Argentina/ No solo es la economía. Nuevo gabinete, elecciones y gobernabilidad. [Esteban De Gori]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Sep 21 00:03:13 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

21 de septiembre 2021

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Argentina



Nuevo gabinete, elecciones y gobernabilidad



No solo es la economía



El Frente de Todos ajustó cuentas y se redefinió: la renovación del gabinete
nacional integra territorio y la sospecha necesaria sobre el desembarco de
miradas y memorias progresistas y antiprogresistas, con un equipo de
ministros que en situaciones óptimas no compartirían ni un café. La calma
del establishment económico, los resentimientos por la política social, los
nuevos desconciertos, la salud de los liderazgos y el miedo a volver al
llano. Porque nadie quiere salirse del Estado, y CFK entró en campaña para
evitarlo.

Esteban De Gori *

Revista Anfibia, septiembre 2021

https://www.revistaanfibia.com/



“Yo no quería solo participar en las fiestas, quería tener el poder de
hacerlas fracasar.”

La Grande Bellezza (Paolo Sorrentino)



El problema de toda derrota política es lo que se hace con ella y con lo que
ésta dispara. Los pronósticos y los fantasmas. En el mismo momento en que
anunciaba la derrota electoral en el escenario, CFK mostraba una incomodidad
absoluta. Cabeza gacha. Forzada hacia abajo para ser observada. Saludos
rápidos y fríos a Victoria Tolosa Paz, quien encabezaba la lista. No era su
candidata. Ese no representaba su rumbo gubernamental y estaría por
demostrarlo. Quien avisa no traiciona. La derrota es el peor alimento para
el peronismo: tiene sabor a la vuelta al llano. Nadie quiere volver a
empezar desde afuera. Giulio Andreotti, el viejo líder de la Democracia
Cristiana italiana, comentaba que “el poder desgasta, sobre todo cuando no
se tiene”. El proyecto de CFK exige la continuidad de su peronismo en el
poder más allá del 2023. Necesita afianzar la sucesión y consolidar
posiciones. Nadie quiere salirse del Estado y ese era uno de los pocos
consensos que todo el Frente mantenía.



Una lectura sobre la sociedad, a posteriori de las elecciones, parece ser
aquello que forzó a CFK a ejercer una gran presión sobre el presidente. Las
memorias prácticas del vandorismo quedaron demasiado expuestas por la
vicepresidenta. Si bien no puede ser la cabeza del gobierno nacional posee
capacidad de veto y de presión sobre la acción presidencial. El kirchnerismo
funcionó como una corporación con base provincial que irradia señales hacia
la nación. La provincia de Buenos Aires es el territorio que le “tiraron”
encima al presidente y el gabinete se llenó de dirigentes con mucho terreno.
Hegel había dado con una clave simple pero inquietante: el Estado se
sostiene sobre la tierra. La política también, sobre todo, si querés poner
orden y oído. Captar ese pulso entre la tierra y el Estado.



Una carta, un whatsapp y algunos mediadores impulsaron el cambio
ministerial. CFK hirió el liderazgo de Alberto Fernandez y el propio, ante
la gran exposición que supuso su estrategia. Todo en nombre de la sinceridad
(cito nuevamente a Andreotti: “lo leemos en los Evangelios: cuando a
Jesucristo le preguntan qué es la verdad, él nunca contesta).



Estamos ante dos liderazgos heridos. El presidente en su propia autoridad y
ella en su esfuerzo (público) por ejercer el poder. Cuando la demostración
de poder exige tanta visibilidad marca algo de su límite e imposibilidad.
Las reuniones entre la vicepresidenta y ciertos ministros, está claro, no
alcanzaron. La palabra no tuvo efecto performativo. Y cuando ella no
convence “entra” el acto. Muestra lo que tiene solo para reafirmar lo que es
como fuerza política. Entró la fuerza y el kirchnerismo se vio como una
facción de largo alcance. Un festival de renuncias coparon la escena para
acelerar los tiempos presidenciales. Restar o amenazar con retirar
colaboración es un gran acto de poder. Demasiada visualidad del mismo
fatiga. Cansa. Exaspera. Alberto y Cristina quedaron heridos ante la
sociedad y ante los suyos. A veces la “exigencia de la sangre por parte del
pueblo” ante la derrota, como pedía Juan Grabois, podría no tener los
efectos deseados. Esto no es Roma ni su Coliseo. Por ahora, más que insuflar
ánimos para la militancia territorial esta semana se abrieron nuevos
desconciertos. Cuando los liderazgos se desestabilizan la desprotección
social aumenta y el malestar crece.



Esta disputa contaba con un menú consensuado. La necesidad de reencauzar la
relación con el FMI y el matiz, posiblemente, es su velocidad y la forma en
que debería instrumentarse para liberar fondos destinados a costear la
crisis social. Del FMI nadie saca los pies del plato. Esto permitió que al
otro día de la derrota no se abriera una crisis económica. Pese a las
críticas, Martin Guzman fue confirmado con el aviso de que tocarán el
presupuesto y su política fiscal. Guzmán, como Sergio Massa y Maximo
Kirchner y algún otro ministro, establecieron líneas con un establishment
económico que ven en la negociación de la deuda la continuidad de un “rumbo
racional”.



