Brasil/ Bolsonaro busca minar la democracia y le sale al revés. [Mario Osava]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Nov 12 23:45:13 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

13 de noviembre 2021

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Brasil



Bolsonaro busca minar la democracia y le sale al revés



Mario Osava, desde Río de Janeiro

Inter Press Service, 11-11-2021

https://ipsnoticias.net/



Está de moda decir que los líderes ultraderechistas que asumieron gobiernos
últimamente en el mundo, los llamados populistas, buscan minar la democracia
desde adentro. En Brasil, en términos de poder, ocurre al revés, al menos
hasta ahora.



Es el presidente Jair Bolsonaro quien se debilitó políticamente en sus 34
meses de gobierno, al punto de desfigurar el régimen presidencialista
vigente y tradicional en este país sudamericano de dimensiones continentales
y 213 millones de habitantes.



Actualmente ejerce como un primer ministro de facto el presidente de la
Cámara de Diputados, Arthur Lira, según muchos analistas. Es quien impulsa
las principales acciones del gobierno, especialmente las económicas, ante la
ineptitud de Bolsonaro y su ministro de Economía, Paulo Guedes, en lidiar
con los legisladores.



Su última hazaña fue lograr la aprobación por la Cámara de Diputados de una
enmienda constitucional que exime el gobierno de pagar la mitad de los
“precatorios” (deudas reconocidas en fallos judiciales definitivos) que
vencen en 2022. Esa mitad se pagaría en cuotas a lo largo de los próximos 10
años.



Se trata de postergar el pago del 44 600 millones de reales (8200 millones
de dólares), aunque se incumplan así fallos judiciales. El gobierno pretende
usar esa suma ahorrada en garantizar los fondos para el Auxilio Brasil, un
programa de transferencia de renta para 17 millones de familias pobres en
2022.



El programa sustituirá la Bolsa Familia, vigente desde 2003, aumentando los
beneficiarios de 14,6 millones a 17 millones de familias, además de duplicar
hasta el equivalente a74 dólares el pago mensual a cada familia. Con eso
Bolsonaro espera recuperar parte de la popularidad perdida y er reelegido en
octubre de 2022.



Pero no pagar las deudas ratificadas por la Justicia viola la Constitución,
por eso la necesidad de alterar cinco artículos de la ley fundamental de
1988.



Una enmienda constitucional no es tarea sencilla, más aún para un gobierno
sin un respaldo mayoritario formal en el Congreso Nacional. Se requiere
mayoría de 60 por ciento en las dos cámaras legislativas, es decir 308 en un
total de 513 diputados, y 49 senadores en un total de 81. Además de la
aprobación en dos vueltas en cada cámara.



Lira logró la adhesión de 312 diputados en la primera vuelta, el 4 de
noviembre, y de 323 en la segunda vuelta, el 9 de noviembre. Conquistó más
de un centenar de votos en la oposición o partidos independientes.



La enmienda tiene ahora que pasar por el Senado, donde la aprobación será
más difícil, porque en su presidencia está el senador Rodrigo Pacheco, que
no apoya a Bolsonaro y quien además pretende ser uno de sus adversarios en
las próximas elecciones.



El protagonismo de Lira atropella el neoliberalismo y la austeridad fiscal
del ministro de Economía. Gracias a su iniciativa se aprobó el Vale-gas, un
subsidio a los muy pobres, que paga mitad de la bombona de gas de cocina,
cuyo precio subió más de 35 por ciento este año y obligó a las familias en
miseria a recurrir a la leña o restos de muebles.



Fue también el presidente de la Cámara de Diputados quien presionó los
gobernadores de los 26 estados brasileños para mantener fijo por tres meses
sus impuestos sobre combustibles, para evitar nuevas subidas en el precio
del diésel y de la gasolina, cuyo costo amenaza con desatar una huelga de
camioneros que sería desastrosa para la economía.



Además, impulsó la privatización de la Eletrobrás, la mayor empresa
brasileña de electricidad, y prometió hacerlo también con la empresa de
Correos. También asumió la tarea de promover una reforma tributaria y otra
de la administración pública, distintas de las propuestas del Ministerio de
Economía.



El creciente poder de Lira corresponde a la debilidad política y
administrativa del presidente Bolsonaro que, en medio de sus amenazas al
Supremo Tribunal Federal y a las reglas democráticas, sufre una erosión de
su poder desde la toma de posesión en enero de 2019.



