
Los problemas son parecidos a los que desencadenaron la salida de Luiz
Henrique Mandetta, su antecesor. Mandetta había ganado visibilidad y se
posicionaba de forma cada vez más contundente contra la gestión de la crisis
del presidente Jair Bolsonaro, motivo que determinó su destitución. Pero
Teich fue obligado a jugar un papel ridículo: no pinchaba ni cortaba, y eso
quedó en evidencia el lunes 11, en una conferencia de prensa en la que el
ahora exministro se enteró por los periodistas de que Bolsonaro había
incluido entre las actividades económicas esenciales los gimnasios, los
salones de belleza y las peluquerías. “¿Eso salió hoy?, ¿lo dijo ahora?”,
preguntó ante los cuestionamientos de los periodistas. La cara lo decía
todo. “¿Quién tomó la decisión?”, completó. Los días del ministro estaban
contados.



Detrás de esta renuncia está la insoportable presión del presidente, que, al
igual que Donald Trump, está obsesionado con el uso de la cloroquina como
medicamento para combatir el coronavirus, a pesar de que aún no hay
comprobación científica de sus efectos positivos en esas lides. Lo mismo
pasa con el aislamiento. Bolsonaro propone flexibilizarlo en un momento en
que la curva de casos todavía es ascendente y las muertes ya suman más de 18
mil.



El ahora ministro interino de Salud, el general Eduardo Pazuello, nombró a
13 militares para trabajar en la cartera, y Bolsonaro dijo que “se quedará
por mucho tiempo” al mando de la sanidad del país. Este miércoles, el
gobierno liberó la prescripción de cloroquina para pacientes en cualquier
nivel de avance de la enfermedad. Mientras, la posibilidad de un eventual
impeachment contra el presidente, aunque todavía lejana, sigue tomando
fuerza y la oposición debe asumir un doble papel: resistir el presente y
pensar las salidas a futuro.



Perdiendo amigos, comprando aliados



Pese a que en las elecciones de 2018 su Partido Social Liberal obtuvo 52
diputados –contra uno solo en la elección de 2014– y cuatro senadores, la
articulación de Bolsonaro con el Congreso siempre había sido escasa. Para
colmo de males, a fines de 2019 el presidente minó su base de apoyo al
pelearse con el resto del partido, al que abandonó. Ahora, su conducción de
la crisis del coronavirus agrava la situación y coloca de nuevo sobre la
mesa la posibilidad de un impeachment.



Enio Verri, líder del opositor Partido de los Trabajadores (PT) en la Cámara
de Diputados, dijo a Brecha que “sin dudas hay un caldo” favorable al juicio
político y que este “es un tema de todos los días y en todos los sectores”.
Sin embargo, “todavía no se llegó al punto más alto de la crisis”, el que
generaría la coyuntura adecuada para que el Congreso enjuicie al presidente.
El caldo, dice, fue condimentado en varios sentidos por las actitudes
recientes del propio Bolsonaro: “En la medida en que profundiza su
radicalización con relación a la pandemia, pierde el apoyo de varios
sectores. Son elementos que hacen oposición, pero que de ninguna manera son
de izquierda, sino del campo conservador”.



Hay varias señales claras en ese sentido. Joice Hasselmann, la mismísima
líder del Partido Social Liberal en Diputados, presentó el 24 de abril un
pedido de impeachment contra el mandatario y llegó a decir que “nunca hubo
en la historia un presidente que haya generado tanto caos”. Tres días
después, el Movimiento Brasil Libre, clave en la caída de Dilma Rousseff y
en la elección de Bolsonaro, hizo lo propio. Verri dice que buena parte de
los diputados de una derecha que él llama “elegante” –léase las viejas
elites políticas liberales como el Partido de la Social Democracia Brasileña
de Fernando Henrique Cardoso– manejan la hipótesis de avanzar hacia la
destitución del presidente, pero que esperan a que primero pase la pandemia.



