Corea del Sur/ Batallas feministas.[Hawon Jung]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Sep 22 15:27:06 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

22 de septiembre 2021

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Corea del Sur



Batallas feministas



Un poderoso movimiento feminista conmueve a Corea del Sur, donde las
estructuras patriarcales conviven con la modernización. Discutiendo desde
las condiciones socioeconómicas hasta los ideales de belleza, las mujeres
surcoreanas están promoviendo una transformación. La resistencia de los
tradicionalistas no tardó en llegar.



Hawon Jung *

Nueva Sociedad, septiembre 2021

https://nuso.org/

Traducción de María Alejandra Cucchi

Cuando la arquera surcoreana An San ganó en solo dos días dos medallas
doradas en las Olimpíadas de Tokio, la respuesta que recibió la joven de 20
años en su patria fue dispar. Algunos hombres se mostraron molestos y
dijeron que se le deberían retirar las medallas. ¿Por qué? Porque su cabello
corto era una señal de que era una feminista que «odia a los hombres».



Por más extraño y surrealista que pueda sonar, el ataque contra An es un
triste recordatorio del hondo arraigo de los estereotipos de género en Corea
del Sur, un país con una economía de avanzada, aunque todavía profundamente
sexista, y de la enorme presión que se ejerce sobre las mujeres y las niñas
para que se vean y actúen de manera «femenina». Es también un episodio más
en una guerra cultural que escala entre el número creciente de personas
abiertamente feministas y sectores antifeministas que buscan silenciar sus
voces.



En lo más bajo de los rankings



Corea del Sur es la décima economía más grande del mundo, un gigante
tecnológico que es sede de Samsung, el mayor fabricante mundial de teléfonos
inteligentes, y una usina cultural cuyas estrellas del K-pop, como BTS,
tienen seguidores en todo el mundo. Sin embargo, pese a todos los avances
tecnológicos y económicos, el arraigo del patriarcado y la discriminación de
género se han mantenido casi sin cambios.



De acuerdo con el Foro Económico Mundial, Corea del Sur ocupa el puesto 102
en términos de paridad de género. La brecha salarial de género es la más
amplia entre las economías avanzadas de los países integrantes de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Se ubica
sistemáticamente como el peor país para las mujeres que trabajan en el
índice del techo de cristal de la revista The Economist. Las mujeres ocupan
19% de las bancas parlamentarias, casi la misma proporción que en Corea del
Norte.



Las mujeres están sometidas a una enorme presión para verse perfectas en
todo momento y a toda costa, como lo demuestra la reputación del país como
capital mundial de la cirugía plástica. En las concurridas calles de Seúl no
es difícil encontrar publicidades de cirugías plásticas que claman: «¡Ser
bonita lo es todo!», mientras esqueléticas estrellas en ascenso del K-pop
son presentadas como modelos a seguir para las adolescentes y las jóvenes.
Las dietas extremas que siguen las estrellas tienen amplia difusión en las
redes sociales y son seguidas con avidez por muchas personas.



Los ideales de belleza tradicionales para las mujeres incluyen en Corea del
Sur una piel pálida pero luminosa, rostro aniñado, cabello largo y
brillante, ojos grandes, una nariz fina y un cuerpo extremadamente delgado
(casi 17% de las surcoreanas veinteañeras están por debajo de su peso, en
comparación con menos de 5% de sus pares masculinos, de acuerdo con un
estudio de 2019). La presión comienza temprano: más de 40% de las
estudiantes de nivel primario usan maquillaje en la escuela, y el número
trepa a más de 70% entre las de secundaria.



Liberarse del corsé



Pero las mujeres comenzaron a contraatacar. En los últimos años, un poderoso
movimiento feminista conquistó el país, lo que les permitió a muchas mujeres
expresarse como nunca antes en contra de la discriminación sexual, el abuso
y la cosificación. Desde 2018, las mujeres se han organizado para hacer caer
a muchos predadores sexuales, entre ellos un popular candidato a la
Presidencia, en uno de los casos más exitosos del #MeToo en Asia. Decenas de
miles tomaron las calles durante meses en 2018 para exigir medidas más
severas contra lo que se conoce como «pornografía con cámaras espía»: la
filmación de las mujeres con cámaras ocultas en sitios diversos, desde baños
públicos hasta lugares de trabajo, y la difusión de las imágenes en
internet. Llevaron adelante una campaña exitosa para acabar con la
prohibición del aborto. El movimiento «Escapemos del corsé» fue parte de ese
despertar, nacido para desafiar la presión de seguir rígidos ideales de
belleza. Las mujeres y las niñas que se unieron a esa campaña se cortaron el
cabello, destruyeron su maquillaje, se rehusaron a vestir ropa ajustada,
incómoda o que deja mucha piel al descubierto, y en cambio optan por algo
más cómodo o práctico. Desde entonces, el cabello corto se ha convertido en
una especie de declaración política entre muchas jóvenes feministas. 



No obstante, la ola de concientización también despertó una fuerte oposición
entre los hombres que pensaban –como muchos en el mundo– que las mujeres
habían llegado demasiado lejos; muchos incluso acusaron a las feministas de
«odiar a los hombres» y exigieron castigarlas.



La reacción llegó a un punto culminante en mayo, cuando integrantes de
muchos foros online populares entre los varones comenzaron a escribir
«misandria» sobre publicidades con la imagen de los dedos pulgar e índice
juntos, un gesto que universalmente indica que algo es pequeño.



Cruzada online



En una campaña que muchos comparan con una caza de brujas macartista,
proclamaron que esa imagen debía haber sido creada por feministas con la
intención de ridiculizar el tamaño de sus genitales. A pesar de que
cualquier complot era una ridiculez, muchas de las empresas e instituciones
gubernamentales acusadas –entre ellas, la institución policial nacional y el
Ministerio de Defensa – se doblegaron rápidamente, se disculparon por herir
los sentimientos de los hombres y retiraron las imágenes de sus carteles.
Estas mafias virtuales disfrutaron incluso de algún grado de apoyo político;
Lee Jun-Seok, un joven integrante del Partido del Poder del Pueblo, una
agrupación de derecha, ganó protagonismo difundiendo la teoría conspirativa
del gesto misándrico del dedo y finalmente se convirtió en líder del partido
en julio.



Sintiéndose apoyadas por un político poderoso y envalentonados por las
disculpas rastreras de las empresas y el gobierno, las mafias virtuales
avanzaron hasta su próximo objetivo: la estrella olímpica cuya apariencia no
encajaba con su ideal de femineidad tradicional.



«¿Por qué te cortaste el cabello?», le preguntaron a An en sus redes
sociales, a lo ella que respondió: «Porque es práctico». La respuesta no fue
suficiente. Comenzó una campaña para obligar a An a pedir disculpas por ser
feminista, mientras algunos incluso le reclamaban a la Asociación de
Arquería que le quitara las medallas doradas a «la que odia a los hombres».



Pero las mujeres siguieron la pelea. Legisladoras, activistas, artistas y
miles de mujeres comunes se encolumnaron detrás de An, muchas compartiendo
fotos de su cabello corto en las redes sociales como muestra de apoyo. Y
mientras el ciberacoso a An proseguía, muchas mujeres en todo el país la
vieron obtener una tercera medalla y convertirse así en la primera arquera
en la historia de las Olimpíadas en ganar tres medallas doradas en un mismo
juego.



* Hawon Jung, es periodista y ex-corresponsal en Seúl de la agencia de
noticias AFP. Es autora de Flowers of Fire, un libro sobre la campaña #MeToo
en Corea del Sur.

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