Venezuela/ Cambio de modelo económico sin cambio de gobierno y la aparente "suspensión" del diálogo en México. [Luis Bonilla-Molina]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Nov 2 13:14:41 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

2 de noviembre 2021

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Venezuela



Cambio de modelo económico sin cambio de gobierno y la aparente “suspensión”
del diálogo en México



Luis Bonilla-Molina, desde Caracas *



1.Introducción



Se ha generado un escándalo por la decisión del gobierno venezolano de no
presentarse a la cuarta ronda de negociación con el sector de la oposición
denominado G4.  La razón, la extradición del empresario colombo-venezolano
Alex Saab desde Cabo Verde a los Estados Unidos. Días atrás, los voceros del
gobierno venezolano habían señalado que incluían al empresario –en ese
momento detenido en África- como integrante de la delegación oficial en la
mesa de negociaciones, evidentemente con la intención de retrasar la
extradición y tal vez incluir su liberación como parte del eventual acuerdo.



La decisión de levantarse de la mesa de diálogo, ratificada por el propio
presidente Maduro, generó una respuesta oficial de la administración
Norteamérica. Ned Price vocero del Departamento de Estado declaró que el
caso Saab no estaba conectado con el diálogo en México. Inmediatamente.
Maduro replicó que estaba muy molesto y que tomaría una decisión definitiva
al respecto “cuando se le pasara el enojo”, dejando abierta la puerta para
retomar las conversaciones. Entre tanto, comenzaba a llegar al país la
misión de observadores de la Unión Europea para las elecciones del 21 de
noviembre, distribuyendo a 44 de los integrantes de su misión por todos los
estados del país y, el representante de Noruega en las negociaciones se
marchaba de México. La visita del señor Karim A.A. Khºan, fiscal de la Corte
Penal Internacional (CPI) a Venezuela, se convierte en una novedad, cuando
su antecesor desestimó la invitación que se le hiciera para visitar al país.
El 27 de octubre, se informaba el acuerdo del Consejo Nacional Electoral
(CNE) con el Centro Carter para el acompañamiento de las elecciones del 21N,
una instancia por demás respetada por el presidente Biden.



Al parecer todos prefieren esperar los resultados electorales del 21N para
volverse a sentar en México. La negociación es una decisión tomada por las
partes (EEUU – gobierno venezolano) y soportará los avatares de tormentas
contingentes. A pesar del lenguaje diplomático gringo, el caso Saab es
central en la estrategia geopolítica de la administración Biden de recuperar
la ruta de comercio exterior venezolana.



2.¿Por qué le interesa a los EEUU negociar?



Hagamos un poco de memoria para entender el porqué de la actual situación
táctica. En marzo del 2015, la administración de Obama firma la orden
ejecutiva donde declara “emergencia nacional” por la amenaza “inusual y
extraordinaria” a la seguridad nacional y a la política exterior causada por
la situación de Venezuela. A partir de ese momento, y muy especialmente
durante la administración Trump, se endureció la política exterior
norteamericana contra Venezuela, con medidas coercitivas contra el comercio
exterior venezolano, incluido el petróleo y otros productos generados por el
extractivismo. Las sanciones personales, contra altos funcionarios del
gobierno de Maduro fueron otra forma de presión, para intentar acorralar a
la dirigencia del Madurismo, crear fisuras internas y quebrar su base
social.



