Estados Unidos/ ¿Se hunde el GOP? Poco probable. [Lance Selfa]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Feb 11 17:17:34 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

11 de febrero 2021

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Estados Unidos



¿Se hunde el GOP? Poco probable

Lance Selfa *

A l’encontre, 10-2-2021

http://alencontre.org/

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa

Si digitamos las palabras "republicano", "dividido" o "muerto" [en inglés]
en un motor de búsqueda, probablemente aparezcan docenas de artículos
recientes que proclaman la muerte del Partido Republicano [Grand Old Party,
GOP]. Esos artículos van desde la conservadora Kathleen Parker hasta un
liberal como Stanley Greenberg.

Las reflexiones sobre el destino del Partido Republicano adquirieron
especial relevancia en las semanas posteriores al asalto al Capitolio del 6
de enero. Los demócratas y un puñado de republicanos de la Cámara de
representantes destituyeron a la congresista de extrema derecha Marjorie
Taylor Greene (republicana de Georgia) de dos comisiones [de educación y
presupuesto]. Y desde el 8 de febrero, el expresidente Donald Trump se
enfrenta a su segundo juicio político en el Senado estadounidense.

En ambos casos -el de Marjorie Taylor Greene y el de Donald Trump- el primer
republicano del Congreso y líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell
(republicano de Kentucky) se alineó con los críticos del GOP. McConnell hizo
declaraciones públicas en las que denuncia las opiniones de Marjorie Taylor
Greene como una "locura" y un "cáncer" para el Partido Republicano. Hasta la
fecha, Mitch McConnell mantiene (aunque podamos dudar de su sinceridad) que
está dispuesto a condenar a Donald Trump por haber incitado a los disturbios
del 6 de enero.

Los acontecimientos del 6 de enero fueron chocantes y contrarios a las
normas. Pero en la trayectoria histórica de los Estados Unidos hay
antecedentes de ese tipo. Desde la fundación del país, con la conquista de
las tierras indígenas y el régimen de esclavitud, la violencia fue un
trasfondo constante. Estados Unidos vivió una guerra civil [1861-1865] que
mató al 2% de la población. Los supremacistas blancos impulsaron el
derrocamiento violento de múltiples gobiernos elegidos democráticamente a lo
largo de la Reconstrucción del siglo XIX [1865-1877, más precisamente] y del
periodo Jim Crow [Leyes Jim Crow, 1877-1964: conjunto de leyes para
obstaculizar los derechos constitucionales de los afroamericanos que habían
sido "proclamados" al final de la Guerra Civil].

Para los analistas y los medios de comunicación liberales [demócratas en
particular], esas maniobras en la cumbre del GOP representan el inicio de
una crisis final del Partido republicano. La desafiliación de miles de
votantes republicanos del partido [ver las cifras de desafiliación en varios
estados en
https://www.weny.com/story/43295380/a-trend-that-should-worry-republicans] o
las decisiones mediatizadas de las principales empresas [JP Morgan Chase,
Homme Depot, PWC, Charles Schwab, etc.] de retirar las contribuciones a los
políticos republicanos que apoyaron la mentira de Trump de que realmente
había ganado las elecciones de 2020 son, seguramente, pruebas más sólidas de
esa supuesta crisis.

Pero, pongamos esas afirmaciones en perspectiva

• En primer lugar, hay una cierta inclinación de los expertos a hacer
afirmaciones históricas radicales basadas en argumentos bastante limitados y
ahistóricos. Recordemos lo que escribieron los principales expertos
liberales cuando George W. Bush [2001-2009] conquistó votos demócratas para
su programa de 2001. Esos expertos comparaban entonces al Partido demócrata
con un "loro muerto", inspirado en un viejo sketch de los Monty Python.
Cinco años más tarde, los demócratas ganaron las elecciones al Congreso y
siete años después obtuvieron una victoria en todos los ámbitos: el control
de los poderes ejecutivo y legislativo, con la victoria de Barack Obama
[2009-2017].

