Rusia/ Putin sigue teniendo la sartén por el mango. [Peer Teschendorf]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Sep 29 14:37:35 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

29 de septiembre 2021

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Rusia

 

Putin sigue teniendo la sartén por el mango

 

El descontento entre la población rusa va en aumento. En las últimas
elecciones parlamentarias, el Partido Comunista creció en votos y obtuvo el
segundo lugar, seguido por los liberales de Alexei Navalny. Pero aun con una
leve caída, el poder de Putin sigue firme.

 

Peer Teschendorf *

Nueva Sociedad, septiembre 2021 

https://nuso.org/ 

Traducción de Carlos Díaz Rocca

 

Sin embargo, ha habido cambios de matices. Los comunistas son claramente más
fuertes. Los candidatos del Partido Comunista estaban representados de
manera desproporcionada en la campaña en virtud del «voto inteligente»
(votar por el opositor mejor posicionado sea del partido que fuere)
impulsado por el disidente Alexei Navalny, actualmente encarcelado, gracias
al cual pudieron reunir votos de protesta adicionales. Pero quizás haya sido
más gravitante el hecho de que estaban en mejores condiciones que todos los
demás para estar a la altura del descontento causado por la creciente
desigualdad social, la alta inflación y la lenta evolución de los salarios.
Además, este partido patriótico conservador y más bien tradicional había
logrado recientemente reclutar a varios jóvenes talentos políticos con
posiciones claramente más de izquierda, que crearon una cierta sensación de
renovación del Partido Comunista. También hay un nuevo partido en la cámara
baja de Rusia. El recién llegado al Parlamento Gente Nueva es uno de los
partidos más nuevos que obtuvieron reconocimiento legal de manera muy veloz.
Se cree, por lo tanto, que estos partidos fueron puestos en carrera por el
propio Kremlin para absorber votos de protesta.

 

Sin embargo, no hay cambios importantes. Las elecciones para la Duma tampoco
son elecciones que realmente puedan cambiar algo en las relaciones de poder
en el país. El Parlamento es relativamente débil en la estructura
institucional rusa. Incluso con una potencial mayoría de la oposición, el
poder de acción del presidente no se vería sustancialmente comprometido. Sin
embargo, desde el punto de vista del Kremlin, las elecciones parlamentarias
cumplen una función gravitante: son un símbolo del nivel de apoyo popular al
poder presidencial y, por lo tanto, le dan legitimidad a Putin.

 

Precisamente esta legitimidad es la que pretendía erosionar la campaña por
el «voto inteligente» de Navalny. El referente opositor designó para cada
distrito al candidato con más posibilidades de vencer al candidato del
partido de Putin, Rusia Unida. De esta forma, la campaña eludió el problema
de la siempre dividida oposición y creó una oportunidad para lograr un voto
de protesta efectivo. Sin embargo, también encontraron apoyo los
representantes de la oposición sistémica, es decir, de partidos que se
presentan como opositores pero que, en momentos decisivos, acompañan con su
voto al partido en el poder. Lo único decisivo en la campaña era entonces si
un candidato debilitaría a Rusia Unida. Muchos de los que se ven a sí mismos
como una oposición real y quieren ejercer el poder político critican esto.
Como resultado de esta agudización, se pierde de vista que también hay
candidatos de la oposición con una agenda propia, que quieren implementar
prioritariamente proyectos concretos para sus respectivas regiones y están
menos interesados en los grandes alineamientos políticos. También se pasa
por alto el hecho de que hay miembros de la Duma que intervienen ante los
problemas, promueven leyes y aclaran problemas mediante pedidos de informes.
Si la elección se reduce a la pregunta «¿Está usted con el poder o contra el
poder?», estos pequeños éxitos del trabajo político podrían dejar de
existir.

 

Pero ¿tiene realmente motivos el Estado para sentir temor ante esta
cuestión? Prácticamente no. Porque a pesar de la creciente insatisfacción
con el oficialismo, una gran parte de la población sigue votando por Rusia
Unida. Esto se debe, por un lado, a que una gran cantidad de personas son
empleadas directamente por el Estado o por empresas ligadas al Estado, así
como a que muchos dependen de prestaciones estatales tales como pensiones o
subsidios. Por otro lado, estas son personas que quieren cualquier cosa
excepto una repetición de los difíciles años 90. Prefieren votar por una
estabilidad un poco deprimente antes que por un futuro incierto. Pero
también hay votantes satisfechos con el statu quo. Lo que cuenta para ellos
es que la economía se mantenga estable, que Rusia vuelva a ser una potencia
mundial respetada y que Crimea se haya convertido en parte de Rusia. Aunque
estas personas no tengan acaso un buen concepto del partido Rusia Unida,
votan por él porque están a favor de un Estado fuerte y de la política del
presidente.

 

A pesar de esta relativa seguridad, el Kremlin parecía muy preocupado por el
resultado. En comparación con elecciones anteriores, mostró una actividad
desproporcionada para lograr los resultados deseados. Una de las razones de
su preocupación por las elecciones tiene que ver con la política exterior,
que domina todos los campos políticos en Rusia. El modelo de política
exterior rusa ve al país rodeado de enemigos que aprovechan cada punto débil
para desestabilizarlo. Esta preocupación es expresada una y otra vez por los
políticos. Es por eso que muchos defensores de esta versión ven las
elecciones como una amenaza para la estabilidad. Teniendo en cuenta las
denominadas «revoluciones de colores» durante las últimas décadas y los
acontecimientos actuales en Bielorrusia, de lo que se trata, según esta
lógica, es de no permitir ambigüedades o protestas que permitan la
intromisión de potencias extranjeras. Por tanto, las elecciones deben ser
claras.

 

Desde esta perspectiva se puede explicar la lucha sin cuartel contra la
campaña del «voto inteligente» de Navalny. Existe un gran desinterés por la
política entre la gran mayoría de la población. Activar a un grupo pequeño
pero diligente contra las políticas del Kremlin es considerado, por lo
tanto, un peligro para la estabilidad del país.

 

Lo arriesgado de este conflicto es que las elecciones se precipitan cada vez
más a la pregunta «¿Estás con el Estado o contra el Estado?». El ya casi
inexistente discurso político sobre contenidos alternativos se vuelve, así,
completamente imposible. Mediante la creciente dinámica amigo-enemigo en las
elecciones también aumenta la inestabilidad que tanto teme el Kremlin. El
mejor antídoto sería un animado debate con la participación de la
extremadamente diversa oposición. 

 

* Peer Teschendorf, dirige las oficinas de la Fundación Friedrich Ebert en
la Federación de Rusia desde 2018. De 2012 a 2016 fue director de las
oficinas de FES en Kazajstán y Uzbekistán.

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