Bolivia/ La derrota del racismo. El nacimiento de un nuevo ciclo político. [Raúl Zibechi]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Oct 23 11:17:19 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

23 de octubre 2020

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Bolivia



El nacimiento de un nuevo ciclo político



La derrota del racismo



Tras el abrumador triunfo del MAS y con el fin del régimen de Áñez, se abre
un nuevo escenario que va más allá de un simple retorno de los partidarios
de Evo Morales al Palacio Quemado: ahora la derecha es más fuerte que en
2005 y las bases masistas se encuentran empoderadas y movilizadas luego de
su tenaz resistencia al despotismo.



Raúl Zibechi

Brecha, 23-10-2020

https://brecha.com.uy



En sus primeras declaraciones, el presidente electo, Luis Arce Catacora,
esbozó modos y maneras diferentes a las practicadas por Evo Morales en sus
14 años de mandato: «Vamos a construir un gobierno de unidad nacional, vamos
a trabajar y vamos a reconducir el proceso de cambio sin odios y aprendiendo
y superando los errores como Movimiento al Socialismo [MAS]».



Esas declaraciones encarnan lo que siente una parte del 52 por ciento del
electorado que el domingo 18 votó por la candidatura Arce-Choquehuanca. De
primar ese sentimiento, es posible que Bolivia se encamine ahora en una
dirección distinta a la que predominó durante los gobiernos de
Morales-García Linera y, en especial, durante el año en que gobernó Jeanine
Áñez.



Es que algo importante parece haber cambiado en el seno del MAS, en
particular entre las dirigencias que permanecieron en el país durante un año
plagado de incertidumbres y haciendo frente al odio racista desplegado por
el gobierno golpista. Un cambio que se refleja en las palabras dichas el
lunes 19 por la presidenta del Senado, la masista Eva Copa, sobre el
anunciado retorno de Morales: «Nosotros no creemos que sea el momento
adecuado, él tiene temas que solucionar todavía. Pero nosotros a la cabeza
de Luis Arce y como Asamblea [Parlamento] tenemos tareas que culminar».



Un resultado transparente



Explicar por qué el MAS, sin Morales como candidato, recogió siete puntos
más que lo hecho hace un año atrás requiere una doble mirada. Por un lado, a
la hora de desmenuzar los resultados, casi todos los analistas colocan en un
lugar destacado la gestión del gobierno de Áñez y en particular la del
ministro de Gobierno, Arturo Murillo.



«Áñez fue la gran jefa de campaña del MAS», dijo el lunes a la emisora Erbol
el politólogo y docente de la Universidad Mayor de San Andrés Roger Cortez,
quien agregó que habría que dar «medallas especiales a los ministros de
Gobierno y Defensa». El caso de Murillo enseña los peores rasgos de un
gobierno de transición que deseaba quedarse el mayor tiempo posible. El
rechazo a Murillo provino no sólo de una parte importante de la población,
sino también de varios ministros que renunciaron a sus cargos por
disconformidad con sus declaraciones, ya que acostumbraba a lanzar amenazas
e investigaciones contra oponentes, periodistas y compañeros de gabinete que
osaran cuestionarlo. El racismo y las posiciones ultraderechistas enajenaron
del oficialismo incluso a parte de las clases medias que se pronunciaron
contra Morales en octubre de 2019.



Lo cierto es que el MAS ganó en los cinco departamentos de mayoría indígena:
en La Paz superó el 68 por ciento y en Oruro, el 62 por ciento; en
Cochabamba votó por encima del 65 por ciento; en Potosí alcanzó el 57 por
ciento y en Chuquisaca, el 49. Ganó también en Pando, con el 45 por ciento.
Carlos Mesa, sin fibra y muy escorado a la derecha, ganó en Tarija con casi
diez puntos de ventaja, pero en Beni con un margen más ajustado.



La polarización territorial es evidente, tanto como el crecimiento de una
nueva derecha radical. Recordemos que en las elecciones de 2014 el MAS había
obtenido el 49 por ciento de los votos en Santa Cruz y que ahora quedó
estancado allí en el 35 por ciento, a contracorriente de su ascenso en el
resto del país con respecto a 2019. En ese departamento ganó con holgura el
domingo el ultraderechista Luis Fernando Camacho, con el 45 por ciento de
los votos.



