Colombia/ Las semillas de la emancipación están intactas. [Raúl Zibechi]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Jul 15 15:40:53 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

15 de julio 2021

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Colombia



Las semillas de la emancipación están intactas




Raúl Zibechi

Revista Alternativas, 14-7-2021

https://revistaalternativas.org/



Las juventudes protagonistas de la revuelta colombiana, en particular las
que generaron 25 “puntos de resistencia” en la ciudad de Cali, espacios
auto-controlados de libertad y resistencia a la represión, provienen de los
sectores populares más afectados por el neoliberalismo.



Estamos ante generaciones que han sufrido décadas de bloqueo de sus vidas:
desde un no futuro instalado al calor de la desindustrialización que vive la
ciudad desde hace tres décadas, hasta la humillación racista empuñada por
las clases medias, la discriminación por color de piel, la criminalización
de la pobreza y la represión de sus manifestaciones culturales y espacios
sociales.



Por eso llama la atención que estas jóvenas y jóvenes hayan sido capaces de
poner en pie una enorme variedad de iniciativas, desde bibliotecas populares
en locales policiales tomados hasta el ya célebre anti-monumento “Resiste”,
pasando por espacios de alimentación, de salud y deporte, además de mantener
debates abiertos con la comunidad sobre el tipo de sociedad que sueñan.



En diálogo permanente con el periodista Felipe Martínez, del medio
Desdeabajo, aparecen algunas características de estas juventudes que
resultan notables: “Jóvenes universitarios, de barras de fútbol antes
enfrentadas, pandilleros y delincuentes que estuvieron en la cárcel, gente
que ha vivido la exclusión y la pobreza y que ahora conviven en las
barricadas y en los puntos de resistencia”.



Lo que el sistema se empeña en separar para dividir, durante la revuelta se
convierte en comunidad de vínculos solidarios. Felipe asegura que en los
espacios de resistencia se dice una y otra vez: “aquí nadie manda, nadie
está por encima de nadie”. En su opinión, se trata de “una experiencia
zapatista en la ciudad”, en la que pueden observarse cocinas comunitarias,
el centro médico, la biblioteca popular y “vecinos muy tranquilos con la
presencia de los jóvenes”, porque controlan robos y ofrecen una seguridad
inexistente cuando ellos no están.



La convivencia entre la comunidad de vecinos y los jóvenes se ha vuelto tan
profunda, que “la comunidad les avisa cuando viene la policía y los vecinos
abren las puertas de sus casas para que los jóvenes se bañen y puedan
comer”. Un tipo de vínculos que antes de la revuelta eran, literalmente,
imposibles.



Más aún, en Puerto Resistencia, un sector muy pobre de la comunidad “salió
con banderas blancas a proteger a los jóvenes que los policías estaban
matando”, en lo que define como “una comunidad defendiéndose unos a otros”.



Lo más notable es la construcción material y simbólica de lo nuevo. En las
asambleas multitudinarias “empezaban a plantear discusiones muy profundas”,
sin necesidad de caudillos y de dirigentes. En los puntos de resistencia no
hubo vanguardias ni fueron necesarias, entre otras razones porque las y los
jóvenes se muestran cansadas y desconfiadas con la política tradicional, sea
de derecha o de izquierda.



En la revuelta colombiana estuvieron ausentes, comenta Felipe, los
movimientos sociales, que podrían haber aportado acompañamiento sin
pretender dirigir, algo que sólo la Guardia Indígena nasa supo hacer,
llegando por miles a Cali para proteger y cuidar colectivamente.



Sin embargo, durante semanas funcionó una democracia asamblearia
multitudinaria, diversa, capaz de afrontar los conflictos internos sin
apelar a los viejos modos de “mandar mandando”.



Algunas reflexiones se imponen. Los sectores populares necesitan espacios en
los que puedan dialogar unos con otras en relación de igualdad y
horizontalidad, donde desplegar sus iniciativas, crear comunidad para
enfrentar la dramática situación que viven. Lo realizado nos indica que la
posibilidad de construir mundos nuevos está intacta, que las semillas de la
emancipación siguen vivas, sólo necesitan el espacio-tiempo para
desplegarse, ese que el sistema les niega por las bravas en todo momento y
en cualquier rincón de esta sociedad.



Para que estos mundos nuevos florezcan no hacen faltan vanguardias, sino
decenas, cientos de colectivos empeñados en abrir espacios para que sean
habitados por la gente común, limitándose a acompañar sin imponer, debatir
según los tiempos y modos de la cultura de abajo. Lo que hace falta es un
nuevo tipo de activistas y de grupalidades, que no aspiren a dominar ni a
subir, sino a servir.

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