América Latina/ La batalla cultural. La ultraderecha y sus usinas de ideas en la región. [Daniel Gatti]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Sep 17 16:04:24 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

17 de septiembre 2021

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América Latina



La ultraderecha y sus usinas de ideas en la región



La batalla cultural



Dedicada a la coordinación internacional y la captación de «jóvenes
líderes», se extiende una pléyade de institutos y think tanks obsesionados
con una supuesta «hegemonía zurda» a la que llaman a combatir.



Daniel Gatti

Brecha, 17-9-2021

https://brecha.com.uy/



Suelen decir las derechas –las extremas, las moderadas, las ahora llamadas
«libertarias», todas ellas– que las izquierdas tienen todavía una supremacía
cultural. Lo decían hace mucho tiempo y lo siguen diciendo ahora, más allá
de la evidencia –palpable por lo menos desde el momento en que una buena
parte de la otrora conocida como izquierda se convenció y decretó que no hay
alternativa al capitalismo– de que eso (ya) no es así. Pero las derechas
hacen como que sí lo fuera y no se cansan de machacarlo. El panorama es más
o menos el mismo en todos lados. También por aquí: en radios, televisiones y
redes sociales vernáculas, chefs, periodistas, escritoras, curas, pastores y
políticos convocan a dar la «batalla cultural» contra esa izquierda que,
supuestamente, dominaría aún las mentes, los espíritus, las agendas. No era
un lenguaje que utilizaran antes tan a menudo, el de la batalla cultural.
Hoy sí. También ellos leen a Antonio Gramsci. Acaso. Algunos, a Gilles
Deleuze.



* * *



Los enemigos a combatir varían, según la mayor o menor sofisticación de los
generales que conducen la batalla. Hay quienes se concentran en el
feminismo, al que identifican como un movimiento global que jaquea las bases
mismas de un sistema ancestral de valores y organización social, y combaten
contra el dragón de la «ideología de género». Un ejemplo: el ultracatólico
español Ignacio Arsuaga se definió hace unos años como «un soldado que ha
decidido tomar parte en la guerra cultural que se libra en el día a día en
todo el mundo y en la que hay dos bandos, los progrelaicistas y los que
defendemos el derecho a la vida». Arsuaga pelea su guerra fundamentalmente
desde las dos fundaciones que preside: Hazte Oír y CitizenGo. Otros apuntan
al «marxismo cultural», en el que engloban al pensamiento zurdo, marxista o
no. Otros mezclan las cartas.



* * *



Uno de los instrumentos de esa batalla cultural es la constelación de
fundaciones, centros de estudio integrados en diversas redes, muchas veces
en contacto con partidos políticos, movimientos o gobiernos, muchas veces
financiados por multimillonarios. En Brecha se habló hace unos meses del
megaparaguas constituido a escala global por la Red Atlas (véase «La
internacional ultracapitalista», 18-VI-21). Desde hace un par de años está
en marcha un proyecto para construir un espacio de este tipo dentro de lo
que sus promotores llaman la «iberósfera», «una comunidad de naciones libres
y soberanas» pobladas por más de 700 millones de personas y que abarca
España, América Latina en su conjunto y también Estados Unidos. Uno de
quienes se han puesto la tarea al hombro es Santiago Abascal, líder del
ascendente partido de extrema derecha español Vox.



Abascal y varios de sus acólitos en Vox han venido recorriendo el mundo en
los últimos meses para sumar movimientos, personalidades, asociaciones,
partidos a lo que se ha llamado Foro de Madrid, un encuentro que tuvo lugar
a mediados del año pasado con el objetivo de «coordinar esfuerzos entre
diferentes actores de ámbitos ideológicos diversos que comparten su
determinación para hacer frente a la amenaza que supone el crecimiento del
comunismo a ambos lados del Atlántico, amparado por el Foro de São Paulo y
el Grupo de Puebla».



La cosa venía de antes. En 2019, Iván Espinosa de los Monteros, portavoz
parlamentario de Vox y secretario de Relaciones Internacionales del partido,
participó en la reunión anual de la Conservative Political Action Conference
(CPAC), una convención derechista que hace apenas unos días se reunió en
Brasilia bajo la égida del diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente
brasileño, Jair Bolsonaro. En la CPAC de 2019, recuerda el periodista
Pascual Serrano (Sputnik, 10-IX-21), «Espinosa de los Monteros escucha a
Donald Trump, al vicepresidente Mike Pence, a la Asociación Nacional del
Rifle y demás representantes de la derecha estadounidense» y a su regreso a
España comenta: «Estuvimos ahí cinco días y volvimos diciendo: “Bueno,
nosotros somos unos tibios socialdemócratas en comparación”. Cuando oyes lo
que es la derecha americana estamos muy por detrás de ellos».