Para Cortez, la victoria del MAS se explica por el predominio de un
electorado conservador, pero no en el sentido ideológico de la palabra, sino
en su adhesión al pragmatismo. Una buena parte de los votantes, afirma, se
inclinó por Arce «por la situación que vive el país, porque, aunque conoce
las fechorías del gobierno del MAS, también sabe y recuerda los resultados
que este obtuvo en materia de pobreza e igualdad». En suma, votó por lo
conocido, ya que «Arce tiene mejores posibilidades que sus contrincantes de
hacerlo bien».



Sin embargo, el analista no se muestra nada optimista de cara al futuro
inmediato. Sostiene que el MAS va a tener en contra enemigos más poderosos
que los que tuvo en las elecciones: el coronavirus y la inminencia de una
segunda ola, y una economía con ingresos decadentes por exportaciones de gas
e inversiones en petróleo que, en vistas del actual contexto internacional,
difícilmente llegarán.



El factor Choquehuanca



El vicepresidente electo tiene una extensa trayectoria política. Durante el
gobierno de Morales fue canciller (2006-2017), hasta que el jesuita Xavier
Albó tuvo la ocurrencia de mencionarlo como eventual candidato a la
presidencia del MAS, ya que el referendo de 2016 había denegado a Evo esa
posibilidad. Mantiene un largo diferendo con el exvicepresidente Álvaro
García Linera (quien lo tildó de «pachamámico» por su apoyo a la
espiritualidad ancestral) y Evo lo aceptó como vice para estas elecciones a
regañadientes, presionado por las bases y los movimientos sociales, que se
empeñaron en defender su candidatura (véase «La última palabra», Brecha,
24-I-20).



Para algunos, su presencia en la boleta fue clave para el triunfo holgado
del domingo. Pablo Solón, exembajador ante la ONU por el gobierno de Morales
(2009-2011), lo escribió sin matices al día siguiente de las elecciones: «El
MAS no ganó por Evo, sino a pesar de Evo. Evo quería marginar a David
Choquehuanca, que es el candidato elegido por las organizaciones sociales,
principalmente indígenas de las tierras altas y los valles. El triunfo del
MAS fue aplastante en las áreas rurales de estas regiones en gran medida
debido a la candidatura de David».



En esas regiones es donde el MAS recuperó los niveles de votación más altos
que tuvo en su historia y que habían caído hasta mínimos en octubre de 2019.
Este domingo, en Oruro, Potosí y La Paz el voto masista creció entre 15 y 18
puntos en sólo un año. El desastroso gobierno de Áñez y Murillo parece no
bastar para explicar este repunte.



Solón recuerda en su blog que en el congreso del MAS de este año «las
organizaciones sociales indígenas del altiplano y los valles asumieron una
determinación democrática desde las bases que hicieron prevalecer a medias
frente a Evo, porque su posición original era “David presidente”». La
conclusión del exdiplomático es lapidaria: los resultados de estas últimas
elecciones demuestran que en 2019 el MAS se habría evitado contratiempos si
hubiera dejado de insistir en la reelección de Morales, forzada a contrapelo
de un plebiscito y de la propia Constitución.



Lo cierto es que el factor Choquehuanca no es un asunto de afinidades
personales, sino un emergente de las relaciones entre la cúpula del MAS
(Morales y García Linera) y las organizaciones sociales. Es probable que en
los primeros meses no se repitan escenas de intimidación y cooptación de los
movimientos como las vistas durante los gobiernos pasados del MAS, sino que
la pelea interna se focalice en arrinconar al nuevo vice, contando con la
neutralidad del nuevo mandatario.



«Arce está decidido a mostrar otra cara», explicó Cortez, «pero la situación
interna del MAS es complicada». El analista vaticinó, incluso, que el actual
presidente podría no cumplir los cinco años de su mandato, ya que a los
problemas internos del partido de gobierno se debe sumar una crisis
económica que no dará tregua.



Movimientos y procesos de cambio



El director del periódico Pukara, de orientación indianista, Pedro Portugal,
señaló este martes que «cuando Evo Morales renunció al poder, tras las
elecciones fallidas de 2019, se vislumbró que sectores populares e indígenas
eran contrarios al expresidente o estaban indiferentes a su suerte» (Página
Siete, 20-X-20).



