Líbano/ Trabajadoras domésticas migrantes: la ruta de la deuda. [Anaïs Carton]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Jun 14 14:50:27 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

14 de junio 2021

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Líbano



Trabajadoras domésticas migrantes: la ruta de la deuda



Anaïs Carton *

CADTM, 7-6-2021

https://www.cadtm.org/

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

https://vientosur.info/



En Líbano el trabajo doméstico está ocupado mayoritariamente por mujeres,
principalmente las originarias de Asia y África, que generalmente han tenido
que endeudarse en su país de origen para migrar. Una vez en Líbano, hacen
frente a restricciones y violencia en el trato, además de las dificultades
financieras que encuentran para sobrevivir a diario. La crisis económica que
actualmente abruma a Líbano aumenta las necesidades financieras de estas
mujeres que a veces no tienen otra opción que endeudarse de nuevo para irse,
a menudo a sus países de origen. Por lo tanto, el de estas mujeres en lucha
es un viaje migratorio marcado por el yugo de la deuda.



Una migración doméstica no árabe y femenina en Líbano



Después de la guerra civil libanesa que duró de 1975 a 1990, Líbano se
inscribe en el movimiento de globalización económica que fomenta las
desigualdades y la mundialización de los movimientos migratorios[1]. Hoy en
día, además de los 4,3 millones de personas residentes libanesas, la
presencia estimada de más de 1,2 millones de personas sirias y 200.000
palestinas, han llegado al Líbano un gran número de trabajadoras domésticas
provenientes especialmente de Sri Lanka, Filipinas, Etiopía, Madagascar y
otros países africanos y asiáticos, ocupando principalmente puestos de
trabajo en el sector de servicios (comercio, restauración, hostelería y
especialmente limpieza). Actualmente, se estima entre 250.000 y 300.000 las
trabajadoras domésticas extranjeras en el Líbano; es decir, alrededor del 15
% de su población activa .



Si el trabajo doméstico era ocupado principalmente por mujeres libanesas o
sirias provenientes del campo, a partir de la década de 1980 las mujeres de
países asiáticos y africanos fueron viniendo gradualmente a participar en el
mercado laboral doméstico[2] Esta desarabización se aceleró después de la
década de 1990, cuando las mujeres libanesas, que tenían mayor tasa de
escolaridad, se integraron en sectores más cualificados. Finalmente, desde
la guerra de 2006, este sector ha estado ocupado principalmente por mujeres
migrantes no árabes. Sin protección social, estas mujeres migrantes están
altamente concentradas en los sectores no valorados, correspondientes al
llamado trabajo de reproducción social[3]. Esta sobrerrepresentación de las
mujeres minoritarias y racializadas está en el corazón de un sistema
capitalista, racial y patriarcal que se basa en el trabajo de las
"sirvientas de la mundialización"[4]. Así pues, las trabajadoras domésticas
sufren tres formas de dominación: como migrantes, como mujeres y como
trabajadoras. En Líbano, esta división sexual, social e internacional del
trabajo produce relaciones de dominación mantenidas por el sistema que
organiza esta migración, la kafala.



La kafala, una práctica en las fronteras de la legalidad



La kafala o sistema de patrocinio es un dispositivo migratorio a través del
cual muchas mujeres africanas y asiáticas vienen a establecerse como
trabajadoras domésticas en el Líbano quedando su derecho de residencia
vinculado a la persona empleadora-patrocinadora. Por lo tanto, la relación
de servicio entre estas mujeres y una persona kafil (tutor o tutora) está
eminentemente marcada por el yugo de la dominación[5].



Tal como se practica en Líbano, la kafala es una práctica al límite de la
legalidad, ya que el sector del empleo doméstico está explícitamente
excluido del derecho laboral. La kafala se basa en decretos administrativos
y restricciones paralegales impuestas por las agencias de contratación y las
empleadoras y empleadores. Desde 2009 hay redactado un contrato de trabajo
unificado con la intervención del Ministerio de Trabajo y las embajadas, sin
que las autoridades competentes prevean ningún control de su cumplimiento.
Además, este contrato establece la obligación de residir en la residencia de
las personas empleadoras, ignora la confiscación de pasaportes, la
prohibición de salida de la empleada de la vivienda, el pago de salarios o
un salario mínimo. Otras tantas violencias coercitivas vistas las cuales
estas relaciones laborales no libres pueden describirse como esclavitud
moderna, como hacen algunas organizaciones internacionales y locales y
algunas de estas propias mujeres[6].



