Brasil/ El siete de setiembre de nuestra infelicidad [Valerio Arcary]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Sep 9 00:32:14 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

9 de setiembre 2020

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Brasil



El siete de setiembre de nuestra infelicidad



Valerio Arcary *

Revista Forum, 6-9-2020

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Traducción de Ernesto Herrera - Correspondencia de Prensa



Dos años nos separan del bicentenario de la independencia, y Brasil se ha
convertido en un país triste. Los grados de nuestra dependencia externa
están aumentando, no disminuyendo.



El último mes ha sido decepcionante: a) la pandemia nos coloca en los
primeros lugares del mundo, proporcionalmente a la población, en cuanto a
número de víctimas; b) el desempleo ha alcanzado nueve millones de
trabajadores más en seis meses; c) el retorno de la inflación superior al
20% en la canasta de alimentos, agrava la tragedia sanitaria [1]; d) las
denuncias semanales de jóvenes negros discriminados, perseguidos, detenidos
y asesinados a causa de un racismo feroz y endémico que, a escala nacional,
ha aumentado este año; e) la bizarra movilización de grupos de extrema
derecha contra el derecho al aborto de una niña de diez años, violada desde
los seis años por el propio tío; f) la ofensiva de la clase dominante para
imponer una reforma de la Constitución que permita el empleo precario en la
administración pública, hasta la reducción nominal de los salarios, además
de las privatizaciones relámpago: ya hicieron la del saneamiento básico y
ahora van por los Correos y Eletrobrás; g) un patrón crónico de corrupción
en todas las esferas, en los municipios, los gobiernos de los estados - con
procesos de destitución - y las investigaciones que se acercan a Jair
Bolsonaro con la detención de Fabrício Queiroz son el contexto de un Brasil
infeliz.



Pero, paradójicamente, las encuestas informan que sólo un tercio, o el 33%
de la población brasileña ve al presidente Jair Bolsonaro como el principal
responsable de las muertes causadas por el nuevo coronavirus durante la
pandemia [2]. La premisa de que el constante desgaste de Bolsonaro es la
tendencia que prevalecerá, inexorablemente, es una apuesta peligrosa. El
impacto del auxilio de emergencia, aunque sea transitorio, debería servir de
advertencia. Por lo tanto, sería dramático que la izquierda brasileña
aceptara que el horizonte de la lucha contra Bolsonaro debe ser el 2022.



Los ríos no siempre fluyen hacia el mar. El respeto de los límites de la
alternancia por el calendario electoral puede ser fatal. Porque el gobierno
de Bolsonaro no es sólo un gobierno de extrema derecha. El ala bolsonarista
es neofascista, tiene un proyecto estratégico y pretende imponer una derrota
histórica a las organizaciones de trabajadores y a los movimientos sociales
populares.



Un largo estancamiento con un sesgo de depresión



La depresión económica ya ha dado lugar a una década perdida. Diez años no
son diez meses. El PIB no debería volver al nivel de 2014 antes de 2024, si
es que lo hace. El gobierno de Bolsonaro se beneficia de un apoyo
mayoritario en la clase dominante. Este apoyo está anclado en una estrategia
económica y social.



La inversión de la situación económica se basó en el presupuesto de "guerra"
que garantizaba la distribución de 250 billones de reales a 65 millones de
personas indigentes. Pero causó un aumento del endeudamiento público - de
72% a por lo menos 95% del PIB - sostenido, hasta ahora, por la reducción
del costo del reciclaje de los títulos a 2% por año.



Pero el perfil de la deuda doméstica está cambiando a la deuda a corto
plazo, lo cual es peligroso. En los bonos a cinco años la tasa ya está en el
7%. La ley de tope de gastos, aprobada en 2017, alimenta la expectativa de
que en los próximos años prevalezca una reducción de este perfil de
deuda/PIB para tranquilizar a los capitalistas.



Pero la clave es el acuerdo estratégico con el proyecto de Paulo Guedes de
un reposicionamiento subalterno del capitalismo brasileño en el mercado
mundial. El nombre de esta reinserción, una estrecha alineación con el
gobierno de Trump, y una dependencia de la inversión extranjera para salir
de la depresión, es recolonización. La recolonización es una regresión
histórica en el lugar que ocupa Brasil en el mercado mundial y también en el
sistema internacional de Estados.



Sigue un plan y reposa en una apuesta. El plan es que un crecimiento
superior al 3% anual entre 2021 y 2022, impulsado por la atracción de un
aumento masivo de la inversión extranjera, bastaría para contener el
malestar social derivado del aumento de la desigualdad social. La apuesta es
que la demanda del mercado interno será alta cuando la pandemia esté más
controlada y el nivel de las exportaciones se dispare: una solución asiática
a la "trampa del estancamiento de los países de ingresos medios". Pero la
recolonización requiere una elevación de las ya deterioradas condiciones de
sobreexplotación del trabajo. No podemos saber si esta contrarrevolución
social puede llevarse a cabo en el contexto del régimen liberal-democrático
erigido desde el fin de la dictadura. Sólo puede ser posible imponiendo una
derrota histórica a la clase trabajadora. Por esta razón, Bolsonaro busca un
segundo mandato. Una derrota histórica anula la capacidad de resistencia
durante muchos años, el intervalo de una generación, como ocurrió después de
1964 por la dictadura militar. Ese es el mayor de todos los peligros.



