China/ Así explota el capitalismo chino. [Jenny Chan - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Jun 23 12:24:57 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

23 de junio 2021

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China



Entrevista a Jenny Chan



Así explota el capitalismo chino



Mark Levinson *

Nueva Sociedad, junio 2021

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En su libro Morir por un iPhone, Jenny Chan relata la vida y las condiciones
laborales de los jóvenes que trabajan en Foxconn, una empresa con sede en
Taipéi que fabrica productos para Apple. Allí demuestra que el rápido
crecimiento económico chino se basa en un sistema fabril que depende de la
superexplotación de cientos de millones de trabajadores y trabajadoras.
Frente a la represión, estos han hallado formas creativas de resistencia
pero a veces la única opción que encuentran es el suicidio.



El ascenso de China como potencia económica y política dominante es un hecho
central de nuestra época. Ese ascenso se basa, en parte, en una implacable
represión de los trabajadores. El desarrollo chino se produce en un periodo
de globalización, cuyo modelo se plasma en la Organización Mundial del
Comercio (OMC), que protege los derechos de propiedad, hace cumplir los
contratos y asegura las inversiones, pero no dice nada sobre los derechos
laborales.



Jenny Chan, profesora asistente de Sociología en la Universidad Politécnica
de Hong Kong, realizó un trabajo pionero al explorar el surgimiento de una
nueva clase trabajadora en China. Se trata de una clase trabajadora de
jóvenes migrantes procedentes del campo, que trabajan muchas horas en
empleos mal pagados y viven en condiciones atroces.



Junto a Mark Selden y Pun Ngai, Chan escribió Morir por un iPhone (Peña
Lillo/Continente, 2014), recientemente traducido al inglés, en el que relata
las condiciones de explotación laboral que viven las trabajadoras y los
trabajadores de una empresa con base en Taipéi que fabrica productos para
Apple. Sus investigaciones han avanzado desde entonces y ha logrado mostrar
las condiciones de explotación laboral que dan cuenta del crecimiento
económico chino.



-A pesar de la represión, hay una larga historia de lucha de los
trabajadores en China. ¿Podría comenzar con un breve resumen de las últimas
décadas de intentos de los trabajadores por hacer que sus vidas sean más
vivibles?



Durante un siglo, en la China moderna ha habido luchas por dirimir quién
controla los frutos del trabajo industrial y agrícola. Primero fue una lucha
contra el Estado; hoy es una lucha contra un régimen mixto o híbrido que
incluye al Estado y al capital privado.



En muchos trabajadores y trabajadoras hay una gran frustración y
resistencia. ¿Por qué? Porque trabajan 12 horas al día y las largas jornadas
laborales no les proporcionan un salario digno. Esta nueva clase trabajadora
es enorme: 300 millones de trabajadores migrantes han abandonado el campo,
la mayoría son jóvenes con grandes esperanzas de tener una vida mejor en la
ciudad. No quieren trabajar la tierra, como hicieron sus padres, sino
disfrutar del consumo y la tecnología urbanos. Pero terminan viviendo en
dormitorios de fábricas, o en otras residencias baratas donde les resulta
difícil siquiera pensar en tener una familia o echar raíces en la ciudad.
Las investigaciones hallan que la rotación de personal en las fábricas de
productos electrónicos es alta y, sin embargo, los gerentes se preocupan
principalmente por la productividad fabril y la calidad del producto. ¿Y el
bienestar de los trabajadores?



-¿Las luchas de los trabajadores se volvieron más frecuentes después de que
China pasara a ser parte de la OMC en 2001?



Sí. A medida que China se integraba más en la producción transnacional y el
comercio mundial, las provincias comenzaron a enviar aún más trabajadores
rurales para satisfacer la demanda masiva de servicios, construcción y
trabajo fabril en las ciudades. Durante las últimas dos décadas ha habido
una alta movilidad tanto de capital como de mano de obra. La inversión
directa asiática, estadounidense y europea dio una nueva forma al modelo de
crecimiento de China y lo expandió, atrayendo a más trabajadores al mercado.



Hablemos de su libro, Morir por un iPhone, que me pareció un relato
impactante de la vida y las condiciones laborales de los jóvenes que
trabajan en Foxconn, una empresa que fabrica productos para Apple. En primer
lugar, ¿qué la llevó a estudiar a los trabajadores de Foxconn?



Foxconn es el mayor fabricante de electrónica por contrato en el mundo. En
un momento, Foxconn contaba con un total de 1,3 millones de trabajadores, la
gran mayoría en las 40 fábricas que posee en China. Pero su sede central
está en Taipéi. También tiene grandes fábricas en Vietnam, la India y
República Checa. Foxconn afirmó que estaba planeando abrir una fábrica de
LCD de grandes dimensiones en Wisconsin, aunque ahora no está muy claro si
eso sucederá. China sigue siendo la principal fuente de rentabilidad de
Foxconn. Durante los últimos diez años aproximadamente, Foxconn se ha estado
trasladando hacia el centro y el suroeste de China, formando el principal
centro industrial que conecta China con Oriente Medio y Europa como parte de
la «Nueva Ruta de la Seda».