Durante la mayor parte del siglo XX e incluso los primeros años del siglo
XXI, la relación privilegiada de comercio, crédito e inversión de Venezuela
había sido con los Estados Unidos. Las sanciones norteamericanas alejaron de
manera forzosa a históricos y nuevos inversores de ese país y de naciones
aliadas a su política exterior. Esto creó un vacío, inicialmente respecto a
quienes asumirían las importaciones en un país como Venezuela altamente
dependiente de ellas y posteriormente en el mantenimiento de servicios y
áreas emergentes, así como respecto a nuevas carteras de extractivismo. En
política y economía no hay vació que se sostenga a través del tiempo. En
consecuencia, sectores vinculados a la burocracia más cercana al centro de
poder político obtuvieron licencias de importación, quienes se convirtieron
en los puentes para permitir la llegada de “otros” inversores, especialmente
rusos, chinos y turcos. Sin embargo, una cosa es acordar inversiones de
pequeña, mediana y alta escala en el país y otra asumir los riesgos de
comerciar internacionalmente productos que entran en el espectro de las
sanciones norteamericanas; muchos de los nuevos inversores no querían correr
el riesgo de comprar a “precio de gallina flaca” pero quedarse con un
cargamento en alta mar. Hacer fisuras en el bloqueo norteamericano implicaba
el establecimiento de rutas alternativas, entrar en la lógica de la oferta y
la demanda del día a día en el comercio global, aprovechar las contingencias
que superaban el temor de ser afectados por las sanciones; allí es donde
entran en juego personajes como el señor Alex Saab. Por ello, el interés de
la administración Biden en la extradición de Saab, para conocer en detalle y
tapar las fugas en el sistema de sanciones comerciales y poder negociar con
el gobierno de Maduro un pronto retorno al carril de los canales
norteamericanos de comercio exterior, sin que pueda contar con el “plan Z”
que expresaba Saab.



Normalizar las relaciones entre EEUU-Venezuela pasa por construir una imagen
internacional que justifique el progresivo levantamiento de las sanciones,
es decir negociaciones entre el gobierno y la oposición más pro yanqui.  De
hecho, unas semanas atrás la administración Biden había extendido por otro
periodo las medidas coercitivas contra el país del Sur, mientras detrás de
bastidores construía la plataforma para su levantamiento. “Desactivar a
Saab” es parte del trabajo de normalización del comercio exterior venezolano
para que encaje en los parámetros norteamericanos, por ello, no aceptan que
su caso forme parte de las negociaciones de México. Aunque no es descartable
en el mediano plazo una liberación del empresario con cualquier medida
jurídica, pero ello dependerá del curso de las negociaciones; de hecho, el 1
de noviembre de 2021 se conoció la información que el Fiscal estadounidense
Kurt Lunkenheimer solicitó retirar siete de los cargos de lavado de dinero
que pesaban sobre el empresario ante la justicia de ese país y, dejar solo
el de conspiración para cometerlos. Seguramente esa solicitud del Fiscal
norteamericano logrará que se le mejore el humor al presidente Maduro.



El gobierno norteamericano convencido de la inestabilidad de las distintas
facciones de la oposición venezolana, especialmente después del caso
Monómeros, pareciera apostar por un cambio de modelo económico en Venezuela,
sin que ello implique seguir presionando en el corto plazo por una
transición del gobierno de Maduro. La estrategia norteamericana pareciera
ser una variante de la usada en Nicaragua en la transición, después del
fracaso de la “contra”; en ese caso, como ahora el “punto de honor fue
deslindar al viejo sandinismo de su nueva variante: Ortega-Murillo. A EEUU
les interesa una negociación en la cual el Madurismo rompa definitivamente
con el chavismo radical que no solo habla, sino que trabaja por la ruta al
socialismo, lo cual implica no solo asumir un programa económico de ajuste
estructural sino romper con las viejas representaciones; como en Nicaragua,
ello pasa por asumirse herederos del legado Chavista. Pero el gobierno de
Venezuela no solo debe “hacer votos”, como los ha hecho, de restauración del
camino neoliberal, sino que debe mostrar su capacidad para cumplir con
algunas formalidades del sistema democrático parlamentario burgués, entre
ellos la convivencia y reparto de cuotas de poder con el sector de la
oposición más cercano a los intereses de la Casa Blanca.



Para la izquierda radical, de carácter anticapitalista ello presenta un
problema de comunicación política, pues a la par que denuncia las criminales
sanciones norteamericanas y estimula el levantamiento de las mismas, debe
protestar las consecuencias del ajuste estructural en el terreno económico,
social y político, incluida la denuncia sobre el más de centenar de obreros
y dirigentes sindicales detenidos. Hacerlo con la precisión necesaria para
evitar ser confundido con alguna de las otras variantes de la oposición,
demanda una experticia en la construcción de narrativas e imaginarios que no
se sacan de un sombrero de mago.