Frente a ese escenario, Bolsonaro hizo, a comienzos de mayo, una de las
tradicionales jugadas de la política brasileña que él tanto criticaba en el
pasado. Compró el apoyo del famoso centrão –el oportunista y supuestamente
centrista sector mayoritario del Congreso, decisivo para obtener mayorías
parlamentarias– entregándole varios cargos públicos con altos presupuestos.
Se trata de posiciones importantísimas de cara a futuras elecciones, porque
permiten, a quienes las ocupan, ejecutar obras públicas en las regiones
donde viven sus votantes. Con esta apuesta, el gobierno amplió su menguada
base en el Congreso.



De todas formas, aunque se podría pensar que con jugadas como esta Bolsonaro
garantiza la continuidad de su mandato al impedir que haya votos suficientes
para votar su destitución, los del centrão no son kamikazes, recuerda Verri.
Si la ven fea, se bajan. “Buena parte de los ministros del centrão estaba en
el gobierno de Dilma. Dejaron el cargo el viernes de noche y el domingo
votaron en su contra.” Así, aunque hoy Bolsonaro tiene al fin base
parlamentaria para aprobar alguno de sus proyectos –y aplazar el
impeachment–, si el presidente continúa perdiendo base social, difícilmente
el centrão quiera hundirse con él.



El impeachment posible



David Deccache es asesor económico de la bancada en Diputados del Partido
Socialismo y Libertad (Psol), agrupación formada en 2004 a partir de una
ruptura por izquierda con el gobierno de Lula da Silva, que en 2016 rechazó
el impeachment a Rousseff y en 2018 apoyó al PT en la segunda vuelta.
Deccache dijo a este semanario que en el Congreso se ha consolidado una
unidad “de reducción de daños” que actúa frenando algunas propuestas del
gobierno y proponiendo alternativas. Es una especie de oposición pragmática
que incluye a los partidos progresistas y algunos sectores del centro y la
derecha. Pero “todavía no hay demasiada convergencia, e incluso hay
divergencias sobre si actuar o no para interrumpir el mandato de Bolsonaro”.



Lo cierto es que el impeachment difícilmente vendrá sin el centrão, el
empresariado y las Fuerzas Armadas. La izquierda tiene muy pocas
posibilidades de liderar ese proceso. Rodrigo Maia, presidente de la Cámara
de Diputados, no pondría a debate un proceso de ese tipo sin articular
previamente los apoyos necesarios para que prospere. Lo contrario no le
convendría a él ni a nadie en la oposición y podría tener efectos
contraproducentes, fortaleciendo a Bolsonaro.



La oposición de izquierda presentó ayer, jueves 21, un pedido de impeachment
conjunto, firmado por los partidos que la integran y más de cuatrocientas
entidades, movimientos sociales populares y religiosos. (1) Además, el PT
buscará aprobar una enmienda constitucional para que, en caso de que el
pedido prospere, se convoque nuevas elecciones. Una funcionaria del
Congreso, asesora de una de sus comisiones, comentó a Brecha que le parece
muy difícil que se consolide un juicio político a Bolsonaro mientras el
Parlamento funcione de forma remota a causa de la pandemia. Algo que parece
un detalle menor, pero que tiene sentido si pensamos en lo performático del
impeachment contra Dilma Rousseff y las grandes movilizaciones que lo
apoyaron. El fin del aislamiento social todavía es una incógnita, e incluso
con plazos ideales el impeachment demandaría por lo menos seis meses. No
parece un camino simple ni rápido para frenar la sangría que sufre Brasil.



La unidad



A esta altura parece un mantra. La famosa unidad de la izquierda sigue
sonando precioso, pero, al menos en Brasil, es dificilísima de alcanzar. La
definición de las candidaturas para las elecciones municipales de octubre de
este año –que probablemente serán aplazadas por la crisis sanitaria– ya
empieza a evidenciarlo. Las municipales son muy importantes para definir el
escenario en que se dará la elección presidencial: generan bases de apoyo
popular y deciden espacios de poder como intendencias, juntas y concejales.