En Foxconn pueden verse todas las contradicciones de la economía global.
Fabrica productos para Apple, la empresa icónica de nuestra época. En el
contexto de un régimen comercial neoliberal, estructurado por los gobiernos
de Estados Unidos y China, esta empresa ha desarrollado un sistema de
producción brutalmente explotador. Mientras el mundo se maravilla con el
último dispositivo de Apple, nosotros pensamos que valdría la pena centrar
nuestra atención en los trabajadores que fabrican el producto. Y el hecho es
que, cuando se suprimen derechos de los trabajadores en un gigante mundial
como Foxconn, a los trabajadores de Estados Unidos, México, Brasil o Vietnam
les resulta difícil mejorar sus salarios y condiciones laborales. Las luchas
de los trabajadores en todo el mundo están más vinculadas de lo que a veces
se cree.



-¿Qué ha descubierto en Foxconn?



Fue impactante. En 2010, 18 jóvenes trabajadores migrantes intentaron
suicidarse, sucesivamente. Cuatro sobrevivieron con heridas incapacitantes.
Uno de las sobrevivientes tenía 17 años y había trabajado para Foxconn
durante aproximadamente un mes. Debido a algún error administrativo, no
recibió su salario. No tenía a nadie allí que pudiera ayudarlo. Recordemos:
se trata de jóvenes migrantes que están fuera de sus casas por primera vez.
Estos trabajadores y trabajadoras, en la flor de la juventud, llegan a
Foxconn muy esperanzados; están aterrizando en una empresa Fortune Global
500 y se han ilusionado con un ambiente de alta tecnología con aire
acondicionado, pero la realidad es muy diferente. Arman iPhones en línea
durante 12 horas por turno.



Los turnos, de día y de noche, son muy largos debido al alto volumen de
producción y los cortos plazos de entrega de estos artículos. ¡Es
inconcebible que un consumidor deba esperar un mes para tener un nuevo
modelo de iPhone! En el taller, los ingenieros industriales miden la
producción, igual que los gerentes «científicos» tayloristas. Los
trabajadores, los seres humanos, tienen sus cuerpos y mentes subsumidos por
la máquina capitalista. Se sienten terriblemente desesperados.



Los plazos de entrega son cada vez más cortos, porque el tiempo es dinero.
Nuestros amados iPhones están diseñados para volverse obsoletos rápidamente.
En las fábricas no hay grandes esperanzas de que los operarios de montaje
hagan carrera y obtengan un ascenso. Y muchos de estos trabajadores de
Foxconn son pasantes provenientes de escuelas de formación profesional donde
también sufren una gran explotación.



-¿Qué sucedió en respuesta a los suicidios? En el libro hay una imagen de
redes colocadas fuera de los dormitorios para que atajaran a las personas
que intentaban suicidarse. ¿Fue esa toda la respuesta de Apple y Foxconn?



Esas «redes antisuicidio» o «redes de seguridad» todavía están en
funcionamiento en muchas fábricas de Foxconn. Eso nos dice que los
problemas, la presión y la desesperación siguen ahí. Si ha habido algún
cambio en los últimos diez años, ha sido mínimo. Por lo que sabemos, Apple
ha intentado ajustar el sistema de auditoría para enviar más personas a las
fábricas y dormitorios a realizar entrevistas a los trabajadores. Pero es
simplemente una medida de autoprotección. Fundamentalmente, Apple y otras
empresas de tecnología dependen en gran medida de Foxconn y sus proveedores
intermedios, así como de otros fabricantes de la red de producción global.
La subcontratación de mano de obra tiene como objetivo transferir los
riesgos y maximizar las ganancias.



Si los trabajadores de Foxconn, incluidos los pasantes, pudieran organizar
su voz colectiva dentro de un sindicato, creo que las cosas serían muy
diferentes, porque tendrían el poder de exigir lo que es realmente
importante para ellos.



-Cuéntenos más sobre cómo Foxconn usa a los pasantes.



Primero, la escala es enorme. Estamos hablando de cientos de miles de
estudiantes para quienes trabajar para Foxconn es parte de su educación
secundaria. Los gobiernos locales imponen una cuota de estudiantes como
respuesta directa a los planes de la empresa; las escuelas de formación
profesional bajo su jurisdicción deben proporcionar el número de pasantes
que Foxconn y otras empresas necesitan.



