Estados Unidos/ El debate entre Trump y Biden: un angustioso espectáculo [Antoine Perraud]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Oct 1 09:44:07 UYT 2020


  _____

Correspondencia de Prensa

1° de octubre 2020

 <https://correspondenciadeprensa.com/> https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

germain en montevideo.com.uy <mailto:germain en montevideo.com.uy>

  _____



Estados Unidos



El debate entre Trump y Biden: un angustioso espectáculo



El debate se pareció más a un combate de lucha alegórico, que a un cara a
cara civilizado. El demócrata apareció furioso y el republicano monstruoso.



Antoine Perraud

Mediapart, 1-10-2020

https://www.mediapart.fr/



Avanzan como si se tratara de un duelo que no debiera celebrarse, ni se
miran; se observan con recelo. Entre los dos, suman 151 años de edad. Si
sólo fueran uno, éste habría nacido en 1869 –durante la « Reconstrucción »
estadounidense después de la guerra de Secesión - cuando el Klu Klux Klan se
disolvió y el primer Estado, Wyoming, concedió a las mujeres el derecho al
voto.



Si nos gustaran las teorías del complot, lo interpretaríamos como un
presagio divino (Biden como signo de un retorno a la normalidad democrática
después del caos) o satánico (Trump como signo de la regresión de su país a
la inminente guerra civil).



Poco a poco, adoptan una postura que mantendrán durante todo el debate.
Donald Trump, con su habitual agresividad permanente, cual hosco dragón de
Komodo, que lanza frases con lanzallamas. Joe Biden, más empequeñecido que
nunca, consultando continuamente sus notas, el tono exageradamente
convincente de los viejos retóricos de otros tiempos, responde con una
pequeña risa mecánica y momificada a las acusaciones incesantes de su
oponente, que interrumpe constantemente.



«¿Quieres callarte, hombre?» (« Will you shut up man? »), espetaba el
demócrata después de más de media hora de ataques. Sus partidarios sin duda
lo verán con agrado, sintiendo quizás cierta vergüenza inconfesable. De
hecho, nos guste o no, estamos siendo testigos de un combate de lucha
alegórico y no a un debate civilizado. Trump ha impuesto su estilo, su
ritmo, su candencia desde el principio.



¿Es inteligente, en estas condiciones, exigir, con hastío, que el animal al
que te enfrentas en el ring se contenga, levante el brazo, se someta al
ritual de la conversación? Tienes que sacudir, para eso estamos aquí, induce
la señora televisión. Un debate como éste requiere sangre metafórica, puesto
que el país está al límite. Desde este punto de vista, Trump hace el trabajo
sin titubear; allí donde Biden elige la evasión y da la impresión de
emprender la retirada, vacilante, superado por la situación, y, por ende,
perdedor.



El candidato demócrata recibe el apoyo del periodista-moderador Chris
Wallace, que termina, tras 50 minutos de debate, por levantar la voz en un
intento de imponer las reglas de un juego invertido de inmediato por el
frenético presidente. La trampa se cierra: Biden necesita una muleta, no
puede arreglárselas solo; están dos contra uno: « Estoy debatiendo con usted
y no con Joe. No es de extrañar », le replica Donald al moderador.



¿No justifica esto que Trump se rebele ante semejante coalición, un
periodista de la vieja escuela y un notable político de la antigüedad? El
multimillonario que ocupa la Casa Blanca logra aparecer como el candidato
del pueblo, enfrentándose a los representantes del Estado profundo, ¿cómo no
perdonarle que armase el belén, que todo sean extravagancias, lazzi e
insultos? Su electorado está obviamente exultante.



Como recordatorio, escoge sus habituales fórmulas simplistas: « Obamacare is
not good ». Lanza. Con la eficiencia del láser, mientras su oponente intenta
convencer en vano, como un 33 rpm que se rompe en el tocadisco. Cuidado, sin
embargo, con el disco aletargado. Biden, a medio gas, de vez en cuando,
habla con su postura rígida y su sonrisa atiborrada de respuestas asesinas,
como la palabra « payaso », que lanza a Donald y que le va como anillo al
dedo.



Sin embargo, el partido se jugó con torpeza. Trump se dirigía a « Joe » sin
reflexionar. Biden ignoraba a su oponente; hablaba de « él », de « este
hombre », instando al moderador Chris Wallace, como un parlamentario
británico que se dirige al presidente de los Comunes. Como resultado, frente
a la batalla dialéctica del guerrero de cabellera naranja, el frágil
debatiente parecía echar balones fuera.

.

Pero entonces, ¿cuál es el fondo, qué sacamos en claro de un ejercicio así?
El fondo es inaudible y ahí es donde se impone Biden, sin que nadie se dé
cuenta. El guion de esta hora y media le dará la razón, allí donde la
captación audiovisual le invalidaba con crueldad.



Después de una hora y cuarto, después de que Biden mirara por primera vez a
Trump a los ojos para evocar a su hijo Beau, muerto de cáncer (« No conozco
a Beau, conozco a Hunter », dijo Trump), Chris Wallace, agotado, expuso lo
principal sobre la mesa: « Me gustaría que habláramos del cambio climático
».



Este y otros temas –el Tribunal Supremo, la pandemia del coronavirus, la
economía del país, las tensiones raciales...– quedaron hechos pedazos por
las burdas, narcisistas y delirantes fórmulas de Trump (« Quiero un aire
puro »), a las que se oponía con aires de viejo terco Joe Biden, que parecía
descartar la verborrea de Trump como se rechaza la última en un bar: « Todo
esto es falso », repitió el burgrave con su dignidad acompasada y exprimida,
ante la vulgaridad hecha hombre, la violencia hecha presidente.



Al candidato demócrata sólo le quedaba perder a la izquierda, algo que hizo
después de una hora y veinticinco minutos: « No apoyo el Green New Deal ».
Añadió, en un aliento que parecía ser el penúltimo: « Apoyo el plan Biden ».



El final se desvanecería en las confusas explicaciones del voto por correo,
para dar ventaja al más primitivo, frustrado y esquemático. Trump no está
dispuesto a aceptar su derrota, porque a su entender sólo puede oponerse al
orden de las cosas que no habrá dejado de encarnar, para mal, a lo largo del
debate.



« Gracias por esta hora y media interesante », concluye Chris Wallace. Por
supuesto, no hubo nada interesante. Por supuesto, este programa de
televisión que vio al picador Trump golpear al santo Sebastián Biden fue
sólo un brutal momento hipnótico, que no podría reemplazar a la realidad.
Por supuesto, un debate no son las elecciones y ni siquiera hacen las
elecciones. Obviamente, el actual inquilino de la Casa Blanca ganó según el
criterio catódico, pero Biden no perdió, incluso apareciendo como una caña
pensante frente al tornado tarado Trump.



Obviamente, fue trágicamente nulo. Hasta el punto de dar la razón a
Baudelaire, muerto hace 153 años, en 1867, dos años antes del nacimiento del
conglomerado Trump-Biden; el poeta consideraba EE.UU. como « la barbarie
iluminada con gas».

  _____





--
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20201001/4a33864f/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa