Colombia/ "Hoy empieza nuestra segunda oportunidad. Nos la hemos ganado". [Pablo Castaño]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Ago 8 13:27:46 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

8 de agosto 2022

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Colombia



“Hoy empieza nuestra segunda oportunidad. Nos la hemos ganado”



La toma de posesión de Gustavo Petro y Francia Márquez como presidente y
vicepresidenta de Colombia convierte Bogotá en una gran fiesta de los
excluidos.



Pablo Castaño, desde Bogotá

CTXT, 8-8-2022

https://ctxt.es/es/



Gustavo Petro quería que su toma de posesión como presidente de Colombia
fuese una fiesta popular y lo consiguió. La tarde del domingo 7 de agosto,
horas antes del inicio del acto, ríos de personas marcharon por las calles
vacías de coches hacia la Plaza Bolívar de Bogotá, donde tuvo lugar la
ceremonia de investidura. La fiesta se extendió por todo el centro de la
ciudad, con 70 eventos culturales y musicales, en un ambiente que recordaba
más a un carnaval que a un acto institucional. También hubo celebraciones en
plazas de otras ciudades, como Medellín o Cartagena, pero a Bogotá llegó
gente de todo el país. Es el caso de dos jóvenes afrocolombianas del Chocó,
la región de la vicepresidenta Francia Márquez, que ven en su elección una
oportunidad para superar el racismo en el país.



Petro juró su cargo para los próximos cuatro años junto a una urna que
custodiaba la espada del libertador Simón Bolívar: “Es la espada del pueblo,
y por eso la queríamos aquí”. A ese pueblo, a las comunidades excluidas, se
dirigió el presidente en su discurso, que giró en torno a la economía, el
cambio climático, la paz y el futuro. “Hoy empieza nuestra segunda
oportunidad. Nos la hemos ganado”, sentenció. Antes había asumido su cargo
como vicepresidenta Francia Márquez con la fórmula: “Juro ante Dios y el
pueblo cumplir fielmente la Constitución y las leyes de Colombia. También
juro, antes mis ancestros y ancestras, hasta que la dignidad se haga
costumbre”.



El entusiasmo que desbordó el domingo las calles de Bogotá está más que
justificado: es la primera vez que un candidato de izquierdas llega a la
presidencia del país y la primera también que la vicepresidencia es ocupada
por una mujer afrocolombiana y de origen popular. Las excepciones históricas
se acumulan en un país donde para un líder social progresista es más
probable morir asesinado que llegar a una posición de alta responsabilidad
en el Estado. Solo este año han muerto más de 90, a manos de diversos grupos
armados. Paz es una de las palabras más repetidas este domingo, tanto en el
discurso del nuevo presidente como entre los asistentes a la celebración.
Luis David, miembro de la Guardia Campesina del Catatumbo (una especie de
policía comunitaria), espera que “Petro ayude a los campesinos en el proceso
de paz”. La esperanza de acabar con el conflicto también ha sido una de las
razones para votar al Pacto Histórico de Leslie, bogotana de 19 años.



La alegría de los seguidores de Petro y Francia, como son popularmente
conocidos en Colombia, es proporcional al desconcierto de la oposición.
Rodolfo Hernández, el populista de derechas que se enfrentó a Petro en la
segunda vuelta de las presidenciales, está prácticamente desaparecido de la
escena pública, y cuatro de los seis principales partidos del Congreso
nacional han mostrado su apoyo al nuevo gobierno (solo el uribista Centro
Democrático –derecha– se ha declarado oposición). El politólogo Esteban
Salazar, de la Fundación Paz y Reconciliación (PARES), avanza una
explicación: “Son partidos que siguen una lógica burocrática y
transaccional, no representan una agenda ideológica en absoluto”.



Petro ha concedido a formaciones como el Partido Liberal o la Alianza Verde
la presidencia de destacadas comisiones parlamentarias y ha nombrado algunos
ministros de perfil técnico que en principio son más próximos al centro
político que a la izquierda. Estos nombramientos, entre los que destaca el
del reputado jurista Iván Velásquez como ministro de Defensa, le han valido
a Petro el apoyo de personas que no votaron por él, como comenta en la fila
para acceder al acto de investidura Carlos, un chileno residente en Bogotá
que ha venido a la celebración “por mirar”. Este arreglo pragmático con el
centro político debería proporcionarle a Petro un año o dos de “luna de
miel” parlamentaria, explica el politólogo Esteban Salazar, al menos hasta
las elecciones locales de otoño del 2023. Una mayoría necesaria para
impulsar el ambicioso programa del Pacto Histórico, la coalición de
izquierdas que ha llevado a Petro y Francia al poder.



El primer gran proyecto será la reforma tributaria, que Petro pretende
presentar este mismo lunes, con el objetivo de paliar la falta crónica de
recursos del Estado colombiano después de décadas de gobiernos neoliberales
más amigos de poner alfombra roja a las multinacionales que de realizar las
inversiones públicas necesarias en el segundo país más desigual de América
Latina. Como recordó el nuevo presidente en su primer discurso, “el 10% de
la población colombiana concentra el 70% de la riqueza”. Petro quiere que
los ricos paguen más, en un país que hasta ahora tiene un nivel récord de
exenciones fiscales para las multinacionales. El nuevo gobierno necesitará
amplios recursos para hacer frente a la emergencia social que sufre el país
desde la pandemia –casi 13 millones de personas no pueden permitirse comer
tres veces al día– y a la vez impulsar cambios estructurales, especialmente
la transición ecológica y la reforma de los sistemas de salud y educación.



