Rusia/ Un nuevo movimiento socialista. [Mikhail Lobanov - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Oct 5 01:59:56 UYT 2021


Correspondencia de Prensa

5 de octubre 2021

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Rusia



Entrevista con Mikhail Lobanov



Rusia tiene un nuevo movimiento socialista



Las elecciones parlamentarias celebradas en Rusia entre el 17 y el 19 de
septiembre terminaron con otra victoria nominal de Rusia Unida, partido del
presidente Vladimir Putin. Sin embargo, todos miran el crecimiento del
Partido Comunista de la Federación Rusa (KPRF), que quedó en segundo lugar
con el 19% de los votos.



Ilya Budraitskis

Jacobin, 3-10-2021

https://jacobinlat.com/

Traducción de Valentín Huarte



A pesar del fraude que suelen promover los aliados de Putin, el KPRF se las
arregló para seducir a un electorado nuevo, compuesto sobre todo jóvenes de
las grandes ciudades que encuentran en el partido la única chance de
criticar el orden existente. El programa oficial del KPRF es una mezcla de
estalinismo, nacionalismo y paternalismo socialdemócrata. Sin embargo,
durante los últimos años, emergió una generación de nuevos dirigentes
regionales que está orientando la organización hacia la defensa de los
derechos democráticos, la igualdad social y la ecología.



En este sentido, uno de los rasgos más interesantes de las elecciones fue la
campaña de Mikhail Lobanov, profesor de matemáticas de 37 años de la
Universidad Estatal de Moscú. Si bien Mikhail fue nominado por el KPRF, se
candidateó como un socialista democrático independiente. El oficialismo
manipuló el conteo de los votos para impedir que ingresara al parlamento,
pero Lobanov venció al candidato de Rusia Unida por más de 10 000 votos (un
margen del 12%).



Esa gran victoria de la izquierda radical muestra que el descontento popular
encuentra medios de manifestarse incluso en las difíciles condiciones
políticas de la Rusia actual. Cabe notar también que la candidatura de
Lobanov logró que algunos activistas del Movimiento Socialista Ruso y otros
grupos de izquierda radical, tradicionalmente críticos del KPRF,
participaran de la campaña.



Ilya Budraitskis, moscovita y analista político de izquierda, conversó con
Lobanov sobre los resultados.



-Empecemos por tu experiencia política y tus antecedentes.



Cuando iba a la escuela, me encantaba leer libros de historia —novelas
históricas, en realidad— y libros de ciencia. Luego decidí estudiar
matemáticas en la universidad y pasaba mucho tiempo en librerías y en
bibliotecas leyendo ficción, hasta que un día decidí empezar a leer a Marx,
a Lenin y a Trotski. Por ejemplo, en la biblioteca de la Universidad Estatal
de Moscú [UEM] pude leer por primera vez La revolución traicionada. En 2006
participé en un seminario sobre marxismo organizado por militantes de Vpered
[«Adelante», sección rusa de la Cuarta Internacional]. Durante el año
siguiente, me uní a ellos en muchas manifestaciones contra la
mercantilización de la educación y en defensa de los derechos de los
trabajadores. Hacíamos las reuniones del partido en la Confederación del
Trabajo de Rusia y fue así como conocí a los sindicatos independientes de
Rusia.



-¿Cómo llegó a formarse un grupo militante en la UEM?



Estábamos buscando formas de intervenir. En 2009 la gestión quiso endurecer
las reglas de acceso a las residencias universitarias. Entonces empezamos
una campaña de protesta, recolectamos 1700 firmas y logramos que se diera
marcha atrás con la medida. El saldo de esas tres semanas de campaña fue un
núcleo de militantes universitarios. Éramos más o menos treinta. Tratábamos
problemas cotidianos, pero era obvio que no era suficiente para elevar el
nivel político de la organización.



Entonces empezamos a colaborar con la rama universitaria del Partido
Comunista, que organizaba tanto a docentes como a estudiantes. En 2011, la
gestión decidió endurecer las reglas de las residencias de nuevo y logramos
organizar una campaña muy grande y exitosa. Se unieron cientos de personas y
crecimos como núcleo militante. Fue la época de las grandes protestas contra
el fraude electoral de Rusia Unida y Vladimir Putin en las elecciones de la
Duma [parlamento]. En la universidad eso llevó a una lucha entre nuestro
Grupo Iniciativa y los consejeros estudiantiles de la UEM, vinculados al
partido gobernante.



También actuamos como observadores independientes en las elecciones
parlamentarias y nos movilizamos a los locales de votación de la UEM, a
pesar de la reacción del personal administrativo.



Luego participamos de las protestas de 2011-2012 en Moscú y muchos
estudiantes, que no estaban dispuestos a unirse a ninguna fuerza política
particular, marchaban con nosotros.



