Rusia/ El cinismo ideologizado de Putin. [Ilya Budraitskis - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Abr 8 22:43:31 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

8 de abril 2022

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Rusia



Con el historiador Ilya Budraitskis



Cinismo ideologizado



En diálogo con Brecha Budraitskis habla sobre las bases ideológicas de la
invasión a Ucrania y sus orígenes en la historia reciente de Rusia, así como
sus puntos de contacto con procesos políticos globales.



Francisco Claramunt

Brecha, 8-4-2022

https://brecha.com.uy/



Budraitskis es profesor de Teoría Política en la Escuela de Ciencias
Sociales y Económicas de Moscú, y, además, da clases en el Instituto de Arte
Contemporáneo de Moscú. Es autor de varios trabajos sobre la historia rusa y
la tradición de izquierda crítica y disidente en ese país, tanto durante los
años soviéticos como en la etapa actual, entre ellos el recién publicado
Dissidents between Dissidents: Ideology, Politics and the Left in
Post-Soviet Russia (Verso Books, 2022). Escribe regularmente sobre política,
arte, cine y filosofía para la revista E-Flux, Open Democracy, Left East,
Colta.ru y otros medios rusos e internacionales.



—Nos hemos acostumbrado ya a escuchar referencias a una suerte de «nostalgia
soviética» de Vladímir Putin como intento fácil de explicar la invasión a
Ucrania, especialmente desde voces de una derecha anticomunista en alza. Al
mismo tiempo, hay quienes prefieren señalar el imperialismo zarista como el
verdadero antecedente histórico de esta agresión militar. ¿Cuál es su visión
de estos comentarios?



Las bases ideológicas de la invasión rusa a Ucrania las tienes claramente
expresadas por el propio Putin en su discurso previo al ataque. Allí él dice
que las actuales fronteras de Ucrania fueron creadas por los bolcheviques,
quienes, según él, cometieron un enorme error histórico que él, de alguna
manera, quiere remediar. La suya es una concepción, un discurso, claramente
anticomunista, antibolchevique, y es esa ideología la que está en las bases
conceptuales de la invasión. No hay mucha discusión al respecto, es algo que
el propio Putin afirma. La retórica oficial rusa en esta guerra es
claramente una retórica nacionalista, chauvinista, sin reminiscencia
soviética alguna. Definitivamente sí hay una referencia oficial a la
retórica del imperio ruso, a sus argumentaciones, especialmente en el
planteo de que los ucranianos no son una nación, sino simplemente rusos que
renegarían de su verdadera esencia. Este era un discurso usual del
conservadurismo y del imperialismo rusos del siglo XIX.



—Por otra parte, se ha insistido históricamente, tanto desde comentaristas
extranjeros como desde figuras de la oposición rusa, que Putin no es
realmente un nacionalista más allá de su retórica de los últimos diez años,
sino simplemente un líder pragmático, un oportunista surgido bajo el ala de
Boris Yeltsin y sus asesores ultraliberales de los años noventa. Alguien más
interesado en el poder y la conservación del statu quo que en sueños de
gloria zarista.



