Brasil/ Ford anuncia cierre de producción y el despido de 5000 trabajadores. [Mario Osava]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Ene 16 11:04:19 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

16 de enero 2021

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Brasil



Pérdida de Ford acucia dilemas del desarrollo



La compañía estadounidense desistió de seguir produciendo vehículos
automotores en Brasil y con su anuncio de abandono del país reencendió la
ansiedad nacional por detener la desindustrialización o buscar nuevas vías
de desarrollo.



Mario Osava, desde Río de Janeiro

Inter Press Service (IPS), 14-1-2021

http://www.ipsnoticias.net/



El anuncio del cierre de las tres plantas de la ensambladora sorprendió a
todos el 11 de enero, especialmente a sus más de 6000 empleados en Brasil.
La empresa anunció el despido de 5000, pero los sindicatos estiman que 50
000 trabajadores perderán sus empleos en la larga cadena productiva y de
servicios.



Además la decisión tiene su peso simbólico. El divorcio pone fin a 102 años
de historia. La Ford inauguró la industria automovilística en Brasil en
1919. Sale en medio de una prolongada crisis económica, con mucho desempleo,
y acentúa la urgencia de asegurar un futuro industrial para el país.



La industria de transformación pierde participación en el producto interno
bruto (PIB) desde los años 1980, cuando alcanzó hasta 35,9 por ciento, según
el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística. En 2019 bajó a 11 por
ciento.



Esa desindustrialización ocurrió en muchos países, incluso en los ricos,
pero en Brasil se destaca por haber sido “una de las más rápidas e
intensas”, apuntó a IPS el economista Rafael Cagnin, del Instituto de
Estudios para el Desarrollo Industrial (Iedi).



El apogeo de la industria, en los años 80, “duró menos de una década” en
Brasil, mientras se prolongó por muchas décadas en Estados Unidos y otros
países que se definían como industrializados, acotó.



“Otro contraste es que esos países se desindustrializaron, pero
enriqueciéndose, su ingreso per cápita creció. Mientras, Brasil registró
algunos progresos en las últimas décadas, pero su desindustrialización tuvo
efecto negativo en el enriquecimiento, en el ingreso de la población”,
observó el economista.



Sectores tradicionales de la industria, como la textil y metalúrgica, migró
para Asia, especialmente China, pero los países ricos avanzaron en
tecnología, industria y servicios sofisticados.



“Brasil perdió la oportunidad, debido a la crisis de la deuda en la década
de 1980, de acumular competencias en industrias de punta, de tecnologías más
avanzadas y dinámicas, como la microelectrónica, máquinas más complejas, la
química fina y la informática”, subrayó Cagnin por teléfono desde São Paulo.



Aun así Brasil atrajo gran parte de la industria automovilística mundial.
Empezó con la Ford en 1919, seguida de la también estadounidense General
Motors en 1925, pero tímidamente.



El boom tuvo lugar a partir de los años 50, cuando desembarcaron a gran
escala dos europeas: la alemana Volkswagen (1959) y después la italiana Fiat
(1973).



Esas cuatro grandes dominaron el mercado brasileño, pero a partir de los
años 90 el país abrió su economía y llegaron nuevas competidoras japonesas,
coreanas, europeas y chinas. Brasil tiene hoy 31 empresas del sector, si se
cuentan fabricantes de camiones, autobuses y equipos agrícolas móviles,
además de automóviles turísticos.



Los analistas del sector evaluaban que el mercado nacional no tiene las
dimensiones necesarias para acoger tantas ensambladoras y difícilmente el
país lograría exportar los excedentes en un mercado mundial cada día más
competitivo.



La capacidad total de producción nacional alcanza cinco millones de unidades
al año, pero produjo de hecho, en su mejor año, 2017, solo 3,7 millones de
vehículos. En 2019 fueron 2,8 millones y en 2020 bajaron a 2,06 millones,
debido a la pandemia de covid-19.



Pese a todo, Brasil sigue entre los diez mayores mercados mundiales.



El cierre de las plantas de Ford era previsible, la empresa había reducido
sus inversiones desde 2014, cuando empezó la recesión económica en Brasil
que se prolongó hasta el final de 2016 y fue seguida de débil recuperación y
el trauma de 2020.



Pero sonó la alarma, porque la misma Ford ya había cerrado en 2019 su
principal planta en la ciudad de São Bernardo do Campo, capital de la
industria automovilística brasileña, y la alemana Mercedes Benz también
decidió abandonar Brasil en diciembre.