La experiencia llevó, entre otras cosas, a que la Confederación del Trabajo
planteara la creación del sindicato de Solidaridad Universitaria. A través
del sindicato empezamos a organizar a estudiantes y docentes de otras
universidades. También participamos activamente de las campañas para
conservar los parques alrededor de los edificios de la UEM, que sufren el
asedio constante de los desarrolladores inmobiliarios. Eso nos llevó a
ponernos en contacto con los concejales y con los vecinos que se organizaban
alrededor de cuestiones vinculadas a la vida cotidiana en los barrios
aledaños. Empezamos a hacer eventos en conjunto, sobre todo en la zona de
Ramenki. Por esas actividades, las autoridades intentaron expulsarme de la
universidad dos veces, una en 2013 y otra en 2018.



-Qué te llevó a postularte a las elecciones este año?



Durante esos 10 o 15 años empecé a generar una red bastante grande de
contactos, especialmente vinculados a la rama universitaria del KPRF. Muchas
veces me invitaron a representar al partido en las elecciones locales.
Siempre me negué, pues se alejaba mucho de mi propia agenda, más vinculada a
la educación superior, es decir, a las leyes federales y al presupuesto
nacional.



En 2020 los miembros universitarios del KPRF me hicieron saber que estaban
dispuestos a ofrecerme una candidatura a la Duma estatal. Entonces pensé que
si movilizaba mis contactos del distrito de la UEM tenía chances de ganar.
Sentía que la campaña sería capaz de generar mucho entusiasmo. Pero, a
diferencia de todo lo que habíamos hecho antes, no teníamos mucha idea de
los métodos ni de las acciones específicas que requerían unas elecciones de
ese tipo. Como sea, mi intuición me decía que la cosa podía funcionar, así
que decidí intentarlo.



Durante unos meses tuvimos discusiones y debates sobre los primeros pasos a
seguir. Hay que decir que hay muy poca gente con experiencia electoral en la
izquierda. El KPRF tiene esa experiencia, pero es una organización muy
especial. Por ejemplo, no busca financiamiento en sus simpatizantes, sino
que se apoya exclusivamente en los fondos del partido y ocasionalmente
recibe algunas donaciones. Nosotros comprendimos que teníamos que actuar
distinto.



-¿Cómo es la composición de tu electorado?



Rusia está dividida en 255 distritos con un promedio de 500 000 votantes
cada uno. Nuestro distrito está situado en la zona oeste de Moscú. El KPRF
había hecho buenas elecciones en ese distrito, que es bastante combativo y
tiene un historial de protestas interesante. Sin embargo, los liberales de
Yabloko también tienen bastante fuerza y pusieron a un candidato muy
competitivo.



En el distrito hay una universidad, así que es fácil suponer —por pura
estadística— que hay mayor concentración de graduados y de empleados de la
UEM que en Moscú. Teníamos la sensación de que la UEM imprimía un sello
propio en todo el distrito electoral. Como soy matemático y no político,
supuse que eso podía andar bien.



Creo que recién en febrero nos enteramos de quién sería nuestro rival. Se
supo entonces que Rusia Unida llevaría como candidato a Yevgeny Popov,
presentador de la televisión rusa. Es un propagandista que promociona las
posiciones del Kremlin sobre la hostilidad de los países occidentales y la
terrible Ucrania, desviando la atención de los problemas internos hacia el
conflicto internacional y exacerbando el odio entre distintos países. Es un
tipo arrogante, pero la cuestión es que a mucha gente le simpatiza.



-¿Cómo organizaron la campaña? ¿Hasta qué punto fue obra del KPRF?



Sorprendentemente, el KPRF no ejerció prácticamente ningún control político:
redactamos nuestro propio programa, sin consultar al partido. El KPRF nos
garantizó solo el 15% del presupuesto de campaña. Organizaron actividades de
formación y reuniones entre candidatos donde nos brindaron muchas
herramientas útiles para la campaña. Pero, por ejemplo, a pesar de que ellos
no nos iban a dar mucho dinero, nos dijeron que no utilizáramos métodos de
crowdfunding. Nosotros no aceptamos esa recomendación y terminamos juntando
cerca de 6 millones de rublos (más de 80 000 dólares) durante la campaña.
Por supuesto, comparada con los gastos de Rusia Unida o de la oposición
liberal, la suma es insignificante. Lo más importante fue la motivación
política: la mayoría de los militantes tenía posiciones socialistas y todos
tenían expectativas de derrotar a Rusia Unida. Así logramos que más de 200
militantes participaran en la campaña.



-Hablemos de la agenda que plantearon.