La dependencia externa está aumentando



El gigantismo del PIB brasileño no puede ofuscarnos. Debemos entender que
Brasil sigue siendo un país periférico en toda la línea. Pero como expresión
de un desarrollo desigual y combinado, la economía brasileña todavía tiene
el mayor parque industrial del mundo, al sur de la línea del Ecuador. Sus
multinacionales son las más poderosas del continente. Sin embargo, el largo
estancamiento de los últimos seis años señala, inequívocamente, que está en
marcha un proceso de recolonización económica.



Hay una jerarquía en los grados de dependencia externa. Desde el final de la
Segunda Guerra Mundial, Brasil ha sido una semi-colonia privilegiada y una
sub-metrópolis regional. Esta es la peculiaridad del híbrido brasileño.



El capitalismo brasileño siempre ha sido y sigue siendo un gran importador
de capital [3]. Su lugar en el mercado mundial también ha sido el de un país
exportador de productos primarios e importador de manufacturas que
incorporan más tecnología. Históricamente, ha sufrido una transferencia de
riqueza debido a las desventajas de los términos de intercambio. No
obstante, ha conservado su posición como sub-metrópoli regional, por lo que
también es una plataforma para las exportaciones de capital hacia Uruguay,
Perú, Bolivia y Paraguay.



El claro patrón histórico de dependencia de la economía brasileña, se
expresa en la necesidad insustituible de acceder a las inversiones
extranjeras para no caer en el estancamiento. Paulo Guedes apuesta a que
será posible hacer "lluvia de dólares" al final de la pandemia. Bolsonaro, y
la fracción burguesa que lo apoya, es consciente del peligro de
estancamiento económico. La decadencia se ha traducido históricamente en una
crisis social, que siempre ha sido una antítesis de la crisis política.



La vulnerabilidad externa es el talón de Aquiles del capitalismo brasileño



Esta vulnerabilidad externa ha impuesto necesariamente, una y otra vez, un
pie en el freno: un ajuste provocado por la fragilidad de las transacciones
actuales, de ahí el peligro de una fuerte devaluación de la moneda nacional.
Este año de 2020 ya ha superado el 40%, y no fue mayor solo debido a las
reservas de divisas por encima de los 300 billones de dólares, sino por un
sesgo a la baja. Como resultado, las presiones inflacionarias ya han vuelto,
golpeando la canasta básica.



Esto explica, en parte, los ciclos de presión inflacionaria, también
crónicos, como el último, que culminó en 2015 con la tasa superior al 10%.
El déficit presupuestario nominal, por lo tanto, el déficit primario sumado
al reciclaje de los intereses de la deuda interna, como proporción del PIB,
evolucionó de 4,8% en 2001 a 2,7% en 2004, 2,4% en 2007, 6,1% en 2014 y
10,3% en 2015. Pero este año de 2020, con la aprobación del llamado
presupuesto de "guerra" para enfrentar la pandemia, será cercano al 30% del
PIB.



El tipo de cambio se depreció bruscamente de 2,20 reales por dólar a
mediados de 2014 a niveles cercanos a los 3,50 reales por dólar a mediados
de 2016, llegó a 4,30 reales en 2019 y subió a 5,30 reales en 2020. La
contracción del PIB de 2014 a 2016 fue del 7%, una destrucción vertiginosa
[4]. Pero será superado este año por una contracción proyectada siempre por
encima del 5% del PIB, en comparación con 2019.



El impeachment de Dilma Rousseff y la asunción de Temer prepararon el camino
para las reformas estructurales, comenzando con un ajuste fiscal sin
precedentes en la historia. El arresto de Lula preparó el camino para la
elección de Bolsonaro. Y Bolsonaro prepara el camino para la regresión
histórica. El Brasil, en este 7 de septiembre de 2020, está viviendo un
retorno al patrón de un país periférico especializado en la exportación de
alimentos y la extracción de minerales. Una recolonización. Un país triste.
Una nación infeliz.



* Miembro de la Coordinación Nacional de Resistencia/PSOL.



Notas



[1]
https://www.redebrasilatual.com.br/economia/2020/09/precos-cesta-basica-acim
a-inflacao/

[2]
https://revistaforum.com.br/politica/ibope-um-terco-da-populacao-ve-bolsonar
o-como-principal-culpado-por-situacao-da-pandemia/

3] Brasil fue el país que recibió el tercer mayor volumen de Inversión
Extranjera Directa (IED) en 2012 entre las economías de la periferia, con un
total de 65.000 millones de dólares, sólo superado por China (120.000
millones de dólares) y Hong Kong (72.000 millones de dólares). Este gran
volumen de IED en Brasil cubrió el déficit de la cuenta corriente en el
mismo año, que alcanzó los 54.200 millones de dólares, equivalentes al 2,4%
del PIB (Producto Interno Bruto). Este volumen de IED, alrededor de 60.000
millones de dólares, se mantuvo estable durante los dos años anteriores y
posteriores. Pero superó los 80.000 millones de dólares en 2017:
http://desacato.info/investimento-externo-direto-e-desnacionalizacao-da-econ
omia-brasileira/ Consulta en 19/12/2016   .

[4] Carta de Coyuntura del IPEA: Nota técnica Reevaluación de la
vulnerabilidad externa de la economía brasileña, indicadores y simulaciones.
Julio/setiembre de 2016.

http://www.ipea.gov.br/portal/index.php?option=com_content&view=article&id=2
8349 Consulta del 12/12/2016

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