La administración Biden parece especialmente interesada en recuperar
espacios perdidos en Latinoamérica y el Caribe, retomar las buenas
relaciones con la Unión Europea, redefinir las relaciones bilaterales
EEUU-Rusia y forzar a China a una negociación donde “todos ganen”, como
parte de una estrategia común para su “patio trasero”. En el caso de China
todo apunta a retomar la línea de trabajo que Kissinger inauguró con Zhou
Enlai, que les posibilitó la reunión Mao-Nixon y abrió las puertas a la
apertura capitalista de Deng Xiaoping. Esto no es algo nuevo, de hecho,
reapareció en los debates Sander-Clinton de 2016, respecto a cómo encarar en
el presente el legado de Kissinger respecto al mundo asiático, lo cual tiene
consecuencias en el caso venezolano, pues la situación de las inversiones
chinas en la región pasa a ser parte de un tablero geopolítico que escapa al
control de Miraflores.



En los últimos meses han disminuido las tensiones entre el viejo continente
y la Casa Blanca en temas sensibles, entre ellos, el Tratado de
Desnuclearización con Irán. Igual ocurre con el gobierno de Andrés Manuel
López Obrador (AMLO) con el cual la administración norteamericana ha venido
reconfigurando la relación y hoy es el país anfitrión de la ronda de
negociaciones entre el gobierno y la oposición venezolana más cercana a los
intereses de los EEUU. Las tensiones comerciales con China pasan por un
esfuerzo del imperialismo norteamericano de retomar la situación de hace dos
décadas atrás de contención regional del gigante asiático, estableciendo una
normalización de las alianzas de capital trasnacional chino--norteamericano.
En cuanto a Rusia que participa como garante de los diálogos y quien en
junio de este mismo año fue protagonista en Ginebra, en la cumbre
Biden-Putin, donde se relanza la relación bilateral, el tema de Venezuela
seguramente fue un punto no público del diálogo, sobre todo en lo que
respecta a la relación de asistencia militar y venta de armamentos de la
federación rusa al país latinoamericano, algo que pone en riesgo la nueva
estrategia geopolítica regional del gobierno norteamericano; se especuló en
los pasillos de Ginebra, que el acompañamiento de Rusia para que Venezuela
vuelva a entrar a la normalización del mercado capitalista y para que se
reoriente la asistencia militar y armamentista ruso-venezolana, sería una
iniciativa a cambio de bajar la presión norteamericana sobre el caso Navalni
y repensar el abordaje de otros temas estratégicos rusos en el mundo árabe.



Nuevamente Europa aparece como “intermediario neutral” en el caso
venezolano, con una baraja blanda (Noruega), y una fuerte, la Cancillería de
la Unión Europea (Borrell). Noruega quien si bien no forma parte de la Unión
Europea si comparte intereses en el Espacio Común Europeo mediante la
Asociación Europea de Libre Comercio, aparece como auspiciante de los
diálogos de México. No obstante, a veces las pasiones superan los límites
del teatro diplomático y, en el curso de los diálogos, el 24 de septiembre
de 2021, la primera ministra del Reino de Noruega, Erna Solberg, expresó en
Naciones Unidas “su preocupación ante las graves violaciones a los derechos
humanos cometidas por la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela”,  lo cual
obligó a la representante de la delegación noruega ante los diálogos a
criticar el 26 de septiembre, como “interferencia indebida” las
declaraciones de la alta funcionara. Es mucho lo que está en juego para
echarlo a perder por un desliz de una funcionaria. El gobierno venezolano
aceptó la “aclaratoria” y se dispuso a continuar las negociaciones. La
pronta y colectiva preocupación de los factores internacionales vinculados a
la negociación –en el caso Solberg- le hizo creer al gobierno venezolano que
algo similar sucedería con Saab si lo incluían en la agenda de México, algo
que no ocurrió.



Eso sí, el gobierno norteamericano prefiere adelantar y llegar a un acuerdo
con el gobierno venezolano antes que continuar acompañando aventuras
adolescentes de sectores golpistas y pro invasión de la oposición
venezolana.



