Historia/ Por Rosa Luxemburgo [Marcello Musto]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Feb 22 13:36:26 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

22 de febrero 2021

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Historia

 

Por Rosa Luxemburgo

 

Marcello Musto *

Sin Permiso, 20-2-2021 

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Traducci贸n de Gustavo Buster

 

Cuando su nombre fue mencionado en agosto de 1893 por la presidencia de la asamblea, en el Congreso de la Segunda Internacional de Z煤rich, Rosa Luxemburgo ocup贸 su sitio sin demora entre la audiencia de delegados y militantes que llenaban el abarrotado sal贸n. Era una de las pocas mujeres presentes en la asamblea, todav铆a muy joven, de complexi贸n peque帽a y con una deformaci贸n en la cadera que la obligaba a cojear desde los cinco a帽os. Su aparici贸n pareci贸 despertar en los presentes la impresi贸n de estar frente a una persona fr谩gil.

 

La cuesti贸n nacional 

 

Sin embargo, sorprendi贸 a todos cuando, tras subirse a una silla, para hacerse o铆r mejor, consigui贸 llamar la atenci贸n de todo el p煤blico, sorprendido por la maestr铆a de su dial茅ctica y fascinado por la originalidad de sus tesis. Para Luxemburgo, de hecho, la reivindicaci贸n central del movimiento obrero polaco no deb铆a ser la construcci贸n de una Polonia independiente, como se ven铆a repitiendo por unanimidad. Polonia segu铆a dividida en tres entre los imperios alem谩n, austro-h煤ngaro y ruso; su reunificaci贸n resultaba dif铆cil de conseguir, pero a los trabajadores se les deb铆a presentar objetivos realistas que pudieran generar luchas pr谩cticas en nombre de necesidades concretas.

 

Con un razonamiento que desarroll贸 en los a帽os venideros, amonest贸 a quienes enfatizaban el tema nacional, convencida de que la ret贸rica del patriotismo ser铆a utilizada peligrosamente para debilitar la lucha de clases y relegar la cuesti贸n social a un segundo plano. A las muchas opresiones sufridas por el proletariado, no era necesario agregar 鈥渟u esclavitud a la nacionalidad polaca". Para hacer frente a este escollo, Luxemburgo esperaba el nacimiento de autogobiernos locales y el fortalecimiento de la autonom铆a cultural que, una vez establecido el modo de producci贸n socialista, actuar铆an como una barrera para el posible resurgimiento de regurgitaciones chovinistas y otras nuevas discriminaciones. Mediante todas estas reflexiones, diferenci贸 la cuesti贸n nacional de la del Estado nacional.

 

Una existencia a contracorriente 

 

El episodio del Congreso de Z煤rich simboliza toda la biograf铆a intelectual de quien fue uno de los exponentes m谩s significativos del socialismo del siglo XX. Nacida hace 150 a帽os, el 5 de marzo de 1871, en Zamo艣膰, en la Polonia bajo ocupaci贸n zarista, Luxemburgo pas贸 su vida en los m谩rgenes, luchando contra numerosas adversidades y siempre a contracorriente. De origen jud铆o, con una discapacidad permanente, a los veintis茅is a帽os se traslad贸 a Alemania, donde s贸lo pudo obtener la ciudadan铆a mediante un matrimonio concertado. Pacifista convencida en la 茅poca de la Primera Guerra Mundial, fue encarcelada varias veces por sus ideas. Fue una enemiga ardiente del imperialismo en una nueva y violenta 茅poca colonial. Luch贸 contra la pena de muerte en medio de la barbarie. Sobre todo, era mujer y vivi贸 en mundos habitados exclusivamente por hombres. A menudo era la 煤nica presencia femenina tanto en la Universidad de Z煤rich, donde obtuvo su doctorado en 1897 con una tesis sobre el desarrollo industrial de Polonia, como entre los l铆deres del Partido Socialdem贸crata Alem谩n. Fue la primera profesora mujer de la escuela central para la formaci贸n de cuadros del partido, cargo que ocup贸 entre 1907 y 1914, per铆odo en el que elabor贸 鈥嬧媏l proyecto inconcluso de escribir una Introducci贸n a la econom铆a pol铆tica (1925) y public贸 La acumulaci贸n del capital (1913).