Estas situaciones de explotación se basan en un racismo institucionalizado
que estructura el mercado laboral interno en el Líbano. Por ejemplo, emplear
a una trabajadora filipina es más caro porque se la considera mejor educada,
con conocimientos de inglés, más limpia, que cuida bien a los niños. Las
mujeres de Sri Lanka o las mujeres etíopes parecen sufrir más por el color
de su piel porque son consideradas por las y los libaneses como mujeres
obstinadas, sin educación. El trabajo de estas mujeres migrantes y su viaje
migratorio están también marcados por procesos históricos coloniales y
racistas, así como por sus condiciones de vida iniciales. El proyecto
migratorio de estas mujeres a menudo responde, pero no se limita, a factores
macrosociales y también a la voluntad de las mujeres de salir de una
situación de pobreza e intentar el ascenso social a través de la movilidad
migratoria.



Endeudamiento para migrar y servidumbre por deudas



A menudo, la partida de estas mujeres se debe a la huída de una situación
económica que se ha vuelto difícil en el país de origen por los planes de
ajuste estructural del FMI y las políticas de austeridad impuestas para
pagar el servicio de la deuda pública de los países. La partida de estas
mujeres responde a situaciones sociales premigratorias relativamente
diferentes, pero en las que el factor económico les es común[7]. Para
facilitar el movimiento de estas mujeres que trabajan como empleadas
domésticas, las autoridades confían en una red de agencias de contratación
que trabajan en el país de origen y que, para registrar una solicitud,
ofrecen tarifas variables para estas mujeres[8]. Incapaces de pagar esta
cantidad antes de partir, generalmente las mujeres cubren sus costos de
contratación con préstamos a tasas de interés usurarias. También se puede
retener dinero de los primeros salarios por parte de las agencias asociadas
libanesas, lo que coloca ya a las mujeres migrantes en una situación de
endeudamiento y, por tanto, dependencia y vulnerabilidad.



Los gastos comprometidos y pagados a las agencias de contratación someten a
las trabajadoras a la llamada servidumbre por deudas[9], lo que reduce
significativamente el poder de negociación de las trabajadoras respecto a
sus condiciones de trabajo y de vida. La servidumbre por deudas está
definida como una forma de trabajo forzoso. La parte endeudada está obligada
a prestar servicios como garantía del pago de la deuda, pero estos servicios
no se valoran racionalmente, o no se define su naturaleza ni el período de
su prestación[10]. Una vez en el Líbano, estas mujeres pueden verse
obligadas a contratar otras deudas para pagar los gastos de transporte al
lugar de trabajo, gastos de subsistencia diarios o gastos de emergencia,
como gastos médicos. Así, eventualmente, la deuda vincula a la trabajadora
con la o el empleador por un período indefinido, ya que debe continuar
trabajando para pagar la deuda que ha acumulado debido a los altos costos de
la migración, pero también para asegurarse los medios de vida diarios. El
recurso económico, inicialmente modesto, que representa el salario de estas
mujeres se reduce aún más en una ciudad como Beirut, donde el costo de la
vida diaria es alto. Estos factores comprometen el enriquecimiento y el
ahorro esperados, sin embargo recursos esenciales en el contexto de la
movilidad económica y la precariedad.



En el corazón de la crisis económica y sanitaria: ¿endeudarse para volver a
irse?



Hoy, cuando asistimos a la salida de miles de libaneses y libanesas, las
condiciones de vida y de trabajo de las trabajadoras domésticas migrantes
varadas en Líbano han empeorado aún más con la crisis económica que ha
golpeado al país desde 2019. La desigualdad de ingresos sigue aumentando con
fuerza[11], el índice de pobreza ha aumentado por encima del 50% de la
población[12] y alrededor de un tercio de la población vive con menos de 4
dólares al día. Esto pone en cuestión las políticas económicas
ultraliberales aplicadas desde el final de la guerra civil en 1990 que
fortalecieron el sector financiero, convertido en la principal locomotora de
una economía de renta. Hoy en día los bancos poseen conjuntamente casi el
80% de la deuda pública de Líbano, lo que representa el 170% del PIB del
país a principios de 2019. A principios de marzo de 2020, ante la
devaluación desenfrenada de la libra libanesa, Líbano anunció el primer
impago en su historia de una parte de su deuda externa pública (1.200
millones de un total de 90.000 millones de dólares)[13].



Con la difícil situación sanitaria ligada a la gestión de la pandemia de la
Covid-19[14] a la que las trabajadoras domésticas son particularmente
vulnerables[15], y la doble explosión del puerto de Beirut el 4 de agosto de
2020, muchas y muchos empleadores se han visto obligados a abandonar a sus
trabajadoras domésticas, sin dinero ni papeles. Hoy en día, muchas de ellas
quieren regresar a su país de origen, pero pocas tienen los medios o
documentos necesarios. Entonces, la única salida es pagar multas
astronómicas y salir después de obtener un salvoconducto. A esto hay que
añadir el precio del billete de avión al país de origen, a veces lejano. Por
estas razones, generalmente tienen que volver a endeudarse para regresar a
sus países de origen.