Por su parte, el Partido Republicano, que había sido aplastado en las
elecciones de 2008, volvió en 2010 con una victoria arrasadora en la Cámara
de representantes. Durante la segunda mitad del primer mandato de Barack
Obama y durante su segundo mandato, se impuso en el Congreso un programa de
derecha -un programa al que, además, se sometió Barack Obama- y que, por lo
tanto, marcó la pauta de la política del gobierno estadounidense.

Por consiguiente, aunque la actual crisis secular en los Estados Unidos
puede modificar los ciclos electorales, no podrá eliminarlos mientras el
sistema político estadounidense siga siendo el feudo de dos partidos
capitalistas que se mueven dentro de un consenso pro-capitalista aplastante.

• En segundo lugar, en Washington, los republicanos se quedaron fuera del
poder por un margen muy estrecho. Recién en enero de 2021 perdieron el
Senado (por un voto decisivo) con las inesperadas victorias de los
demócratas [Jon Ossoff y Raphael Warnock] en la segunda vuelta en Georgia.
Además, la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes se redujo de 235
a 221 votos (sólo tres más de los necesarios para obtener la mayoría),
ganando todas las batallas de noviembre que, según The Cook Political
Report, especializado en previsiones políticas, consideraba como un empate.
Y mantuvieron o reforzaron su control en todos los parlamentos de los
estados del país, incluso en aquellos en los que se pensaba que los
demócratas obtendrían buenos resultados. Por último, Trump obtuvo 74
millones de votos (alrededor del 47% de todos los votos emitidos) y pudo
infiltrarse en "zonas" de votantes de color, desde el sur de Texas hasta el
Bronx. Todo esto resulta bastante sorprendente para un partido que se
estaría quedando sin aliento.

• Por último, es demasiado pronto para decir si los primeros indicadores de
cambios sustanciales en el voto o en la base financiera de los republicanos
serán significativos a largo plazo. El hecho de que miles de votantes del
GOP se hayan desafiliado es una gota en el océano de las decenas de millones
de votos republicanos de noviembre. Y la idea de que las grandes empresas
estadounidenses se hayan convertido de la noche a la mañana en campeonas de
la democracia es absurda.

La clase dirigente de Estados Unidos no quiere acabar con el sistema
democrático limitado que tantas ventajas le ha dado. Pero si el Congreso o
las autoridades reguladoras comienzan a promover políticas opuestas a las de
la "Corporate America", sus lobbies van a encontrar la manera de trabajar
con los representantes del GOP lo que, por ahora, evitan hacer. Hay que
recordar que las organizaciones de lobbying de las grandes empresas están
preocupadas por mantener su influencia colectiva a pesar de la decisión del
Tribunal Supremo de Estados Unidos en 2010 en el caso Citizens United [una
organización conservadora] contra la Comisión Federal de Elecciones. Una
sentencia que permitió que un pequeño grupo de multimillonarios muy
ideologizados canalizara grandes sumas de dinero a varias organizaciones de
"dark money" [el término "dinero oscuro" se refiere a los gastos políticos
de organizaciones sin fines de lucro que no están obligadas a revelar el
nombre de sus donantes]. Hasta ahora, las principales organizaciones
vinculadas a las empresas dominantes han organizado campañas muy exitosas,
después de 2010, para evitar la nominación de algunos miembros desquiciados
e inelegibles del Tea Party como candidatos del GOP.

El establishment y el sistema bipartidista

Al principio, el establishment de los negocios no apoyó a Trump en 2016.
Tanto en 2016 como en 2020, la mayor parte de los fondos de las emrpesas
fueron a parar a los candidatos presidenciales demócratas. Para las grandes
empresas, el estilo caótico de Trump, su oposición al libre comercio y a la
inmigración, así como, posteriormente, su incapacidad para frenar la
pandemia, eran razones más que suficientes para preferir a Clinton en 2016 y
a Biden en 2020. Sin embargo, una vez que Trump llegó al poder (retórica y
tuits aparte), las empresas se mostraron más que contentas de poder
acompañarlo en su calidad de conservador tradicional en lo relativo a la
fiscalidad, la desregulación y el nombramiento de jueces federales
favorables a las grandes firmas, por lo que resulta difícil creer que los
dirigentes empresariales se estén planteando seriamente abandonar de manera
definitiva al GOP.