 

A estas dificultades se sumaba su esp铆ritu independiente y su autonom铆a, virtud que a menudo penaliza incluso en los partidos pol铆ticos de izquierda. Con su viva inteligencia, Luxemburgo tuvo la capacidad de elaborar nuevas ideas y de saber defenderlas, sin reverencias sumisas y, de hecho, con una franqueza desarmante, en presencia de figuras del calibre de August Bebel o Karl Kautsky, que hab铆an tenido el privilegio de formarse en contacto directo con Engels. Su objetivo no era repetir las palabras de Marx, sino interpretarlas hist贸ricamente y, cuando fuera necesario, desarrollar su an谩lisis. Expresar libremente su opini贸n y ejercer el derecho a expresar posiciones cr铆ticas dentro del partido eran requisitos indispensables para ella. El partido ten铆a que ser un espacio donde pudieran convivir diferentes posiciones, siempre que sus afiliados compartieran sus principios fundamentales.

 

Partido, huelga, revoluci贸n 

 

Logr贸 superar los numerosos obst谩culos encontrados y, con motivo del giro reformista de Eduard Bernstein y el acalorado debate que sigui贸, se convirti贸 en una figura conocida en la principal organizaci贸n del movimiento obrero europeo. Si, en el famoso texto Los supuestos del socialismo y las tareas de la socialdemocracia (1897-99), Bernstein hab铆a invitado al partido a romper los puentes con el pasado y a transformarse en una mera fuerza gradualista, en el escrito Reforma social o 驴Revoluci贸n? (1898-99), Luxemburgo respondi贸 con firmeza que, en todos los per铆odos de la historia, "la obra de reforma social se mueve s贸lo en la direcci贸n y durante el tiempo que corresponde al empuje que le dio la 煤ltima revoluci贸n". Quienes cre铆an que pod铆an lograr en el "gallinero del parlamentarismo burgu茅s" los mismos cambios que la conquista revolucionaria del poder pol铆tico hubiera hecho posibles, no hab铆an elegido "un camino m谩s tranquilo y seguro hacia el mismo objetivo, sino otro distinto". Hab铆an aceptado el mundo burgu茅s y su ideolog铆a.

 

No se trataba de mejorar el orden social existente, sino de construir uno completamente diferente. El papel de los sindicatos -que solo pod铆a arrancar a los patronos condiciones m谩s favorables dentro del modo de producci贸n capitalista- y la Revoluci贸n Rusa de 1905 le dieron la oportunidad de meditar sobre cu谩les podr铆an ser los sujetos y las acciones capaces de producir una transformaci贸n radical de la sociedad. En su libro Huelga general, partido y sindicatos (1906), al analizar los principales acontecimientos que tuvieron lugar en vastas 谩reas del Imperio ruso, enfatiz贸 la importancia fundamental de los estratos m谩s amplios del proletariado, generalmente desorganizados. Para ella, las masas eran las verdaderas protagonistas de la historia. Observ贸 que en Rusia "el elemento de la espontaneidad" (concepto por el que se le acusa de haber sobrestimado la conciencia de clase presente en las masas) hab铆a sido relevante y, por tanto, el papel del partido no deb铆a ser preparar la huelga, sino tomar la "direcci贸n pol铆tica de todo el movimiento".

 

Para Luxemburgo, la huelga de masas es "el pulso vivo de la revoluci贸n y, al mismo tiempo, es su rueda motriz m谩s potente". Es la verdadera "forma de manifestaci贸n de la lucha proletaria en la revoluci贸n". No es una acci贸n 煤nica, sino el momento decisivo de un largo per铆odo de lucha de clases. Adem谩s, no se pod铆a pasar por alto que "en la agitaci贸n del per铆odo revolucionario, el proletariado cambia, de modo que incluso el bien m谩s elevado, la vida, sin perjuicio del bienestar material, tiene un valor m铆nimo en comparaci贸n con el ideal por el que se lucha". Los trabajadores adquir铆an conciencia y madurez. As铆 lo atestiguaban las huelgas de masas en Rusia, que "sin darse cuenta pasaron del terreno econ贸mico al pol铆tico, de modo que era casi imposible trazar una l铆nea divisoria entre los dos".

