China/ ¿Un test para Xi Jinping?. Las protestas contra el covid cero. [Xulio Ríos]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Dic 2 12:05:54 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

2 de diciembre 2022

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China



Protestas en China: ¿del covid cero a Xi Jinping?



La movilización social puede provocar divisiones en el liderazgo sobre la
política a adoptar y, a su vez, puede actuar como catalizador del hipotético
malestar de algunos sectores del Partido con la estrategia general del
presidente



Xulio Ríos *

CTXT, 29-11-2022

https://ctxt.es/es/



En pocos días, las manifestaciones se han propagado en China de una ciudad a
otra, incluyendo grandes metrópolis como Beijing o Shanghái. Sin duda, estas
protestas ponen de manifiesto el desasosiego y el malestar de importantes
capas de la sociedad ante la persistencia de las restricciones derivadas de
la política de tolerancia cero con la covid-19 y sus efectos.



El detonante inicial se remite a sucesos trágicos como el incendio ocurrido
en Urumqi, Xinjiang, que se saldó con la muerte de diez personas. Algunos lo
atribuyen a las dificultades que encontraron los servicios de emergencia
para acceder a la zona debido al rigor del confinamiento del edificio.
Otros, sin embargo, lo achacan a la estrechez de las calles circundantes,
atestadas de vehículos. Actuando como catalizador del hartazgo público con
los cierres abruptos, las cuarentenas prolongadas y las campañas de pruebas
masivas, las movilizaciones denotan una severa quiebra de la confianza
social en la capacidad de las autoridades para dar una pronta salida a la
pandemia mientras cunde la sensación de que esta dinámica, que contrasta con
la progresiva normalidad alcanzada en otros países, podría mantenerse
durante un largo tiempo si persiste ese afán de erradicación total del
virus, insostenible según sus críticos.



En China siempre ha habido cientos o miles de protestas cada año, aunque
rara vez se hicieran eco de ellas los medios occidentales. Habitualmente se
trata de conflictos sectoriales o de profunda raíz local, y en el punto de
mira se sitúa a las autoridades territoriales. La excepcionalidad de estas
manifestaciones es que se vertebran en torno a un hilo común y transversal y
que pone el foco, en gran medida, en el poder central, alcanzando de lleno a
su principal exponente, Xi Jinping, quien siempre ha exhibido con orgullo
las bondades de esta estrategia.



Por otra parte, la elevada presencia de jóvenes en las manifestaciones
también podría evidenciar un cambio cultural que sugiere una mayor
autodeterminación individual frente al afán regulatorio e invasivo de las
autoridades, lo que da a entender que las invocaciones a la disciplina
colectiva ya no son tan eficaces.



Las razones chinas del covid cero



En su respuesta a la pandemia, China ha optado por priorizar el freno a la
propagación del virus. De esa forma se controlarían mejor los contagios y se
evitarían víctimas. Se explica en razón de su abultada población general y,
concretamente, de la más vulnerable. Los mayores de 60 años representan más
de cinco veces la población de España. Su índice de vacunación es bajo. Por
otra parte, los recursos sanitarios disponibles son limitados, no solo en el
medio rural, también en las grandes urbes. Cualquiera que haya tenido
necesidad de visitar un hospital en China coincidirá en su habitual
masificación en condiciones normales. En una pandemia que afectara a cientos
de miles de personas, el colapso sería un efecto inmediato. Hay que señalar
que en el índice de desarrollo humano, la segunda potencia económica del
mundo se ubica en la posición 85 (de 189). La inversión social no ha
discurrido, ni mucho menos, en paralelo al incremento del poder económico.
Paradójicamente, Xi Jinping es uno de los líderes chinos que recientemente
ha puesto mayor énfasis en alterar dicha situación.



A las sociales se suman también razones políticas. La pandemia se ha
convertido en un ejemplo de manual de por qué China debe tener siempre en
cuenta sus propias condiciones nacionales y, consecuentemente, dar una
respuesta ajustada y propia. Es así como también se garantizará la mayor
eficiencia y rigor de las políticas públicas asociadas a su modelo de
“socialismo con peculiaridades chinas”. La singularidad del modelo chino
consistiría en anteponer la vida y la salud de las personas a la lógica del
beneficio económico, en contraposición al empeño capitalista en priorizar la
economía despreciando los costes humanos de dicha elección.



Cabe añadir también que los procedimientos asociados a esta política de
tolerancia cero fueron adoptados por las autoridades siguiendo las
recomendaciones de expertos, tanto chinos como extranjeros, en salud
pública. Entre los epidemiólogos, el debate arreció en los últimos meses a
propósito de la sostenibilidad, pero la mayoría se inclinó por mantener la
estrategia por ser “la más práctica” a la hora de contener el virus.



