Brasil/ Pablo Semán: "Los pastores pagaron muy caro el experimento Bolsonaro". [Nicolás Iglesias Schneider]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Ago 27 23:53:48 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

27 de agosto 2022

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Brasil



Pablo Semán: “Los pastores pagaron muy caro el experimento Bolsonaro”



El lugar de la religión en la vida cotidiana, el voto orientado por líderes
religiosos y el papel de los pastores en la construcción política de los
sectores populares son algunos de los asuntos que abordó el especialista
argentino.



Nicolás Iglesias Schneider

La Diaria, 27-8-2022

https://ladiaria.com.uy/



El antropólogo y sociólogo argentino Pablo Semán, especialista en temas de
religión y sectores populares, brindó una serie de charlas en Montevideo en
las que se tematizó la incidencia evangélica en la política y una pregunta
que está en el aire acerca del lugar del voto religioso en las próximas
elecciones del 2 de octubre en Brasil.



“Lo complejo de este momento histórico es que estamos en un momento de
crecimiento de los fundamentalismos identitarios”, dice Semán. “No solo los
religiosos dicen ‘yo no puedo convivir con el otro’, los laicizados no son
garantía de democracia y los religiosos no son certificado de
antidemocracia”. Semán es actualmente investigador del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en Argentina y hace más de
30 años que aborda la temática evangélica y las formas de creencia en los
sectores populares, incluyendo trabajos de campo en Argentina, Brasil y
Uruguay.



El antropólogo cuestiona la idea de la secularización como aquella que
dejaría a la religión anclada al espacio privado, ya que es una categoría
que no nos permite comprender la realidad latinoamericana. “La
racionalización técnica no es paralela a la racionalización del vínculo con
lo absoluto”, sentenció, y agregó que “la creencia de que íbamos hacia una
secularización completa no tomaba en cuenta el lugar de los milagros en la
estructura simbólica de los latinoamericanos. Esta realidad fue ignorada o
invisibilizada por los académicos y los aparatos estatales de control
social”.



La secularización como fenómeno inexorable no sucedió plenamente, y en
términos planetarios está en retroceso en muchas sociedades, plantea Semán.
Este retroceso de la secularización en algunos contextos “es contrario a la
globalización, da pie en muchos casos a los nacionalismos y rompe el
paradigma idealizado del multicultarismo”. El antropólogo entiende que “el
fundamentalismo y el corporativismo de las identidades son una reacción a
las contradicciones y los límites al desarrollo del capitalismo, que no es
ni tan global y ni tan democrático”.



Sobre Uruguay y nuestro carácter distintivo del resto de América Latina,
Semán matiza que la secularización no fue un proceso homogéneo en todas las
clases sociales y concuerda con la tesis mayoritaria de que fue “un proceso
de secularización y de laicidad fuerte comparado con otros países de América
Latina”. La frontera entre religión y política es menos porosa que en otros
casos.



El milagro en los sectores populares



Dos días Semán dedicó, en un formato de taller organizado por los colectivos
de Siembra, Fe en la Resistencia y Obsur, a discutir con académicos, actores
sociales, políticos y religiosos el lugar de la religión para las personas
de contextos populares. Desde la experiencia de personas que trabajan en las
cárceles, con personas en situación de calle, con la problemática de las
adicciones, militantes sociales y académicos, se llegó a coincidir en la
visión de que el pentecostalismo y las espiritualidades de matriz afro
tienen una presencia importante y que la religiosidad está presente en la
vida cotidiana de los barrios.



Al respecto Semán comprende que las creencias y prácticas religiosas están y
no se las puede combatir o hacer desaparecer. “Gran parte de los sujetos de
los sectores populares nunca dejó de creer en los milagros: aparte de creer
en las vacunas, creen en los milagros. Esta es una perspectiva que yo llamo
cosmológica: no hay una distinción real entre lo que nosotros llamamos el
más allá y el más acá; creen en espíritus que se manifiestan; las presencias
espirituales y milagrosas en la vida cotidiana vienen de diversas raíces, de
la raíz amerindia, afrodescendiente y también presente en el catolicismo y
el mundo evangélico”.



Para importantes sectores de la población, no sólo los sectores populares,
“existe un universo simbólico no secularizado en el que la frontera entre lo
personal, lo interpersonal, lo social y lo divino o lo sagrado no existe. Es
una relación de continuidad permanente entre esos distintos niveles”.
También llama la atención acerca del fenómeno de una “recosmologización de
las clases medias”. Sobre la idea de que los más pobres creen en los
milagros por las faltas materiales o de educación, Semán responde: “La
subjetividad cosmológica es de gran magnitud y presencia, no se liquida con
el desarrollo del aparato educativo o la tecnificación”.