El diputado Marcelo Freixo, del Psol, que aparecía hasta hace poco como un
candidato fuerte al gobierno de la ciudad de Rio de Janeiro y parecía
contar, incluso, con el apoyo del PT, se bajó de la carrera este viernes 15.
En entrevista con O Globo, Freixo dijo que su decisión era un gesto que
buscaba llamar a la unidad. Según él, se ha alcanzado cierta madurez de la
izquierda en el Congreso y eso debería extenderse a las contiendas
municipales.



Lo cierto es que en las últimas semanas hubo algunas disputas internas
dentro de su partido y dificultades de articulación para consolidar alianzas
con formaciones como el Partido Socialista Brasileño y el Partido
Democrático Laborista del exministro de Lula y excandidato presidencial Ciro
Gomes. Freixo ha dicho que no hay vuelta atrás a su decisión, pero algunos
analistas consultados por Brecha coinciden en que todavía hay tela para
cortar y la situación puede cambiar. Algunos especulan que su actitud es un
gesto extremo para forzar la unidad con los sectores que hasta ahora se
negaban, para luego volver a asumir la candidatura.



Deccache no cree en esa posibilidad. Para él, lo de Freixo “no es
estrategia”. Si así fuese, en la izquierda no se estarían manejando otros
nombres para disputar Rio, argumenta. “Además, esta unidad de la que Freixo
habla no la empezó a intentar ayer. Ya insistió mucho en eso, fueron
interminables diálogos y debates que parecen haberse agotado y que
desembocan en esta situación.”



En tanto, en filas del PT ya se sabe que Fernando Haddad, que sonaba con
fuerza como aspirante a la gobernación de San Pablo, tampoco será candidato.
Según fuentes del partido, el excandidato a presidente trabaja con la idea
de que, gane o pierda en las municipales paulistas, su candidatura
debilitaría su tarea prioritaria: volver a disputar el gobierno del país en
2022. Quien sí es precandidato al gobierno de San Pablo es Guilherme Boulos,
excandidato a la presidencia de Brasil por el Psol y dirigente nacional del
Movimiento de Trabajadores Sin Techo.



A Valter Pomar, de la dirección nacional del PT, este escenario le parece
“un desastre”. Para él, Haddad y Freixo están, sin quererlo “dando espacio
para que las elecciones municipales de las dos principales ciudades del país
se decidan entre las fuerzas de centro y las de extrema derecha”. En su
opinión, dejar que esta disputa se déentre las fuerzas conservadoras “sería
un suicidio y un error. Un suicidio, porque va a acabar con la izquierda y
un error, porque no va conseguir la derrota de la extrema derecha”.



Por su parte, Deccache cree que la izquierda viene en un proceso de
fragmentación desde 2018 y cita como una manifestación importante de esa
deriva el durísimo enfrentamiento entre Lula y Ciro Gomes en la campaña
electoral de ese año. “Todas estas disputas son también sintomáticas de la
dificultad de renovación de cuadros dentro del campo progresista. Y se
manifiestan en casos como estos, en que se baja Freixo y tenemos enormes
dificultades de encontrar quien tome ese lugar. Se genera una suerte de
vacío.”



La calle sin la calle



Las dificultades de movilización y organización de la izquierda por fuera de
las instituciones son muchas. Brasil ya venía sufriendo duras derrotas
políticas y sociales sin grandes muestras de resistencia: reforma de las
jubilaciones, reforma laboral, congelamiento del gasto público, entre tantas
otras. Los movimientos sociales y las centrales sindicales ya no consiguen
colocar suficiente gente en la calle.