Estas pasantías son una enorme fuente de mano de obra para Foxconn. En el
verano de 2010, Foxconn tenía 150.000 pasantes, con edades de 16, 17 o 18
años. A estos jóvenes se les paga menos que a otros trabajadores por hacer
el mismo trabajo en la línea de montaje. La ley china los considera
estudiantes; no se los reconoce como empleados. La distinción legal es muy
importante. El objetivo de Foxconn es contar con mano de obra flexible a
corto plazo de la que se pueda deshacer fácilmente. Debido a su condición de
estudiantes, no son beneficiarios de ningún seguro social, ni atención
médica ni pensiones. Si se lesionan, nadie es responsable por ellos.



Es importante señalar que el futuro de los que llamamos «estudiantes
trabajadores» es muy incierto. Están en la senda profesional y, debido a la
intensa competencia en el mercado educativo, no aspiran a ir a colegios
universitarios o universidades de primera clase orientados a la
investigación académica. Estos pasantes esperan obtener habilidades
profesionales útiles y una ventaja competitiva en el mercado laboral. Pero
todos terminan en líneas de montaje durante sus pasantías, que a menudo se
amplían para satisfacer las necesidades de producción. Si no trabajan duro,
no se graduarán a tiempo. En este sentido, el trabajo estudiantil es trabajo
forzoso, una forma moderna de esclavitud.



-¿Cuánto tiempo pueden soportar los trabajadores el ritmo, la intensidad y
la presión en Foxconn?



Varía. Los trabajadores y pasantes son creativos. Se involucran en
diferentes tácticas de resistencia. A veces, simplemente fingen estar
enfermos y juegan videojuegos en el dormitorio. Pero, por supuesto, son
descubiertos después de uno o dos días; luego son devueltos a la línea de
montaje. En otras ocasiones, fabrican deliberadamente productos defectuosos,
lo que ralentiza el ritmo de producción.



-Apple intenta cultivar una imagen de empresa progresista. ¿Hasta qué punto
es cómplice de la situación en China?



Lo más «progresista» de Apple es su trabajo de relaciones públicas. Es muy
buena para crear una imagen que cubra la realidad de su cadena de
suministro. En 2017, el CEO de Apple, Tim Cook, en su discurso para la
ceremonia de graduación en el Instituto de Tecnología de Massachusetts,
dijo: «La misión de Apple es servir a la humanidad. Así de simple: servir a
la humanidad». Y en el Informe de avances en la responsabilidad de los
proveedores de Apple dice: «Hay una forma correcta de fabricar productos.
Empieza por los derechos de las personas que los hacen». Nuestro libro es
una exposición de varios cientos de páginas de lo mentirosa que es esa
afirmación. La verdad es que Apple crea condiciones de trabajo horribles al
enfrentar a los proveedores entre sí. Apple presiona a Foxconn, y Foxconn
presiona a los trabajadores.



En 2010, en medio de la avalancha de suicidios de trabajadores, Foxconn fue
el ensamblador final exclusivo del iPhone y un contratista importante para
una amplia gama de productos electrónicos de Dell, HP y otras marcas
globales. Nos enteramos de que alrededor de 60% del precio de mercado del
iPhone 4 fue a parar a los bolsillos de Apple. Mientras tanto, los
trabajadores de montaje chinos obtuvieron solo 1,8% de la ganancia bruta.
Esto nos dice casi todo lo que necesitamos saber sobre la desigual división
global del trabajo.



Ha mencionado que los trabajadores de Foxconn necesitan un sindicato. China
tiene, en teoría, el sindicato más grande del mundo, la Federación Nacional
de Sindicatos (FNS) de China. Pero no es un sindicato independiente; está
controlado por el Estado y las empresas. ¿Qué opinión tienen los
trabajadores de la FNS?



¡La presidenta del sindicato de Foxconn es la asistente especial del CEO,
Terry Gou! ¿Cómo pueden los trabajadores confiar en el sindicato de la
empresa? Los trabajadores quieren reclamar por sus derechos sindicales
mediante elecciones abiertas y democráticas.



-En el libro, usted escribe que la FNS en realidad impide el desarrollo de
sindicatos independientes.



Correcto. La FNS es un aparato estatal. Sirve a los objetivos políticos y
económicos del Estado. No rinde cuentas a sus miembros. En el mejor de los
casos, los funcionarios sindicales locales median en los conflictos entre la
gerencia y los trabajadores en tiempos de crisis para restaurar el orden y
la estabilidad social, dejando intacta la estructura autoritaria de la
administración.



-¿Cómo protestan o expresan su descontento los trabajadores de Foxconn?