Los últimos acontecimientos demostraron que aunque el Partido republicano
esté dividido, la división tiene lugar entre una inmensa mayoría que apoya a
los Trump y a los Greene y una pequeña minoría que quiere tomar distancia de
los acontecimientos del 6 de enero. Cuando volvieron a reunirse para
certificar las elecciones presidenciales -después de haber tenido que
esconderse de la patota de extrema derecha del 6 de enero- la inmensa
mayoría de los congresistas republicanos votaron para objetar la legitimidad
de la elección de Biden.

Sólo cinco senadores republicanos votaron junto con los demócratas para
rechazar la resolución del senador Rand Paul [Kentucky] que se oponía a un
proceso de destitución de Trump. Y sólo 11 republicanos de la Cámara de
representantes votaron a favor de destituir a Marjorie Taylor Greene de las
dos comisiones antes mencionadas. Y esto pese a las amenazas de muerte más
que públicas que Taylor Greene profirió contra otros miembros de la Cámara.
Ese puñado de republicanos -que los medios de comunicación del establishment
aclamaron por su valor- fueron condenados y criticados por los partidos
republicanos de sus respectivos estados y circunscripciones.

Mientras que en los Estados Unidos haya un sistema bipartidista, los dos
partidos de la "gran carpa" ("big tent") seguirán aglutinando una amplia
gama de opiniones bajo sus paraguas pro-capitalista. El año pasado, la
diputada Alexandria Ocasio-Cortez, que se define como socialista
democrática, fue noticia cuando dijo que si Estados Unidos tuviera un
sistema parlamentario, ella y el centrista neoliberal Joe Biden no estarían
en el mismo partido. Lo mismo podría decirse de la derecha del espectro
político. En Gran Bretaña, la política "trumpista" se expresaba en partidos
como el Partido de la Independencia del Reino Unido (UK Independence Party,
UKIP) o el Brexit Party [ambos dirigidos por Nigel Farage], antes de ser
reabsorbidos por el partido conservador (Tory). Pero la política "populista"
y conservadora del establishment estadounidense se mantiene dentro del GOP.

Si bien la agenda del capital impulsa a ambos partidos, el propio capital no
tiene fuerzas suficientes para motivar a los votantes a apoyar a los
conservadores elección tras elección. Así que el Partido Republicano moderno
apuesta a que millones de votantes (en su mayoría) blancos, y en su mayoría
de clase media, sigan votando por sus candidatos. Todo empezó con la campaña
presidencial de 1964, en la que el senador Barry Goldwater [senador de
Arizona, 1909-1998] lanzó un llamado a los electores, oponiéndose
explícitamente a la Ley de Derechos Civiles de 1964. Siguió con la adopción
de políticas contra el derecho al aborto y anti LGBT para conseguir el mayor
apoyo posible de los votantes republicanos: los cristianos evangelistas
conservadores. En muchos sentidos, la ampliación de la "gran carpa" del GOP
para incluir dentro de ella a elementos de la extrema derecha y a los
conspiradores de QAnon -cuya visión del mundo coincide en gran medida con la
visión evangélica- es una versión más extrema del mismo procedimiento.

En un clima de continua polarización política y con la expectativa del GOP
de recuperar la mayoría en el Congreso en 2022, no hay ninguna razón para
que los políticos o responsables republicanos abran una brecha en sus filas.
Cuanto más se aleje la élite de Washington del 6 de enero y en la medida en
que el foco de la política se desplace hacia la agenda de los demócratas,
más probabilidades tendrán los republicanos de movilizar nuevamente a sus
partidarios en contra de los demócratas. A esto hay que añadir una
estructura política [la delimitación de las circunscripciones electorales]
sistemáticamente favorable a la representación blanca, rural, periurbana y
conservadora. Entonces, cualquiera que escriba hoy un epitafio del Partido
republicano tendrá seguramente que tragarse mañana sus propias palabras.
(Artículo publicado en International Socialism Project (ISP), 8-2-2021:
https://internationalsocialism.net)



* Lance Selfa, integra la redacción de ISP, es autor de The Democrats: A
Critical History (Haymarket, 2012) y editor de U.S. Politics in an Age of
Uncertainty: Essays on a New Reality (Haymarket, 2017).

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