3.Diálogo público como parte de la negociación



La tesis que sostenemos es que hay una negociación entre la administración
Biden y el más alto nivel del gobierno venezolano. Esta negociación es el
resultado de las muestras de “buena voluntad” del gobierno venezolano de
abandonar la ruta socialista a cambio de estabilidad política y
mantenimiento en el poder de Maduro como hombre fuerte de la política
venezolana, levantamiento progresivo de las sanciones y la normalización de
relaciones comerciales y estratégicas con los EEUU. La experiencia de Cuba
en el acompañamiento de procesos de pacificación internacional y regional es
fundamental para avanzar de manera discreta en este sentido.



Las negociaciones de México son el capítulo público de una negociación donde
las piezas del ajedrez se mueven al ritmo de la Casa Blanca-Miraflores. Las
negociaciones ante la prensa internacional persiguen construir viabilidad a
los tres puntos mencionados anteriormente y habilitar a la derecha política
como oposición derrotada que debe construir sus posibilidades de poder en el
terreno de la política y la participación electoral. En este esquema
Washington se convierte en garante de protección a la oposición que mejor
representa hoy sus intereses estratégicos, el G4.



La cita en el museo de antropología de ciudad de México, es una ruta para
conjurar el estallido social ante los efectos del bloqueo económico y el
ajuste estructural. Tiene también como tarea el restablecimiento progresivo
de canales de comunicación con el multilateralismo, especialmente el Fondo
Monetario Internacional, Banco Mundial y el Sistema de Naciones Unidas. Por
ello, la inclusión de la solicitud venezolana de los “derechos especiales de
giro” (unos 5.000 dólares) en el primer memorándum de resultados de las
rondas de negociación gobierno-oposición.



La ronda de negociación en México forma parte de un progresivo traspaso de
la influencia regional alcanzada por Venezuela, en espacios como la CELAC,
al progresismo de nueva generación, algo que la Casa Blanca no solo ve con
buenos ojos, sino que estimula; por ello, el papel de Andrés Manuel López
Obrador (AMLO) en la reciente conferencia de la CELAC, asumiendo el
protagonismo en el enfrentamiento contra la OEA y el limitado impacto de la
presencia venezolana en este foro.



La tarea más compleja de esta ruta de normalización de relaciones
EEUU-Venezuela lo constituye el terreno militar. La estrategia
norteamericana en este sentido pudo iniciarse en Ginebra, en la cumbre
Biden-Putin, pero debe concretarse en mecanismos de encuentro entre mandos
militares de ambos países. La ruta para esta normalización pasa por una
distensión de la relación entre los ejércitos de Colombia y Venezuela, pues
el primero había ocupado un papel central en la estrategia norteamericana de
tenaza militar y eventual invasión sobre el segundo. Por ello la
normalización de relaciones entre Colombia y Venezuela comienza a aparecer
en el horizonte, como preámbulo de una operación política más compleja. Ese
es otro elemento para el cual Saab pasa a ser relevante para los EEUU en la
actual coyuntura, dado que el empresario pasó de ser figura destacada del
bufete de abogados que defiende a Uribe-Duque de las acusaciones de falsos
positivos en la lucha contrainsurgente en la nación neogranadina, a ser
personaje de confianza del gobierno venezolano, estando Miraflores
públicamente enemistado con los líderes del Centro Democrático desde hace
años. Saab quien entró a Venezuela de la mano del expresidente Pastrana,
pareciera conocer los hilos que construyen la posibilidad de encuentro entre
la burguesía colombiana y sus jerarquías militares, con la nueva élite
económica y militar venezolana.



4.¿Quiénes y por qué están en los diálogos de México”



En Ciudad de México (CDMX) están sentados los actores y herederos de la
oposición vinculados a la crisis política de finales de los ochenta y los
noventa del siglo XX. Están quienes se opusieron desde la derecha política
pro norteamericana al intento de Carlos Andrés Pérez (CAP) de desarrollar
una agenda de desembarco del capital trasnacional en el marco de la
globalización neoliberal, algo que sí pudo hacer en México, su compañero
socialdemócrata Salinas de Gortari. No se opusieron por razones
nacionalistas, sino porque representaban a la burguesía nacional, que
acumulaba su riqueza a partir de una relación parasitaria con el Estado o
porque querían ser la nueva burguesía en esa coyuntura, algo que CAP no les
garantizaba. En ese momento se opusieron al gobierno neoliberal de CAP
porque veían amenazadas sus posibilidades representación política, ante la
irrupción de capital trasnacional con el cual no habían acordado ser sus
mediadores ni socios menores.