Gilmar Mauro, de la dirección nacional del Movimiento de los Trabajadores
Rurales Sin Tierra, dice a Brecha que el problema es más profundo: “Sufrimos
también una crisis desde el punto de vista teórico y político, pero, sobre
todo, estratégico. La izquierda se acostumbró a disputar elecciones y hemos
cometido errores metodológicos muy graves que todavía persisten”. Y
puntualiza tres cuestiones centrales. Primero: “Las organizaciones de la
clase trabajadora fueron producidas para un tiempo en el que el desarrollo
del capitalismo permitía conquistas económico-sociales. Por lo tanto, son de
tipo defensivo, cuando precisaríamos organizaciones ofensivas contra el
orden capitalista a escala planetaria”. Segundo: “La izquierda tiene grandes
dificultades para planificar, no consigue hacerlo ni siquiera para dentro de
dos o tres meses”. Tercero: “Existe una gran dificultad de ampliar y
estimular el poder popular y la participación, de consolidar la formación
política e ideológica. Y también existe el error de separar la lucha
económica y la lucha política, como si la lucha política fuese sólo del
partido y la sindical y popular sólo de los movimientos y sindicatos”.



A todo eso se suma, afirma Mauro, la burocratización: “Muchos instrumentos
políticos, llamados partidos, se distanciaron tanto de la realidad
socioeconómica y de la vida concreta del pueblo que se convirtieron en
burocracias. Otros movimientos sindicales y populares que no debaten
política se convirtieron en economicistas de corto plazo y por eso no se
avanzó en la politización. Eso es separar el presente del futuro”.



Vitor Quarenta, de la dirección nacional del PT, dice que es verdad que este
partido se alejó de sus bases: “Cuando el PT llegó al gobierno, pasó a hacer
política exclusivamente a través del Estado. Eso es imperdonable para un
partido socialista”. Sin embargo, invierte la idea de burocratización: “La
política del PT fue hegemonizada por la política estatal, lo que es más
grave aún que la burocratización. Burocratizarse sería fortalecerse a través
de la estructura del Estado. El PT hizo al revés: se debilitó. Se lo chupó
el gobierno y el partido, y la organización popular fue dejada de lado”. Ahí
está, dice, uno de los principales desafíos de la formación, salir a
disputarle las periferias urbanas al bolsonarismo.



El lunes 18, en un encuentro virtual en vivo organizado por la Fundación
Perseu Abramo, vinculada al PT, el sociólogo portugués Boaventura de Sousa
Santos fue duro con los sindicatos: “Se acomodaron, sus cuadros fueron al
poder y no continuaron la lucha sindical, perdieron práctica. Se percibe una
cierta pasividad del movimiento sindical brasileño. Hubo ataques brutales a
la clase obrera después del golpe contra Dilma, y se ve a sindicatos
calculando la sobrevivencia de los líderes en lugar de poner en la línea de
frente los intereses de los trabajadores y las trabajadoras”.



Este es un momento extraño, sostiene Mauro, porque el coronavirus ha
obligado a repensarse: “Estamos encerrados, entonces tenemos que pensar.
Resistir desde nuestras ventanas, con cacerolazos y lives en las redes
sociales es algo que no estaba en nuestro quehacer cotidiano, y
evidentemente es una situación bastante difícil. Pero tenemos que
aprovecharla para planificar una estrategia de discusión con el pueblo.
Ahora no hay una correlación de fuerzas que nos permita un cambio inmediato,
pero debemos sembrarla”.



Quarenta afirma, por su parte, que la militancia digital a la que obliga la
pandemia ya era un enorme desafío desde antes: “Hasta ahora la militancia
online no consigue ser una organización política online. Las personas son
espectadores de páginas de izquierda, opinadores, pero no están, de hecho,
involucradas en una estrategia de organización y de militancia política
digital. Entramos en la segunda década del siglo XXI con una organización
parecida a la de mitad del siglo XX”.



Mauro cierra el difícil diagnóstico: “Cuando hablo de los errores de la
izquierda no estoy tirando la izquierda a la basura. Lo que quiero decir es
que lo que hay no es suficiente para enfrentar los desafíos que tenemos
actualmente. Pero es lo que tenemos, y debemos trabajar con eso y no
desanimar”.



Nota



2) Ver manifiesto (en portugués) y firmas:
https://esquerdaonline.com.br/2020/05/21/impeachment-veja-o-manifesto-e-as-a
ssinaturas-em-apoio-ao-pedido-popular-fora-bolsonaro/

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