Esa derecha, dice Serrano, esos halcones le hicieron a Vox el encargo de
«crear un frente ultraderechista para conspirar y derrocar a todo gobierno
de izquierda que aparezca en América Latina». En 2020, Abascal, Espinosa de
los Monteros y otros dirigentes del partido ultraderechista español hicieron
varios viajes a Estados Unidos. En uno de ellos, en marzo, el líder de Vox
se reunió con el secretario general de la OEA, Luis Almagro, para
presentarle el Foro de Madrid y manifestarle la necesidad de crear
«estructuras comunes» que permitan «resistir el avance del comunismo en esta
región». «El destino de España nunca ha estado tan ligado al de países de la
iberósfera como Venezuela, Bolivia y Cuba, por lo que queremos que este foro
sirva como el primer paso para coordinar fuerzas entre partidos, entidades y
líderes que, aunque puedan tener diferencias en algunos aspectos, compartan
su férreo rechazo a la amenaza que supone el crecimiento del comunismo en
nuestros países», le dijo Abascal a Almagro. El uruguayo no habló con la
prensa después de la reunión, pero en su cuenta de Twitter publicó una foto
de ambos sonrientes y dándose la mano y este comentario: «Mantuve reunión
con @Santi_ABASCAL, Pdte de @vox_es, con quien dialogamos sobre democracia y
derechos humanos en el hemisferio».



En julio de 2020, Abascal aparece como presidente de Disenso, un think tank
de Vox en cuya estructura de dirección figuran dos hombres procedentes de la
Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, otro laboratorio de
ideas de la derecha, dirigido por el expresidente español y exlíder del
Partido Popular José María Aznar. Disenso está integrado también a la Red
Atlas y, según recuerda el diario digital La última hora (24-V-21), lleva el
mismo nombre que una de las organizaciones ultraderechistas del
posfranquismo que formaban parte de la plataforma Bases Autónomas,
autodisueltas en 1990, cuando la extrema derecha española emprendió un
lavado de cara inspirado en el que comenzaba a hacer en Francia el Frente
Nacional, entonces dirigido por Jean Marie Le Pen. «Defendemos el derecho a
disentir de la opinión dominante, de la corrección política que limita
libertades y derechos fundamentales, con el fin de abrir debates públicos
que permitan forjar un nuevo consenso en torno a la libertad, la igualdad,
la soberanía y la reivindicación de España como nación», dice la fundación
en su definición de principios.



Disenso tiene vocación «iberoesférica». A mediados de este año el think tank
convocó la primera edición del Programa Jóvenes Líderes de la Iberósfera,
que apunta a seleccionar a diez jóvenes de entre 25 y 35 años a los que
formará en la «defensa de la libertad, el Estado de derecho y la
democracia». Los candidatos deberán «compartir el derecho a disentir frente
a la corrección política global y promoverán los principios de la libertad,
la soberanía de las naciones, la vida, la familia, el Estado de derecho y el
imperio de la ley». La captación de «jóvenes líderes», la evocación de la
«libertad», la «meritocracia», la «incorrección política», la promoción del
«emprendedurismo» se repiten en los sitios web de estas fundaciones o
laboratorios de ideas.



* * *



El Foro de Madrid dio lugar a la Carta de Madrid, «una declaración
institucional que supone el primer paso del Foro», según dice la página web
de Vox. «La Iberósfera –se escribe en la Carta– tiene todas las condiciones
para ser una región de libertad, prosperidad e igualdad ante la ley. Sus
pueblos no están condenados por ningún tipo de determinismo histórico. Sin
embargo, una parte de la región está secuestrada por regímenes totalitarios
de inspiración comunista», que suponen «una seria amenaza para la
prosperidad y el desarrollo de nuestras naciones, así como para las
libertades y los derechos de nuestros compatriotas».