En México están sentados la Acción Democrática (AD) de Ramos Allup en los
90, quien a pesar de votar en contra, formó parte del Comité Ejecutivo
Nacional (CEN) que expulsó a y facilitó el enjuiciamiento de Carlos Andrés
Pérez; están quienes impulsarían los proyectos de Primero Justicia (PJ) y
Voluntad Popular (VP) e intentarían desde la crítica al puntofijismo, servir
de mediadores entre el capital trasnacional y el gobierno venezolano, para
convertirse en la nueva burguesía pro norteamericana en la era de la
globalización. Están sentados actores de la crisis política de los ochenta y
los noventa y Maduro emerge como el líder Bonapartista que puede mediar para
que se acuerden entre ellos y con la nueva burguesía, pasando a ser
potenciales actores relevantes en una nueva situación de normalización y
estabilización de los intereses económicos del capital trasnacional liderado
por EEUU. Al asumir este papel de mediación burguesa, Miraflores procura
garantizar su continuidad.



5.Saab y el “pollo” Carvajal señales norteamericanas de un “apúrense que el
tiempo es finito”



Los tiempos del norte imperialista y del caribe son distintos. La
administración norteamericana quiere resolver el caso Venezuela lo más
pronto posible, para poder atender otros de sus focos de conflicto. Por ello
el caso de las extradiciones de Saab y el “pollo Carvajal” son campanadas de
alerta para que cesen las dilaciones y se avance en acuerdos estructurales.
EEUU prefiere resolver en 2021 y construir una ruta de implementación de
acuerdos 2022-2024, que se verifiquen y cierre con el proceso electoral
presidencial de 2024.



6.El papel de México





México es un vecino latinoamericano estratégico para los Estados Unidos. La
llegada de AMLO, del progresismo de nueva generación al gobierno, significó
una preocupación de baja intensidad para la Casa Blanca. Sin embargo, la
inquietud se disipó rápidamente. La llegada de AMLO al Palacio Nacional
significó un endurecimiento de la alianza anti migratoria de México con los
EEUU; México asumió un mayor protagonismo al respecto, transformándose en
auxiliar de la policía migratoria gringa, convirtiendo su territorio en un
espacio de contención para evitar que los sudacas de Centroamérica y
Suramérica entraran de manera ilegal al territorio norteamericano. Por otra
parte, la continuidad de los proyectos extractivistas como el tren Maya y el
enfrentamiento con el zapatismo conjuraron las preocupaciones de Washington.
En medio de la campaña presidencial norteamericana AMLO, en lo que se
interpretó como un apoyo a la relección de Trump, fue a los EEUU a ratificar
el TLC, sin embargo, el triunfo de Biden no ensombreció las relaciones
bilaterales. La designación del señor Moctezuma, socio de la poderosa TV
Azteca, como Embajador de México en los EEUU, un empresario con un pasado de
enfrentamientos oscuros con el EZLN, se convierte en broche de oro de las
buenas relaciones bilaterales. La clásica política exterior mexicana, no
alineada históricamente, puede en ocasiones resultar de utilidad geopolítica
para los intereses norteamericanos, como ha sido en este caso, donde la
asistencia a Cuba en situaciones de emergencia habilita a México para tener
un mayor protagonismo y quizá el mayor liderazgo en un espacio como la
CELAC. Por ello, EEUU no reacciona contra los ataques de AMLO a la OEA y su
narrativa de relanzar la Comunidad Económica Latinoamericana. México es,
además, el país que puede mostrar las “bondades” burguesas del desembarco
del capital trasnacional –Slim y Compañía- a una clase política venezolana
que se resistió en su momento, contribuyendo a generar la actual crisis
política; en esa línea entendemos el papel asumido por México, en la reunión
de la CELAC, donde fue visible y notoria la promoción y realización del
encuentro entre Slim y el recién electo presidente del Perú el señor Pedro
Castillo Terrones, para contribuir al diálogo entre el capital trasnacional
en tecnología y el gobierno del progresismo tardío peruano. México es el
escenario real para unas negociaciones de este tipo