Líderes empresariales y políticos se movilizaron para evitar la pérdida de
otras plantas industriales y atraer otras empresas para ocupar las plantas
abandonadas por la Ford.



La reforma tributaria, anunciada como una prioridad por el actual gobierno
desde su inicio hace dos años, es considerada clave para la “reducción del
costo Brasil” y la recuperación industrial.



La Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores (Anfavea),
que representa el sector, estima que producir automóviles en Brasil cuesta
18 por ciento más que en México, debido principalmente a los impuestos de un
sistema tributario confuso.



La Ford atribuyó al “ambiente económico desfavorable”, entre otros motivos,
su decisión de poner fin a la producción de vehículos en Brasil. Pero
mantendrá la producción de repuestos y la asistencia a su red comercial.



Además preservará su centro de desarrollo de nuevos productos, con
centenares de ingenieros, en Camaçari, en el nororiental estado de Bahía,
donde cerró una planta industrial.



Los sindicatos de trabajadores afectados buscan negociar el mantenimiento de
los empleos de alguna forma.



“Si la Ford quiere cambiar y hacer autos eléctricos, que lo haga acá. No se
trata de una empresa a la quiebra, tiene recursos para buscar soluciones.
Estuvo acá cien años, no puede simplemente decir adiós”, sostuvo Paulo
Cayres, presidente de la Confederación Nacional de los Metalúrgicos de la
Central Única de Trabajadores.



La empresa adoptó “una acción radical”, al cerrar sus plantas sin aviso
previo, “nosotros también vamos a una acción radical, pero queremos
negociar”, dijo a IPS por teléfono desde São Bernardo do Campo, donde vive.



Los trabajadores se movilizaron en protestas delante de las plantas para
presionar la Ford y también los gobiernos locales por alguna solución.
Arguyen que la empresa debe una contrapartida a los subsidios
gubernamentales, créditos preferenciales y otras facilidades que obtuvo
durante un siglo.



“Es en Brasil que las ensambladoras obtienen las mayores utilidades del
mundo”, aseguró Cayres, obrero metalúrgico desde 1979 y uno de los
despedidos por la Ford en 2019, cuando cerró la planta de São Bernardo do
Campo.



El dirigente sindical considera viable buscar alternativas negociadas para
preservar los empleos, basado en su experiencia de sindicalista en la fuerte
retracción del empleo en la industria automovilística en las tres últimas
décadas.



São Bernardo do Campo y Diadema, dos municipios de la Región Metropolitana
de São Paulo que componen su base sindical, sumaban cerca de 200 000 obreros
metalúrgicos en los años 80, recordó. Ahora, dijo, “difícilmente alcanzan 70
000”.



Sin embargo, no se convirtieron en una Detroit, la otrora capital de la
industria automovilística estadounidense donde ahora sobrevive con muchos
barrios abandonados, porque el movimiento sindical logró negociar variadas
alternativas para mantener empleos, según el sindicalista.



“Hoy el ABC tiene menos fábricas de automóviles, pero su industria se
diversificó”, lo que evitó la decadencia de Detroit, opinó. ABC es como se
conoce a un conjunto de ciudades industriales pegado a São Paulo, que
incluye São Bernardo.



Pero uno de los efectos de la atracción ejercida en el pasado por los buenos
y numerosos empleos en la industria automovilística son las “favelas”
(barrios pobres hacinados) que se multiplicaron en la región, de cuyas
luchas sindicales en los años 70 surgió Luiz Inácio Lula da Silva,
presidente de Brasil entre 2003 y 2010.



La industria y sus obreros enfrentan hoy retos en el contexto de una nueva
transformación tecnológica que reordena las cadenas de producción y en que
los vehículos automotores están en el “ojo del huracán”, al involucrar
automación, inteligencia artificial y la exigencia de energía limpia,
resumió Cagnin.



La Ford, al parecer, deja Brasil para adecuarse a las nuevas tendencias,
como el vehículo eléctrico.



Alta tecnología e innovaciones son claves en ese cambio y Brasil está
restringiendo recursos en esa área. Además retarda una reforma tributaria
necesaria a una buena inserción en ese mundo en transformación.



Pero puede recuperarse si usa bien sus factores positivos, su gran mercado,
una industria relativamente compleja, una mano de obra calificada y buenas
instituciones para impulsar una política de ciencia, tecnología e
innovaciones, concluyó el economista especializado en desarrollo industrial.

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