Por una parte, sí, definitivamente se puede hablar de un giro conservador en
la política de Putin a partir de 2012, después de la ola de protestas que se
vivió en toda Rusia contra su reelección. A partir de allí, él pasó a una
defensa fuerte de los así llamados «valores tradicionales», de la «gran
nación rusa» y otros tópicos del estilo. Pero, por otro lado, no veo una
contradicción entre la lógica liberal de mercado y esta lógica del
imperialismo y la agresión. Se puede decir que la principal actitud de Putin
y de la actual elite rusa es y ha sido desde el comienzo la del cinismo. Los
liberales siempre caen en el error de contraponer cinismo versus fanatismo,
esta idea de que el cinismo es opuesto a la defensa de grandes ideas, como
las del nacionalismo, por ejemplo. Para ellos, o sos un cínico o estás
comprometido con grandes ideas. Pero con Putin podés ver cómo el cinismo
finalmente se transforma en una ideología agresiva, en un enfoque de
antihumanismo radical. El neoliberalismo, la lógica neoliberal basada en la
total dominación del interés privado, en la negación de cualquier tipo de
universalismo, lleva por sí mismo a una política de antihumanismo
militarista o autoritario. Lo que ves ahora en el putinismo es la
transformación final de esta lógica cínica del neoliberalismo de mercado en
un autoritarismo violento. No veo aquí una ruptura: veo una continuidad
lógica. Tienes ejemplos de lo mismo en Latinoamérica: ahí están Bolsonaro y
sus asesores, neoliberales promercado y al mismo tiempo imbuidos de esta
retórica política ultraconservadora. Ni que hablar de lo sucedido en Chile.
En este sentido, Putin no es, en absoluto, una anomalía en el contexto del
capitalismo global contemporáneo, como no lo ha sido Trump.



—¿Cuáles son, en su opinión, las bases que han permitido, sin embargo, que
Putin se mantenga como líder indiscutido de Rusia por más de 20 años?



Basta mirar los orígenes del neoliberalismo y la célebre frase de Margaret
Thatcher: «No existe tal cosa como la “sociedad”, tan solo existen
individuos». El putinismo, a su manera, vino a continuar la destrucción
sistemática de la emergencia de lo social en Rusia: instituciones bajo
control democrático, sindicalismo, partidos de oposición, redes de
solidaridad, movimientos sociales autónomos. Esta atomización de lo social
realizada por el neoliberalismo lleva, en el largo y no tan largo plazo, al
fascismo, a las formas fascistas de gobierno y gestión de la vida pública.
Muchos de quienes en la izquierda comentaron con precisión la emergencia del
fascismo y el totalitarismo en el siglo XX señalaron la atomización y la
destrucción del espacio social como una condición necesaria y al mismo
tiempo un objetivo del fascismo. Romper lo social, fragmentarlo y atomizarlo
en individuos fácilmente dominables y enmarcables en una jerarquía liderada
desde arriba, integrados «armónicamente» en la maquinaria de la producción
capitalista. Este fue el objetivo, básicamente, del fascismo histórico. Algo
no muy alejado de eso es lo que tenemos ahora en estas nuevas formas de
gestión de la vida que son el resultado lógico de la transformación
neoliberal vivida a nivel global en las últimas décadas. Para entender el
putinismo, es importante recordar lo que sucedía en Rusia en los años
noventa, con reformas promercado de una radicalidad extrema y una
consecuente y dramática pauperización de la vida de la población rusa; es
importante recordar el terrible legado de las dos guerras chechenas –no
olvidemos que Putin consolidó inicialmente su poder gracias a la segunda
guerra chechena (1999-2009), haciendo uso de una retórica xenófoba y de mano
dura para cimentar su popularidad–. Lo que sucede ahora está vinculado a lo
que sucedía en aquel entonces; se trata de un tejido social completamente
roto en el que los individuos son presas fáciles del autoritarismo.



—Las encuestas siguen marcando, no obstante, un fuerte apoyo popular al
gobierno ruso…



En un país donde durante décadas se le ha hecho entender a la gente que no
hay ninguna alternativa real al poder, donde no hay ninguna posibilidad
dentro del sistema político de elegir a otra persona o a otro partido, las
cifras de popularidad, del nivel de apoyo de la población, deben ser vistas,
más bien, como indicadores del nivel de conformismo prevalente. El
conformismo –o, incluso, la resignación– con la idea de que los individuos
no pueden cambiar realmente nada ni en sus propias vidas ni en la vida de su
propio país. En un escenario de ausencia de cualquier institución en la que
exista disputa alguna de poder real entre alternativas creíbles, estos
índices de popularidad simplemente reflejan una sociedad rota. Sin disputa
política, sin la creencia real de que sea posible una alternativa, este
apoyo mayoritario a Putin podría, teóricamente, durar para siempre. Por
ejemplo, ahora hay soldados rusos muriendo en Ucrania que vivieron la
totalidad de sus vidas bajo gobiernos de Putin. Toda su vida ha transcurrido
bajo este régimen, que ha hecho todo por impedir cualquier cambio en el
poder.