El peronismo no se había olvidado de “acomodar” la relación con los
empresarios sino tenía otro problema: la sociedad. El escáner de las
transformaciones que introdujo el manejo económico y el vínculo estatal en
la pandemia falló. No solo es la economía. Esa hipótesis que se repite como
un mantra es insuficiente. El kirchnerismo posee una mirada muy clintoniana.
Cree que la economía produce adhesión electoral como si el otro o la otra
codificaria eso de manera inmediata. Sin tamiz. Dame y te voto. Como si del
otro lado no existiesen pasiones, miradas del mundo, resentimientos y
sensaciones de presencia u orfandad. No es la economía. Es la sociología,
estúpides. Juan Grabois y Emilio Pérsico plantearon la necesidad de
transformar la asistencia social en puestos de trabajo. Eso dice mucho.



Las maneras en que se instrumentó la política social provocó resentimientos
sociales a ambos lados del mostrador. Quien lo recibía se encontraba
atrapado y atrapada en consumos o accesos que no creían justos, y quienes no
lo recibían y contaban con trabajo veían cómo eso no era un estímulo para la
diferenciación. La asistencia no se transformó en una mirada legítima de
reparar la desigualdad sino en una política que enfrentaba a los sectores
más golpeados. No se establecía una diferencia entre aquellos y aquellas que
trabajaban en el mercado formal o informal. El rechazo a lo público comenzó
desde abajo y no solo radicó en la política social (entre otros espacios, la
educación).



“Mientras ellos cobran un plan yo me mato laburando.” Los resentimientos y
las heridas que esto supone empezaron por abajo, y la dirigencia oficialista
(con intervención de CFK) las condujo hacia “arriba” para ajustar las
cuentas al interior del Frente del Todo. Ese “territorio” subió, como la
nueva composición ministerial (tanto en la nación como en la provincia). La
encuesta que manejaba el gobierno no consideró el pulso social. Los signos
demostrativos de la época. Nadie cree en la solidez de un número si no va
acompañado de otros registros. En una noche las crónicas invisibles de la
pandemia se les vinieron encima todas juntas. El peronismo le restó palabra
y herida a los sucesos populares y ellos aparecieron. Transformaron, casi
por rutina, a un gran sector en una “mayoría silenciosa” de la cual ahora
deben volver a auscultarla. El nuevo gabinete pretende eso.



La llegada parece una vuelta fálica del poder peronista. “Nosotros también
podemos.” El presidente aterrizó en La Rioja. Fue al norte a buscar aliento.
Los nuevos ministros integran esa sospecha necesaria que da cuenta del
desembarco de miradas y memorias progresistas y antiprogresistas. Esa
hibridez sospechada busca posicionar una realpolitik que integra ministros
que en situaciones óptimas no compartirían entre ellos un café. El Frente se
redefinió.



El nombramiento de Manzur como Jefe de Gabinete solicitado por CFK, quien
desató críticas y apoyos y que fue “sometido” a la gran legitimación de
“somos un Frente” ofrece varias garantías locales e internacionales (sobre
todo, en momento de negociación con el FMI). Varias voces del feminismo
recordaron su rol durante la dicusión sobre la legalización del aborto,
sobre la puesta en marcha de la ESI y, en particular, sobre el rechazo a
interrumpir el embarazo de una niña de once años  pese a que la misma habia
solicitado su interrupción. Fue denunciado por su ahora compañera de
gabinete Elizabeth Gómez Alcorta. Recibió apoyo de la abogada feminista
Soledad Deza, quien destacó las interrupciones voluntarias del embarazo que
se estaban realizando en Tucumán. Manzur sobre todo, más allá de su
adscripción religiosa, es un pragmático. Atento siempre a los poderes reales
y a los de la opinión.



Sergio Berni es difícil que se le anime al nuevo Ministro de Seguridad,
Aníbal Fernández y es posible que Julián Dominguez, al frente de
Agricultura, reencauce la relación con el campo. Jaime Perczyk, desde
Educación, tendrá que ayudar a ordenar el mundo escolar que tanto ha dañado
la relación con lo público y con los distintos gobiernos. Orden, oído y
garantías pragmáticas parece ser la novedad del momento. Los últimos
mohicanos del poder peronista hacen su aparición.



La intervención de CFK expuso a La Cámpora (el sacrificio que exige todo
poder), integró “territorio” en el gobierno nacional y en el provincial. Se
sumergió en la discusión del presupuesto, de la política fiscal y
posiblemente en el diseño de los próximos anuncios. Será parte de la
campaña, sin dudas.



Demasiado movimiento si es que en noviembre no se achican las diferencias
electorales y las turbulencias internas se multiplican. De las heridas de
abajo y de las heridas autoinflingidas de arriba puede organizarse un
gobierno que recupere terreno o bien que se ahogue en sus propias
restricciones y en sus propias miradas. Al llano todos y todas le temen, y
eso es un buen reaseguro para la acción política argentina.



* Esteban De Gori es Doctor en Ciencias Sociales e Investigador Adjunto del
CONICET y de la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales
(UNSAM).

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