Brasil/ La normalidad de la matanza. La masacre de Jacarezinho. [Marcelo Aguilar]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Mayo 14 12:16:57 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

14 de mayo 2021

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Brasil



La masacre de Jacarezinho

La normalidad de la matanza



La furia policial que mató a 28 personas en una favela puso de relieve, una
vez más, el racismo y la violencia contra los pobres de Rio de Janeiro. Pero
también sugiere una ofensiva nacional contra la división de poderes en la
que los uniformados juegan un rol clave.



Marcelo Aguilar, desde San Pablo

Brecha,

https://brecha.com.uy/



Chacina: asesinato colectivo, acción de matar a muchos al mismo tiempo,
masacre. Eso fue lo que ocurrió el jueves 6 en Jacarezinho, favela de la
zona norte de Rio de Janeiro, cuando la Policía civil mató a 28 personas en
una operación que, supuestamente, tenía como objetivo capturar a líderes del
Comando Vermelho. De acuerdo a la fuerza pública, los miembros de ese grupo
armado reclutaban allí a niños y adolescentes para traficar drogas. Se trata
de la mayor matanza perpetrada por la Policía en la historia del estado de
Rio.



«Fue planificada para buscar a criminales conocidos y ejecutarlos, pero, al
inicio del procedimiento, un policía civil fue muerto. Eso probablemente
transformó algo que ya de por sí podría tener una alta letalidad en una
operación descontrolada», dice a Brecha Silvia Ramos, socióloga y
coordinadora de la Red de Observatorios de Seguridad del Centro de Estudios
de Seguridad y Ciudadanía (CESEC), de la Universidad Cândido Mendes. Cuando
un policía es asesinado en una comunidad, generalmente la venganza ocurre
después, a través de grupos paramilitares o de policías de particular. Pero
en este caso, según el análisis de Ramos, la operación se convirtió en una
venganza en el mismo momento en que era ejecutada la operación oficial. De
las 21 órdenes de arresto, los agentes solo cumplieron tres. Las escenas del
crimen fueron modificadas por la Policía y la información que trascendió
hasta el momento está basada, sobre todo, en la palabra de la fuerza
pública.



Midiendo fuerzas



La acción policial contrarió la decisión del Supremo Tribunal Federal (STF)
de junio de 2020 de prohibir que se lleven a cabo operaciones en las favelas
durante la pandemia, salvo en casos de «extrema excepcionalidad». La
decisión contribuyó a bajar los índices de letalidad policial. Allan
Turnowski, secretario estadual de la Policía civil, dijo al asumir su cargo,
en setiembre de 2020, que la situación en Rio era excepcional y que, por lo
tanto, llevarían adelante acciones represivas a pesar de la oposición del
STF. Ya al mes siguiente aumentaron exponencialmente las muertes causadas
por agentes en el estado fluminense. Para 2021, según los datos del
Instituto de Seguridad Pública del gobierno del estado de Rio, la Policía
asesinó a 149 personas en enero, 147 en febrero y 157 en marzo, el peor
registro trimestral del que se tiene noticia.



Ramos relaciona la asunción del gobernador Cláudio Castro, perteneciente al
derechista Partido Social Cristiano, con el aumento de la participación de
la Policía civil en operaciones de alta letalidad, que, generalmente, son
lideradas por la Policía militar. Incluso, esta matanza «fue una
demostración corporativa de fuerza de una institución que pasó a tener una
actuación muy importante y ya había dado muestras de que no respetaría la
decisión del STF», dice la analista al semanario.



A partir de la extinción de la Secretaría de Seguridad Pública, en 2018,
decidida por el exgobernador Wilson Witzel (un ultraderechista que sufrió un
impeachment acusado de irregularidades en contratos de salud durante la
pandemia), «las policías pasaron a hablarles directamente a otros poderes
del estado», afirma la investigadora. En este caso, dice, «la Policía civil
le está hablando al STF, en una franca y explícita posición de
enfrentamiento». Esta afirmación de Ramos es respaldada por un informe de la
inteligencia militar revelado por Uol este lunes, en el que los uniformados
relacionan las restricciones impuestas por el STF con el fortalecimiento del
tráfico de drogas. Para Rivas, lo que está detrás de la matanza es una
señal: «La Policía civil dijo: “Nosotros vamos a trabajar como queremos y
vamos a matar lo que precisemos matar”. Es un mensaje muy fuerte para la
república, para la existencia de otros poderes, frenos y contrapesos».