Reducir la dependencia de Colombia de los combustibles fósiles y el
extractivismo será una de las tareas más difíciles del gobierno, ya que el
petróleo es la principal exportación del país y la minería de carbón sigue
siendo un sector muy destacado, con un enorme impacto ambiental y social.
Como señalaba la politóloga Luciana Cadahia en Jacobin, la continuidad del
extractivismo fue uno de los “puntos ciegos” del ciclo progresista
latinoamericano de los años 2000; está por ver si será diferente en esta
nueva ola de izquierdas que se abre paso en el continente. Un reto que tiene
mucho que ver con la capacidad del gobierno de “poner coto” a la dependencia
respecto al capital extranjero, como advierte Gorka Martija. Por lo pronto,
el programa del Pacto Histórico prevé prohibir el fracking y la minería a
cielo abierto, y suspender las nuevas exploraciones de hidrocarburos.
Actuaciones ambientales concretas que quieren llenar de contenido el
ambicioso lema de la victoriosa izquierda colombiana: “Colombia, potencia
mundial de la vida”.



Mejorar el acceso a los sistemas de salud y educación fueron dos de las
grandes demandas de los movimientos sociales que sacudieron Colombia en 2019
y 2021, debilitando al gobierno conservador de Iván Duque y allanando el
camino para la victoria del Pacto Histórico. La deuda del nuevo gobierno con
estas movilizaciones es incontestable. La principal exigencia del Paro
Nacional del 2021, fuertemente reprimido por el gobierno de Duque, era
detener una reforma fiscal regresiva… y ahora la primera prioridad de Petro
es aprobar una reforma de signo opuesto. Los jóvenes fueron los
protagonistas de las protestas de 2019 y 2021, en las que la exigencia de
más inversión en la universidad pública ocupó un lugar central, y fueron
precisamente los jóvenes uno de los colectivos que decantaron la balanza
electoral del lado de la izquierda en las elecciones de este año. El mismo
Petro reconoció en su discurso el día de la victoria electoral que se la
debía a los jóvenes y a las mujeres, movilizadas en gran parte por la figura
de Francia Márquez. Francia también fue la principal responsable del
incremento de la participación electoral de sectores populares de regiones
empobrecidas, sobre todo en la costa pacífica y caribeña, donde Petro y
Francia obtuvieron entre el 60 y el 80% de los votos. Del Caribe procede
Ramona, de 55 años, que considera que la gente votó “por un cambio” y espera
que el nuevo gobierno ayude a las personas “con menos recursos” como ella.



El reto de consolidar la paz



“El proceso de paz ya no está entre las principales preocupaciones de la
gente”, explica Esteban Salazar, “porque no ha sido una prioridad del
gobierno de Duque, pero a Petro le interesa poner el tema en agenda, porque
una parte importante de su programa depende del éxito del acuerdo con las
FARC”, firmado en 2016 y en proceso de implementación. Por eso fue uno de
los principales puntos de su discurso de investidura, en el que también hubo
espacio para condenar la “guerra contra las drogas” por ser generadora de
violencia. Durante el gobierno conservador de Duque (2018-2022), la
Jurisdicción Especial de Paz fue haciendo su trabajo de juzgar los crímenes
cometidos durante el conflicto que ha castigado Colombia durante 60 años,
además de promover la reinserción de los guerrilleros desmovilizados, pero
Duque descuidó la implementación de elementos centrales del acuerdo firmado
en La Habana en 2016, como la ocupación efectiva por parte del Estado (con
servicios públicos, no solo presencia militar) de territorios antiguamente
controlados por las FARC o la protección de los guerrilleros desmovilizados,
que han sufrido más de 300 asesinatos desde que entregaron las armas, por
parte de paramilitares o disidentes de las FARC.



Petro tiene la difícil tarea de acelerar la aplicación del acuerdo e iniciar
conversaciones de paz con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional
(ELN) –al que el presidente del Senado pidió directamente que dejase las
armas en el acto de toma de posesión– e incluso con el Clan del Golfo, un
poderoso grupo criminal formado por residuos de los grupos paramilitares
desmovilizados en 2004 y 2006. En definitiva, la rueda de la violencia que
provocó alrededor de 800.000 muertes y más de 6 millones de desplazados en
las últimas décadas en Colombia aún no se ha detenido del todo. El dueto
Petro-Francia, que ha llenado de esperanza a millones de colombianos, tiene
por delante el difícil reto de cerrar el negro capítulo de la guerra en la
historia de Colombia y conseguir que la nueva era de paz también traiga
justicia para un país desgarrado por las desigualdades.



Una tarea titánica que se encontrará con muchas resistencias, y que
seguramente solo podrán llevar adelante con el apoyo activo de los millones
de personas que derrotaron al gobierno de Duque en el Paro Nacional de 2021.
Una de ellas es Valentina, una joven de 20 años que fue al acto de posesión
de Petro acompañada de una amiga, con una bandana de la bandera colombiana y
una vuvuzela en la mano. Tiene mucha esperanza de que el nuevo gobierno
traiga un cambio real, pero advierte: “Si el man no cumple, igual saldremos
a protestar contra él”. Ahora Petro tiene la enorme responsabilidad de
cumplir las expectativas de sus bases, que este domingo celebraron en las
calles de Colombia el inicio de una nueva época para el país.

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