 

Comunismo significa libertad y democracia 

 

En el tema de las formas de organizaci贸n pol铆tica y, m谩s espec铆ficamente, en el papel del partido, en esos a帽os, Luxemburgo fue protagonista de otro conflicto violento, esta vez con Lenin. En el texto Un paso adelante, dos pasos atr谩s (1904), el l铆der bolchevique defendi贸 las decisiones tomadas en el segundo congreso del Partido Obrero Socialdem贸crata Ruso y concibi贸 al partido como un n煤cleo compacto de revolucionarios profesionales, una vanguardia que deb铆a liderar a las masas. Luxemburgo objet贸 en Problemas organizativos de la social-democracia rusa (1904) que un partido extremadamente centralizado generaba una din谩mica muy peligrosa: "la obediencia ciega de los militantes a la autoridad central". El partido deb铆a desarrollar la participaci贸n social, no reprimirla, "mantener viva la apreciaci贸n justa de las formas de lucha". Marx escribi贸 que "cada paso del movimiento real es m谩s importante que una docena de programas". Luxemburgo ampli贸 este postulado y afirm贸 que "los pasos en falso del movimiento obrero real son, hist贸ricamente, inconmensurablemente m谩s fruct铆feros y m谩s preciosos que la infalibilidad del mejor comit茅 central".

 

Esta controversia adquiri贸 a煤n mayor importancia despu茅s de la revoluci贸n sovi茅tica de 1917, a la que Luxemburgo dio su apoyo incondicional. Preocupada por los hechos que ten铆an lugar en Rusia (a partir de la forma como se inici贸 la reforma agraria), Luxemburgo fue la primera, en el campo comunista, en observar que un "r茅gimen de estado de sitio prolongado" hab铆a ejercido "una influencia degradante en la sociedad鈥. En su art铆culo p贸stumo La revoluci贸n rusa (1918), reiter贸 que la misi贸n hist贸rica del "proletariado que ha llegado al poder" es "crear una democracia socialista en lugar de la democracia burguesa, no destruir toda forma de democracia". Para ella, el comunismo significaba "una participaci贸n m谩s activa y libre de las masas populares en una democracia sin l铆mites" que no contaba con l铆deres infalibles que las guiaran. Un horizonte pol铆tico y social verdaderamente diferente solo se pod铆a alcanzar a trav茅s de este complicado proceso y sin que el ejercicio de la libertad estuviera "reservado exclusivamente a los partidarios del gobierno y a los miembros de un partido 煤nico".

 

Estaba firmemente convencida de que "el socialismo, por su naturaleza, no se puede otorgar desde arriba". Deb铆a expandir la democracia, no reducirla. Afirm贸 que se pod铆a "decretar lo negativo, la destrucci贸n, pero no lo positivo, la construcci贸n". Esta era "tierra virgen" y s贸lo 鈥渁 partir de la experiencia se pod铆a corregir y abrir nuevos caminos". La Liga Espartaco -nacida en 1914, tras la ruptura con el Partido Socialdem贸crata Alem谩n, que luego se convertir铆a en Partido Comunista Alem谩n- s贸lo tomar铆a el poder "mediante la voluntad clara e incuestionable de la gran mayor铆a de las masas proletarias de toda Alemania".

 

Desde la pr谩ctica de opciones pol铆ticas opuestas, los socialdem贸cratas y los bolcheviques hab铆an concebido err贸neamente la democracia y la revoluci贸n como dos procesos mutuamente alternativos. Por el contrario, el coraz贸n de la teor铆a pol铆tica de Luxemburgo se centr贸 en su unidad indisoluble. Su legado qued贸 aplastado precisamente entre estas dos fuerzas: los socialdem贸cratas, c贸mplices de su brutal asesinato, ocurrido a los 47 a帽os, a manos de las milicias paramilitares, la combatieron sin piedad por el acento revolucionario de sus reflexiones, mientras que los estalinistas se guardaron de difundir su legado debido al car谩cter cr铆tico y libertario de su pensamiento.