Discurso y consenso



«Eran todos delincuentes», se apresuró a decir el general Hamilton Mourão,
vicepresidente brasileño, sobre las personas asesinadas en Jacarezinho. El
presidente, Jair Bolsonaro, que el día antes de la matanza se había reunido
con Castro, felicitó a la Policía por medio de Twitter: «Al tratar como
víctimas a traficantes que roban, matan y destruyen familias, los medios y
la izquierda los igualan al ciudadano común, honesto, que respeta las leyes
y al prójimo. Es una grave ofensa al pueblo, que hace mucho es rehén de la
criminalidad. ¡Felicitaciones a la Policía civil de Rio de Janeiro!». Por su
parte, Castro afirmó que la operación representó el «fiel cumplimiento de
decenas de mandatos y de diez meses de trabajo de investigación que
revelaron la rutina de terror y humillación que el tráfico les impuso a los
habitantes».



La coordinadora del CESEC dijo a este semanario que «hay una articulación en
el discurso entre la Policía, las Fuerzas Armadas y el bolsonarismo que
busca la legitimación policial a través de la supuesta protección de niños y
adolescentes». Sin embargo, según publicó Folha de São Paulo, el informe de
la Policía civil retiró de los objetivos de la operación el supuesto combate
al reclutamiento de adolescentes por parte del tráfico. Fuesen o no
delincuentes, la legislación brasileña contempla el juicio justo y no las
ejecuciones.



Una reflexión del abogado criminalista Joel Luiz Costa, nacido en
Jacarezinho y coordinador del Instituto de Defensa de la Población Negra, en
una entrevista publicada en la edición brasileña del periódico El País, va
en este sentido: «La pena de muerte solo es permitida en Brasil en situación
de guerra. Y, si no me equivoco, Brasil no está en guerra. A no ser que
Brasil esté en guerra contra su propio pueblo. En ese caso, es un pueblo muy
bien delimitado. Un pueblo negro, pobre, favelado y periférico». Y agregó:
«Si no existe esa guerra, no podemos naturalizar cualquier muerte o
ejecución. Aunque sea en escenarios de conflicto, no se puede matar 24
personas seguidas en un período de tres horas. Eso no es conflicto, es
ejecución».



Los objetivos



«Hay un radicalismo racista: la Policía entra a la favela y mata
sistemáticamente a jóvenes negros. Las políticas de seguridad son
abiertamente violentas, racistas y discriminatorias con relación a las
comunidades», afirma Rivas. Y explica que «lo que alimenta ese tipo de
política institucional de seguridad es la inexistencia de cualquier
punición, monitoreo y evaluación sobre el trabajo policial, y la tentativa
diaria de buscar legitimidad para esa barbarie». Pero agrega: «Esa lógica,
además de injusta y anticivilizatoria, es inútil e ineficiente. La Policía
de Rio usa una política exacerbada, que tiene como resultado el
fortalecimiento del tráfico y las milicias». La oficina para los derechos
humanos de la Organización de las Naciones Unidas condenó la operación e
instó a que haya «una discusión amplia e inclusiva en Brasil sobre el actual
modelo de policiamiento en las favelas, que están presas en un círculo
vicioso de violencia letal, con un impacto dramáticamente creciente en las
poblaciones pobres y marginalizadas».



En este sentido, otro hecho reciente llamó la atención sobre la violencia
contra la población negra en el país: dos jóvenes negros, de 29 y 19 años,
tío y sobrino, aparecieron asesinados y con marcas de tortura en la valija
de un auto después de haber robado carne de un supermercado en Salvador de
Bahía. Tres funcionarios de seguridad del supermercado fueron a prisión, así
como otras cuatro personas, supuestamente traficantes de droga a los que los
jóvenes habrían entregado. Todos ellos serían los responsables de los
asesinatos. Postales de un país en el que el combate al crimen se utiliza
como combustible para una hoguera en la que arden siempre los mismos.

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