7.Elecciones del 21N



Toda indica que las negociaciones entre el gobierno venezolano y la
oposición del G4 se retomarán muy próximas a las elecciones del 21N o
posterior a ellas. Parece ser una ventaja para todos los factores
involucrados hacerlo después, mantenerlas congeladas hasta ese momento. El
PSUV apuesta a un escenario conservador para la oposición, donde avancen en
algunas alcaldías, quizá no ganen ninguna gobernación y su acumulación esté
por debajo de su porcentaje histórico, lo cual confirmaría la intención del
gobierno de Maduro de permanecer en el poder más allá de 2024. La oposición
espera obtener un resultado que la muestre con opción de poder real de cara
al año 2024, ganando una importante cantidad de gobernaciones y alcaldías, a
pesar de ir dividida en algunos de sus bastiones históricos como Miranda o
Carabobo. Para los EEUU los resultados en uno u otro sentido les permitirán
saber cuánto puede pedir cualquiera de los factores políticos. El 21N es
parte dela ruta de negociación y acuerdo.



Para la izquierda agrupada en la Alternativa Popular Revolucionaria (APR) o
que vota por ella, los resultados de estas elecciones son cruciales para
mostrar la eficiencia de un frente de resistencia construido “por arriba”,
entre representaciones políticas. De ser adverso el resultado, es decir no
superar el histórico 6%, obligaría a replantear su política hacia una
radicalización en la calle.  El trotskismo, con posiciones clasistas muy
importantes, pero lamentablemente fraccionado tiene una limitada incidencia
en el movimiento de masas. Factores como la Plataforma en Defensa de la
Constitución no tienen capacidad de incidencia en la calle.



La izquierda radical que oscila entre el abstencionismo y un voto por la APR
con la tarjeta del PCV, tiene que salir de la rabia, entrar a la creatividad
de las resistencias y atreverse a pensar y construir una constituyente de
las izquierdas anticapitalistas y el movimiento social insurgente, lo cual
pasa por derrotar los sectarismos. Ello, como paso previo para construir un
amplio movimiento de masas por la justicia social. Es hora de inventar con
el pueblo trabajador una salida popular y anticapitalista a la actual
situación.



8.Breve conclusión



En Venezuela está en curso un cambio de modelo económico, que empalma con
las más profundas recomendaciones del Banco Mundial y del Fondo Monetario
Internacional para pasar de una agenda social de amplia inversión a un
régimen competitivo de mercado. Esto pareciera ser el resultado de
negociaciones directas entre la Casa Blanca y Miraflores, que procuran
estabilidad política y el levantamiento progresivo de las sanciones. Si bien
Maduro es el hombre fuerte de la política venezolana hoy, deberá demostrar
en estos dos años (2022-2024) no solo que puede continuar con un ajuste
estructural de grandes dimensiones, sino que puede ser el árbitro para
resolver los conflictos y roces entre las fracciones burguesas en Venezuela,
si aspira contar con el beneplácito de Washington para su reelección. Las
negociaciones de México son los movimientos de peones entre casilleros,
donde las torres y los alfiles mantienen la comunicación y, la construcción
de acuerdos en otros escenarios, está bajo la tutela directa de los reyes y
reinas del tablero. Veremos cómo queda el cuadro político después del 21N.



* Luis Bonilla-Molina, Premio Anual 2020 de Justicia Social otorgado por el
Proyecto democrático Paulo Freire de la Universidad de Chapman, EEUU, Doctor
en Ciencias Pedagógicas, Postdoctorados en 1) Sistemas de Evaluación de la
Calidad Educativa y / 2) Pedagogías críticas y educaciones populares.
Pedagogo crítico, Coordinador Mundial del portal:
https:www.otrasvoceseneducacion.org  Analista en ciencias sociales y
profesor universitario Extraordinario e  invitado en varias universidades de
América Latina y el Caribe. Artículo enviado por el autor.

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