Nuestra consigna principal fue «El futuro es para todos, no solo para los
elegidos». En Rusia, un pequeño grupo de gente monopoliza todos los recursos
económicos y políticos y construyen el futuro a su medida. Nosotros queremos
redistribuir los ingresos y el poder político. Alrededor de esa idea
central, elaboramos una serie de demandas más específicas, vinculadas a
problemas locales y nacionales. Algunos puntos importantes fueron la lucha
contra la mercantilización en Moscú, la obligatoriedad de reciclar la
basura, la protección contra el cierre de escuelas y hospitales y, por
supuesto, los derechos laborales y la necesidad de contar con sindicatos más
fuertes.



Esa es la agenda con la que fuimos al electorado y aparentemente logramos
construir una buena imagen del candidato y del equipo, que trabajó con mucho
entusiasmo para convencer a todo el mundo, juntar recursos, organizarse y
abordar muchos problemas al mismo tiempo. La campaña logró sintonizar con la
gente. Un candidato universitario, un matemático sin mucha experiencia
previa en política, que hablaba de sindicatos y defendía los espacios
verdes… A la gente le gustó, pero también enfrentamos un dilema: en Rusia
muchos ciudadanos utilizan el voto como una medida de protesta contra las
autoridades. En ese sentido, piensan que es importante que gane un candidato
de la oposición, independientemente de su ideología. Como en mi distrito se
presentaba un candidato liberal con muchos recursos, mucha gente esperó
hasta último momento para decidir su voto en términos pragmáticos.



-¿Cuál fue el resultado?



Le ganamos al candidato de Rusia Unida por más de un tercio de los votos.
Hicieron una campaña muy cara, pegaron carteles en todas partes y contaron
con el apoyo del gobierno local. Aun así, ganamos cómodos. Pero toda la
situación cambió al día siguiente cuando se conocieron los resultados del
voto electrónico.



-En términos concretos, ¿cuántos votos obtuviste en los locales de votación
y cuántos mediante voto electrónico?



Obtuve 46 000 votos en los locales y 20 000 electrónicos. Popov el
propagandista obtuvo entre 34 y 35 000 en los locales y 45 o 46 000
electrónicos. Pero no confiamos en los resultados del voto electrónico: está
claro que fueron manipulados para beneficiar a las autoridades.



-Contaste con el apoyo de «Smart Voting», la convocatoria al voto táctico
contra Putin que promueven los partidarios de Alexei Navalny. ¿Qué opinión
te merece esa estrategia en general y Navalny en particular?



Es una herramienta que funciona en las grandes ciudades. La estrategia
consiste básicamente en votar por el candidato de la oposición que tiene más
chances de derrotar a Rusia Unida. Convocan a los votantes a apoyar a un
candidato independientemente de su ideología y de sus posiciones. Tengo
diferencias ideológicas enormes con Navalny, pues mi lugar es la izquierda
radical. Navalny viene de la derecha, aunque durante los últimos años giró
un poco a la izquierda y es importante porque tiene mucha influencia
mediática.



El hecho de que sus partidarios empezaran a trabajar temas sociales como el
salario mínimo y a elogiar a los sindicatos tuvo un efecto positivo. Pero
eso no quita que nuestras posiciones son distintas y el círculo de Navalny
está a su derecha en términos políticos. Eso quedó claro cuando lo
detuvieron. Está en la cárcel por su actividad política y por eso yo me
opongo y pienso que debería quedar en libertad. En cuanto a las diferencias
ideológicas, tenemos que debatirlas frontal y sinceramente.



-¿Cómo sigue todo después de las elecciones? ¿Cuáles son tus planes a nivel
personal y cuál es la estrategia de la izquierda rusa?



Ahora estamos concentrados en sostener el equipo que logramos construir, que
es muy grande. Por supuesto, las cosas se ponen difíciles de aquí en
adelante, pero creemos que existen condiciones para mantenernos en
movimiento. Quienes participaron de la campaña están contentos: fue una
victoria y todo el mundo la percibe así. Logramos hacer algo que parecía
posible solo en teoría y eso significa que podemos lograr muchas cosas. Por
supuesto, contábamos con los recursos de la Duma estatal, queríamos seguir
haciendo campaña y cohesionar al colectivo en función de eso. Pero no fue
posible a causa del fraude.



-¿Veremos otra candidatura tuya en el futuro?



Hay gente en el equipo que quiere probarse en las elecciones locales. Yo soy
un poco más cauto porque creo podría ser una pérdida de energía. Si llegamos
a ganar elecciones municipales en muchos distritos, tendríamos que pensar
cómo consolidar nuestra fuerza. En cambio, me interesa más buscar formas de
canalizar nuestra energía para aportar al desarrollo del movimiento sindical
y promover la autoorganización en las universidades. Las elecciones son
importantes, pero creo que no deberíamos concentrar toda nuestra energía en
ese nivel. Después de todo, yo mismo aproveché las últimas elecciones como
un medio y una oportunidad para difundir mis ideas.

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