Nicaragua/ Represión, crisis económica y aislamiento: el horizonte del nuevo mandato de Ortega. [Carlos Salinas Maldonado]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Nov 9 22:28:03 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

9 de noviembre 2021

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Nicaragua



Represión, crisis económica y aislamiento: el horizonte del nuevo mandato de
Ortega



El presidente de Nicaragua enfrenta los próximos cinco años sostenido en la
violencia, con la condena de la comunidad internacional y con pocas
posibilidades de un cambio político



Carlos Salinas Maldonado, desde México

El País, 9-11-2021

https://elpais.com/internacional/



En un barrio obrero de Managua un pequeño grupo de personas baila al ritmo
de canciones alegóricas al presidente Daniel Ortega. Han sacado altavoces a
la calle y beben cervezas. Su felicidad, sin embargo, contrasta con la del
resto del barrio y una ciudad, Managua, que el domingo lucía desértica.
Excepto los simpatizantes de Ortega, la mayoría de nicaragüenses se encerró
en casa, como respuesta a una elección que ha sido considerada una farsa por
los opositores y la comunidad internacional y en las que Ortega participó
sin competencia y se dio por ganador antes incluso del recuento de votos. El
silencio de las calles bien puede ser el prólogo de los próximos cinco años,
en los que Ortega pretende mantenerse gobernando en el país centroamericano
a fuerza de represión, acallando a los críticos y reventando cualquier
indicio de protesta. El comandante, que ha descendido del pedestal del mito
revolucionario, se enfrenta, sin embargo, a una situación complicada: la
economía retrocede, la pobreza no cede, la crisis sanitaria por la pandemia
pasa factura y el régimen se ve cada vez más aislado internacionalmente. Sin
los petrodólares que llegaban puntales de Caracas, el modelo populista de
Daniel Ortega se enfrenta al fracaso. El baile de sus seguidores puede
convertirse en un amargo zapateo si el exguerrillero no da un cambio de
timón.



A los analistas se les hace difícil predecir el futuro inmediato de este
país azotado por los desmanes de sus caudillos. Incluso es difícil sacar
conclusiones para quienes formaron parte del Frente Sandinista, trabajaron
en el Gobierno revolucionario de los ochenta y todavía mantenían relaciones
con Ortega tras su regreso al poder en 2007. Lo conocen bien, sí, y saben
que Ortega no está dispuesto a ceder el poder, pero también están claros que
bajo el sistema actual se le hace muy complicado mantenerlo. “Ortega cometió
el error más grave, que es el haber suprimido las elecciones y lo hizo por
el temor de que podía perder. El síndrome de las elecciones de 1990 [cuando
perdió frente a Violeta Chamorro] está presente en su cabeza. Pero al
suprimirlas logra un mayor aislamiento internacional y se pone en
condiciones de mayor debilidad, debido a la falta de legitimidad”, explica
Óscar René Vargas, sociólogo y economista.



Vargas dice que Ortega intentará abrirse a un diálogo, pero que en él solo
permitirá la participación de los grandes capitales de Nicaragua, asustados
por las amenazas de sanciones, la caída de la inversión y el parón
económico. Aunque Ortega se ha enfrentado abiertamente al sector
empresarial, otrora su gran aliado, necesita de la bendición de las grandes
fortunas, que estas sigan haciendo negocios y atrayendo capitales, para que
su proyecto político se mantenga a flote. “Ortega necesita un diálogo con
los sectores del gran capital para tratar de redimir un poco el error
político que cometió, pero, aunque lo logre, el proceso de implosión de su
base social continúa y continuará, porque la economía del país no va a
crecer de manera que permita crear empleos, lograr mejoras de salarios o
reducir desigualdades”, analiza Vargas.



Ortega ha desatado desde junio una feroz cacería de opositores. Han sido
apresadas decenas de personas, incluidos siete aspirantes a la presidencia
por la oposición. El propio día de la votación, la represión se mantuvo y
organizaciones civiles denunciaron la detención de al menos una docena de
críticos. Para el régimen son presos a las que puede acudir a cambio de una
negociación que le dé alguna proyección de cambio y apertura. “Ortega
intentará establecer índices mínimos de legitimidad y por eso buscará el
diálogo con los empresarios. Pero será un diálogo con muñecos de paja. Su
objetivo es recuperar la inversión extranjera y establecer vías de
entendimiento con sectores empresariales como las pequeñas y medianas
empresas, pero es difícil que el modelo se sostenga, porque éstas son muy
débiles”, explica el sociólogo Silvio Prado. “En los próximos años, veremos
más de lo mismo, pero también se viene una mayor tensión, porque va a tratar
de seguir reprimiendo la protesta social y lo hace porque sabe que no las
tiene todas consigo”, agrega.



