Nicaragua/ ¿Cómo avanzar en la lucha contra la dictadura? [Oscar René Vargas]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Abr 6 09:58:01 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

6 de abril 2021

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Nicaragua

 

¿Cómo avanzar en la lucha contra la dictadura?

 

Oscar René Vargas

100% Noticias, 5-4-2021 

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Entre 2007 y 2017, los poderes fácticos económicos y políticos sellaron sus
oídos y cerraron los ojos, aunque era del dominio público que el gobernante
era: represor, simulador, inepto, corrupto y mentiroso. No querían escuchar
las protestas de los campesinos, ni los ciudadanos de Rancho Grande, tampoco
querían ver, no querían saber de las luchas sociales de los trabajadores de
la mina La India ni de las protestas de las mujeres de la zona franca. Qué
extraña es la memoria. Claro que sabían.

 

Desde el 2007, el régimen Ortega-Murillo cogobernó con el gran capital bajo
la figura de “diálogo y consenso”. Por ejemplo, en el 2013 para reformar la
Constitución de 1995 para eliminar la prohibición de la reelección
presidencial los grandes empresarios dieron su apoyo a Ortega ya que estaban
y siguen embebidos por la codicia del dinero.

 

Son los mismos empresarios que controlan políticamente la Alianza Cívica y
el partido Ciudadanos por la Libertad (CxL) y que están a favor de una
salida al suave que implica un “orteguismo con Ortega” con el objetivo de
proteger sus bolsillos en la burbuja de la codicia. Es por el amor al dinero
que lo hacen actuar de esa manera, porque a las personas codiciosas solo les
importa eso.

 

A partir de abril de 2018, hasta las voces conspicuas de la corte
oligárquica, políticos tradicionales, algunos periodistas y académicos que
llevaban años sirviendo al dictador a cambios de prebendas y negocios
jugosos, tomaron distancia y se convirtieron de pronto en críticos. Incluso
se volvió moda entre quienes, hasta tres meses antes, vivían de quemarle
incienso “al comandante y a la compañera”. En ese contexto, de forma
inesperada e insólita para muchos, se alza la voz de quienes habían sido su
socio del pacto público-privado: el gran capital pidiendo una “salida al
suave” de la dictadura.

 

Desde abril 2018 la pregunta central es: ¿Cómo avanzar en el proyecto de
emancipación democrática e igualdad en un escenario político dominado por la
derecha política y empresarial? Esa interrogante nos obliga a conocer los
debates entre las corrientes democráticas y las favorables a la conservación
del sistema político con o sin Ortega en el poder.

 

El sector que promueve la estrategia del “orteguismo con o sin Ortega”
comparte algunas reivindicaciones democráticas sin registrar la inviabilidad
de esas metas bajo el régimen político-social vigente. Amoldan su
intervención política al marco institucional imperante, minusvalorando el
veto de las castas militares, policiales, judiciales, paramilitares y
mediáticas a cualquier transformación significativa. Suelen desconsiderar la
gravitación de la dictadura y en lugar de confrontarla, exploran vías de
conciliación que envalentonan a la cúpula en el poder y desmoralizan a los
ciudadanos autoconvocados. Están a favor de preservar la vieja estructura de
privilegios y aceptar la continuada primacía de la alianza pública-privada;
es decir, los actuales sectores hegemónicos.

 

Arturo Cruz ha dado los primeros pasos hacia la conformación de un
“orteguismo con o sin Ortega” con el tándem CxL/Alianza Cívica, buscando su
hegemonía en la derecha política con el apoyo de sectores del gran capital,
la embajada norteamericana y con el beneplácito de sectores de la “nueva
oligarquía”.

 

Los nicaragüenses que quieran seguir votando a un partido que no luche
contra la corrupción y quiera mantener el sistema autoritario, apoyen a CxL.
En la lucha contra la corrupción y los pactos de cúpulas, no podemos olvidar
que CxL se ve salpicado por su pasado y por su contubernio, de maneras
diferentes, con el régimen entre el 2007 al 2018.

 

Por estar a favor del “status quo” los representantes políticos del gran
capital han perdido el apoyo de amplios sectores de las clases medias
empobrecidas y el sostén de los ciudadanos “de a pie” autoconvocados. Esa
erosión se verificó cuando la dictadura comenzó a imponer su control de la
calle y ganar tiempo político, mientras que los representantes políticos del
gran capital favorecían las negociaciones y desechaban las movilizaciones
sociales. El triunfo de la dictadura en ese ámbito confirma que las
relaciones de fuerza se dilucidan en el llano y se proyectan,
posteriormente, al terreno electoral.

 

La corriente del “orteguismo con o sin Ortega” omite este balance y analizan
el reflujo social solamente como una simple víctima de los artilugios y la
represión del régimen. No registran que el abandono de la estrategia del
empoderamiento popular significó un sostén pasivo a la dictadura. El
“orteguismo con o sin Ortega” recreará y prolongará el estancamiento, la
pobreza y la desigualdad en el país.