Aunque esta presencia de lo sagrado pueda resultar llamativa, el antropólogo
afirma que “no es nada nuevo, es una especie de sedimento y una constitución
de larga duración de las clases populares donde las referencias de
localidad, familia y lo sagrado son parte constitutiva de la experiencia de
las clases trabajadoras, de los trabajadores manuales, de los sectores
excluidos, de lo que en algún momento muy lejano se llamaba proletariado,
medio en el cual la teología de la liberación fijó su atención. Eso que yo
llamo mirada cosmológica o universo simbólico diferente de las clases medias
universitarias progresistas”.



Fue un emergente de la discusión el papel de los grupos religiosos en el
tema de las adicciones, aunque entre los participantes había opiniones
encontradas sobre el rol de iglesias que actúan en este campo, donde
especialmente los evangélicos tienen una importante experiencia acumulada y
esto da cuenta de que “la presencia política de la religión está más allá de
la política partidaria”, está “en los espacios públicos, que es un concepto
más amplio”.



El rebaño electoral



Respecto del voto evangélico, Semán plantea que no todos los evangélicos han
participado en partidos políticos del mismo signo ideológico y que
especialmente los pentecostales hasta hace unos 30 años se rehusaban a
participar en política. En los últimos 20 años se ha dado un proceso de
politización evangélica que ha generado la experiencia de los partidos
evangélicos, que han fracasado en casi todos los países, excepto en Brasil,
donde hubo un voto moral evangélico como reacción a la agenda de diversidad
y de género y a los casos de corrupción.



El caso de Brasil se ha vuelto un foco de atención ya que generó un
imaginario de que los evangélicos se convirtieron en un poder político
homogéneamente corrido a la derecha en América Latina. Semán explica que
“Brasil ha vivido una fuerte politización evangélica, con un parlamento como
el brasileño, que esta hiperfragmentado. Con relativamente pocos votantes
conseguís un diputado y con pocos diputados lográs alianzas importantes”.



El año pasado Semán fue muy crítico con la caricatura sobre el poder del
pastor en relación al voto de sus fieles que generó la serie El Reino,
guionada por la argentina Claudia Piñeiro y que se emitió por Netflix. La
serie presenta el caso de una iglesia que incurre en política con un
discurso moralmente conservador y que, por medio de alianzas, consigue que
su pastor rápidamente llegue a la presidencia de Argentina. Aunque es
ficción, algo en lo que insisten sus realizadores, el antropólogo entiende
que refuerza estigmas y no es representativa del poder religioso en su país.



Semán aclara que el caso de Brasil es el único que se acerca a esta premisa
de que el pastor orienta el voto, y que en realidad nunca incide sobre la
totalidad de los fieles, sino que sólo en 2018 se produjo un corrimiento
dentro del electorado evangélico. Asimismo, entiende que “los pastores
pagaron muy caro el experimento Bolsonaro” y que muchos retrocedieron de
este apoyo incondicional. Los evangélicos, que se acercan a 30% de la
población brasileña, se han vuelto un tema electoral muy relevante, ya que
desde hace más de 40 años crecen de la mano del retraimiento del
catolicismo, que se ubica actualmente en torno a 50% de los brasileños.
Algunas proyecciones estiman que en diez años los evangélicos
(principalmente pentecostales) podrían superar a los católicos.



“Los principales disidentes del voto evangélico a Bolsonaro son mujeres,
porque las mujeres sufrieron la pandemia y el descuido de la salud de la
gente”.



En el contexto de muchos partidos pequeños es que la Iglesia Universal del
Reino de Dios (IURD) logró una articulación política eficiente, porque
aunque es la cuarta iglesia más grande, detrás de la católica, las asambleas
de Dios y los bautistas, usa una estructura centralizada en su obispo Edir
Macedo con fines electorales. La pregunta que surge es: ¿qué es lo que
obtienen la IURD de su participación política? “Concesiones en las políticas
públicas y, sobre todo, en el sistema de radiodifusión, en el que la Iglesia
Universal se vuelve importante. Entonces, aunque no tenga a la mayoría de
los evangélicos –la mayoría de los votantes evangélicos pertenecen a
pequeñas iglesias en Brasil–, formó una superestructura que autonomizó el
caudal confesional de votos”. Es decir, la IURD “es una gran negociadora de
ventajas” con candidatos a presidentes: “A Fernando Henrique Cardoso le
sacaron el oro y el moro, lo hicieron con Lula y con Bolsonaro... Todo lo
que le permita a la Universal tener esa superestructura política le va a
permitir mantener su incidencia política”.



Antes de participar desde el púlpito y mediante el Partido Republicano
Brasileño en el impeachment a Dilma Rousseff en 2016 y apoyar a Bolsonaro en
2018, la Iglesia Universal tuvo varios períodos de apoyo al Partido de los
Trabajadores (PT). Sin embargo, aclara Semán, “una cosa son los evangélicos
y otra la Universal... El apoyo a Bolsonaro fue costoso igual, porque su
gobierno fue tan desastroso que muchísimos evangélicos que lo habían votado
dejaron de hacerlo”.