Por otra parte, es unánime el convencimiento de que un desconfinamiento
rápido en ausencia de una cobertura vacunal sustancial, especialmente entre
los sectores más vulnerables, podría tener efectos desastrosos ante la
aparición de variantes supercontagiosas. En palabras de Liang Wannian,
asesor del Gobierno chino en estos temas, lo deseable es ir despacio y ganar
tiempo para dar un impulso sustancial a la vacunación. El epidemiólogo Ben
Cowling también insiste en la prudencia.



En estos tres años de pandemia en China, la estrategia covid cero ofrece un
balance en contagios y muertes nada despreciable, especialmente si lo
comparamos con el de los países desarrollados. El número oficial de muertos
no supera los 6.000 (frente a los 600.000 de la India, por ejemplo). Ello
también ha acarreado costes: ha afectado especialmente al ritmo de
crecimiento de la economía, hasta ahora la prioridad máxima del liderazgo
chino. Y a las personas, en su salud mental y en su vida cotidiana. Millones
de chinos se han confinado en sus hogares hasta cuatro meses, y muchos se
han quejado de la falta de alimentos y suministros médicos adecuados. La
paralización de los transportes ha agotado la paciencia de la gente. Por
fin, la sacrosanta estabilidad social se ha resentido.



Mensajes contradictorios



El pasado 11 de noviembre, las autoridades centrales iniciaron un cambio de
rumbo en la gestión del covid cero. Sin renunciar del todo a dicha
estrategia, se dispusieron 20 medidas para aliviar las restricciones. Sin
embargo, en su reciente visita a Chongqing, la viceprimera ministra Sun
Chunlan (jubilada en el reciente XX Congreso del PCCh y a la espera de
abandonar su cargo en el Consejo de Estado en marzo próximo) instaba a las
autoridades locales a contener sin demora la pandemia adoptando medidas
“inmediatas, resueltas y decisivas”. En la misma línea, advertía la Comisión
Nacional de Salud sobre “cualquier relajación” en la prevención y control.



Esos mensajes contrastan con los lanzados por el Centro Chino para el
Control y la Prevención de Enfermedades, que instaba a los gobiernos locales
a abstenerse de cerrar arbitrariamente las escuelas, suspender la producción
o bloquear los transportes, poniendo el énfasis ahora en evitar las “medidas
excesivas”.



En el transcurso de la pandemia, los responsables locales han actuado, a
menudo, de manera expeditiva ante el mínimo crecimiento de los contagios
para cortar de raíz cualquier foco de infección. La arbitrariedad de las
decisiones también ha sido habitual. El nivel de cumplimiento de las
exigencias centrales se convirtió en un medidor del nivel de lealtad
política.



El domingo 26 de noviembre, Beijing anunciaba ajustes en las medidas
antivirus con la prohibición expresa de la práctica de bloquear las puertas
de los edificios en complejos residenciales bajo gestión cerrada.
Igualmente, anunciaba la aceleración de la reapertura de los centros
comerciales y supermercados que venden productos relacionados con las
necesidades básicas, señalando que si dichos establecimientos comerciales se
ven afectados por casos de covid-19 podrían reabrir después de un día de
cierre para la desinfección. Se trata, en suma, de garantizar que las
necesidades vitales y médicas básicas de las personas sean satisfechas
adecuadamente.



Este puede ser el rumbo en lo inmediato. En cualquier caso, todo parece
indicar que las medidas altamente restrictivas, como los bloqueos de
distritos y ciudades enteras, tienen los días contados.



¿Xi en peligro?



Una de las principales preocupaciones de las autoridades es evitar ahora que
esta crisis sociosanitaria derive en una crisis política mayor.



Cabe imaginar que esa primera respuesta, ya en curso, centrada en el alivio
de las medidas restrictivas y un mayor despliegue de las fuerzas de
seguridad para evitar que se repitan las movilizaciones, produzca cierto
efecto. Pero, ¿será suficiente?



Una de las principales conclusiones del XX Congreso del PCCh, celebrado el
pasado octubre, fue la conformación de un liderazgo totalmente afín a las
tesis de Xi Jinping, desplazando a la irrelevancia a otras sensibilidades. Y
cuando en la cumbre se cierra el paso a la integración de la discrepancia,
no es complicado imaginar que esta pueda desembocar en la calle si hay un
hilo conductor. Y esta vez lo hay, y puede abrir camino a una convergencia
de descontentos.



La persistencia de la movilización social puede provocar divisiones en el
liderazgo sobre la política a adoptar y, a su vez, puede actuar como
catalizador igualmente del hipotético malestar existente en algunos sectores
del Partido con la estrategia general de Xi.



Por ello, si bien no se debe sobrevalorar el alcance de estas
movilizaciones, con vaticinios de difícil realización que responden a
parámetros alejados de la realidad, tampoco debemos subestimar su
importancia.



* Xulio Ríos reside en Beijing y es asesor emérito del Observatorio de la
Política China y directivo de la Red Iberoamericana de Sinología. Ha sido
investigador visitante en universidades y centros de investigación de China
continental y Taiwán.

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