Sin fronteras/ La Bienal de São Paulo busca luz en tiempos oscuros. [Najara Galarraga Cortázar/Joana Oliveira]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Sep 4 10:30:00 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

4 de setiembre 202

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Sin fronteras



La Bienal de São Paulo busca luz en tiempos oscuros



La muestra brasileña reúne un millar de obras de 91 artistas, incluidos una
cantidad récord de indígenas brasileños y extranjeros,



Najara Galarraga/Joana Oliveira, desde São Paulo

El País, 3-9-2021

https://elpais.com/



La Bienal de São Paulo, uno de los mayores eventos de arte contemporáneo en
América Latina, abre este sábado (4 de setiembre) sus puertas a los
visitantes vacunados. Lo hace 70 años después de la primera edición y con la
vista puesta en los tiempos oscuros que vive Brasil. Un gigante aquejado de
los males de siempre, a los que se suma la erosión de las instituciones
democráticas. En ese escenario, cinco comisarios comandados por el italiano
Jacopo Crivelli Visconti han seleccionado a 91 artistas de 40 países cuyas
obras sugieren diálogos variados para mostrar hasta qué punto un cambio en
la mirada, el tiempo o el contexto modifican el significado de obras, ideas
o acciones.



Como todas las ediciones tienen su apodo, esta estaba llamada a ser la
Bienal de la pandemia, que obligó a retrasarla un año y a modificar el
programa. Pero quizá sea recordada como la de los artistas indígenas. Nueve
de ellos, más que nunca —brasileños y extranjeros—, exponen en esta 34.ª
edición que reúne más de mil piezas.



El lema elegido, Faz escuro, mas eu canto (Está oscuro, pero canto), es un
famoso verso del poeta amazónico Thiago de Mello, escrito en 1963. Como
recordó uno de los comisarios este jueves en la presentación, a partir de la
dictadura iniciada al año siguiente en Brasil, esas palabras fueron
adquiriendo sucesivamente nuevos significados como expresión de protesta, de
resistencia, de luto o de esperanza.



El inmenso y delicadamente ventilado edificio rectangular diseñado por Oscar
Niemeyer como sede de la Bienal parece perfecto para estos tiempos
pandémicos. “Las obras aquí reunidas hablan también del momento actual. La
perspectiva histórica es una de las cosas que más nos interesaba presentar”,
recalcó el comisario principal. “Es más importante hablar en tiempos
conflictivos, desafiantes, que hablar en tiempos pacificados”, añadió,
subrayando que hacerlo es “una responsabilidad civil”.



Dos ejemplos: una campana y el diálogo entre las obras de dos mujeres. Las
piezas que Carmela Gross expuso en la Bienal de 1969, la del boicot al
régimen militar, vuelven a estar en las galerías junto a su Boca do Inferno,
creada el año pasado. El contrapunto, las siluetas diseñadas por Regina
Silveira, sombras distorsionadas que recuerdan a los tanques que el
presidente Jair Bolsonaro convocó a desfilar recientemente por el corazón de
la democracia brasileña, en Brasilia.



La campana es la que, en un gesto de desobediencia, dobló por Tiradentes,
considerado entonces traidor a la patria, en 1792 en la ciudad de Ouro
Preto, en Minas Gerais. La misma que en 1961 fue recordada en Brasilia para
homenajear como héroe nacional al sacamuelas que osó liderar una rebelión
contra el imperio portugués.



Ese espíritu de confrontación es la esencia del arte de Jaider Eisbell,
artista brasileño de la etnia makuxi. “Cuando me invitaron a exponer en la
Bienal, insistí en que no me gustaría estar aquí como único representante
del arte indígena. Todavía necesitamos corporificar un arte étnico, porque
tenemos una urgencia histórica de ocupar estos espacios”, afirmaba este
jueves ante una docena de cuadros que relatan el mito de Makunaíma, la
divinidad del tiempo inmemorial.



Eisbell está acompañado por otros artistas indígenas en la exhibición
principal y además es el comisario de la exposición Moquém-Surarî: arte
indígena contemporáneo, que reúne obra de artistas de otros pueblos
originarios. Esbell no concibe la Bienal como un simple espacio del arte,
sino como “un Parlamento” en el que él cuenta la historia de su gente a
personas cuya mirada sobre ese tema tiene el poder de cambiar la realidad de
los suyos.



Los comisarios han subrayado que no buscaron específicamente artistas
indígenas, sino que aparecieron con naturalidad a media que avanzaba la
selección. Que la emergencia climática esté en primer plano de la política
mundial ha dado una desconocida actualidad a la manera de ver, preservar y
plasmar el mundo de los artistas indígenas.



La sede de la muestra ideada por Niemeyer fue inaugurada en la segunda
edición, conocida como la Bienal del Guernica, porque el cuadro viajó hasta
São Paulo tras arduas negociaciones con el español y un viaje largo que casi
se tuerce en el último minuto porque el camión que lo transportaba se hundió
en el lodo del parque de Ibirapuera, que acoge la Bienal.



La idea de diálogo es central en esta edición. De entrada, por la obra
destacada en el primer pabellón —considerado, históricamente, como el eje
narrativo de la exposición—: Deposición (2020), obra del estadounidense
Daniel de Paula, es una especie de ágora de madera y metal utilizada durante
décadas en la Bolsa de Chicago para la compraventa de granos. Alzada al
estatus de obra de arte, la pieza invita al intercambio de ideas y la
confrontación de diferencias.



Ese presupuesto también se ve reflejado en la propuesta arquitectónica de la
Bienal, que adquiere escalas muy urbanas, con cuadras separadas por
estructuras de acrílico, opacas, que simulan paredes de curvas orgánicas. La
idea, dicen los comisarios, es generar fricción entre las obras, permitir
que invadan unas a otras, generando entre el público miles de
interpretaciones posibles. El cuerpo del visitante se vuelve casi parte de
la estructura mientras avanza por la exposición, donde, incluso en rincones
que parecen vacíos, se depara con arte en múltiples formas. Porque, como
señala Paulo Miyada, el lema de la Bienal no es una paradoja, sino un
desafío. Al final, el canto —y toda forma de arte— es una manera de ocupar
la oscuridad.



Una edición más, la entrada será gratuita, importante en un país desgarrado
por la desigualdad. Basta presentar el certificado de vacunación. La Bienal
además ha polinizado el arte contemporáneo por toda la ciudad con
exhibiciones en una veintena de instituciones culturales de toda índole.



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