Uruguay/ El odio, un derecho humano [Gabriel Pereyra]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Oct 9 01:01:00 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

9 de octubre 2020

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Uruguay



El odio, un derecho humano



Gabriel Pereyra

Búsqueda, 8-10-2020

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En Uruguay incitar al odio es ilegal, o sea que odiar es un sentimiento
penado por ley. Ser nazi es ilegal. ¿Odiar al nazismo es ilegal? Por tanto,
no es que el odio y su incitación sean ilegales per se, sino que deben ser
analizados en un contexto acerca de qué o a quién se odia. Odiar a los
odiadores, al parecer, no será delito.



Una discusión parecida se plantea con los grados de tolerancia que hay que
tener con los intolerantes.



El periodista danés Flemming Rose, responsable de haber divulgado en el
diario Jyllands Posten las viñetas sobre Mahoma, publicó en El País de
Madrid un artículo en el que señala que “el derecho al odio es tan
importante como el derecho al amor, siempre que no se exprese en forma de
incitación directa a la violencia”.



“Es difícil negar la legitimidad del odio que sienten los padres cuyos hijos
han sufrido los abusos de un pedófilo. Lo mismo se puede decir de las
víctimas de un crimen o de las personas a las que se ha humillado de alguna
manera. El odio forma parte de la condición humana, nos guste o no”, dice
Rose, y recuerda la frase de George Orwell acerca de que “la libertad de
expresión solo tiene sentido si incluye el derecho a decirle a la gente lo
que no le gusta”.



También se podría recordar a Nietsche: “El hombre de conocimiento debe ser
capaz no solo de amar a sus enemigos, sino también de odiar a sus amigos”.



¿A qué viene esta oda al odio? Hace unos días el senador del partido
filomilitar Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, dijo que “hay familiares (de
desaparecidos) que siguen prisioneros de ese odio que los ha movido toda la
vida”.



No es el primero ni el único que contrapone el acto cometido por los
representantes de un Estado de matar a una persona y desaparecer el cadáver
con el sentimiento que puede haber causado eso en los familiares del
asesinado. Una comparación que no admite el menor intento de racionalidad
como de misericordia, pero que ha servido como insumo en el debate público.



Tratándose de un dirigente político de un partido de derecha que ha
impulsado y apoyado toda medida que sume a la llamada mano dura contra la
delincuencia, normas que apuntan a eliminar al delincuente (repartir porte
de armas, ampliar la legítima defensa, etc.), llama la atención que plantee
el odio como un pecado per se.



¿Qué diría Manini acerca del odio que puede despertar en una mujer que a su
marido lo haya asesinado un rapiñero mientras atendía un comercio?
¿Justificaría Manini el odio a la delincuencia de la familia de un niño
violado y luego asesinado?



Vamos, todos sabemos cuál sería la respuesta porque estos sectores políticos
nunca condenaron el “que los maten a todos” o “que se maten entre ellos”.



Entonces, si se justifica el odio de una viuda cuyo esposo cayó bajo las
balas de un rapiñero, ¿por qué no aceptar el mismo sentimiento del familiar
de una mujer secuestrada, violada, torturada, asesinada, quemada y enterrada
en cal viva o tirados sus restos al mar?



Así como ciertas corrientes filosóficas tildan de prochorros a quienes
rechazamos cualquier medida que no procure la recuperación de un detenido y
el respeto a sus derechos humanos mientras esté preso, se podría tildar de
protorturadores a quienes critican el odio de los familiares de
desaparecidos.



Si Manini critica el dolor de un familiar que es víctima de la delincuencia
común con la misma enjundia que lo hace con los familiares de desaparecidos,
tendré que retractarme en este señalamiento de algo parecido a un doble
discurso del “comandante, general, senador”.



En realidad, creo que no es doble discurso. Manini cuestiona a los
delincuentes comunes de hoy y abrazaría a sus víctimas, pero no tiene el
mismo sentimiento con los delincuentes comunes del pasado y sus víctimas que
se arrastran hasta hoy.



Si Manini no es empático con el dolor de los familiares de desaparecidos,
que tienen derecho al odio, tengo derecho a dudar de que lo sea con las
causas que provocaron tanto dolor.



Sépanlo y asúmanlo, mientras no sea para generar una ira colectiva que se
dispare contra alguien que viola la ley, el odio es un derecho humano, sin
importar lo que digan esas leyes que cuestionan el odio, pero que no son
capaces de castigarlo cuando luce “lógico”. Odio a Hitler. Odio a Gavazzo.
(1)



Y, dentro de la lógica del odio, qué bueno sería que los movimientos
políticos, las organizaciones estatales, los líderes iluminados, en suma,
todos aquellos que piensen que pueden pisotear la consigna del “Nunca más”,
supiesen y asumieran que lo que las grandes mayorías tienen para depararles,
si sacan el pie fuera del plato de la ley, es odio; un odio profundo, ese
que no hay ley que lo pene, porque es puntual, para nada generalizado, y
tenue si se tiene en cuenta que en su origen está el recuerdo imborrable de
un hijo quemado por la picana, el llanto de una madre ahogada por el tacho,
los ojos sin brillo de un padre silenciado para siempre por un cobarde.



Nota



1) Alude al teniente coronel José Nino Gavazzo, una de las figuras
emblemáticas del terrorismo de Estado. Condenado a 25 años de cárcel por
múltiples asesinatos durante la dictadura militar (1973-1985) y en el marco
de las operaciones del Plan Cóndor. Actualmente en “prisión domiciliaria”
por “razones de salud”. (Redacción Correspondencia de Prensa)

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