La mayoría de las veces, pasan por alto los sindicatos y se organizan de
forma independiente. Cuando la fecha límite de producción se acerca,
paralizan las líneas de montaje. Detienen el flujo de producción. Eso es
crucial. Foxconn es el mayor fabricante de productos electrónicos del mundo.
Tiene un sistema de producción estrechamente integrado, por lo que cuando
una fábrica no está funcionando, los componentes claves no se suministrarán
a otra parte de la línea de montaje.



Los trabajadores a veces obtienen algún apoyo de estudiantes universitarios
o grupos de defensa de los derechos laborales a escala comunitaria. Pero
estos grupos son muy vulnerables a la represión estatal. Hemos visto oleadas
de represión gubernamental, desde la clausura de organizaciones de apoyo a
los trabajadores hasta la detención de activistas obreros y el arresto de
manifestantes.



El descontento laboral ha mostrado resultados ambivalentes. Por un lado, las
autoridades han aumentado la vigilancia. Por otro lado, han incrementado los
salarios y los beneficios para estimular el gasto doméstico.



Durante nuestro trabajo de campo, hablamos con los trabajadores no solo
sobre la elaboración de estrategias para exigir salarios más altos o mejores
beneficios –si bien eso es realmente importante– sino también sobre sus
demandas políticas. Necesitan más apoyo externo para cambiar las
regulaciones sociales, económicas y legales, no solo para empoderarse en
término de derechos laborales, sino también para mejorar su educación,
vivienda y atención médica, de modo que la vida pueda ser mejor en el largo
plazo.



-Dadas las recientes medidas enérgicas contra las alianzas entre estudiantes
y trabajadores, ¿qué pueden hacer los activistas por los derechos laborales
dentro y fuera de China?



Solo tenemos que ser más cautelosos. Tenemos que entender que los costos de
organizar y hacer campañas a gran escala pueden ser muy altos. Los
principales dirigentes fueron humillados y obligados a admitir que violaron
la ley al causar disturbios al orden público y poner en peligro la seguridad
nacional. El gobierno amenazó a sus parejas o hijos para silenciarlos. A
pesar de eso, lo bueno de China es que los estudiantes universitarios de
izquierda, los activistas laborales y las organizaciones comunitarias nunca
han sido completamente aplastados. Los grupos de estudio online y offline
continúan. También se están desarrollando investigaciones sociales sobre el
impacto del covid-19 en los trabajadores fabriles y de servicios. Eso es
inspirador.



Hay espacio para la organización de base y la solidaridad transfronteriza, y
para la responsabilidad empresarial y las campañas de concientización de los
consumidores a escala internacional. Las empresas multinacionales suelen
ubicar sus centros de producción en países pobres o en «desarrollo». Sus
trabajadores no ganan un salario digno y mueren o se lesionan
innecesariamente, trabajan muchas horas y sacrifican la vida familiar,
mientras que las ganancias fluyen hacia las empresas. Los activistas de todo
el mundo deben insistir en reglas comerciales mundiales que protejan los
derechos de los trabajadores, y los consumidores deben comprender que las
empresas son responsables de las condiciones en que se fabrican sus
productos.



-Su libro incluye algunos poemas escritos por trabajadores que resultan
realmente conmovedores.



Su arte es una forma de activismo cultural. Los trabajadores recurren a los
espacios digitales para hacer circular su poesía, canciones y videos. Sus
poemas son punzantes.



Hay varios poemas muy potentes de Xu Lizhi, de 24 años. Falló en múltiples
intentos de encontrar otro trabajo que lo sacase de la línea de montaje en
Foxconn.



Aquí está uno de sus poemas, «Un tornillo cayó al suelo»:



«Un tornillo cayó al suelo / en esta noche oscura de horas extras, /
verticalmente, con un leve tintineo. / No atraerá la atención de nadie. /
Igual que la última vez, en una noche como esta, / cuando alguien se arrojó
al vacío».



Nueve meses después de escribir este poema, Xu Lizhi se suicidó.



La absoluta desesperación de muchos de los trabajadores que conocimos en
Foxconn se expresa mejor en lo que publicó en un blog un trabajador anónimo:
«Morir es la única forma de testificar que alguna vez vivimos. / Quizás para
los empleados de Foxconn y empleados como nosotros, / el uso de la muerte
sea para testificar que alguna vez estuvimos vivos, / y que, mientras
vivíamos, solo tuvimos desesperación.



-Después de eso, no estoy seguro de poder decir algo más. ¿Desea hacer una
última reflexión?



Espero que la gente lea nuestro libro. No solo para entender a Apple y
Foxconn, sino para operar un cambio en estas empresas, para solidarizarse
con los trabajadores de China y todo el mundo.



* Mark Levinson, es economista en jefe del Sindicato Internacional de
Empleados de Servicios (SEIU, por sus siglas en inglés) y editor de reseñas
de libros en Dissent.

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