 

Contra el militarismo, la guerra y el imperialismo 

 

La otra piedra angular de sus convicciones y su militancia fue la combinaci贸n de la oposici贸n a la guerra y la agitaci贸n antimilitarista. En estos temas, Luxemburgo pudo modernizar el bagaje te贸rico de la izquierda y hacer que en los congresos de la Segunda Internacional se aprobaran clarividentes resoluciones que, de no haber sido ignoradas, habr铆an entorpecido los planes tramados por los partidarios de la Primera Guerra Mundial. La funci贸n de los ej茅rcitos, el constante rearme y la repetici贸n de guerras no deb铆an entenderse 煤nicamente mediante las categor铆as cl谩sicas del siglo XIX. Se trataba, como se hab铆a afirmado repetidamente, de fuerzas que reprim铆an las luchas obreras, herramientas 煤tiles para los intereses de la reacci贸n y que, adem谩s, produc铆an divisiones en el proletariado, pero que tambi茅n respond铆an a una finalidad econ贸mica precisa de la 茅poca. El capitalismo necesitaba del imperialismo y la guerra, incluso en tiempos de paz, para aumentar la producci贸n, as铆 como para conquistar, en cuanto las condiciones fueran adecuadas, nuevos mercados en las periferias coloniales fuera de Europa. Como escribi贸 en La acumulaci贸n del capital, "la violencia pol铆tica no es sino el veh铆culo del proceso econ贸mico". A esta afirmaci贸n le sigui贸 una de las tesis m谩s controvertidas de su obra, a saber, que el rearme era fundamental para afrontar la expansi贸n productiva del capitalismo.

 

Era un escenario muy diferente de las representaciones optimistas de los reformistas y, para describirlo mejor, Luxemburgo utiliz贸 un eslogan destinado a tener mucho 茅xito: "socialismo o barbarie". Explic贸 que esta solo pod铆a evitarse gracias a la lucha consciente de las masas y, dado que la oposici贸n al militarismo requer铆a una fuerte conciencia pol铆tica, estaba entre los m谩s ac茅rrimos partidarios de la huelga general contra la guerra, un arma que muchos en la izquierda, incluido Marx, hab铆an subestimado. El tema de la defensa nacional deb铆a ser utilizado contra los nuevos escenarios b茅licos y el lema "隆guerra contra la guerra!" se convertir铆a en "el meollo de la pol铆tica proletaria". Como escribi贸 en La crisis de la socialdemocracia (1916), tambi茅n conocido como el Juniusbrosch眉re, la Segunda Internacional hab铆a implosionado por no poder "llevar a cabo una t谩ctica y una acci贸n com煤n del proletariado en todos los pa铆ses". Por tanto, a partir de ese momento, el proletariado deb铆a tener como "objetivo principal", incluso en tiempos de paz, "luchar contra el imperialismo y prevenir las guerras".

 

Sin perder la ternura 

 

Cosmopolita, ciudadana de "lo que vendr谩", asegur贸 sentirse como en casa "en todo el mundo, dondequiera que haya nubes y p谩jaros y l谩grimas humanas". Apasionada de la bot谩nica y amante de los animales, como se desprende de la lectura de su correspondencia, fue una mujer de extraordinaria sensibilidad, que conserv贸 intacta a pesar de las amargas experiencias que le reserv贸 la vida. Para la cofundadora de la Liga Espartaco, la lucha de clases no terminaba con el aumento de los salarios. Luxemburgo no quiso ser un mero ep铆gono y su socialismo nunca fue economicista.

 

Inmersa en los dramas de su tiempo, busc贸 innovar el marxismo sin cuestionar sus fundamentos. Su intento es una advertencia constante a las fuerzas de izquierda para que no limiten su acci贸n pol铆tica a la consecuci贸n de paliativos suaves y no renuncien a la idea de cambiar el estado de cosas existente. La forma en que vivi贸, la habilidad con la que logr贸 llevar a cabo su elaboraci贸n te贸rica y la agitaci贸n social al mismo tiempo, son una lecci贸n extraordinaria, inalterada por el tiempo, que habla a la nueva generaci贸n de militantes que ha optado por continuar las m煤ltiples batallas que Luxemburgo emprendi贸. 

 

* Marcello Musto, profesor de Sociolog铆a en la Universidad de York en Toronto y reconocido protagonista de una reciente renovaci贸n en los estudios marxistas, a la que contribuy贸, entre otras cosas, como autor del reciente Another Marx: Early Manuscripts to the International (Bloomsbury, 2018 ) y The Last Years of Karl Marx: An Intellectual Biography (Stanford University Press, 2020); y, como editor, de Marx's Capital after 150 Years: Critique and Alternative to Capitalism, (Routledge, 2019), The Marx Revival: Key Concepts and New Interpretations (Cambridge University Press, 2020). Sus escritos est谩n disponibles en el sitio web www.marcellomusto.org <http://www.marcellomusto.org> . 

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