Hacia mayo pasado, de acuerdo a Vox y a medios de prensa afines
(libertaddigital.com, por ejemplo), la Carta había recibido más de 8 mil
adhesiones provenientes de una veintena larga de países. A comienzos de mes
Abascal estuvo en México para conseguir apoyos de políticos e intelectuales
de ese país. Logró que la mitad de la bancada de senadores del Partido
Acción Nacional adhiriera, así como varios legisladores del Partido
Revolucionario Institucional. En agosto el director de Disenso, Jorge Martín
Frías, y el diputado de Vox Hermann Tertsch viajaron a Colombia. Se
reunieron con varios políticos locales, entre ellos el expresidente Álvaro
Uribe y la actual viceministra de Defensa, Sandra Alzate. Unos meses antes,
en junio, otros dirigentes de Vox habían estado en Quito para asistir a la
asunción del gobierno del presidente Guillermo Lasso, vinculado a la Red
Atlas. El almirante Fernando Donoso Morán, ministro de Defensa de Lasso,
firmó la Carta.



Entre los suscriptores del manifiesto hay también diputados y senadores de
Propuesta Republicana, de Argentina, dirigentes del Partido Republicano de
Chile (heredero directo del pinochetismo), exintegrantes del gobierno
golpista de la expresidenta boliviana Jeanine Áñez, y también están Eduardo
Bolsonaro, los venezolanos María Corina Machado y Antonio Ledezma, el
expresidente de la Red Atlas Alejandro Chafuen, los excolaboradores de
George W. Bush Roger Noriega y Alfonso Aguilar, el exasesor de Donald Trump
Eduardo Verástegui, la escritora cubana Zoé Valdés, la presidenta de
Fratelli d’Italia, Giorgia Meloni, la exdiputada francesa Marion Maréchal,
sobrina de Jean Marie Le Pen. Hay, igualmente, dos uruguayos: el diputado
blanco Pablo Viana y Pedro Isern, director ejecutivo del Centro para el
Estudio de las Sociedades Abiertas, que se presenta en su sitio web como «un
think tank independiente» compuesto «por profesionales de diversas áreas que
comparten la defensa de la democracia liberal, el libre mercado y la defensa
de los derechos individuales».



Este mes, al margen de la CPAC en Brasilia, Eduardo Bolsonaro se ofreció a
hacer de nexo con la derecha argentina para que personajes como Javier Milei
firmen la Carta. Y el domingo pasado, cuenta Infobae, en ocasión de las PASO
en Argentina, ambos mantuvieron un encuentro virtual. «No solo nos encanta
dejar a los zurdos locos, sino que nos une la libertad. Me encantaría
visitarlo en Argentina», le dijo Bolsonaro a Milei. Milei le respondió:
«Estimado Eduardo, hagamos una reunión en CABA [Ciudad Autónoma de Buenos
Aires] que nos pare de frente al Grupo Puebla, sus socios y las tibias
palomas funcionales al avance de la izquierda». Cuando algunos medios le
preguntaron por su reunión con el brasileño, el economista «libertario»
argentino apuntó: «Se está conversando la posibilidad de hacer una suerte de
foro de los que en el mundo combatimos al comunismo, a las ideas de
izquierda. Se está barajando la posibilidad de hacer una reunión en Buenos
Aires, y me parece interesante». Y luego: «Está buenísimo hacer la batalla
cultural».



* * *



En noviembre pasado, luego de las elecciones en Estados Unidos, Santiago
Abascal se declaró «extasiado» por el resultado de Donald Trump y la manera
en que «consiguió ampliar su base electoral en casi diez millones de votos
respecto a 2016». Trump supo dar una «intensa batalla cultural» que se libró
en las calles, en el escenario político, en las redes sociales, también a
través de fundaciones que «difunden mensajes, forman, combaten la corrección
política, intentan sacar a la gente de la influencia del comunismo». El
multimillonario republicano, dijo otro dirigente de Vox e integrante de
Disenso, conquistó cabezas que antes estaban ganadas por «ideologías
aberrantes»: creció entre los trabajadores, entre las mujeres, entre los
hispanos, entre los negros, con una prédica «en favor de la familia, del
esfuerzo individual, contra el estatismo y el asistencialismo, los
corporativismos sindicales, la ideología de género, la lloradera de quienes
se victimizan». Ese es el camino, completó Abascal. «Dar la batalla cultural
funciona y da votos.» Luego apuntó a América Latina: «Ahí nos jugamos
mucho».

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