Para Ortega los empresarios son claves porque ellos pueden desarrollar un
lobby que impida que se impongan nuevas sanciones al régimen, principalmente
de parte de Estados Unidos. El Congreso estadounidense aprobó de forma
bipartidista la semana pasada una ley conocida como RENACER que le da al
presidente Joe Biden amplios poderes para imponer fuertes sanciones,
incluidos limitar los flujos de fondos otorgados por organismo
multilaterales como el Banco Mundial, lo que se traduciría en un duro golpe
para el Gobierno, dado que depende de esa llave para su financiamiento
interno. “Sería duro para Ortega limitar los préstamos internacionales, que
le han permitido sobrevivir sin dinero ni inversión después del caída de la
ayuda de Venezuela”, argumenta el economista Vargas, quien hace referencia
al grifo constante de petrodólares administrados a discreción del mandatario
y que le permitieron desarrollar una política clientelista para hacerse con
el favor de los grupos más desfavorecidos. Se trata, según investigaciones
de la prensa nicaragüense, de más de 4.000 millones de dólares derramados en
una década.



La ley RENACER también permite a Biden sacar a Nicaragua del tratado de
libre comercio con Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana
(Cafta), aunque para Vargas esto puede ser más difícil, porque se desataría
un verdadero terremoto económico que afectaría los intereses de empresas
extranjeras —incluidas estadounidenses— que producen y venden con ventajas
en Nicaragua. También podría afectar, dice el analista, a los 125.000
empleos que se mantienen gracias a las zonas francas. “Ortega sabe que la
economía es su talón de Aquiles. 2022 será un año muy difícil y él está
consciente de eso. La situación económica está muy ligada a las condiciones
políticas que se pueden establecer”, dice Vargas. Y no hay nada más
asustadizo que los capitales, que pueden marcharse de un país cuando sienten
que la estabilidad está en riesgo.



Ortega debe enfrentarse, además del tema económico, a la falta de
legitimidad interna. Lejos del 75% con el que su Gobierno asegura que ganó
los comicios, las encuestas le dan apenas un 19% de apoyo de parte de los
nicaragüenses, el porcentaje más bajo desde que regresó al poder en 2007. El
desgaste se ha dado por la dura situación política, el deterioro de la
economía y el mal manejo de la pandemia, cuyas consecuencias letales el
Gobierno negó en un principio. En el imaginario colectivo, además, pesan
mucho los presos políticos, la persecución religiosa, la impunidad de los
asesinados por la represión de las protestas de 2018 y los 120.000
exiliados, con la fractura social que esto ha implicado en el país.



“Ortega querrá usar a los presos políticos como moneda de cambio, pero ha
subido tanto el listón que poca gente estará dispuesta a negociar derechos
humanos por impunidad”, explica Silvio Prado. “Hemos pasado, en términos
académicos, de un régimen autoritario a una dictadura. Los regímenes
autoritarios se manejan con cierta mano ancha porque permiten, por ejemplo,
la presencia de partidos de oposición, pero el nivel de represión ha sido
tan fuerte que Ortega ha cerrado todo el sistema”, agrega. La pregunta es,
dice Prado, hasta dónde puede llegar un régimen que se sostiene en la
represión o cuánto falta para que en Nicaragua haya un nuevo estallido
social. “La crisis de Nicaragua sangra por todas las llagas”, comenta. “Y
con Ortega no hay posible apertura. Si él hace la mínima concesión sabe que
se le puede salir de las manos. Él apuesta a una sucesión familiar. En
Nicaragua hemos tocado fondo”, concluye Prado.



* Carlos Salinas Maldonado, redactor de la edición América del diario EL
PAÍS. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde
Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de
Centroamérica y temas de educación y medio ambiente.

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