Hoy el mundo evangélico está en disputa cultural y política en Brasil. Es un
sector muy heterogéneo, viene de un fracaso de la politización centralizada,
de una partidización de la politización. El PT sale a disputarlo, porque
otros partidos salen a querer representarlos, especialmente Bolsonaro, quien
con la ayuda de la imagen religiosa de su esposa busca acortar su brecha con
Lula.



En la actual elección el sesgo del voto parece no reposar tanto en lo moral
y religioso como en lo económico y en el costo humano que tuvo la pandemia.
Al respecto Semán comenta: “Los principales disidentes del voto evangélico a
Bolsonaro son mujeres, porque las mujeres sufrieron la pandemia y el
descuido de Bolsonaro de la salud de la gente”. Agrega que también inciden
“los temas de violencia, que no solamente no se solucionaron sino que se
agravaron y crearon tendencias muy contradictorias en los sectores populares
en Brasil, donde hay un montón de población alarmada con el crecimiento del
narcotráfico y la violencia”.



El voto evangélico no es homogéneo. El problema, según Semán, “es que la
izquierda da por perdida de antemano esa batalla, la declara perdida cuando
los declara de antemano enemigos: en vez de poner una agenda que en parte
contenga a los evangélicos, plantea un discurso confrontativo”. Semán, que
se formó en un contexto familiar de militantes barriales ateos, entiende que
“la izquierda renuncia a disputar el voto porque, aunque no lo diga, tiene
una política identitaria excluyente”.



Sólo recientemente, por ejemplo, “la identidad evangélica de los pastores
del PT ha sido visibilizada de forma positiva”. Sin embargo, en la historia
del PT hay casos destacados, como el de Benedita da Silva, que fue candidata
y diputada desde los años 90 y lo hace desde su identidad de mujer, negra,
pentecostal y afavelada, llegó a ser gobernadora de Río de Janeiro y seguía
perteneciendo a las Asambleas de Dios, igual que Marina da Silva, que fue
ministra de Medio Ambiente. Semán analiza que “el PT, y especialmente Lula,
entendió que era necesario este diálogo”.



Hace una semana Lula declaró en un acto político que respeta a muchos
pastores honestos y que “en nombre de Dios no se puede decir mentiras. Yo,
Luiz Inácio Lula da Silva, respeto el Estado laico. El Estado no debe tener
religión, sino que debe respetar a todos. Las iglesias no deben ser partidos
políticos, sino cuidar la espiritualidad y la fe de las personas y no cuidar
de candidaturas de falsos profetas o de fariseos que están engañando al
pueblo”.



Semán, que es profesor de la Universidad de San Martín en Buenos Aires,
entiende que existe “un sector de la izquierda y de la academia que defiende
un jacobinismo imaginario”, como si en la actualidad estuviéramos en la
Revolución Francesa. “Una parte de las élites políticas se vinculan con este
discurso de los académicos de forma privilegiada y es parte de la
explicación de su problema para vincularse con los evangélicos”.



Izquierda y religión



Queda planteada una pregunta que no logra tener una respuesta clara: ¿Cómo
conciliar la radicalidad de la agenda de género e identitaria con la
representación democrática del mundo popular? Semán, que se define como
favorable a una agenda radical de género, ve como problemática “una división
de la agenda política en 33% de clase, 33% de raza, 33% de género”.
Cuestiona que la izquierda esté comprendiendo cabalmente las demandas y
prioridades de los sectores populares, donde las derechas han logrado crecer
y el salario y la inflación son la preocupación del día a día.



“El crecimiento evangélico y básicamente pentecostal no llegó aún a su
techo. Pero la falta de interés de la izquierda sobre los evangélicos la
priva de incidir en este proceso”, afirma. Si la izquierda no quiere perder
pie en los sectores populares es fundamental este diálogo con el tema
religioso y especialmente evangélico. Porque “cuando ves el activismo
barrial, la presencia del militante evangélico es cada vez más relevante
junto con el militante político o sindical. La principal consecuencia
política del crecimiento evangélico es el activismo social, ellos están allí
y la mayor parte de los pastores salen de los barrios”.



Semán recuerda que a principios del siglo XX otras iglesias, como las
metodistas, llevaron adelante “la lucha contra el alcohol, la lucha por la
familia y la lucha por el salario; estas luchas desde la perspectiva de los
sectores populares son la misma lucha por la preservación de la salud de los
miembros, en este caso el pastor y el sindicalista podrían ser parte del
mismo cuerpo”. Los pentecostales crecen porque logran intervenir en
problemas sociales, curar enfermedades entre comillas, básicamente porque
logran “tramitar un camino de salida de esta aflicción, son eficaces porque
nombran y entienden la enfermedad como los sectores populares la nombran”, y
en este momento “tienen una tecnología mejorada y heredada de formas de
disciplinamiento del cuerpo, así como más formación social: ya no es
solamente la granja y la Biblia, de manera que cuando el Estado procura
desarrollar cualquier política pública de familia, salud o drogas los va a
tener en cuenta porque ellos están en los barrios”, concluye Semán.

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