“Somos el único pueblo del mundo que se vacunó con la rebeldía del
presidente”, bromeó Gregorio Duvivier, un escritor y actor humorístico, en
su artículo para el diario Folha de São Paulo del 10 de noviembre.



La pandemia fue la tragedia que más socavó la autoridad de Bolsonaro y
desnudó su condición de “pato cojo” (el “lame duck” estadounidense, o
presidente despojado de poderes).



Su prédica contra las vacunas anticovid-19 no fue seguida ni siquiera por la
mayor parte de sus seguidores. Encuestas recientes registraron que más de 90
por ciento de los entrevistados desean la vacuna o ya se vacunaron. En
varios de los estados brasileños la casi totalidad de los adultos ya tomaron
por lo menos la primera dosis.



La pandemia había matado a 610 036 personas en Brasil hasta el miércoles 10
de noviembre, pero el promedio diario de muertos cayó a 254, el más bajo
desde abril de 2020. Eso comprueba la eficacia de la vacunación, pero el
gobierno sigue a contramano de este hecho.



El ministro del Trabajo, Onix Lorenzoni, firmó el 3 de noviembre una
ordenanza que prohíbe a empresas e instituciones públicas despedir o
rechazar la contratación de trabajadores que rechazan vacunarse. La
Justicia, sin embargo, ya estableció jurisprudencia contraria, al supeditar
la libertad individual a la salud colectiva.



La secretaria de Cultura, por su parte, vetó la exigencia de la vacunación
como pasaporte para el ingreso en espectáculos beneficiados por el fomento
oficial.



El presidente Bolsonaro siempre cuestionó las vacunas. La última vez
difundió una falsa noticia de que vacunarse contra la covid-19 puede
facilitar el contagio por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).



Él mismo se quejó de que el Supremo Tribunal Federal lo dejó sin función en
el combate a la pandemia, al atribuir la tarea a los gobiernos regionales y
locales.



En realidad, el fallo solo garantizó a los gobiernos de estados y municipios
la autonomía para adoptar medidas de prevención, como el uso de mascarillas
y el cierre de algunas actividades riesgosas cuando los contagios crecen.



El máximo tribunal del país trató así de impedir al gobierno central el
imponer a todos su política de acelerar el contagio como forma de
inmunización colectiva, en la creencia de que evitaría así una caída de la
actividad económica.



Bolsonaro vio malogrados otros varios intentos de poner en marcha sus deseos
y prejuicios.



Un ejemplo: la tecnología 5G de telecomunicaciones se implantará en Brasil
con la participación china, ratificó la subasta del 4 y 5 de noviembre que
dividió las operaciones nacionales entre 11 empresas.



Bolsonaro favoreció el año pasado el acompañar la posición de Estados
Unidos, de vetar tecnologías de la empresa china Huawei en el servicio,
aunque sean las más avanzadas y eficientes, además de ya estar presente en
Brasil. La realidad se impuso.



La Justicia también evitó que el actual gobierno brasileño desactivara
varios consejos con participación de la sociedad que habían sido creados por
ley, aunque sí se acabó con muchos organismos oficiales que llevaban la voz
ciudadana a la gobernanza del país.



El Congreso Nacional rechazó varios decretos y numerosas propuestas por el
Poder Ejecutivo, al punto que Bolsonaro se quejó de que los legisladores le
estaban convirtiendo en una “Reina de Inglaterra”, en febrero de 2020.



La gestión del gobierno de extrema derecha, aunque contenida por los demás
poderes y por las instituciones de control, promovió la destrucción de
muchos servicios públicos y conquistas nacionales.



Es el caso de la reputación brasileña en los foros internacionales,
especialmente en los ambientales, producto del desmantelamiento de los
institutos del sector y de los retrocesos en el combate a la deforestación y
en la preservación de la biodiversidad.



Aun así, los compromisos asumidos por Brasil en la 26 Conferencia de las
Partes (COP26) sobre cambio climático, en Glasgow, revelan que también en
esa área Bolsonaro abdicó de sus creencias antiambientales, ante las
presiones internacionales.



Reducir en 30 por ciento las emisiones de metano para 2030 y eliminar la
deforestación en 2028 fueron los dos principales repliegues de su gobierno,
que escenificó en la cumbre climática.

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