 

La naturaleza variable del movimiento orteguista y sus facetas cambiantes
del régimen que oscila entre los atropellos/represión y su política social
para preservar una base social a través del clientelismo político.
Comprender esa plasticidad pendular de la dictadura es un requisito
insoslayable para poder favorecer el despunte del movimiento social
alternativo. Si se desconoce esa dualidad con simples aprobaciones o miope
sectarismo resultará imposible construir un proyecto democrático de
contrapoder a la dictadura.

 

El movimiento social emergió con gran entusiasmo en la rebelión de abril de
2018. Mostró el alcance antidictatorial de las protestas populares y en
contra del proyecto basado en la estrategia de la alianza de Ortega con el
gran capital. Estrategia que permitió el enriquecimiento inexplicable de
muchos, producto del saqueo de los bienes nacionales. Desde esa óptica se
equipará al régimen Ortega-Murillo con la dictadura somocista. Ambas
dictaduras son dos variantes de la misma dominación de los poderes fácticos.

 

La experiencia histórica nos enseña que cuando un aspirante a presidente no
tiene proposiciones nacionales viables, porque su propuesta depende de las
concesiones de la dictadura y no de la lucha del pueblo, tampoco debate los
temas principales y más sentidos de la población, es estratégicamente un
candidato a zancudo, aunque sea un zancudo elegante.

 

La experiencia desde 2018 a la fecha ha demostrado la ineficacia de
cualquier estrategia de transformación social que renuncie a la lucha por
alcanzar el poder por medio de la movilización popular. Ese instrumento es
insoslayable para conseguir mejoras sociales, ampliar el radio de ejercicio
de la democracia y permite, en un largo proceso, la erradicación del
orteguismo y la restauración de los derechos humanos. En el marco de una
movilización popular las elecciones 2021 constituyen un momento relevante de
esa batalla.

 

En el proceso electoral que se avecina vamos a conocer a nuevos políticos
mutantes. Los ejemplos más conocidos son el de Wilfredo Navarro y Byron
Jerez que han sido actores mutantes de la política nacional en los últimos
50 años: ha sido somocista, virgilista, alemanista, orteguista. La mayoría
de la población considera que los mutantes políticos son: oportunistas,
soberbios, aduladores, arribistas, corruptos y trepadores. Ellos, han usado
la política y los cargos públicos para su enriquecimiento inexplicable.

 

La gente “de a pie” está harta de políticos sin escrúpulos, demagogos de
poca vergüenza, zancudos por un plato de lentejas, corruptos con acta de
diputados, tránsfugas a sueldo del dictador.

 

El diagnóstico del escenario político intenta caracterizar al régimen para
facilitar la intervención política de la gente para avanzar hacia un
objetivo transformador. También, busca promover la construcción de una
sociedad democrática, señalando caminos para resistir el avasallamiento de
la dictadura, erradicar el pacto público-privado y apoyar la lucha por una
sociedad democrática.

 

El diagnóstico permite mostrar las fantasías de capitalismo de amiguetes,
excluyente y desigual que propagan los líderes del gran capital. También
cuestiona el mito de que existe una gestión armonizadora del Estado
autoritario y nos enseña cómo la sociedad se encuentra desgarrada por la
desigualdad y la explotación.

 

Se necesitan tácticas, estrategias y proyectos adecuados a la época actual.
La política a favor de la democracia no define con antelación el rumbo que
adoptará la batalla por una nueva sociedad. No hay nada que asuste más los
poderes fácticos que una manifestación en los espacios abiertos. La calle,
la rotonda y la plaza son los lugares donde se hace visible lo invisible. No
es posible presagiar qué tipo de lucha o su combinación enlazará un nuevo
tsunami social.

 

Las calles, las rotondas y las plazas son espacios que reflejan lo que pasa
en la sociedad; son espacios en que manifiestan las contradicciones de la
sociedad, en definitiva, son un teatro de los conflictos políticos sociales.
La represión busca hacer invisibles las demandas de los excluidos.

 

La mejor forma de integrar ambas dimensiones transita por la construcción de
hegemonías políticas y acciones para construir el contrapoder. Para
recuperar la democracia y concebir proyectos alternativos hay que forjar un
bloque político de contención a la dictadura.

 

La lucha democrática necesita caracterizaciones y programas, pero ningún
escrito resolverá los enigmas de la experiencia militante. La voluntad de
lucha es el principal ingrediente de esa disposición de lucha, en abierta
contraposición con el escepticismo, la resignación o el contubernio con la
dictadura.

 

Recientemente, simpatizantes del partido político regional Yatama, junto con
su candidato, salieron a la calle para presionar por la unidad de la
oposición, por reformas electorales y por el respeto de los derechos
humanos. Ese es el camino para superar que el juego, las reglas y las fichas
no sean controladas por la dictadura.

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