Debates/ Por una posición antiguerra democrática frente a la invasión de Ucrania. [Gilbert Achcar]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Jue Dic 1 15:15:12 UYT 2022
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Correspondencia de Prensa
1° de diciembre 2022
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Debates
Por una posición antiguerra democrática frente a la invasión de Ucrania
Gilbert Achcar
A l´encontre, 30-11-2002
https://alencontre.org/
Traducción de Viento Sur
https://vientosur.info/
Frente a la invasión de Ucrania por el régimen de Vladimir Putin, el
movimiento antiguerra ha visto desarrollarse posiciones muy diferentes.
Todas tienen en común que reivindican la paz, una palabra detrás de la cual
pueden situarse actitudes muy diversas, incluso opuestas.
Encontramos en efecto, por un lado, llamamientos a un alto el fuego
incondicional que dejan entender, e incluso afirman abiertamente, que los
Estados de la OTAN deberían obligar a los ucranianos al cese de los combates
dejando de entregarles los medios para su defensa. Esta posición, si bien
puede venir en algunos casos de un pacifismo auténtico y de una preocupación
real de evitar la pérdida de vidas humanas, no deja de ser muy problemática
debido a que no define las condiciones del alto el fuego deseado. Dentro de
la tradición del movimiento antiguerra, todo llamamiento al fin de los
combates en caso de invasión de un país por otro debe ir acompañado de la
exigencia de retirada de los invasores, ya que si no es así puede
legítimamente ser sospechosa de querer aprobar la conquista de un territorio
por la fuerza.
Por otro lado, se encuentran posiciones antiguerra para las cuales la
oposición a la invasión rusa y el apoyo al derecho de las y los ucranianos a
luchar por la liberación de su territorio es la cuestión prioritaria. Si
bien este punto de partida es ciertamente más legítimo debido a que toma
partido con las víctimas de la agresión, puede sin embargo llevar a poner
demasiado alto el objetivo de la paz. En algunos casos, no se plantea
siquiera la cuestión de un alto el fuego: la paz se encuentra definida
poniendo como condición necesaria la retirada de las tropas rusas de todas
las partes del territorio ucraniano internacionalmente reconocido, lo cual
incluye no sólo la integridad del Donbás sino también la Crimea anexionada
en 2014.
Al margen de cuál sea la intención que anime a esa posición, ésta corre el
riesgo de ser confundida con la de los ultimatistas ultranacionalistas de
Ucrania. Corre el riesgo también de ir a contracorriente de la mayoría de la
opinión pública de Europa y de América del Norte que, si bien simpatiza con
la lucha de los ucranianos en su legítima defensa, no pueden hacer causa
común con un ultimatismo susceptible de aumentar considerablemente los
riesgos de una escalada generalizada, incluso de una guerra nuclear, además
del enorme coste que supone en un periodo de crisis económica mundial aguda.
¿Cómo definir entonces una posición antiguerra democrática y
antiimperialista, a la vez auténticamente pacifista y preocupada por el
derecho de los pueblos? Esa posición debería inspirarse en los mismos
parámetros que han determinado la posición antiguerra ante precedentes
guerras de invasión en la historia contemporánea, teniendo en cuenta, por
supuesto, la situación real sobre el terreno.
Frente a la guerra de invasión actual en Ucrania, una posición antiguerra
democrática y antiimperialista debería incluir las reivindicaciones
siguientes:
- Alto el fuego con la retirada de las tropas rusas a sus posiciones del 23
de febrero de 2022.
- Reafirmación del principio de no admisión de la conquista de territorios
por la fuerza.
- Negociaciones bajo los auspicios de la ONU para una solución pacífica
duradera basada en el derecho de los pueblos a la autodeterminación:
despliegue de cascos azules en todos los territorios en cuestión, tanto en
el Donbás como en Crimea, y organización por la ONU de referéndums libres y
democráticos que incluyan el voto de las personas refugiadas y desplazadas
originarias de esos territorios.
La izquierda ucraniana debería definir por su parte su posición sobre las
condiciones del cese de los combates, ya que no puede remitirse
incondicionalmente a su propio gobierno en esta guerra. Dicho esto, salvo
que se produzca una convulsión política en Rusia que cambiara radicalmente
la situación actual, la retirada de las tropas rusas de los territorios
conquistados desde el 24 de febrero es un objetivo muy difícil de alcanzar:
supone una extensión mayor de la contraofensiva ucraniana, con un apoyo
cualitativamente mayor de los países de la OTAN, y un aumento de la presión
económica ejercida por esos mismos países sobre Rusia.
Ese objetivo podría alcanzarse mucho más rápidamente y con menor coste
humano y material si China, el único Estado que dispone de una influencia
determinante sobre la posición de Moscú, se uniera a ese esfuerzo, ya que se
corresponde con los principios del derecho internacional de los que no deja
de reclamarse: soberanía e integridad territorial de los Estados, solución
pacífica de los conflictos. El movimiento antiguerra debería ejercer presión
sobre China para incitarle a intervenir en ese sentido, censurando al mismo
tiempo las actitudes belicistas hacia Pekín, sobre todo las procedentes de
Washington y de Londres, que perjudican ese objetivo, al igual que
perjudican a la causa de la paz mundial.
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