Mientras tanto, estas mujeres se están organizando, resistiendo y luchando
contra esta violencia sistémica. Durante el verano de 2020 se multiplicaron
las manifestaciones de estas mujeres frente a los consulados demandando a su
país que las repatrien. Pero en términos más generales, estas mujeres están
luchando para asegurar que sus trayectorias ya no estén restringidas, sino
que se construyan fundamentalmente dentro de un marco de libertad de
movimientos. Que no estén basadas violencia coercitiva, sino desplegadas en
un espacio de autonomía de su proyecto migratorio. Por lo tanto, es
fundamentalmente el sistema de opresión inherente al sistema capitalista,
racista y patriarcal, del que la división sexual del trabajo es uno de sus
engranajes, lo que cuestiona la situación de estas mujeres, y sus luchas.
(Este artículo forma parte del número de mayo 2021 de la revista Les Autres
voix de la planète AVP nº 80, que se puede consultar en línea así como
descargar, en francés, en
https://www.cadtm.org/Dettes-migrations-Divisions-internationales-au-service
-du-capital-1980) .



* Anais Carton es permanente en el CADTM Bélgica.



Notas



[1] Assaf Dahdah, Habiter la ville sans droits : les travailleurs migrants
dans les marges de Beyrouth (Liban). Géographie. Aix-Marseille Université,
2015, p. 16.

[2] Julien Bret, “Circulations transnationales et travail disqualifié au
Moyen-Orient. Les travailleurs non arabes au Liban” in Hommes et Migrations,
n°1266, Mars-avril 2007. Nouvelles figures de l’immigration en France et en
Méditerranée. pp. 96-107.

[3] Moujoud, Nasima, Jules Falquet. “Cent ans de sollicitude enFrance.
Domesticité, reproduction sociale, migration et histoire coloniale” in
Christine Verschuur et Christine Catarino, Genre, migrations et
globalisation de la reproduction sociale, Genève, Cahiers Genre et
Développement, n°9, Genève, Paris : EFI/AFED, L’Harmattan, 2013, pp.
229-245.

[4]  Rhacel Parrenas, Servants of Globalization, Palo Alto, Stanford
University Press, 2001.

[5] Mira Younes, “Quand la maison du-de la maîtresse est hybride : savoirs
migrants et pratiques de l’interdépendance”, Les cahiers du CEDREF, 23 |
2019, 170-199.[6] Assemblée générale des Nations unies, Rapport de la
Rapporteuse spéciale sur les formes contemporaines d’esclavages, y compris
leurs causes et leurs conséquences, 1/HRC/21/41 (juillet 2012). Asamblea
General de las NNUU, Informe de la Relatora Especial sobre las formas
contemporáneas de la esclavitud, incluidas sus causas y consecuencias
https://www.ohchr.org/SP/Issues/Slavery/SRSlavery/Pages/SRSlaveryIndex.aspx

[7 ]Mira Younes, op. cit.

[8]  Ray Jureideni, op. cit.

[9]  Kafa association, “Dreams for sale” , 2014,
https://kafa.org.lb/sites/default/files/2019-01/PRpdf-78-635554479048554864.
pdf

[10]  Assemblée générale des Nations unies, Rapport de l’Expert indépendant
chargé d’examiner les effets de la dette extérieure et des obligations
financières internationales connexes des États sur le plein exercice de tous
les droits de l’homme, en particulier des droits économiques, sociaux et
culturels, A/HRC/45/45 (janvier 2020).Experto independiente sobre las
consecuencias de la deuda externa y las obligaciones financieras
internacionales conexas de los Estados para el pleno goce de todos los
derechos humanos, sobre todo los derechos económicos, sociales y culturales
https://www.ohchr.org/sp/issues/development/iedebt/pages/iedebtindex.aspx

[11]  Lydia Assaoud, “Les inégalités, moteur de la révolte populaire au
Liban”, Cetri, octubre 2019.

[12]  UNESCWA, “ESCWA warns : More than half of Lebanon’s population trapped
in poverty”, 19/08/ 2020.

[13]  Doha Chams, « Que tombe le régime des banques », Le Monde
diplomatique, octubre 2020.

[14]  Nicolas Dot-Pouillard, « Le Liban de tous les maux », Orient XXI,
marzo 2020. https://vientosur.info/el-libano-de-todos-los-males/

[15]  ILO, impact Covid-19 on migrant workers in Lebanon and what employers
can do about it, 6/04/2020.

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