—Más allá de las características del frente externo y de las largas
discusiones al respecto de las causas geopolíticas de la guerra, ¿cuáles son
los elementos que esta incursión militar viene a responder en el frente
interno?



Si miras las encuestas hoy, ves que la mayoría de la población en Rusia
apoya la guerra. Pero es importante tener claro que lo hace en una situación
en la que cualquier manifestación pública de desacuerdo con este conflicto
está completamente criminalizada. Si te opones públicamente a la guerra,
podés ser arrestado. En el frente interno, la guerra llegó como respuesta a
una crisis creciente del régimen político y del modelo social del putinismo.
La guerra ha sido clave para unificar el aparato de Estado y para dar la
excusa última para aplastar cualquier tipo de desafío al gobierno que
pudiera quedar. Al mismo tiempo, y sin embargo, creo que lanzar esta
invasión ha sido, en el fondo, un enorme error de cálculo de Putin, basado
en expectativas que han demostrado ser erróneas, especialmente en lo que
respecta a la situación real en Ucrania en términos del nivel de resistencia
que ha interpuesto la sociedad ucraniana. Putin se encuentra ahora en una
situación muy difícil, en la que necesita presentar cualquier resultado de
esta guerra como una victoria. Pero los hechos en el terreno están
demostrando que la posibilidad de una victoria rusa es cada vez más lejana,
al menos en el plano de la realidad y no de la propaganda.



—¿Cuáles son las posibilidades de una ruptura de la hegemonía del putinismo
en Rusia? ¿Qué papel puede jugar la izquierda en la democratización del
país?



Por supuesto, este régimen político está construido, en su esencia, para
excluir cualquier posibilidad de que emerjan figuras alternativas. Pero la
crisis que la falta de una victoria y el impacto económico de la guerra
podrían traer al putinismo puede llevar a diferentes rupturas, tanto en la
burocracia estatal como en el plano regional y de los gobiernos federales de
Rusia, e incluso abrir algunas puertas para que muchos opositores, hoy en la
cárcel o en el exilio, puedan jugar un rol más activo. Sea como sea, en
cualquier escenario de cambios en Rusia, la izquierda, una perspectiva de
izquierda, jugará sin dudas un rol preponderante. Uno de los principales
problemas de la Rusia actual es la enorme desigualdad social. Incluso Alexei
Navalny, un político marcadamente de derecha, incorporó este tema en sus
últimas campañas, haciendo referencia a las tremendas diferencias entre la
mayoría empobrecida y la pequeña elite de megarricos que existe en este
país. En este sentido, una agenda de izquierda, centrada en la justicia
social, puede jugar un rol crucial. Esto es algo que puede verse fácilmente
no solo en los números fríos de la economía y la sociedad rusa, sino en las
conversaciones con los ciudadanos comunes. El problema, en todo caso, es
cómo hará la izquierda para reconstruirse organizativamente después de esta
guerra. La ola de represión contra quienes se oponen a la guerra afecta de
una forma especialmente brutal a la izquierda y los movimientos sociales
progresistas y radicales, desde el feminismo hasta los miembros del Partido
Comunista que disienten con la línea oficial de su liderazgo y se oponen a
la guerra. En este momento existen profundas divisiones en la izquierda rusa
entre aquellos grupos y personalidades que se oponen decididamente a la
invasión y aquellos que intentan encontrar excusas para relativizarla,
tolerarla. Esta división, profundamente traumática, implicará una seria
reconstitución de la izquierda rusa actual.

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