Pukara reúne a buena parte de la intelectualidad aymara en evidente pugna
con García Linera por el relato histórico-político del proceso político
boliviano (el exvicepresidente lidera a su vez lo que los indianistas
denigran como «el entorno blancoide» de Morales). Según su director,
Choquehuanca se movió a sus anchas en el mundo andino durante la campaña
electoral. Entre otras cosas, relata, además, que como canciller fue
discriminado y excluido de un gobierno en el que se lo consideraba un mero
«representante indígena». El conflicto que tuvo con Linera, e indirectamente
con el mismo Evo Morales, le habría servido para congeniar con sectores
indígenas que empezaban a tener una actitud crítica al MAS, sostiene
Portugal.



Prueba de ello son las charlas que Choquehuanca mantuvo durante la campaña
con Felipe Quispe, el Mallku, histórico dirigente aymara del altiplano que
asumió el liderazgo de varios bloqueos con los que, en agosto, protestaron
contra la constante postergación de las elecciones ejercida por el régimen
(véase «En suspenso» , Brecha, 28-VIII-20). Días antes de los comicios,
Quispe dijo que iba votar por el MAS para respaldar a Choquehuanca: «En
estas elecciones tenemos que votar para nuestros propios hermanos que están
como candidatos, [como es] el caso de nuestro hermano David Choquehuanca»
(Eju.tv, 15-X-20).



Quispe mantuvo tensos enfrentamientos con Morales durante el ciclo de
protestas del período 2000-2005, que se saldó con la llegada del MAS al
gobierno. Cuando su hijo Ayar fue asesinado en mayo de 2015 en una plaza de
El Alto, llegó incluso a acusar indirectamente a su excompañero de
guerrilla, el entonces vicepresidente, García Linera, de haber sido el
inspirador del crimen (Correo del Sur, 3-VI-15).



Lo cierto es que los vientos no corren a favor de los cuadros que
encabezaron el gobierno de Evo. Las juventudes del MAS se han pronunciado en
contra del retorno inmediato del expresidente, apelando a la figura andina
de la rotación: «Las 20 provincias hemos propuesto que el hermano presidente
Evo Morales no tenía que volver porque él ya ha trabajado» (Radio Fides,
19-X-20).



Las bases de los movimientos sociales parecen tener claro que no debe
repetirse el libreto anterior, en particular en las relaciones con el
gobierno. El exdirigente fabril Oscar Olivera, referente principal de la
guerra del agua –que en abril del año 2000 dio inicio al ciclo de protestas
antineoliberales–, dijo a Brecha que «la gente confía en reconducir el
proceso de cambio» y se mostró favorable a Choquehuanca.



Solón coincide con esta apreciación: «La clave para un relanzamiento del
proceso de cambio no está tanto en el futuro gobierno, sino en la capacidad
de autogestión y autonomía de las organizaciones sociales y su capacidad de
retomar un curso de propuestas alternativas a todos los niveles». Además,
piensa que las demandas de 2003, articuladas en torno a la Agenda de Octubre
que inspiró al primer gobierno de Evo, están agotadas y que es necesaria una
nueva estrategia.



Un dato mayor a tener en cuenta en el nuevo período será la casi inevitable
repetición del proceso de entrega de prebendas a dirigentes, una historia
que se arrastra desde la revolución de 1952, en reiteración de un vínculo
corrupto que ya es cultura política y práctica asentada. Esto viene agravado
por el surgimiento durante los gobiernos del MAS de lo que Solón denomina
«nueva burguesía», un clase social «asociada a la burocracia estatal, los
contratos con el Estado, el comercio, el contrabando, las cooperativas
mineras y la producción de la hoja de coca ligada al narcotráfico».



Piensa que estas nuevas elites seguirán incidiendo en el gobierno y en el
partido. «El futuro gobierno del MAS es ya un espacio en disputa». Pero
ahora la palabra la tendrán, una vez más, las bases sociales rurales y
urbanas, esas que llevaron a Morales al gobierno, que lo dejaron caer al no
movilizarse en su defensa y luego pelearon y se sacrificaron contra la
derecha racista hasta doblegarla. Acumulan una larga experiencia y sabiduría
y las pondrán en juego en los próximos meses.

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