Brasil/ Bolsonaro se debilita [Esquerda Online - Editorial]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Abr 1 22:58:33 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

1° de abril 2021

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Brasil

 

Bolsonaro se debilita

 

Esquerda Online, editorial, 1-4-2021

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Traducción de Correspondencia de Prensa

 

De forma inédita en la historia de Brasil, la renuncia del ministro de
Defensa (Fernando Azevedo) y de los comandantes de las Fuerzas Armadas -
Edson Pujol, del Ejército, Ilques Barbosa, de la Marina, y Carlos Bermúdez,
de la Fuerza Aérea - se produjo de una sola vez. Ordenado por Bolsonaro, el
inesperado cambio en el alto mando militar se produjo tras otros cambios
ministeriales. Hubo la salida del olavista Ernesto Araújo del Ministerio de
Asuntos Exteriores, la entrada de la diputada centrista Flávia Arruda
(Partido Liberal) al frente de la Secretaría de Gobierno y la toma de
posesión de Anderson Torres, amigo de la familia Bolsonaro, como nuevo
ministro de Justicia y Seguridad Pública. La semana pasada, se anunció la
salida de Eduardo Pazzuelo del Ministerio de Salud, que fue sustituido por
Marcelo Queiroga, un médico vinculado a Flávio Bolsonaro.

 

Esta improvisada reforma ministerial, para ser correctamente entendida, debe
ser evaluada en el contexto de la crisis sanitaria, económica y social que
se agrava cada día. Con la pandemia fuera de control y el colapso del
sistema hospitalario, Brasil ha alcanzado las 3.000 muertes diarias en la
media móvil semanal. Y la tendencia para las próximas semanas es a empeorar,
y también puede haber colapso del sistema funerario. Ya son más de 322.000
las vidas perdidas oficialmente por el covid-19. Junto con la catástrofe
pandémica, la economía sufre un nuevo revés recesivo y la crisis social se
extiende por todo el país, con el regreso del hambre y el rápido aumento del
desempleo, la pobreza y la miseria.

 

En este terrible escenario, el gobierno de Bolsonaro se debilita tanto en la
sociedad civil (clases sociales) como en el ámbito político-institucional
(partidos, instituciones y liderazgos políticos). Las decisiones del STF
(Supremo Tribuinal Federal) que anularon las condenas de Lula, la carta de
banqueros y grandes empresarios atacando la calamitosa gestión de la
pandemia por parte del gobierno y la amenaza pública de impeachment hecha
por Artur Lira la semana pasada son demostraciones inequívocas de este
proceso de debilitamiento político de Jair Bolsonaro. También es importante
destacar el enorme aislamiento internacional del gobierno, que perdió su
principal punto de apoyo externo con la derrota de Trump. Además, los
sondeos de opinión muestran un creciente rechazo al gobierno en todos los
estratos sociales, desde los de menor ingreso hasta los de mayor poder
adquisitivo.

 

Así, la remodelación ministerial expresa, en primer lugar, la creciente
debilidad política y social del gobierno. Al mismo tiempo, expone y potencia
los conflictos entre las alas que la componen. Los centristas, liderados por
los presidentes de la Cámara y el Senado, exigen cambios en la gestión de la
pandemia y buscan ocupar ministerios y cargos. El ala ultraliberal de Paulo
Guedes, vinculada al capital financiero, choca con el centro para defender
el ajuste fiscal cuestionado por el proyecto de Presupuesto definido en el
Congreso. Bolsonaro, a su vez, compra una pelea con el mando de las Fuerzas
Armadas para intentar alinear a los militares activos con la defensa del
gobierno. Por último, hay una crisis dentro del propio gobierno, que puede
dar un salto con tendencia a agravar la multifacética crisis nacional.

 

En este momento, por todas las razones enumeradas anteriormente, Bolsonaro
no tiene la fuerza -ni política ni social- para dar un (auto)golpe,
provocando una ruptura institucional. La crisis con el mando de las Fuerzas
Armadas revela que la actual cúpula militar activa quiere distanciarse del
gobierno, al que cada vez más se le responsabiliza -en Brasil y en el mundo-
de la catástrofe histórica que vive el país. Por otro lado, no se dan las
condiciones necesarias para un impeachment inmediato. El capital financiero
y los grandes empresarios difundieron una carta con exigencias y duras
críticas al gobierno, pero no pidieron la cabeza de Bolsonaro. Los
centristas han subido el tono y han hecho amenazas públicas, pero dan
prioridad a la lucha por los puestos ministeriales y mantienen, por ahora,
el apoyo parlamentario de Bolsonaro. La clase trabajadora y el pueblo pobre
están cada vez más descontentos con Bolsonaro, pero la situación de altísimo
riesgo sanitario dificulta las acciones masivas en las calles en este
momento. Por último, el gobierno, aunque más desgastado, aún conserva un
considerable apoyo en la sociedad y en los sectores políticos e
institucionales.

 

Debido a la gravedad y la dinámica de la crisis nacional, es posible que la
crisis política evolucione a pasos agigantados en los próximos meses,
abriendo quizás las condiciones para la caída del gobierno. La izquierda
debe estar atenta a esta situación crítica, actuando de manera conjunta y
decisiva para el derrocamiento de Bolsonaro.

 

Fora Bolsonaro no puede esperar a 2022

 

El actual genocidio pandémico, que afecta especialmente a la población negra
y más pobre, la recesión económica, la crisis social galopante y las
reiteradas amenazas autoritarias exigen el derrocamiento de Jair Bolsonaro. 

 

El país no puede vivir con semejante barbarie y destrucción hasta 2022. La
mejor manera -y la más efectiva- de hacerlo sería convocar manifestaciones
masivas en las calles para el derrocamiento inmediato de Bolsonaro. Pero el
alto peligro de contagio por covid-19, en un escenario de colapso
hospitalario, exige que se eviten las aglomeraciones por el momento. Pero la
izquierda no puede quedarse quieta esperando el momento en que sean posibles
las acciones con millones en las calles.

 

Es necesario intensificar la campaña para sacar a Bolsonaro de la
presidencia de todas las maneras posibles, tanto en el Congreso como en la
sociedad, presionando a todos los sectores sociales, a los diputados, a los
gobiernos estatales y a las instituciones para que hagan un impeachment a
Bolsonaro. La lucha por el derrocamiento del ideólogo genocida debe ir
acompañada de la defensa de la renta de emergencia de R$ 600 (110 dólares),
la ampliación de la vacunación, la adopción del lockdown nacional, la
estabilidad laboral, la ayuda financiera a las pequeñas empresas y el
congelamiento de los precios de los artículos de la canasta básica y de los
combustibles.

 

También es fundamental el compromiso de la izquierda en todas las acciones
de solidaridad con los más necesitados, que son promovidas por movimientos
sociales, sindicatos, asociaciones de vecinos, movimiento negro, movimiento
de mujeres, mandatos parlamentarios, entre otros. También son importantes
las acciones de lucha directa, como las realizadas por el movimiento
sindical y estudiantil y el MTST (Movimiento de los Trabajadores Sin Techo)
el 24 de marzo.

 

Por último, cabe destacar la responsabilidad de los principales líderes de
la izquierda brasileña en este momento, especialmente Lula, por su relevante
influencia en el pueblo trabajador. En efecto, es necesario discutir el
proyecto y el programa de la izquierda para las elecciones de 2022. Pero hay
una tarea inmediata: la lucha para derrocar a este gobierno genocida, para
salvar vidas y derechos sociales y democráticos. Lula debe comprometerse en
la defensa de Fuera Bolsonaro. 

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